La Sucesión de Utrecht y el Impacto de los Borbones en la Historia de España

SUCECIÓN/UTRECHT A la muerte de Carlos II en 1700, Felipe de Anjou, nieto del rey Luis XIV de Francia, es reconocido como rey de España según el testamento del rey Carlos II, quien murió sin descendencia. El emperador Leopoldo I de Austria, padre del otro candidato al trono de España, el archiduque Carlos de Austria, rompe las relaciones con Francia. Comienza así una guerra de sucesión con dos bandos: la alianza entre el Imperio, Holanda e Inglaterra apoyando a Carlos; y Francia y España apoyando a Felipe. Castilla apoyará a Felipe y Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca lucharán a favor del archiduque Carlos, por temor a perder su régimen autónomo tradicional. En Utrecht, 1714, se firmaron los acuerdos entre Felipe V, Francia y las potencias aliadas, tras la retirada de la candidatura de Carlos por la muerte de su padre, para la incorporación de la Corona Española al imperio de Austria, restableciendo el equilibrio en Europa. Las posesiones europeas de la monarquía española se repartieron. Inglaterra ocupó Gibraltar y Menorca, consiguiendo ventajas comerciales: asientos de esclavos africanos y un navío de permiso anual con América. El imperio austriaco recibió Flandes, Milán, Nápoles y Cerdeña, que posteriormente cambió por Sicilia.


PMOS BORBONES Con la dinastía de los Borbones se impuso el modelo del absolutismo francés y la política centralizadora, el control de la iglesia y la intervención en la economía. El primer monarca es Felipe V (1700/46) y le sucede su hijo Fernando VI (46/59). Durante el reinado de Felipe V ejercieron el poder los válidos de origen extranjero y fueron sustituidos por miembros de la burocracia española absolutista y reformista, entre cuyos miembros destacan J. Patiño y el marqués de la Ensenada. Procedían de la baja nobleza y dependían totalmente del favor del rey. Su actuación estaba a favor de los deseos del rey. El objetivo más significativo de este período será recuperar para España su antigua posición de potencia internacional. Así mismo, la creación de una armada poderosa para la defensa de las Indias y de los intereses españoles en el Mediterráneo. Patiño y Ensenada crearon los tres grandes astilleros de Ferrol, Cartagena y Cádiz. Con el fin de implantar un impuesto único para la renta y para todos los estamentos, se llevó a cabo el Catastro de Ensenada. No se llevó a cabo por la contra de los privilegiados.


CRISIS 1640 El conde-duque Olivares, válido del rey Felipe IV, decidió la intervención en la guerra de los 30 años (1618/48) para restablecer el prestigio de la monarquía hispánica. También plantea establecer una contribución económica y en hombres para el ejército, más equitativa entre los diversos reinos, como así se lo plantea al monarca en el memorial de 1625. Estos son los factores de la crisis. Como reacción se sublevaron Cataluña y Portugal y hubo intentos en Andalucía, Aragón, Navarra, Sicilia y Nápoles. En Cataluña, la presencia de tropas españolas e italianas en el Rosellón para atacar a Francia y los abusos cometidos por estos, hicieron que numerosos campesinos entraran en Barcelona en plan guerrilla, provocando tumultos en la ciudad y asesinando al virrey. El conde de Coloma y el rebelde Pau Claris proclamaron la República bajo la protección de Luis XIII de Francia. La guerra se mantuvo hasta 1652 en que Juan José de Austria logró la rendición de Barcelona y el rey reconoció los fueros y privilegios. En Portugal, las causas de la sublevación se debieron a los perjuicios ocasionados al comercio y colonias portuguesas por la tregua de los 12 años, las tendencias centralizadoras de Olivares, al aumento de la presión fiscal para la guerra con los Países Bajos y a la ambición del Duque de Bragança como el más importante de los nobles portugueses.


EVOECOSOCS XVII España pasa por una etapa de crisis en el siglo XVII: la llegada masiva de metales preciosos fue perjudicial para su economía, pues acostumbró a los españoles a no trabajar y a no producir. Cuando a partir de la década de 1630-40 comenzó a llegar la mitad de plata que anteriormente, hubo un bajón en los precios y en la producción, produciéndose entonces las grandes bancarrotas, que se unieron a los problemas políticos. Descendió la población por las guerras, las epidemias de peste, la emigración a América y la expulsión de los moriscos. La crisis económica fue más aguda en la meseta central, Cataluña y Valencia. Solo Galicia y la cornisa cantábrica escaparon a esta crisis que comienza a superarse en el final del reinado de Carlos II. La sociedad: la alta nobleza aumentó en número y poder, mientras que la baja se arruinó. Destaca el elevado número de eclesiásticos, por el interés en las rentas. La escasa burguesía empezó a emparentar con la nobleza. Campesinos y artesanos, agobiados por los impuestos, marchaban a ciudades e ingresaban en un número de mendigos, etc.


Carlos III accedió al trono en 1759 tras la muerte de su hermano Fernando, y se rodeó de un equipo de ilustrados españoles, convencidos en reforzar la autoridad real, inspirados en las ideas racionales y antitradicionalistas de los ilustrados, que llevaron a cabo una serie de cambios dinásticos: conde Floridablanca, conde Aranda. En política eclesiástica se dio impulso al regalismo regio que sometió a uno de los poderes tradicionales, la Iglesia. Actuaron sobre el derecho real a controlar los altos cargos eclesiásticos, proponiendo a los que debían ser nombrados, limitaron las atribuciones del Tribunal de la Inquisición, e intervinieron la Administración en asuntos eclesiásticos que afectaban al poder civil o a la Hacienda. Se expulsó a la Compañía de Jesús en 1767 y el Estado confiscó sus bienes. A partir de aquí, se acometió la reforma y el fomento de la enseñanza, que debía fundamentarse en disciplinas científicas. En política económica: modernización de las estructuras económicas y necesidad de promover desde el poder la riqueza de los súbditos. En agricultura, principal sector económico, se preparó por el Consejo de Castilla un expediente general para elaborar una Ley Agraria que no llegó a realizarse. Aumentó la producción agraria por la extensión de la superficie, se dictaron medidas para evitar las excesivas tasas de los arriendos y las aparcerías ante el alza de los precios agrícolas. Se hicieron grandes proyectos de colonización de regiones interiores y despobladas. Ante la inexistencia de un mercado nacional, los bajos niveles de renta de la población, negativos para el consumo, la organización gremial en los oficios, la ausencia de capitales privados para invertir en la industria, el Estado tomó iniciativas para el fomento de actividades industriales como la creación de las Reales Fábricas que no fueron rentables y la Corona tuvo que cubrir sus pérdidas. Respecto al comercio, el Estado intervino estableciendo normas de tipo mercantilista para su fomento, primero y más adelante, se introdujeron los planteamientos del liberalismo económico. En 1765 se terminó con el monopolio del puerto de Cádiz en el comercio americano y se autorizó el libre comercio con las colonias. El comercio interior era muy escaso por la mala red de carreteras.


OCASO IMPERIAL En el reinado de Felipe III se mantuvo la hegemonía española en Europa. En la tregua de los 12 años en los Países Bajos. Se mantuvo la paz hasta que en 1618 se envió al ejército desde Flandes en apoyo de los Habsburgo austriacos ante la sublevación de Bohemia, comienzo de la guerra de los 30 años. En el reinado de Felipe IV, el valido conde-duque Olivares hace frente a Europa belicista y se lanza a la guerra, a pesar de los problemas económicos por los que pasa el país. Tras la derrota de Rocroi, se firmó la paz de Westfalia (1648) reconociendo la independencia de Holanda y el desentendimiento de los asuntos centroeuropeos. Continúa el enfrentamiento contra Francia siendo vencido el ejército español en 1668 por una coalición de franceses e ingleses, firmando la paz de los Pirineos en 1659. España perderá el Rosellón y la Cerdaña. Se conservará Flandes y se pactará el matrimonio de María Teresa, hija del rey, con Luis XIV. Una intervención del ejército en Portugal conllevó enseguida al reconocimiento de su independencia en 1668. En el reinado de Carlos II se materializará el ocaso de la monarquía de los Habsburgo. Enfrentamientos con Francia que serán derrotas y la firma de la paz de Nimega (1678) en la que perderá el Franco Condado. Otra paz posterior es la paz de Ryswick (1697) en la que Francia devolvería el territorio de Luxemburgo.


CRISIS 1808 Durante el reinado de Carlos IV, la situación en España pasaba por un momento de malestar social a causa del hambre, las epidemias, las malas cosechas y las derrotas de España en su guerra contra la coalición europea. A esto se le sumaba el colapso del comercio colonial y la horrible situación económica del país. Toda la ira popular se centró en Godoy y en el monarca, a quien se le obligó a abdicar en su hijo Fernando. En este momento, Napoleón intervino. Antes de eso, España había permitido a las tropas revolucionarias atravesar el país para conquistar Portugal, que no aceptaba el bloqueo continental a Inglaterra (Tratado de Fontainebleau 1807), que generó esta entrada masiva de tropas francesas. Y tras el Motín de Aranjuez en la noche del 17 al 18 de marzo de 1808, cuando los partidarios de Fernando tomaron al asalto el palacio. Napoleón llama a Carlos IV y a Fernando a Bayona para solucionar su confrontación y consigue que le cedan el trono. Así, Napoleón se hace con el gobierno de España, al que cede a su hermano José. La guerra de independencia estalla con motivo de la revuelta del 2 de mayo en Madrid, causada por la ausencia de los reyes y por el descontento por la presencia francesa. Aunque el levantamiento se sofocó rápidamente. Napoleón no intervino en la guerra, sino que dejó a su general Murat, encargado de la situación. Al principio, la situación fue desigual a pesar de que el ejército francés no fue tan eficaz. El ejército español tenía pocos hombres, por lo que eran inferiores. En junio de 1808 se inició el sitio de Zaragoza, pero los franceses el 19 de julio sufrieron una humillante derrota en Bailén a manos del general Castaños.


Napoleón ahora entra en España con la Grand Armée recuperando parte de España y tras la batalla de Somosierra entra en Madrid en diciembre, restituye en el trono a su hermano que había huido de Madrid tras la derrota de Bailén. Se abre una nueva etapa en la guerra, donde España está ocupada excepto Cádiz, protegida por los ingleses. El espíritu de resistencia permanecía, y así se inicia una guerra de desgaste, en la cual fue muy importante la acción de las guerrillas. Su táctica era rehuir el combate frontal, donde eran inferiores y minar al enemigo mediante golpes continuos: emboscadas, incursiones nocturnas… Esto obliga a ceder muchas unidades para la vigilancia y disminuye la moral de los soldados. En 1812 se produjo un hecho que cambia el transcurso de la guerra: Napoleón comienza la campaña de Rusia. Esta se hace tan dura que se ve obligado a reducir un gran número de unidades en España, que es aprovechado por la resistencia, dirigidos por Wellington, que vence a los franceses en la batalla de Arapiles (1812) y Victoria, lo que significa la derrota definitiva francesa. El 11 de diciembre, Napoleón firma el tratado de Valençay, por el que devolvía la corona a Fernando VII. La guerra tuvo importantes consecuencias, además del alto daño económico, supuso un fuerte colapso demográfico, pero la consecuencia más importante fue el ascenso del espíritu liberal entre las masas. El primer punto de la revolución fue la aparición de una organización que pretendía rellenar el hueco de la soberanía real y garantizar la defensa: las juntas provinciales. Pasando así de una soberanía absoluta a una soberanía nacional. Posteriormente, estas juntas se unirán en la Junta Central, en Cádiz, donde además se creará un consejo de regencia. En 1810, la Junta Central convoca a las cortes para redactar una constitución.


CORTES CÁDIZ CONST 12 Con la invasión napoleónica y las abdicaciones de Bayona, el malestar de la población española aumentó, lo que derivó en una sublevación en Madrid que después se extendió al resto de ciudades. Estos sublevados se organizaron en Juntas Provinciales, las cuales asumieron la soberanía nacional. Estas juntas se unen en la Junta Central en Cádiz, que convoca a su vez a las cortes para redactar una constitución y crea un Consejo de Regencia en ausencia de Fernando VII. Sin embargo, incluso dentro de las cortes hay diferencias políticas: mientras unos son liberales y están a favor de la constitución, el resto son absolutistas. Muchos representantes no pudieron acudir a Cádiz debido a la situación en España y por ello fueron sustituidos por habitantes gaditanos, de mentalidad más liberal, inclinando la balanza hacia el progreso. La constitución finalmente fue aprobada el 19 de marzo de 1812. No debe ser entendida como un documento único en su género, sino como parte de un conjunto de reformas destinadas a acabar con el antiguo régimen. Los rasgos de la constitución son los siguientes: es unicameral, se basa en la soberanía nacional y en un modelo de gobierno de monarquía parlamentaria. También existe una separación de poderes: el ejecutivo recae sobre la ley, que además nombra a los cargos de gobierno; el legislativo, sobre las cortes, que redactan las leyes; y el judicial, sobre los tribunales, aunque también en el rey. El sufragio es universal, aunque hay restricciones a los hombres, que se pueden presentar según su nivel económico.


La constitución, por otra parte, reconoce la libertad de prensa y asociación, pero no la religiosa. La religión oficial y obligatoria es la católica. Como característica general de un documento liberal-progresista, se establece una fuerza para el control público, la Milicia Nacional. Destaca la supresión de mayorazgos que el régimen jurisdiccional en el que abolía los privilegios del clero y la nobleza, e incentivaba la economía, dinamizándola e impulsándola agricultura mediante la libre propiedad de la tierra. También se suprimieron los gremios, pues estos controlaban los precios y el nivel de comercio, limitando la libertad de mercado. Así mismo, se intentaba garantizar la libertad de imprenta y se busca la eliminación, por tanto, de organizaciones censoras como la Inquisición, que será abolida durante el periodo de cortes. Tanto la constitución como la labor de las cortes tienen una importancia fundamental, pues significa la abolición del antiguo régimen y la implantación de un modelo liberal. Sin embargo, dicho modelo solo es efectivo en las zonas donde se aplica la constitución, esto es en los territorios libres del dominio francés, ya que en el resto se aplicaba la constitución de Bayona. Sin embargo, a pesar del desarrollo que supuso la constitución y las cortes, su vigencia fue limitada. Desde el primer momento sufrió oposición muy fuerte de grupos españoles absolutistas, y nada más regresar Fernando VII en abril de 1814, lo primero que hizo fue suprimir la labor legal de las cortes y la constitución.


FERNANDO VII La guerra de independencia tuvo importantes consecuencias: aparte del gran número de fallecidos y más importantes destrucciones materiales, causó el surgimiento ideológico de la población: mientras que las guerrillas mantenían al pueblo en armas, la gente elevó su posición y su habilidad militar y, sin la autoridad real presente, pudo adoptar una postura en contra o a favor del absolutismo. Estas nuevas ideologías y la mejora militar supusieron un problema tras la guerra. La llegada de Fernando VII supuso que la experiencia liberal en España quedara totalmente abortada. Nada más llegar, deroga la constitución y la labor de las cortes de Cádiz. Esta labor se apoyó en un documento firmado por personajes afines a Fernando VII, «el manifiesto de los persas». Su reinado se caracteriza por el retorno al absolutismo y una enorme conflictividad interna causada por abundantes levantamientos militares, fruto de la ideología liberal. También destaca en este periodo el exilio de liberales y afrancesados. Por último, el lamentable estado de la economía del país, no solo provocado por la guerra, sino también por la ineficacia de la administración y el posterior conflicto con las colonias. Podemos dividir el reinado de Fernando VII en tres fases: la primera (1814/20), se caracteriza por la acción de represión contra los movimientos liberales y la restauración consecuente del sistema absolutista y la Inquisición, lo que provoca un gran exilio de liberales. Se practica un modelo político-económico paternalista, característica del despotismo ilustrado. Esta política tuvo un importante fracaso, debido a la pésima situación económica y la inestabilidad por los levantamientos militares y la guerra causada por la lucha de la independencia de las colonias. La segunda fase (1820/23), conocida como el Trienio Liberal, arranca con el triunfo del golpe militar por parte del almirante Riego. Este proceso ayuda a la restauración por los liberales de la constitución de 1812 y de las leyes de las cortes de Cádiz, tras obligar al rey a jurar fidelidad a ambas. Al mismo tiempo se produce un conflicto entre los liberales, que enfrenta a los más liberales contra los moderados. Esta falta de estabilidad, junto a la oposición absolutista, provocaron que la mayor parte de los proyectos reformistas del Trienio Liberal no llegaran a ejecutarse. También es importante la acción en el sector militar y en hacienda, con el objetivo de solucionar el endeudamiento de la economía del país; devaluando la moneda, controlando gastos públicos y mediante la introducción de impuestos para recaudar. Este periodo finaliza con la Santa Alianza y los Cien Mil Hijos de San Luis, que restaura a Fernando VII en el trono. Da comienzo la última fase (1823/33), conocida como la Década Ominosa. Tras la restauración del absolutismo se repite el exilio de los liberales y los levantamientos militares. Sin embargo, se dan signos de cierta permisividad en la política de Fernando VII. Por ello también aparece una oposición conservadora contra Fernando, acusándole de alejarse del absolutismo. Esta oposición termina posicionándose en la figura de Carlos María Isidro, que genera conflicto en la sucesión del trono. Fernando VII no tuvo herederos hasta 1830, que nació Isabel. Para que ella heredara el trono, firma la Pragmática Sanción que abolía la ley Sálica que impedía reinar a las mujeres. Esto provoca el descontento de gran parte de la nobleza y el clero que se aglutinan alrededor de Carlos María Isidro. En 1832 tienen lugar los sucesos de la Granja. Fernando está enfermo y delira, esta ocasión es aprovechada por sus opositores para que firme un documento en contra de la Pragmática Sanción, la cual días después vuelve a restaurarse. Cuando Fernando fallece en 1833, se había decretado ya una amnistía sobre los liberales exiliados para que apoyaran a su hija. Estos organizan una regencia con la madre de Isabel, María Cristina, quedando el gobierno presidido por Cea Bermúdez. Durante todo este tiempo hubo otro foco de problemas: la independencia de las colonias. Las ideas de la emancipación y el liberalismo cuajaron en el descontento criollo causado por la política borbónica del siglo XVII. Aprovechando la debilidad de la guerra de España contra Francia, empezaron a producirse revueltas indígenas que iniciaron todo el proceso. Primero, de 1808/14 está caracterizado por la independencia política de las colonias. Después, 1814/24 destacan dos focos independentistas: sur, José de San Martín, independencia Argentina-Chile; norte, Simón Bolívar, lucha Colombia-Venezuela. El único foco fiel a Fernando será Perú y Bolivia, las cuales serán derrotadas en la batalla de Ayacucho en la acción conjunta de San Martín y Bolívar. Hay otro movimiento en México, Iturbide se convierte en República.

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