Industrialización y Colectivización Agraria bajo Stalin
Tras la derrota de la facción de Bujarin, Stalin consolidó su poder al frente del Gobierno soviético. A mediados de 1926, comenzó la aplicación de los planes quinquenales, marcando el inicio de una industrialización masiva. Se debatió entre una opción de carácter moderado y una segunda opción, más intrusiva y revolucionaria, que priorizaba el desarrollo industrial pesado. Finalmente, se optó por la segunda.
El objetivo principal era crear una poderosa industria pesada en la URSS, destruir el sector privado y alcanzar el nivel industrial de las potencias occidentales. Para financiar este esfuerzo, se recurrió a la acumulación de divisas mediante métodos poco ortodoxos, como la coacción, la venta de obras de arte y patrimonio histórico, y la contratación de expertos extranjeros. Se emprendió la construcción de centrales hidroeléctricas, nuevas áreas industriales, plantas de construcción mecánica y plantas metalúrgicas.
Paralelamente, se buscaba acabar con la antigua NEP (Nueva Política Económica), considerada un retroceso burgués. La escasez de alimentos llevó a Stalin a introducir cartillas de racionamiento, aunque no para toda la población. Los antiguos empresarios y campesinos acomodados (kulaks) debían acudir a mercados agrícolas colectivos con precios muy elevados, lo que empeoró drásticamente la calidad de vida en el campo.
Se obligó a los campesinos a vender su grano al Estado a precios bajos. Ante la negativa, la policía política (NKVD) confiscaba el grano por la fuerza, lo que desencadenó numerosas revueltas campesinas, seguidas de una brutal represión.
Entre 1929 y 1932, se promovió intensamente la colectivización forzosa de las tierras (llegando a afectar al 62% de las granjas), facilitando así el control y la confiscación de la producción agrícola.
Colectivización
Primera etapa (1928-1929)
Inicialmente, la implementación quedó en manos de líderes locales. Muchos campesinos y ganaderos reaccionaron destruyendo sus propias cosechas y sacrificando millones de cabezas de ganado para evitar entregar sus bienes a las granjas colectivas.
Segunda etapa (1930-1932)
Se impuso una colectivización forzada y continua. El país fue dividido administrativamente para facilitar el proceso. Más de 2.000 revueltas campesinas fueron sofocadas mediante el uso de la fuerza militar y la represión. Los campesinos que se resistieron a unirse a las granjas colectivas (koljoses) fueron violentamente reprimidos, asesinados o deportados a campos de trabajo forzado (Gulag). Se estima que alrededor de 6 millones de personas murieron como resultado directo de esta política.
Además, una gran hambruna, especialmente devastadora en Ucrania (conocida como Holodomor), causó millones de muertes adicionales entre 1932 y 1933. Se reinstauró una forma de servidumbre de facto, coartando la movilidad de los campesinos mediante la confiscación de sus pasaportes internos.
A pesar del terrible coste humano, la exportación de grano aumentó y el primer plan quinquenal fue oficialmente considerado un éxito en términos de industrialización.
Política Exterior en los Años 20 y 30
Inicialmente, la URSS sufrió un considerable aislamiento internacional, con la excepción de socios menores como Polonia, Persia (Irán), Afganistán y los países bálticos.
Tras la Guerra Civil, hubo intentos de normalización de las relaciones diplomáticas. La URSS asistió a la Conferencia de Génova en 1922, pero surgieron discrepancias insalvables con las potencias de la Entente (Francia, Reino Unido) respecto al pago de las deudas contraídas por el gobierno zarista y el gobierno provisional. La negativa soviética a aceptar la condicionalidad fiscal impidió un acercamiento significativo.
Un punto de inflexión fue el establecimiento de relaciones bilaterales con Alemania (Tratado de Rapallo, 1922), que rompió parcialmente el bloqueo diplomático. Esto presionó gradualmente a otros países occidentales a reconocer la legalidad de la URSS, un proceso que culminó en 1933 con el reconocimiento oficial por parte de Estados Unidos.
Entre 1928 y 1933, las relaciones con Alemania se fortalecieron, pero se deterioraron rápidamente tras el ascenso de Hitler al poder en 1933. La anexión alemana de los Sudetes de Checoslovaquia en 1938 aumentó la tensión y la enemistad.
En el flanco oriental, la URSS mantuvo conflictos intermitentes con China (Conflicto del Ferrocarril Oriental Chino, 1929) y con Japón (Batallas de Lago Jasán, 1938 y Jaljin Gol, 1939), lo que reforzó la percepción de aislamiento soviético.
La URSS en Vísperas de la Segunda Guerra Mundial
Ante la creciente amenaza de la Alemania nazi, Stalin realizó ajustes en su política. Las conversaciones con el Reino Unido y Francia para formar una alianza antihitleriana resultaron infructuosas.
Sorprendentemente, en agosto de 1939, se firmó el Pacto Ribbentrop-Mólotov, un tratado de no agresión germano-soviético con una duración prevista de 10 años. Este pacto incluía cláusulas secretas que delimitaban esferas de influencia, permitiendo a Alemania invadir Polonia occidental y a la URSS ocupar Polonia oriental, los países bálticos (Estonia, Letonia, Lituania), Finlandia y partes de Rumania (Besarabia).
Tras la invasión de Polonia en septiembre de 1939, se firmó un nuevo tratado de amistad germano-soviético, y la URSS pasó a ser considerada una especie de “aliado no beligerante” de Alemania.
El expansionismo soviético se manifestó en la Guerra de Invierno (1939-1940) contra Finlandia. A pesar de la victoria final, la URSS sufrió cuantiosas bajas (estimadas en más de 120.000 muertos) y fue expulsada de la Sociedad de Naciones.
Mientras tanto, Hitler ya planeaba la invasión de la URSS (Operación Barbarroja), con el objetivo de obtener un rápido triunfo militar y acceder a las vastas reservas de recursos naturales, especialmente los hidrocarburos de la región de los Urales y el Cáucaso.
Desde 1939, la URSS había iniciado un intenso proceso de militarización estatal, incluyendo la reinstauración del servicio militar obligatorio. Para junio de 1941, cuando Alemania invadió, la URSS era una formidable potencia militar con más de 5,5 millones de soldados en activo. Gran parte de la industria armamentística había sido trasladada preventivamente hacia el este, se impulsaban nuevas investigaciones en armamento y la economía funcionaba bajo los parámetros de una economía de guerra.
El Movimiento Partisano durante la Guerra
La brutal política de ocupación nazi en los territorios soviéticos, dirigida contra la población civil, generó la organización espontánea de un vasto movimiento guerrillero, conocido como el movimiento partisano. Este movimiento fue protagonizado tanto por soldados del Ejército Rojo que habían evitado ser capturados durante el rápido avance alemán inicial, como por civiles, contando con un amplio apoyo popular. Se estima que millones de personas participaron activamente en él a lo largo de la guerra.
Aunque inicialmente el gobierno de Stalin observó a los partisanos con cierta cautela, pronto reconoció su gran efectividad militar y comenzó a brindarles apoyo oficial.
A finales de 1942, los grupos partisanos empezaron a recibir apoyo logístico sistemático (armas, suministros, comunicaciones) a través de puentes aéreos organizados por el Ejército Rojo. Hasta entonces, habían subsistido principalmente con el material arrebatado al enemigo.
A partir de 1943, las operaciones partisanas se coordinaron cada vez más estrechamente con las ofensivas del Ejército Rojo. La amenaza guerrillera en la retaguardia alemana se volvió tan significativa que el mando alemán se vio obligado a desviar un número creciente de tropas para combatirla (se calcula que hasta un 10% de sus fuerzas totales en el Frente Oriental, equivalentes a unas 25 divisiones).
Para 1944, los partisanos controlaban extensas franjas de territorio ocupado (el llamado “borde partisano”). Paradójicamente, este éxito comenzó a generar recelos en el mando soviético, temeroso de un poder armado alternativo.
A medida que el Ejército Rojo liberaba estos territorios, aunque inicialmente era recibido con entusiasmo por los partisanos, una de las primeras medidas del Gobierno soviético fue desarmarlos sistemáticamente y enviar a sus miembros a la retaguardia para un proceso de “reeducación” e integración en las estructuras militares regulares.
Política Exterior durante la Segunda Guerra Mundial
La invasión alemana de la URSS en junio de 1941 provocó la formación de una inesperada coalición “anti-Hitler” entre potencias ideológicamente antagónicas: la URSS comunista, el Reino Unido imperial y los Estados Unidos capitalistas.
En las primeras conversaciones, Stalin solicitó a sus nuevos aliados occidentales (Reino Unido y EE. UU.) el despliegue de entre 25 y 30 divisiones en el norte de Rusia para aliviar la presión alemana. Ante la imposibilidad logística de cumplir esta demanda, se acordó en su lugar el envío masivo de ayuda material (armamento, vehículos, alimentos, materias primas) a la URSS a través de la Ley de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease) estadounidense.
Como parte de esta nueva alianza, el liderazgo soviético y la figura de Stalin ganaron un amplio reconocimiento y legitimidad en la esfera internacional.
Conferencias Clave de los Aliados
Tres reuniones cumbre entre los líderes de las tres principales potencias aliadas (Stalin, Roosevelt/Truman y Churchill/Attlee) definieron el curso de la guerra y sentaron las bases del orden de posguerra:
Conferencia de Teherán (Noviembre-Diciembre de 1943)
Tuvo lugar tras las decisivas victorias soviéticas en la Batalla de Stalingrado y la Batalla de Kursk (la mayor batalla de tanques de la historia). La iniciativa militar estaba claramente en manos soviéticas en el Frente Oriental. Stalin presionó insistentemente para la apertura de un segundo frente en Europa Occidental para dividir las fuerzas alemanas. Roosevelt apoyó la propuesta de un desembarco en Francia, mientras que Churchill, receloso del avance soviético, abogaba por operaciones en Italia y los Balcanes. Finalmente, se acordó realizar el desembarco de Normandía (Operación Overlord) para mayo de 1944, sin descartar las operaciones en el Mediterráneo.
Conferencia de Yalta (Febrero de 1945)
Celebrada en Crimea cuando la derrota de Alemania era ya inminente. La conferencia se centró en la organización de la Europa de posguerra. Se acordaron los principios para la ocupación de Alemania: desmilitarización, desnazificación, democratización y división en zonas de ocupación. Se confirmaron importantes ganancias territoriales para la URSS en Europa Oriental y se ratificó el compromiso soviético de entrar en la guerra contra Japón tres meses después de la rendición alemana.
Conferencia de Potsdam (Julio-Agosto de 1945)
Tuvo lugar cerca de Berlín, ya con Alemania rendida. Estuvo marcada por un nuevo contexto: Harry S. Truman había sucedido a Roosevelt como presidente de EE. UU. y Clement Attlee reemplazó a Churchill como primer ministro británico a mitad de la conferencia. Además, Truman informó veladamente a Stalin sobre el éxito de la prueba de la bomba atómica estadounidense, lo que introdujo un elemento de tensión y *“chantaje atómico”* implícito en el inicio de la Guerra Fría. A pesar de ello, el saldo inmediato fue relativamente positivo para la URSS: se concretaron los detalles de la ocupación de Alemania y Austria, se definieron las nuevas fronteras de Polonia y se aseguró la continuación de la ayuda económica estadounidense a través del programa Lend-Lease. Esta ayuda fue crucial, incluyendo más de 13.000 tanques, 22.000 aviones, casi medio millón de vehículos y enormes cantidades de otros suministros, permitiendo a la URSS concentrar sus propios recursos en la reconstrucción industrial. Stalin también obtuvo acuerdos favorables para cubrir las necesidades de infraestructura ferroviaria y de comunicaciones.
Razones y Precio de la Victoria Soviética
La derrota de la Alemania nazi fue el resultado del esfuerzo conjunto de la coalición aliada, pero la URSS fue, con diferencia, la nación que pagó el precio humano y material más alto.
Se estima que casi 30 millones de ciudadanos soviéticos murieron durante el conflicto (denominado en la URSS la Gran Guerra Patria), de los cuales aproximadamente 14,7 millones eran combatientes del Ejército Rojo y fuerzas de seguridad.
Aunque las tácticas militares alemanas a menudo infligieron tasas de bajas proporcionalmente más altas a los soviéticos en muchos enfrentamientos, la capacidad soviética para movilizar y reponer sus efectivos, junto con otros factores, terminó por imponerse.
Parte de la historiografía crítica atribuye el elevadísimo número de bajas soviéticas a decisiones del alto mando que, especialmente en las primeras fases de la guerra, tendían a sacrificar masivamente a tropas con escasa formación o equipamiento mediante órdenes tácticamente cuestionables.
La victoria en la Gran Guerra Patria se debió a una compleja combinación de factores:
- La enorme capacidad de movilización de recursos humanos y materiales de la URSS, sustentada en un sistema centralizado y autoritario.
- El extraordinario heroísmo y la capacidad de sacrificio de los combatientes soviéticos, así como el esfuerzo titánico de los trabajadores en la retaguardia industrial.
- La resiliencia y capacidad organizativa del Estado soviético bajo presión extrema.
- Una intensa y eficaz campaña de propaganda que apeló al patriotismo ruso y soviético.
Otros factores externos que contribuyeron significativamente fueron:
- Las propias limitaciones logísticas alemanas, agravadas por la vasta extensión del territorio soviético y las duras condiciones climáticas (el famoso “General Invierno”).
- La ayuda material masiva proporcionada por los Aliados occidentales, principalmente a través del programa estadounidense Lend-Lease.
La URSS entre 1953 y 1964: La Era de Jruschov
Tras la muerte de Stalin en marzo de 1953, se produjo una breve pero intensa lucha por el poder entre sus posibles sucesores. De ella emergió como figura dominante Nikita Jruschov, quien se convirtió en Primer Secretario del Partido Comunista.
El período de gobierno de Jruschov (aproximadamente 1953-1964) es complejo y a menudo se analiza bajo el concepto del “deshielo” (ottepel), caracterizado por una mezcla de políticas liberalizadoras y represivas. También se suele dividir en dos etapas principales:
Primera etapa (1953-1957)
Esta fase estuvo marcada por un profundo revisionismo del estalinismo. Jruschov denunció los crímenes y el culto a la personalidad de Stalin, más notablemente en su famoso “Discurso Secreto” ante el XX Congreso del PCUS en 1956. Se liberó a millones de prisioneros políticos de los campos del Gulag y se produjo una relativa liberalización en la política interna (mayor libertad cultural y de expresión) y externa (política de *“coexistencia pacífica”* con Occidente).
Segunda etapa (1958-1964)
Esta etapa se caracterizó por intentos de reforma administrativa y económica a menudo erráticos y contradictorios, que generaron pocos beneficios claros y creciente descontento en la burocracia (nomenklatura). A pesar del deshielo inicial, la represión continuó en otros ámbitos: se lanzó una nueva campaña antirreligiosa contra la Iglesia Ortodoxa y se aplastó violentamente la disidencia en los países satélites, como demostró la invasión de Hungría en 1956 para sofocar la revolución.
Reformas Económicas y Sociales
La economía bajo Jruschov puso un énfasis particular en la agricultura, un sector crónicamente problemático. Se aumentaron los precios que el Estado pagaba a las granjas colectivas por sus productos, se lanzó la ambiciosa (y finalmente poco exitosa) Campaña de las Tierras Vírgenes para cultivar estepas en Kazajistán y Siberia, y se promovió obsesivamente el cultivo de maíz, intentando emular la productividad estadounidense. Se impulsaron también campañas para aumentar drásticamente la producción de carne y leche.
Hubo tentativas de crear explotaciones agrarias a megaescala mediante la fusión de granjas colectivas (koljoses) más pequeñas en “agrociudades”, con resultados dispares.
La gestión centralizada desde Moscú del vasto complejo industrial y agrícola se consideraba ineficiente. Jruschov intentó descentralizar la planificación económica creando consejos económicos regionales (Sovnarjozy), lo que implicó la disolución de muchos ministerios industriales centrales. Estas reformas, sin embargo, generaron confusión, duplicidades y un fuerte rechazo por parte de la poderosa burocracia ministerial.
En el plano sociopolítico, el período de Jruschov trajo mejoras significativas para la población: se derogaron las draconianas leyes laborales disciplinarias de la era estalinista (1938-1940), se aumentó el salario mínimo, se duplicaron las pensiones de jubilación, se redujo la duración de la semana laboral y, quizás lo más visible, se impulsó un programa masivo de construcción de viviendas de bajo coste (los característicos bloques de apartamentos conocidos como jrushchovkas) para aliviar la grave escasez de vivienda urbana.