La Unión Soviética y el Mundo Socialista
La Reconstrucción Económica
La Unión Soviética salió de la Segunda Guerra Mundial destrozada en el aspecto material, pero enormemente reforzada en su papel de líder de los comunistas del mundo. En los cuatro años siguientes al final del conflicto bélico, la Unión Soviética reconstruyó su economía y alcanzó el nivel anterior a la guerra. Este gran esfuerzo se realizó mediante una extraordinaria movilización social, con inmensos recursos dedicados al progreso técnico y científico, con el desarrollo de amplias regiones de la zona asiática y con la incorporación de las mujeres al mundo laboral.
En la reconstrucción se dio prioridad a la industria pesada, a la de armamento y a las comunicaciones. El objetivo era convertirse en la gran potencia industrial alternativa a Estados Unidos. El crecimiento económico fue innegable, pero originó un modelo profundamente desequilibrado. La excesiva importancia de la industria pesada produjo una debilidad en la industria de consumo y dio lugar a la escasez de productos, por lo que se mantuvo el racionamiento de alimentos.
La Sociedad Soviética
La sociedad soviética presentaba dos grandes grupos sociales: uno mayoritario (61,6%), constituido por asalariados y campesinos, y otro formado por intelectuales y profesionales (militares, funcionarios, artistas…), que disfrutaban de algún privilegio, pero que, al no existir propiedad privada de los medios de producción, no constituían una clase dominante. Así, el conjunto de la población, aunque tenía un acceso a bienes de consumo muy reducido, asistió paulatinamente a una cierta mejora del nivel de vida, sobre todo a partir de 1956. Desde entonces, se garantizó para todos los ciudadanos el trabajo, las pensiones, las vacaciones pagadas, la vivienda, la educación y la sanidad.
La clase dominante en la URSS la formaban aquellos grupos que detentaban el poder político, vinculados esencialmente al Partido Comunista (PCUS). El poder otorgaba riqueza o privilegios y estos grupos monopolizaban para ellos y los suyos los cargos públicos y el acceso a determinados productos de consumo, como los automóviles.
La Desestalinización de la URSS
Stalin, jefe del Partido Comunista y del gobierno, se convirtió, tras la Segunda Guerra Mundial, en el dirigente que había conducido a la URSS a la victoria. Se fomentó un auténtico «culto» a su persona y se persiguió sistemáticamente a todo disidente*, promoviendo un verdadero terror de Estado. Pero su muerte, en 1953, abrió un período de cambios en la Unión Soviética.
El XX Congreso del PCUS, en 1956, significó el inicio de la desestalinización, es decir, el reconocimiento de los graves errores del período anterior. La llegada de Jruschov al poder impuso un programa de reformas para mejorar el nivel de vida y otorgar mayor libertad de expresión y tolerancia. En política exterior, se abrió el camino a la coexistencia pacífica entre los bloques. Pero las reformas iniciadas por Jruschov fueron paralizadas en 1964 y el dirigente comunista fue destituido. Una nueva dirección encabezada por Breznev (1966-1982) volvió a imponer un férreo control ideológico y político (inmovilismo), pero continuaron sin solucionarse los desequilibrios económicos.
Las Democracias Populares de la Europa del Este
Los Estados de la Europa oriental (República Democrática Alemana, Polonia, Rumanía, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia y Albania) conformaron, a partir de 1945, gobiernos de frente nacional, con presencia de diversos partidos políticos, y desarrollaron programas de reconstrucción, mediante una fórmula intermedia entre el capitalismo y el socialismo. Se procedió a un reparto de las grandes propiedades agrícolas entre los campesinos, sin llegar a la colectivización. También se nacionalizaron las grandes empresas y la banca, y se inició la puesta en marcha de la industria pesada.
Pero la Guerra Fría hizo que los países del Este evolucionaran hacia un alineamiento con la Unión Soviética. De ese modo, a partir de 1947, la presión de Estados Unidos, ejercida en Europa mediante el Plan Marshall, inquietó a la URSS, que forzó a los comunistas de las democracias populares a hacerse con el poder, imponer la vía socialista y alinearse con la política exterior soviética.
Como consecuencia, los países controlados por la URSS tuvieron que integrarse en el COMECON*, una especie de «mercado común» del área soviética. Igualmente, el Pacto de Varsovia (1955) integró a los diversos ejércitos bajo un mando único soviético. Este dominio de la URSS sobre los Estados del Este fue contestado por sus poblaciones en diversos países.
- En Hungría, en 1956, se produjo un levantamiento contra la presencia soviética. La URSS intervino militarmente y los principales dirigentes (Nagy) fueron fusilados.
- En Checoslovaquia, en 1968, el Partido Comunista, dirigido por Alexander Dubcek, trató de poner en marcha una experiencia propia de socialismo (Primavera de Praga) pero, igualmente, la intervención del ejército soviético acabó con el intento.