Las Guerras Carlistas y las Regencias en la España del Siglo XIX: Isabel II y la Transición al Liberalismo

Las Guerras Carlistas y las Regencias en la España del Siglo XIX

Las Guerras Carlistas

Tras la muerte de Fernando VII, el infante Don Carlos exigió el trono de España, enfrentándose a su sobrina Isabel y a su madre María Cristina, quien ejercía la regencia debido a la minoría de edad de Isabel. Se produjeron tres enfrentamientos:

  • De 1833 a 1840
  • De 1846 a 1849
  • De 1873 a 1875, coincidiendo con el reinado de Amadeo de Saboya, la Primera República y el inicio de la Restauración con Alfonso XII.

La ideología carlista era antiliberal por las siguientes razones:

  1. Defendía el fortalecimiento del poder real, lo que iba en contra del liberalismo.
  2. Defendía una estrecha alianza con la Iglesia.
  3. Se apoyaba en un sentimiento foral en contra de la Constitución.

En el aspecto social, el carlismo se apoyaba en el campesinado y la pequeña nobleza. Se localizaba principalmente en las Vascongadas. Sus raíces eran rurales, pero también se daba en ciudades. Supone un enfrentamiento entre la sociedad burguesa, inmersa en la Revolución Industrial, y un mundo agrario desfasado.

En la Primera Guerra Carlista, el ejército isabelino era mayor y estaba más preparado que el carlista, aunque inicialmente comenzaron a ganar los carlistas con el general Zumalacárregui. Don Carlos llegó a alcanzar Madrid y siguió su propaganda hasta que las tropas isabelinas, con el general Espartero, empezaron a triunfar. Mientras, en el seno del carlismo surgieron diferencias, y el general Maroto firmó en 1839 el Convenio de Vergara. Don Carlos se exilió, y solo quedó un pequeño núcleo carlista que terminó siendo derrotado.

La Regencia de María Cristina

La regencia de María Cristina coincidió con la Primera Guerra Carlista. La regente se apoyó en los liberales para asegurar el reinado de Isabel. Para ello, se apartó del absolutismo, nombró a Cea Bermúdez como primer ministro y en 1833 dividió España en 49 provincias con gobernadores civiles. Estas reformas fueron insuficientes para los liberales, quienes presionaron a Cea hasta conseguir que este cesara y fuera sustituido por Martínez de la Rosa. Este último buscó un compromiso entre el pasado absolutista y el actual liberalismo moderado, publicando en 1834 el Estatuto Real.

A partir de aquí, distinguimos entre liberales progresistas y los que apoyaban a Martínez de la Rosa, que eran moderados.

Esta actuación política, considerada insuficiente por algunos liberales, y las derrotas carlistas dieron lugar a la aparición de Juntas Revolucionarias Provinciales y Locales. También se produjeron revueltas por todo el país, y Martínez de la Rosa cesó, siendo sustituido por Mendizábal. Durante el gobierno de este último, se produjo el paso a una monarquía constitucional. Además, quería liquidar la propiedad feudal y acabar con la Guerra Carlista. Dentro de su amplia labor, destaca la redacción de la Constitución de 1837 y la desamortización de bienes eclesiásticos, que afectó al clero regular y secular.

La Desamortización de Mendizábal

Objetivos políticos: buscar el apoyo de una burguesía liberal, satisfacer a la burguesía propietaria protagonista del régimen liberal y buscar el apoyo de las juntas revolucionarias. Objetivos económicos: recaudar fondos para acabar con la Guerra Carlista, amortizar la deuda pública creada anteriormente y disminuir la influencia de la Iglesia.

Consecuencias de la desamortización:

  • Los compradores desconfiaban del gobierno por la inestabilidad política.
  • Hubo un exceso de oferta, por lo que los precios subieron.
  • Se pagó con títulos de deuda pública, cuyo valor era inferior, por lo que se vendieron los bienes desamortizados a un precio menor.
  • No se recaudó lo estimado y el ejército no alcanzó las mejoras previstas.
  • La burguesía acumuló propiedades que la nobleza había perdido.
  • El urbanismo cambió al reedificarse inmuebles.
  • Se perdió mucho patrimonio artístico y cultural.

Desde el principio, la desamortización tuvo fines económicos. Además, Mendizábal quería modificar el Estatuto Real, y entre los liberales había dos tendencias: los que dieron lugar al partido moderado y los progresistas. Destacan los generales Narváez, O’Donnell y Serrano.

El partido progresista quería soberanía nacional, sufragio censitario, etc. Destacan el general Espartero y el general Prim.

La regente no quería modificar el Estatuto, lo que provocó la dimisión de Mendizábal. Esto a su vez provocó el Motín de la Granja en 1836, y la regente juró la Constitución de 1812 y repuso a Mendizábal. Comenzó a modificar el Estatuto Real, y con la Constitución de 1837 se consiguió la soberanía nacional, se establecieron Cortes bicamerales y una cámara popular con diputados elegidos por circunscripciones. Esta constitución no impidió la intervención de la regente en política, la cual apoyaba a los moderados. A finales de 1837, triunfó este partido hasta 1840, cuando intentó poner límites a la Constitución de 1837, y los progresistas se revolucionaron, por lo que la regente se apoyó en Espartero, que era de ideología progresista, y consiguió que la regente se exiliara, convirtiéndose en el nuevo regente.

La Regencia de Espartero

La regencia de Espartero fue inestable por factores políticos y por el propio general, que nombraba cargos a sus amigos o familiares, por lo que entre los progresistas surgieron diferencias. En el ejército ocurrió lo mismo, y además los generales moderados intentaron algún pronunciamiento y fueron castigados de tal forma que hasta los progresistas se sintieron ofendidos. Surgió el movimiento obrero, lo que provocó que el gobierno firmara un acuerdo con Inglaterra que perjudicaba a la Asociación Mutua de Obreros de la Industria Textil, y Espartero acabó con esta revuelta a cañonazos, lo que provocó que apareciera una coalición antiespartista que contaba con el apoyo de la Milicia Nacional, por lo que al final Espartero dimitió y se exilió. Tras este hecho, el gobierno proclamó reina a Isabel II a pesar de su escasa edad.

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