LA TRANSICIÓN (1975-1982)
9.1 La evolución política tras la muerte de Franco. Retos, logros, dificultades y resistencias al establecimiento de la democracia.
Se denomina Transición al periodo que va desde 1975 a 1982 en el que progresivamente se va abandonando el Franquismo y España se convierte en una monarquía parlamentaria. El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I es nombrado jefe de estado, a título de rey, por las Cortes franquistas. Como Jefe de Estado, sucede a Arias Navarro.
Habrá tres alternativas:
- Continuistas: los que consideran que se puede mantener el franquismo con Juan Carlos I (búnker).
- Rupturistas: Creen que debe nombrar un gobierno provisional y convocar elecciones por sufragio universal.
- Reformistas: reformar el franquismo desde dentro para llegar a la democracia.
Juan Carlos I opta por la vía reformista.
El gobierno de Arias Navarro
Tras la muerte de Franco, el rey mantuvo a Arias Navarro al frente del gobierno, a pesar de ser un firme seguidor del franquismo y no estar capacitado para liderar la transición hacia la democracia. Sin embargo, Arias Navarro incorporó a su gabinete a políticos más abiertos al cambio, como Manuel Fraga, José María de Areilza y Antonio Garrigues, e implementó algunas medidas de apertura, como conceder indultos y permitir la actividad de partidos políticos.
Sin embargo, se volvió evidente que este gobierno no podía llevar a cabo la transición esperada. En el primer trimestre de 1976, se registraron cerca de 18.000 huelgas, siendo la huelga general en Vitoria el 3 de marzo de 1976 la más grave, con cuatro muertos y más de cien heridos. Estos eventos provocaron la unidad de la oposición, con la formación de la Coordinación Democrática, compuesta por la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia.
Paralelamente, se desarrollaron grandes manifestaciones a favor de la amnistía y la autonomía en Cataluña y el País Vasco, mientras que ETA reanudó sus actividades terroristas tras una breve pausa. El gobierno de Arias Navarro se vio desbordado por estos acontecimientos. El rey Juan Carlos I comprendió que era necesario un cambio y el 1 de julio de 1976, Arias Navarro presentó su dimisión. Dos días después, el rey nombró sorpresivamente a Adolfo Suárez como presidente del gobierno, reconociendo la necesidad de un liderazgo fresco y más capaz de llevar a cabo la democratización de España.
2. El gobierno de Adolfo Suárez. La Ley para la Reforma Política (julio 1976-junio 1977).
El nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del gobierno causó decepción entre la oposición y los reformistas del franquismo, debido a su historial en el régimen de Franco. Sin embargo, Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, vio en Suárez al político adecuado para liderar la reforma hacia la democracia, lo que resultó ser un acierto. Suárez demostró desde el principio su compromiso con la democratización de España. Legalizó los derechos de reunión, manifestación y asociación en julio de 1976, aprobó una amnistía que liberó a numerosos presos políticos y comenzó negociaciones con sindicatos y líderes políticos de la oposición, incluyendo al socialista Felipe González y al comunista Santiago Carrillo.
A medida que avanzaba, Suárez enfrentó obstáculos principalmente de sectores inmovilistas y del Ejército, aunque logró superarlos. Su gobierno trabajó para acabar con el franquismo desde dentro, lo que resultó en la aprobación de la Ley de Reforma Política en diciembre de 1976. Esta ley estableció un sistema bicameral elegido por sufragio universal y marcó el camino hacia la democracia.
Sin embargo, hubo desafíos significativos, como la tensión en el País Vasco debido a la lucha por la amnistía de los presos vascos y los actos terroristas de ETA, así como el nacionalismo presente en Cataluña. La fragilidad del proceso se hizo evidente cuando pistoleros de ultraderecha asesinaron a cinco abogados laboralistas del PCE en enero de 1977.
Después de la aprobación de la Ley de Reforma Política, los partidos políticos comenzaron a legalizarse, culminando en la legalización del PCE en abril de 1977. Esto marcó un paso crucial hacia la democracia, y las elecciones a Cortes se convocaron para junio de 1977. Además, don Juan de Borbón oficialmente cedió sus derechos al trono español a favor de su hijo, el rey Juan Carlos I, eliminando otra fuente de incertidumbre.
3. Elecciones del 15 de junio de 1977 y consenso constituyente.
En las elecciones, Adolfo Suárez lideró la Unión de Centro Democrático (UCD), mientras que Manuel Fraga encabezó Alianza Popular (AP), una opción más conservadora. A la izquierda estaban el PSOE, el Partido Socialista Popular (PSP), y el PCE de Santiago Carrillo. También surgieron partidos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco.
UCD obtuvo el 34.6% de los votos y 165 escaños, seguido por el PSOE con el 29.3% y 118 escaños. El PCE ganó el 9.4% y 20 escaños, mientras que AP consiguió el 8.3% y 16 escaños.
Después de las elecciones, Suárez logró mantenerse como presidente del gobierno gracias al apoyo obtenido en las Cortes, aunque su partido no tuvo mayoría absoluta. Se inició una etapa de consenso entre las fuerzas políticas para aprobar reformas necesarias para consolidar la democracia. Se enfrentaron a una grave crisis económica y se propusieron los Pactos de la Moncloa, que incluyeron medidas como la contención salarial y la devaluación de la peseta. El país también enfrentaba el desafío del terrorismo, con ataques de grupos extremistas de derecha e izquierda. A pesar de la amnistía otorgada a los presos de ETA en octubre de 1977, la violencia continuó. En cuanto a la cuestión nacionalista, se restableció provisionalmente la Generalitat de Cataluña y se estableció un gobierno preautonómico en el País Vasco. A lo largo de 1978, se extendió el régimen preautonómico a todo el territorio español como parte de los esfuerzos del gobierno para promover la descentralización antes de que la Constitución estableciera la estructura territorial definitiva de España.
Después de las elecciones en las que Adolfo Suárez lideró la Unión de Centro Democrático (UCD), se formó un gobierno de coalición reflejando una variedad de ideologías políticas. Este gobierno recibió un apoyo mayoritario en las Cortes para mantener a Suárez como presidente, a pesar de no alcanzar la mayoría absoluta.
La política de consenso fue fundamental durante esta etapa, especialmente para abordar la crisis económica a través de los Pactos de la Moncloa, que contaron con el respaldo de todas las fuerzas políticas y sindicales. Sin embargo, el país enfrentaba desafíos importantes, como el terrorismo de grupos extremistas y la cuestión nacionalista en regiones como Cataluña y el País Vasco. Se tomaron medidas para restablecer la Generalitat de Cataluña provisionalmente y se estableció un gobierno preautonómico en el País Vasco. Estos pasos hacia la descentralización fueron parte de un proceso más amplio de promoción de la autonomía antes de la redacción final de la Constitución.