Las Regencias y el Problema Carlista
La Regencia de María Cristina (1833-1840)
El 29 de septiembre de 1833 murió Fernando VII. Su viuda, María Cristina, actuó como regente. Se consolidó la división del liberalismo en dos corrientes:
- Liberales moderados, situados entre el absolutismo y la soberanía popular.
- Liberales progresistas, partidarios de las Cortes de Cádiz y de una reforma social y política.
El Régimen del Estatuto Real (1834-1835)
Carlos María Isidro reclamaba la corona basándose en la Ley Sálica. Así comenzó la primera guerra carlista. María Cristina llamó a Martínez de la Rosa para formar un nuevo gobierno. Este concibió el Estatuto Real: una constitución con carácter de carta otorgada. Era una convocatoria de Cortes con dos cámaras. El monarca era quien convocaba las Cortes. La epidemia de cólera, la guerra civil, la matanza de frailes, la debilidad de la Hacienda y el endeudamiento hacían que las relaciones entre gobierno y Cortes fueran tensas.
Los Gobiernos Progresistas (1835-1837)
Un nuevo gobierno entró al poder y realizó importantes reformas con la ayuda de Mendizábal. La milicia urbana protagonizó varios levantamientos. La tensión revolucionaria hizo que Mendizábal formara un nuevo gobierno.
La Desamortización de Mendizábal
Entre 1835 y 1837 se consumó la transición política hacia el sistema liberal. Mendizábal planeó acabar pronto con la guerra mediante la desamortización de los bienes de la Iglesia. Sus planes no dieron resultado y la guerra continuó.
La Constitución de 1837
El motín de los sargentos de La Granja originó un cambio de gobierno de signo progresista. El resultado más importante de este motín fue la convocatoria de Cortes, en la que se aprobó la Constitución de 1837, de carácter progresista. Los cambios más destacados fueron:
- Se reforzó el poder de la Corona, que tenía derecho de veto.
- Las Cortes pasaron a ser bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado.
- Se mantuvo la separación de poderes y los derechos individuales.
En la ley electoral de 1837 se estableció el sufragio censitario. Además, se extendió el falseamiento de los resultados electorales.
El Trienio Moderado (1837-1840)
Entre 1837 y 1840 tuvieron lugar tres años de gobiernos moderados. El poder militar estaba protagonizado por Narváez, en el liberalismo moderado, y Espartero, en el progresista. La firma del Convenio de Vergara (1839) provocó un motín progresista en Madrid, que obligó a cambiar el gobierno. María Cristina firmó una ley de ayuntamientos que provocó la dimisión de Espartero. Ella no aceptó la dimisión. Tuvieron lugar varios motines populares que provocaron un cambio de gobierno. María Cristina, tras varios enfrentamientos con Espartero, lo nombró presidente y renunció a la Regencia.
La Guerra Civil Carlista
El carlismo defendió la religión, el absolutismo monárquico y los privilegios del Antiguo Régimen. Sus bases sociales fueron el clero, el campesinado pobre, parte de la nobleza y algunos sectores de las clases medias.
La primera guerra carlista (1833-1835) se inició con la muerte de Fernando VII y finalizó con el fallecimiento del jefe Zumalacárregui. En la segunda fase (1835-1837) destacaron las expediciones del general Cabrera. La acción más espectacular fue la Expedición Real. La tercera fase (1837-1839) acabó con el triunfo de las tropas gubernamentales. Dentro del carlismo se dividieron entre más conservadores y menos radicales, partidarios de negociar. Triunfó esta última, lo que permitió la firma del Convenio de Vergara entre Espartero y Maroto. Posteriormente, Espartero lo incumplió.
La Regencia de Espartero (1840-1843)
El Autoritarismo de Espartero
Espartero nunca tuvo mayoría en el Congreso de los Diputados, así que gobernó de forma autoritaria. Exigió ser regente único y lo consiguió con el apoyo de ayacuchos y moderados. Su gobierno se basó en la venta de bienes de la Iglesia, ya que la Santa Sede había roto sus relaciones con España en 1837. Espartero también apostó por el librecambismo. En 1841, se produjo un levantamiento dirigido por O’Donnell que acabó en fracaso.
La Crisis de la Regencia
La crisis de la regencia de Espartero comenzó en 1842 por el malestar social de Barcelona, debido a la política librecambista que permitía la entrada de tejidos europeos más baratos. Se produjo un levantamiento que fue reprimido con el bombardeo de Barcelona. Se redujo el apoyo hacia Espartero. Comenzó una rebelión que se extendió por toda España. Progresistas, moderados y Narváez se enfrentaron al ejército esparterista. Espartero renunció a la regencia y marchó al exilio. En 1843 se adelantó la mayoría de edad de Isabel II.