Las Familias Políticas del Régimen Franquista

El nuevo **régimen político** se apoyará en una serie de grupos o familias que, a cambio de su fidelidad, recibirán un trato privilegiado.
El Ejército: fundamental, gracias a él se gana la guerra. Era una institución fuertemente ideologizada en su papel político de defensa de los rasgos fundamentales del régimen. Fue la pieza maestra que menos evolucionó y menos se adaptó a los tiempos. **Valores**: culto místico de la nación, visión dogmática e intransigente de la religión, proyección del orden, código de honor… Dentro había diferencias, pero todos acababan por apoyar a Franco, por más que fueran tradicionalistas (Varela), falangistas (Yagüe) o juanistas (Vigón). Apreciaban de él su capacidad para defender a España y aceptaron la teoría del caudillaje porque se ven muy favorecidos. Salarios no muy altos, pero grandes ventajas cotidianas: casas propias, economatos donde encontraban productos que solo había en el mercado negro, colegios especiales, asistentes gratuitos…
La Iglesia: no solo era un soporte del régimen, sino que formaba parte de él. Se estableció un marco legal con el Vaticano, el **Concordato (1953)**, en el que se establecía la unidad religiosa, se comprometía a proporcionar una dotación oficial a ella, subvencionando el culto y el clero, y se instituía un fuero eclesiástico que permitía la unidad judicial de los religiosos. Asumía competencias en causas matrimoniales, lo que daba validez civil al matrimonio canónico y se aseguraba la obligatoriedad de la enseñanza religiosa. El Estado obtenía la posibilidad de presentar candidatos a obispos en las sedes vacantes, así como privilegios de la obligación de elevar preces a favor del caudillo o en la entrada de los lugares sacros bajo palio. A pesar de estos privilegios, una parte se va alejando a raíz del **Concilio Vaticano II (1962-65)**, en el que se establecen dos principios básicos: las relaciones Iglesia-Estado debían basarse en la independencia y autonomía de ambos; el reconocimiento de la libertad religiosa como un derecho de la persona. Ambos principios chocaron y comenzaron a producirse problemas entre ambos.
Grandes propietarios: muchos de los cuales habían apoyado a Franco y diversos grupos políticos que se integraron en la Falange, que proporcionaba la ideología y los símbolos del franquismo.
Clases medias: católicas y conservadoras, que tenían especial valoración de la seguridad y del orden que el régimen les había otorgado. Esta idea se apoyaba en un discurso populista y paternalista, proyectando el mito del «buen dictador».


Todos estos apoyos se integraron en las llamadas **familias políticas** que tienen en común la lealtad a Franco y la defensa de los principios del régimen, pero también hubo diferencias entre ellas.
Los militares: muchos de los jefes sublevados fueron colaboradores directos de Franco tras la guerra y permanecieron a su lado, como Vega o Carrero Blanco. La mayoría compartía con Franco la ideología de la victoria, el anticomunismo, su rechazo al separatismo y su dureza en cuestiones de orden público.
La Falange: transformada en **Movimiento Nacional**, el falangismo no tenía que ver con el partido que fundó José Antonio. Su ideología era cercana a la del nazismo alemán o fascismo italiano, pretendiendo implantar una dictadura autoritaria, centralizada y controlada por un partido único, la Falange. En los primeros años, los falangistas ocuparon los puestos más importantes, pero la derrota de las potencias totalitarias en la **II Guerra Mundial** hizo que poco a poco su presencia fuera disminuyendo. La Falange correspondió a la movilización ideológica del régimen entre 1940-60, por ejemplo, el sindicalismo vertical en la economía o el saludo brazo en alto. También controló la prensa y la sociedad a partir de sus organizaciones y organizaba apoyo a Franco cuando lo necesitaba. Pero sufre un proceso de desideologización y se convierte en el Movimiento Nacional leal a Franco. A su frente estaba el Consejo Nacional del Movimiento, que agrupaba a los distintos jefes nacionales de cada región.
Los católicos: representados por dos asociaciones:
a) ACNO: creada por el jesuita Ángel Ayala para tratar de difundir el pensamiento de la Iglesia católica entre la sociedad. Fomentó la creación de partidos políticos afines a la Iglesia, como Acción Popular. Tras la guerra civil, eran un grupo de católicos que pretendían intervenir en la vida política para difundir el derecho público cristiano. Todos coincidían en el catolicismo, radical oposición a la República y su apoyo a un estilo autoritario. Desde principios del régimen participaron en los gobiernos, siendo su etapa de mayor influencia 1942-1944, cuando comienza el declive de la Falange. A partir de los 60 pierden importancia al ser sustituidos por el **Opus Dei**.
b) Opus Dei: organización creada por Escrivá de Balaguer y reconocida por el Vaticano en 1943. Alcanza una posición dominante en el CSIC y un gran desarrollo entre el profesorado de la universidad. Conocidos como los tecnócratas, inician el desarrollo económico del país que generaría un bienestar que sustituiría a las campañas y propaganda ideológica, defendiendo que los grandes cambios económicos necesitaban un régimen autoritario para alcanzar el éxito.
Los monárquicos:
a) Carlistas: papel secundario y de poca importancia, sobre todo tras la unificación con la Falange. Aspiraban a que Franco restaurara la monarquía en la persona de Don Javier, a quien nunca pensó dar el trono. Con esta esperanza apoyaron al régimen y ocuparon algunos puestos del gobierno. El carlismo, representado por Carlos Hugo, evolucionó desde los años 60 a posiciones más izquierdistas y democráticas.
b) Donjuanistas: generales, banqueros y terratenientes que apoyaron y ayudaron a Franco. Partidarios del sucesor de Alfonso XII, Don Juan de Borbón, que intentó sumarse al levantamiento militar dos veces, impidiéndolo Franco. Aspiraban a que el trono fuera para Don Juan.

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