Etapa del Gobierno Provisional
La **Segunda República** llegó gracias a los sucesivos fracasos y errores de la monarquía de Alfonso. En 1931, el último gobierno de la Monarquía (presidido por el almirante Aznar) pretendió volver a un sistema constitucional y convocó elecciones municipales para el 12 de abril, donde ganaron en ciudades los republicanos y en pueblos o zonas rurales los monárquicos. El 14 de abril se conocen los resultados; los republicanos celebran proclamando la república en zonas importantes. Por la marcha del rey surge el Gobierno provisional constituido por el Partido Radical: postura centro-derecha, cuyo dirigente es Lerroux. Acción Republicana y el Partido Radical Socialista, de centro-izquierda. El PSOE: postura de izquierda, con Caballero y Prieto como dirigentes. Estos sectores enfrentarán la República por diversos motivos. La derecha presenta su oposición, creando varios enfrentamientos con la iglesia, quema de iglesias, lo que produjo el distanciamiento de los católicos de la República. Una extrema izquierda compuesta por el PCE, que aboga por una revolución obrera y campesina contra la República, y los anarcosindicalistas de la CNT, que combaten la República porque la consideran un régimen tan opresivo como cualquier otro.
Acuerdos con las fuerzas regionalistas catalanas de carácter progresista. En el aspecto social, Largo Caballero, como ministro de Trabajo, aprueba diversos decretos en beneficio del campesinado, tales como: la extensión de la jornada laboral de 8 horas para todos los jornaleros del campo, y medidas de protección de los arrendatarios para que no sean expulsados de las tierras que cultivan al acabar sus contratos.
El ejército, que era tradicionalmente monárquico, bajo la dirección de Azaña, como ministro de Guerra, intentará transformarlo en una institución fiel a la República. Para ello, concedió el retiro, con paga íntegra, a todos los oficiales que por sus convicciones monárquicas lo solicitaran. Finalmente, se convocaron elecciones generales a Cortes Constituyentes para el mes de junio, y previamente se elaboró una nueva Ley Electoral, mucho más democrática que la que existía durante la Monarquía, que rebajó la edad de los votantes de 25 a 23 años, permitiendo a las mujeres ser votadas (aunque no votar) y reduciendo considerablemente la capacidad por parte de los caciques de manipular las votaciones en las zonas rurales. Esta ley favorecía en exceso a las coaliciones de partidos en detrimento de los partidos aislados, contribuyendo a que los sucesivos bandazos políticos entre la izquierda y la derecha fueran muy acusados.
El Bienio Reformista (o de Azaña) (junio de 1931 – noviembre de 1933)
Gran triunfo a la coalición republicano-socialista de los partidos que integraban el Gobierno Provisional. Los mejores intelectuales del momento, tales como Unamuno, Ortega y Gasset, fueron elegidos como diputados. Por el contrario, la derecha se presentó desorganizada y dividida, y fue ampliamente derrotada. El objetivo prioritario de estas Cortes fue la elaboración de una Constitución Republicana, aprobada en diciembre de 1931, la más avanzada y progresista de toda la historia constitucional española.
– Se reconocen a las Cortes amplias atribuciones. El asunto religioso fue una de las cuestiones más conflictivas: se recoge la separación total entre Iglesia y Estado, la libertad de práctica de cualquier religión, prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas, disolución de los jesuitas, prohibición de la exigencia de religión para cualquier cargo, etc.
– Reconoce el derecho a la propiedad privada, pero abriendo una puerta a la intervención del Estado, y también el divorcio.
– Recoge la declaración de derechos más amplia de toda la historia constitucional española anterior. Además de los derechos clásicos recogidos en las constituciones anteriores:
- El Presidente de la República representa a la nación; su mandato dura siete años y su principal misión consiste en encargar la formación del gobierno a quien pueda recibir el beneplácito de las Cortes.
- Con respecto al poder judicial, se garantiza la autonomía de los tribunales.
- Se crea una institución nueva: el Tribunal de Garantías Constitucionales, que debe velar para que tanto el gobierno como las Cortes desarrollen sus funciones siempre dentro del marco constitucional.
- Una gran novedad en esta constitución republicana fue el reconocimiento de las autonomías regionales; aunque esta parte de la constitución fue muy discutida, prevalecieron las autonomías, pues con ello se pretendía lograr el apoyo de los regionalistas catalanes y vascos a la causa republicana.
– Se estipula en el articulado la distribución de competencias entre el Estado y las regiones autónomas de modo que el primero quedase más favorecido. Al Estado le corresponden exclusivamente las competencias sobre política internacional, ejército y defensa, aranceles, aduanas, etc.
– Se regula que para que una región alcance su autonomía debe ser presentado por ésta a las Cortes un proyecto de Estatuto que previamente haya sido aceptado por los 2/3 de los electores de la región.
Una vez aprobada la Constitución, en diciembre de 1931, se comenzó a poner en práctica mediante la elección de Alcalá Zamora como Presidente de la República, quien inmediatamente designó a Azaña como Presidente del Gobierno. Este gobierno de coalición republicano-socialista, presidido por Azaña, seguirá con el proyecto, iniciado en la etapa anterior, de realizar profundas reformas de distinto tipo. Se hizo un importante esfuerzo en el aspecto educativo: se crearon miles de escuelas en poco tiempo. Se dignificó la figura del maestro y se mejoró su posición económica. Se prohibieron los símbolos religiosos en las escuelas. Se fomentaron las Misiones Pedagógicas, cuya finalidad era llevar la cultura a los pueblos más apartados. Se llevaron a cabo importantes reformas en el sistema penitenciario con el objetivo de humanizar el trato hacia los presos. No se consideró oportuno disolver la Guardia Civil, pero para contrarrestar su poco apego a la República se creó un nuevo cuerpo de defensa del orden público, la Guardia de Asalto.
El Congreso aprobó en 1932 el Estatuto de Autonomía para Cataluña, que reconoce el derecho de que la Generalitat o gobierno autonómico tenga un amplio nivel de competencias. Inmediatamente se puso en vigor mediante la realización de elecciones autonómicas, que mayoritariamente fueron ganadas por Esquerra Republicana, por lo que Companys, su principal dirigente, se convirtió en el President de la Generalitat.
Después de largas discusiones, el Congreso aprobó en septiembre de 1932 la Ley de Reforma Agraria, cuyo objetivo era atacar la gran propiedad latifundista. La consecuencia de ello fue que amplias masas de campesinos sin tierra se desengañaron de la República. Con respecto a la oposición al gobierno de Azaña, esta será cada vez más fuerte y procederá tanto desde la derecha como desde la izquierda:
- Derecha: en agosto de 1932, el general Sanjurjo intentó dar un golpe de estado a favor de la monarquía que fracasó (fue encarcelado), lo que provocó que el Congreso acelerara los trabajos de aprobación del Estatuto de Autonomía para Cataluña y la Ley de Reforma Agraria.
- En 1933 se manifestó una clara recuperación de las fuerzas de la derecha frente a un gobierno de Azaña cada vez más desgastado por los problemas.
Izquierda: continúa la lucha protagonizada por el PCE y por los anarquistas de la CNT-FAI, los cuales organizaron tres huelgas generales revolucionarias durante este periodo. En 1933, desembocó en un escándalo político de gran alcance: en la aldea de Casa Viejas, la Guardia de Asalto y la Guardia Civil, al reprimir la huelga, asesinaron a sangre fría a varios campesinos anarquistas. En verano de 1933, el Partido Radical de Lerroux provocó una crisis política al retirar su apoyo parlamentario al gobierno de Azaña porque no estaba conforme con que el PSOE formase parte de él. Ante esta situación, el Presidente de la República, Alcalá Zamora, decidió disolver el Congreso y convocar elecciones generales para noviembre.
El “Bienio Negro” (noviembre de 1933 – febrero de 1936)
Las elecciones de noviembre de 1933 supondrán el triunfo de la derecha: la CEDA (113 diputados) y el Partido Radical (80 diputados) son los partidos más votados, mientras que Acción Republicana, el Partido Radical-Socialista y el PSOE cosecharon un gran fracaso. Las causas fueron varias: abstención electoral de los anarquistas, la mujer votó por primera vez y lo hizo mayoritariamente a la derecha, y los candidatos republicanos y del PSOE se presentaron en listas separadas, por lo que obtuvieron un número de diputados proporcionalmente muy inferior, debido al sistema electoral. Alcalá Zamora escogió como Presidente de Gobierno a Lerroux (Partido Radical) y no a Gil Robles, a pesar de que su partido (CEDA) había obtenido más diputados, ya que veía en él a alguien que transformaría la República en una dictadura de tipo fascista.
Sin embargo, Lerroux, para poder gobernar, necesitaba el apoyo parlamentario de la CEDA, por lo que su gobierno tendrá un carácter cada vez más derechista: se puso freno a todas las reformas del periodo anterior. Disminuyeron las inversiones estatales en la construcción de escuelas y en obras públicas. Se anularon las mejoras laborales y salariales. Los salarios volvieron al nivel de 1931. Se revisaron, en beneficio de la Iglesia, las medidas anticlericales. Se concedió la amnistía a Sanjurjo y a los demás golpistas de 1932. Se obstaculizó el proceso de concesión de Autonomía para el País Vasco y otras regiones que lo estaban tramitando.
Todas estas medidas provocaron una fuerte oposición contra el gobierno del Partido Radical por parte de sectores muy diversos:
- En las zonas rurales, la tensión social entre los jornaleros y arrendatarios y los terratenientes aumentó. El PCE y los anarquistas continúan con la misma actitud que mantenían en el bienio anterior. El PSOE se radicalizó hacia la izquierda, sobre todo el sector mayoritario que estaba liderado por Largo Caballero. Éste promovió la puesta en marcha de la Alianza Obrera.
- En Cataluña, las relaciones entre el Gobierno Central y la Generalitat empeoraron progresivamente. En el País Vasco, el gobierno central también se ganó la enemistad del PNV, puesto que este partido, aunque su ideología es de derechas, pretende conseguir la Autonomía.
Mientras el gobierno del Partido Radical se encuentra con todos estos problemas, la CEDA le presiona cada vez más para que comparta con ella el gobierno. Cuando en octubre de 1934 el Partido Radical cede a esta pretensión y consiente compartir el gobierno dándole 3 ministerios a la CEDA, se produjo una dura reacción en contra por parte de las diversas fuerzas de la izquierda: consideraban que era inaceptable que hubiese ni siquiera un ministro de la CEDA, pues ello sería el primer paso hacia su control total del gobierno, y que ello supondría el comienzo de un nuevo régimen de carácter dictatorial, semejante al de la Alemania de Hitler o al de la Austria de Dollfuss. La izquierda se rebeló contra él: en Barcelona, Companys se decidió a proclamar unilateralmente el Estat Catalá, significando la ruptura de todas las relaciones entre la Generalitat y el Gobierno Central. En el resto de España, el PSOE y las demás fuerzas de izquierda organizaron un levantamiento armado que fracasó rotundamente en casi todos los lugares, excepto en Asturias. En la cuenca minera, actuaron conjuntamente y su rebelión armada se convirtió en una auténtica revolución proletaria que logró ocupar minas, fábricas y diversas ciudades durante varios días. Esta revolución solo pudo ser controlada mediante el envío a Asturias de la Legión y de tropas regulares (moros) procedentes de Marruecos, que actuaron con altas dosis de violencia contra los obreros y contra la población civil (el cerebro de la represión fue Franco, que ocupaba un alto cargo en el ministerio de Guerra).
El fracaso de la revolución de octubre de 1934 tuvo como consecuencia un aumento del poder de la derecha: las cárceles se llenaron de presos políticos de todos los sectores de la izquierda. En mayo de 1935, aumentó el número de ministros procedentes de la CEDA, y se pone en práctica una política de carácter muy conservador: se paraliza totalmente la Reforma Agraria, se separó del ejército a los oficiales más progresistas y empeoran considerablemente las condiciones laborales y salariales en el campo. En otoño de 1935, tiene lugar la descomposición del Partido Radical como consecuencia de escándalos internos que afectaron a sus principales dirigentes. Ante esta situación, Alcalá Zamora, en vez de encargar a Gil Robles que presidiera un nuevo gobierno (que lógicamente estaría compuesto mayoritariamente por la CEDA), optó por encargar esta misión a Portela Valladares. Alcalá Zamora decidió finalmente disolver el Congreso y convocar nuevas elecciones generales para febrero de 1936.
5. El Frente Popular (febrero – julio de 1936)
Las elecciones del 16 de febrero de 1936 estuvieron muy polarizadas entre dos grandes bloques políticos: las principales fuerzas políticas de la derecha (CEDA y otras), encabezadas por Gil Robles y Calvo Sotelo, se agruparon en el llamado Bloque Nacional.
Frente a este, las fuerzas de izquierda constituyeron el **Frente Popular**: esta era una coalición compuesta principalmente por republicanos de izquierda (Azaña), el PSOE y el PCE, y su objetivo era ganar las elecciones, pero no gobernar el país conjuntamente después. Las elecciones supusieron un triunfo, aunque algo ajustado, del Frente Popular, que se benefició del sistema electoral (Frente Popular: 4.700.000 votos 286 diputados. Bloque Nacional: 4.000.000 votos 132 diputados. Otros partidos: 600.000 votos 52 diputados).
Tras las elecciones, destituye a Alcalá Zamora; en su lugar, elige a Azaña y se forma un nuevo gobierno presidido por Casares Quiroga, y compuesto exclusivamente por los diversos partidos republicanos de izquierda, en el cual el PSOE ahora no quiere participar. En estos momentos, el PSOE, donde la tendencia dirigida por Largo Caballero es mayoritaria frente a la de Prieto, tiende a radicalizarse hacia la izquierda cada vez más. Se restablece inmediatamente la autonomía en Cataluña y se reanuda el proceso de aprobación del estatuto de autonomía del País Vasco. En las zonas latifundistas, las masas de campesinos sin tierra no decidieron esperar a que el nuevo gobierno reanudase la aplicación de la Reforma Agraria, sino que se dedicaron por su cuenta a realizar ocupaciones espontáneas de grandes fincas. Los sectores de la derecha comenzaron a organizar un levantamiento armado contra el nuevo gobierno con el fin de recuperar el poder. Los oficiales más derechistas del ejército, integrados en la Unión Militar Española (UME), prepararon en secreto un levantamiento armado cuyos principales cabecillas eran Sanjurjo, Mola, Franco, etc. Frente a esto, el gobierno reaccionó destinando a Mola y a Franco a zonas militares poco importantes. Los carlistas, por su parte, prepararon un levantamiento armado en Navarra como rechazo a un régimen político excesivamente liberal y progresista. Ya en el siglo XIX habían reaccionado de la misma forma, pero ahora no actuarán solos como entonces. La Falange, que durante estos meses aumenta considerablemente el número de militantes entre la juventud derechista, se dedica a poner en práctica métodos violentos de carácter desestabilizador. La finalidad de esto era provocar una espiral de violencia y de represalias mutuas entre la derecha y la izquierda y promover así una creciente situación de descontento en la sociedad contra el gobierno, con el fin de justificar el posterior golpe de estado militar. Esta espiral de violencia alcanzó su máximo nivel a mediados de julio, cuando Calvo Sotelo fue asesinado por compañeros del teniente Castillo, militar de ideas izquierdistas, asesinado también unos días antes. Este asesinato político creó el clima emocional adecuado para que los militares golpistas consideraran que ya había llegado el momento del levantamiento armado. Éste comenzaría el 17 de julio en Melilla y Ceuta y se extendió el 18 a las principales guarniciones y ciudades de la península. Sin embargo, el levantamiento armado triunfó solo en parte. En las principales ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, etc.) fracasó debido (antes que a la reacción del gobierno) a la actitud de los partidos y sindicatos de izquierda, los cuales hicieron un llamamiento a sus militantes para que atacasen los cuarteles de los militares golpistas. De este modo, un golpe de Estado que estaba planeado para triunfar en unas horas desembocó en algo inesperado para todos: una larga guerra civil de tres años.