Reformas Borbónicas: Un Nuevo Imperialismo
En el siglo XVIII, España, bajo el reinado de los Borbones, implementó una nueva política en América, con el objetivo de centralizar el poder y transformar los aspectos económicos y comerciales.
Durante el siglo anterior, el imperio español había perdido parte de su control sobre sus dominios coloniales, lo que generó una mayor autonomía en América. Las reformas borbónicas buscaban terminar con esta autonomía y se las ha considerado como un «nuevo imperialismo».
Las reformas iniciadas bajo Felipe V (1700-1746) se mantuvieron durante el reinado de Fernando VI (1746-1759) y alcanzaron su apogeo con Carlos III (1759-1788). Estas reformas se caracterizaron por su centralización, buscando eliminar los particularismos regionales y unificar institucional y administrativamente los dominios españoles. En lo religioso, se observó una orientación regalista, es decir, un predominio del Estado sobre la Iglesia.
El centralismo político de los Borbones acentuó la exclusión de los criollos de los cargos públicos importantes. El objetivo principal de estas reformas en América fue controlar mejor los dominios coloniales de España y defenderlos de sus enemigos.
La Asamblea Legislativa y el Terror
La Asamblea Legislativa, creada en octubre de 1791 y disuelta en agosto de 1792, marcó un periodo de cambios significativos en Francia. La nobleza y el clero habían perdido su influencia, mientras que la burguesía se convirtió en la clase más beneficiada.
En la Asamblea Legislativa, los fildenses, partidarios de la monarquía constitucional, se ubicaban a la derecha, mientras que los jacobinos y algunos girondinos se posicionaban a la izquierda. Los clubes políticos, liderados por figuras como Marat, Robespierre y Danton, tenían una gran influencia en las masas movilizadas. Las secciones electorales de París también aumentaron su influencia, jugando un papel importante con su militancia, al igual que los sans-culottes.
La guerra fue propiciada por los nobles emigrados y por los países hostiles a las ideas revolucionarias y a los intereses franceses. Los monárquicos y los girondinos también esperaban la guerra por diferentes razones: los primeros con la esperanza de hacer fracasar la revolución, los segundos para difundirla en otros países y unificar a los franceses.
Fuera de la Asamblea, el jacobino Robespierre se manifestó contrario a la guerra por las consecuencias que podía traer. El 20 de abril de 1792, se aprobó la declaración de guerra contra Austria.
Debido a las sospechas de que el rey tenía alguna connivencia con los enemigos de Francia en la guerra, y en una situación de temor por la invasión del ejército, se produjeron las jornadas del 10 de agosto de 1792. Esta insurrección popular obligó a la Asamblea Legislativa a suspender al rey, cesando la vigencia de la Constitución de 1791. Se procedió a una elección con sufragio universal masculino para una Convención.
La Comuna de París, dirigida por jacobinos influenciados por Marat y Robespierre, se transformó en un importante factor de poder e inició la represión de sospechosos, desencadenando la matanza de septiembre de 1792, que anticipó lo que sería el Terror.
La Revolución Francesa: Un Acontecimiento Global
La Revolución Francesa es una de las principales manifestaciones de lo que se ha denominado la revolución de Occidente. Esta comprende, además, la revolución de las colonias inglesas de Norteamérica, la revolución hispanoamericana y, en cierto modo, los inicios de la revolución agraria y la revolución industrial.
Características de la Revolución Francesa
Situación Económica
La agricultura era la base de la producción y, en general, se mantenía dentro de las viejas rutinas. La industria tenía un desarrollo menor, la técnica había progresado escasamente. Predominaba el trabajo artesanal, limitado por las reglas de las corporaciones. Otra forma de trabajo era el doméstico, a cargo de agricultores que en su tiempo libre elaboraban para un empresario la materia prima que este mismo les proporcionaba.
Situación Social
A mediados del siglo XVIII, Francia, con sus 25 millones de habitantes, que demostraban un importante crecimiento demográfico, era el país más poblado de Europa. En general, se había producido un mejoramiento en el nivel de vida, alterado periódicamente por las crisis agrícolas.
Situación Política
Francia era gobernada mediante un régimen de monarquía de derecho divino. El rey hacía la ley, la aplicaba y tenía el poder de juzgar.
Etapas de la Revolución Francesa
- Asamblea Constituyente
- Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
- La Convención
- El Terror