La Caída de la Monarquía y la Proclamación de la Segunda República
Tras la dimisión de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII confió el gobierno a Berenguer, pero este no tuvo éxito. Los partidos dinásticos estaban divididos, el monarca era impopular y se habían creado partidos republicanos organizados en el Pacto de San Sebastián. Hubo intentos de derrocar la monarquía, como el pronunciamiento de Jaca. Berenguer, incapaz de convocar elecciones por el rechazo de los partidos políticos a participar, dimitió. El rey otorgó entonces el gobierno a Aznar, quien convocó elecciones municipales. Aunque en votos totales ganaron las candidaturas monárquicas (debido en parte al caciquismo), los republicanos vencieron en 41 de las 50 capitales de provincia. Como resultado, el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República.
En Madrid, los firmantes del Pacto de San Sebastián constituyeron un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, y Alfonso XIII se exilió. El gobierno tomó varias medidas urgentes, como la amnistía general de algunos presos políticos, y convocó elecciones a Cortes Constituyentes. Estas dieron la mayoría a los republicano-socialistas, configurando unas Cortes con una mayoría de izquierdas, dividida entre moderada y radical.
La Constitución de 1931
En 1931 se puso en marcha la elaboración de una nueva constitución. La derecha presentó algunas protestas de carácter religioso que no fueron atendidas. La Constitución resultante fue avanzada, democrática y progresista, pero la falta de consenso entre izquierda y derecha condicionó la política de la época.
- El poder legislativo residía en unas Cortes unicamerales.
- El poder ejecutivo recaía en el Jefe de Gobierno y el Consejo de Ministros.
- El poder judicial se articulaba en torno al Tribunal de Garantías Constitucionales.
Se introdujeron medidas laicistas, como la aprobación de la libertad religiosa y el divorcio, y se estableció una larga lista de derechos y libertades, incluyendo el derecho de expropiación de bienes por parte del Estado. También se contempló el derecho a constituir autonomías.
En resumen, la Constitución de 1931 recogía valores laicos e izquierdistas que generaron gran discrepancia con la derecha, especialmente en las cuestiones autonómicas y religiosas.
El Bienio Reformista (1931-1933)
Tras la aprobación de la Constitución, Alcalá-Zamora pasó a ser presidente de la República. Se formó un gobierno de coalición entre izquierda y socialistas, que impulsó reformas para democratizar y modernizar España. Estas reformas, sin embargo, afectaron a la derecha y sus intereses.
Las Reformas del Bienio
1. La Cuestión Religiosa
Se buscaba poner fin a la influencia de la Iglesia y secularizar la sociedad. Para ello, se suprimieron algunos derechos de la Iglesia, como el cobro de presupuestos, y se aprobó la «Ley de Congregaciones Religiosas». Además, hubo incidentes anticlericales, como el incendio de edificios religiosos. La Iglesia respondió mostrando su antagonismo por medio del cardenal Segura, y movilizó a sus fieles. El gobierno expulsó a Segura y al obispo de Vitoria. La cuestión religiosa alejó a la República de las derechas, cuyas clases conservadoras eran mayoritariamente católicas.
2. La Reforma Militar
Se pretendía crear un ejército profesional y democrático. Se aprobó la «Ley de Retiro de la Oficialidad», que permitía a algunos militares pasar a la reserva con sueldo íntegro, aunque también podía el gobierno exigir la retirada a algunos militares si cumplían determinadas condiciones. Se les exigió jurar fidelidad a la República, lo que descontentó al sector conservador del ejército. Además, se remodelaron las regiones militares y se creó la Guardia de Asalto y el cuerpo de suboficiales. Los africanistas tomaron la reforma como una traición, y el material no se modernizó por falta de presupuesto.
3. La Reforma Agraria
El objetivo era poner fin al latifundismo y dar acceso a los campesinos a la propiedad de la tierra, mejorando sus condiciones de vida. Se aprobó la Ley de Reforma Agraria, que expropiaba tierras y las repartía entre campesinos. Sin embargo, la ejecución fue decepcionante debido a varios factores, como la complejidad de la ley. Los campesinos se sintieron defraudados por el incumplimiento de sus expectativas, lo que aumentó la tensión social y llevó a actitudes más radicales. Los propietarios se volvieron en contra de la República, oponiéndose a la medida.
4. La Cuestión Autonómica
El gobierno intentó dar salida a las aspiraciones de autogobierno de las regiones con movimientos nacionalistas. Se previó la aprobación de Estatutos de Autonomía. En Cataluña, se formó un gobierno provisional no independentista y se aprobó el Estatuto de Nuria en referéndum, que posteriormente sería aprobado por las Cortes españolas. Este establecía un gobierno y un parlamento propios con amplias competencias. En el País Vasco, el proceso fue más lento por la desconfianza hacia la República. Se rechazaron propuestas como la aprobada en Estella en 1931, y Navarra acabó desvinculándose del proyecto. El Estatuto Vasco se aprobó finalmente en 1936. En Galicia, el sentimiento nacionalista no llegó a culminar debido al estallido de la Guerra Civil.
5. La Reforma Educativa
Se quiso promover una educación liberal y laica. Se incrementó el presupuesto educativo y se crearon escuelas y plazas de maestros. Se adoptó un modelo de enseñanza mixta, laica, gratuita y obligatoria. Para mejorar el nivel cultural de la población, se promocionaron las Misiones Pedagógicas, campañas culturales gubernamentales.
6. La Reforma Laboral
Impulsada por Largo Caballero, buscaba mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la «Ley de Contratos de Trabajo», que regulaba la negociación colectiva, y la «Ley de Jurados Mixtos», que actuaba en los desacuerdos entre patronos y obreros. Se estableció la jornada semanal de 40 horas, se crearon seguros sociales y se reforzó el papel de los sindicatos en la contratación para tareas agrícolas. Estas medidas provocaron la oposición de las organizaciones patronales.
Problemas del Bienio Reformista
Esta etapa estuvo marcada por numerosos problemas. Coincidió con una depresión mundial que condicionó el crecimiento económico. Las medidas del gobierno desgastaron al gobierno y decepcionaron a la población por su lenta implantación, lo que llevó a la radicalización y aumentó la conflictividad social. Además, el programa de gobierno disgustó a las élites, y la clase media veía los cambios como demasiado radicales. Ante esta situación, la derecha se reorganizó e incluso intentó un golpe de Estado fallido en 1932. En 1933, la investigación de los sucesos de Casas Viejas llevó a la dimisión de Azaña, la ruptura del gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones.