La Sociedad de Clases en el Siglo XIX
Transformación Social en la España Liberal
El establecimiento del Estado liberal durante el siglo XIX supuso la desaparición de los privilegios que eran la base de la sociedad estamental propia del Antiguo Régimen. A partir de este momento, se establece la igualdad jurídica de todos los ciudadanos, eliminando las diferencias jurídicas basadas en el nacimiento. De esta manera, todo el mundo gozará de iguales derechos políticos (si bien el sufragio censitario limita esta igualdad), será juzgado por unos mismos tribunales y bajo unas mismas leyes, y tendrá que contribuir al sostenimiento del Estado pagando impuestos.
Sin embargo, la igualdad política no significa la equiparación de los grupos sociales, en la medida en la que se generan unas nuevas diferencias sociales basadas ya exclusivamente en la riqueza. Es la aparición de la sociedad de clases propia de las sociedades liberales. Pasamos de un modelo con dos grandes grupos, los privilegiados y los no privilegiados, a otro en el que se pueden distinguir tres clases bien diferenciadas:
- Las clases altas
- Las clases bajas
- Una emergente clase media que en España va a tener un menor peso y protagonismo que en otros países europeos más desarrollados.
Las Clases Altas
Las clases altas o clases dirigentes agrupan a los sectores mejor posicionados de los antiguos estamentos privilegiados, a los que se une la alta burguesía que se había ido enriqueciendo con sus actividades comerciales e industriales (muchos burgueses accedieron a la propiedad de las tierras expropiadas a la Iglesia y a los ayuntamientos).
A esta clase perteneció la alta nobleza que, a pesar de la pérdida de sus privilegios, logró mantener su importancia social, política y económica. La alta nobleza no sufrió la pérdida de la propiedad de sus grandes extensiones de tierra, base de su riqueza en un país eminentemente agrario, e incluso, en muchos casos, logró aumentarla (no pocos nobles accedieron a nuevas propiedades durante los procesos de desamortización).
Distinta fue la situación de la pequeña y mediana nobleza, y en especial de un gran número de hidalgos que sí que vieron profundamente deteriorada su situación económica, y por lo tanto, su influencia en las zonas rurales. Su situación no era mejor que la de otros medianos propietarios agrarios.
La Iglesia en la Transformación Social
La Iglesia sufrió más estas transformaciones, viendo reducido en gran número sus miembros (sobre todo los del clero regular), dando por perdidas buena parte de sus propiedades con las desamortizaciones, así como derechos tradicionales como los del diezmo. Sin embargo, su vinculación al ala más moderada del liberalismo y su acercamiento a la Corona le permitió mantener su influencia social e ideológica sobre la población y aumentar su peso en la educación. Por ello, las jerarquías eclesiásticas pertenecen de pleno derecho a las clases altas.
Estas clases altas fueron la base social que apoyaban al Partido Moderado y, cuando el sufragio censitario era muy restringido, eran casi las únicas que tenían derecho al voto.
Las Clases Bajas
Las clases bajas o clases populares integraban fundamentalmente a la gran masa de campesinos (especialmente a los que no poseían tierras propias), a los artesanos y trabajadores de servicio de los ciudadanos, y a los nuevos trabajadores de las industrias que van apareciendo poco a poco en algunas zonas y que tradicionalmente reciben el nombre de proletarios.
En general, englobamos bajo esta categoría a todos aquellos que no cuentan nada más que con la fuerza de sus manos para trabajar y mantenerse, y cuyos bienes son demasiado reducidos como para poder englobarlos dentro de las clases medias.
Estas clases estuvieron durante mucho tiempo fuera del juego político o, en el caso de los campesinos del norte peninsular, apoyaron al carlismo. Con el tiempo, y sobre todo en las zonas urbanas, se sintieron representados por el Partido Demócrata y Republicano en un primer momento y, más tarde, nutrieron las bases del PSOE (partido de inspiración marxista) o de los movimientos anarquistas.
La Clase Media
es más difícilmente definible y sería aquella que, teniendo mejores condiciones que las clases populares, no llegan a alcanzar los ingresos económicos o la influencia como para acceder al estatus social de las clases altas. Aquí englobaríamos a la pequeña y mediana burguesía, a los cargos intermedios del ejército, a los profesionales liberales y, en las zonas rurales, a aquellos campesinos que tenían tierras propias suficientes como para mantenerse y no tener que trabajar de jornaleros. Se trata de una clase social que va creciendo poco a poco en el siglo XIX, aunque con menor peso e influencia que en otros países europeos y que, ideológicamente, se ve representada por el Partido Progresista. Este partido, cuando accedía al gobierno, modificaba la ley electoral para rebajar el mínimo de renta exigible para poder votar y que, así, los miembros de esta clase pudieran participar en las elecciones.