1. Crisis y Fin del Franquismo
Los últimos años del franquismo se caracterizaron por la división interna entre quienes eran partidarios de cierta liberalización política, los llamados aperturistas, y los inmovilistas que defendían el mantenimiento del franquismo sin cambio alguno. Con el deseo de garantizar esta continuidad, Franco, octogenario y enfermo, renunció a las funciones de presidente del gobierno y nombró para este cargo al almirante Luis Carrero Blanco en 1973, que sería asesinado por ETA seis meses después. Su sucesor, Carlos Arias Navarro, aunque presentó un programa de gobierno teóricamente aperturista, adoptó una política claramente inmovilista.
Desde 1973, con el gobierno de Arias Navarro, se incrementó la actividad de la oposición y la represión para combatirla. El régimen, que se sabe débil, recurrirá a la persecución judicial, siendo uno de los ejemplos más destacados el proceso de Burgos contra terroristas de ETA y el FRAP, cinco de los cuales serían ejecutados en septiembre de 1975 en medio de las protestas internacionales.
La oposición creciente a un régimen anacrónico y en el que no se vislumbraban intenciones de cambio, se organizó a partir de la Junta Democrática, liderada por el Partido Comunista, y la Plataforma de Convergencia Democrática, bajo la dirección del PSOE. Ambas actuaron conjuntamente a partir de octubre de 1975, en la defensa de la ruptura democrática con el franquismo. Es decir, concebían la transición, a la muerte del dictador, como un proceso llevado a cabo por la oposición que, formando un gobierno provisional, decretaría una amnistía política, legalizaría a partidos y sindicatos y reconocería los derechos individuales y colectivos básicos, como medidas previas a la convocatoria de elecciones libres. El nuevo sistema político, monarquía o república, debía ser elegido por los ciudadanos en referéndum.
A pesar del respaldo social que la oposición fue recabando, el franquismo solo moriría con el propio dictador y el sistema democrático no fue fruto de una ruptura, sino de un proceso pactado entre la oposición y los herederos del franquismo que llevaría, durante la transición, al establecimiento de la democracia.
2. La Transición Democrática (1975-1982)
La transición fue un proceso de cambio político que condujo de la dictadura a la democracia por transformación legal y pacífica del propio régimen franquista. Los cambios socioeconómicos de los años 60 y 70, en un contexto internacional de expansión de las democracias, facilitaron dicho paso. Adolfo Suárez, con el respaldo del rey, fue el principal artífice de la transición, al utilizar las estructuras del franquismo para acabar con el régimen. Pero, además, fue fundamental el apoyo de la oposición que aceptó la reconciliación en un clima de consenso. No fueron menores, sin embargo, las dificultades a superar, pues al inmovilismo del «búnker» se sumaron las tensiones sociales propias de un contexto laboral de crisis económica y el terrorismo. Cronológicamente, la transición suele encuadrarse entre la proclamación como rey de D. Juan Carlos y el triunfo del PSOE en las elecciones de octubre de 1982.
2.1 La Restauración de la Monarquía
Muerto el dictador, D. Juan Carlos fue nombrado sucesor en los términos que preveía la Ley de Sucesión de 1947, como garante del mantenimiento de los principios del Movimiento Nacional, que había tenido que jurar en 1969, cuando fue proclamado Príncipe de España y sucesor de Franco. Se restauraba la monarquía como forma del Estado, aunque los derechos dinásticos seguían correspondiendo a D. Juan de Borbón, padre del rey, quien los había recibido de Alfonso XIII y los retendría hasta 1977. Su discurso ante las Cortes en el acto de proclamación como rey avanzaba los deseos de cambio político. Empezaría entonces el proceso de evolución hacia la democracia.
2.2 El Postfranquismo de Arias Navarro
El monarca mantuvo como presidente del gobierno a Carlos Arias Navarro, el último presidente de Franco. Aunque este gobierno permitió un mayor grado de libertad y concedió un indulto parcial, los cambios fueron muy limitados y la presión de la oposición creciente. Esta se había organizado desde 1976 en la Plataforma de los Organismos Democráticos, donde confluían todos los partidos y sindicatos de la oposición. Demandaban una ruptura democrática total con el franquismo y, por ello, alentaban la movilización de una población cada vez más politizada, lo que contribuyó a debilitar al gobierno, cuya dimisión solicitó el rey en julio de 1976. Desde la presidencia de las Cortes franquistas, Torcuato Fernández Miranda preparaba con el rey el cambio de rumbo. Para llevarlo a cabo, consiguió que en la terna presentada por las Cortes al rey para elegir al nuevo presidente del gobierno figurara el joven Adolfo Suárez, cuyo nombramiento en julio de 1976 sorprendió a todo el mundo.
2.3 El Reformismo de Adolfo Suárez
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