**Las Guerras Carlistas**
**Segunda Guerra Carlista (1846-1849)**
También conocida como «guerra dels matiners», se desarrolló en Cataluña y tuvo como pretexto el fracaso de la boda entre Isabel II y el pretendiente carlista al trono, el Conde de Montemolín (Carlos VI). El conflicto contó con la participación del general Cabrera y el apoyo de partidas de guerrilleros republicanos.
**Sublevaciones Posteriores**
- Sublevación en Cataluña (1855)
- Ortegada (1860): Pronunciamiento frustrado de Carlos VI en el monasterio de San Carlos de la Rápita
**Tercera Guerra Carlista (1872-1876)**
Estalló tras el derrocamiento de Isabel II y la subida al trono de Amadeo I. Los carlistas se enfrentaron al reinado de Amadeo I, al Gobierno de la I República y al reinado de Alfonso XII. El conflicto se desarrolló en Cataluña, Navarra y el País Vasco, donde los carlistas intentaron ocupar Bilbao sin éxito. También realizaron expediciones hacia el interior, como el saqueo de Cuenca.
Tras la muerte de Amadeo I y la restauración de los Borbones con Alfonso XII (1875), el carlismo declinó. El pretendiente carlista, Carlos VII, se exilió en Francia en 1876. La derrota carlista implicó la supresión de los fueros e instituciones vascas (1876), lo que alimentó el nacionalismo reivindicativo. Sin embargo, el País Vasco conservó la autonomía fiscal establecida en los conciertos económicos (1878).
**Alineación entre Moderados y Unión Liberal**
Durante el Bienio Progresista estallaron conflictos sociales y huelgas en Barcelona y su entorno, culminando en una huelga general. El general O’Donnell acabó con la resistencia armada de la Milicia Nacional, marcando el final del Bienio.
Entre 1856 y 1868 se alternaron en el poder los moderados, liderados por Narváez, y la Unión Liberal, liderada por O’Donnell. Su principal preocupación era restaurar el orden. Este periodo se caracterizó por un liberalismo pragmático y la realización de obras públicas como el tendido ferroviario y el Canal de Isabel II.
La política exterior se centró en restaurar el papel de España como potencia internacional, en colaboración con Francia y Reino Unido. La intervención militar más importante tuvo lugar en Marruecos, donde España obtuvo el territorio de Ifni.
La política interior se basó en los principios moderados de la Constitución de 1845, pero fracasó en lograr la alternancia pacífica en el poder. El Gobierno clausuraba las Cortes y reforzaba la represión. Hubo conspiraciones contra el Gobierno y la reina, como la Noche de San Daniel y la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil.
Los progresistas y demócratas promovieron el Pacto de Ostende (1866) contra la reina. Tras la muerte de O’Donnell y Narváez, los unionistas se adhirieron al pacto. La crisis de 1866-1868 aumentó el descontento general y condujo al fin del régimen de Isabel II.