Ley de colonización interior maura

9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.

En 1902 Alfonso XIII asumíó el poder efectivo. Su reinado se caracterizó por una fuerte injerencia en política, en especial a la hora de designar gobierno o retirarle su confianza para obligarle a dimitir. A ello contribuyó también la desaparición de los dos grandes líderes de los partidos dinásticos, Cánovas (asesinado en 1897) y Sagasta (muerto en 1903), cuyos partidos se fragmentaron en luchas internas entre diferentes líderes que propiciaron una mayor implicación del rey en las decisiones políticas. Como consecuencia, la oposición al sistema derivó en un gran rechazo en su persona y la institución dinástica. Además, el monarca tendíó a favorecer al ejército siempre que había un conflicto entre este y el poder civil. Un temprano ejemplo de esto fue la Ley de Jurisdicciones de 1906, que ponía bajo jurisdicción militar toda ofensa a la patria, la bandera o el ejército. El origen de esta ley estuvo en un chiste antimilitarista publicado por el semanario satírico catalán Cu-cut. Un grupo de militares de Barcelona asaltaron el diario con total impunidad.

La segunda etapa de la Restauración se caracterizó por un intento de modernización desde dentro del sistema, pero el miedo a aceptar los riesgos de una verdadera participación democrática mantuvo el turno dinástico e hizo imposible una verdadera reforma del sistema. Pese a ello, tanto Antonio Maura (conservador) como José Canalejas (liberal) fueron políticos influidos por el regeneracionismo por lo que impulsaron proyectos de reforma desde el interior del sistema.

El llamado “gobierno largo” de Maura (1907-1909)
proyectó lo que el mismo denominó “la revolución desde arriba”, que incluyó la Ley lectoral de 1907 que hizo más difícil el fraude y la creación de un Instituto Nacional de Previsión (1908) y la Ley del descanso dominical como principales reformas sociales.

La Semana de Trágica de Barcelona en 1909 iniciada a raíz de la movilización contra la Guerra de Marruecos en el embarque de tropas, provocó la dimisión de Maura y la subida al ejecutivo del Partido Liberal de Canalejas cuyo objetivo prioritario fue una modernización de la vida política mediante reformas que atrajesen a las clases populares y limitasen el poder de la Iglesia. En este sentido se promulga la Ley del Candado (1910) que intentaba minimizar el poder de las órdenes religiosas y someterlas al Estado. Como medidas sociales, tanto la eliminación de la redención del sistema de quintas como la sustitución del impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas alejó a la burguésía del pensamiento liberal sin conseguir por ello atraer a las clases bajas. Convencido de la necesidad acercar a la burguésía industrial, en especial la catalana, Canalejas elaboró entonces la Ley de Mancomunidades, que aceptaba la posibilidad de uníón de las Diputaciones, pero que se aprobó durante el gobierno conservador de Dato en 1914 pues Canalejas había sido asesinado dos años antes. 

Ante esta crisis de los partidos dinásticos, las fuerzas de la oposición aumentaban su presencia en todo el país.

Los republicanos eran la principal fuerza de oposición en Cortes. En 1903 nacía Uníón Republicana, coalición que intentaba aunar a los diferentes grupos republicanos en torno a la figura de Salmerón, pero en 1907 se produce la escisión de los seguidores de Alejandro Lerroux quien crea el Partido Radical, con un discurso más revolucionario, anticlerical y algo demagógico.

Respecto a las fuerzas nacionalistas, en Cataluña mantiene la hegemonía la conservadora Lliga Regionalista fundada en 1901 y liderada por Francesc Cambó. En 1921 nacía Estat Català, nacionalismo de izquierdas y de tendencia independentista, liderado por Francesc Macià (antecedente de Esquerra Republicana, creada en 1931).

El PNV manténía un discurso tradicionalista más moderado que el original de Sabino Arana y aumentaba sus bases sociales. 

El 1907 se creó Solidaridad Gallega, una agrupación, fundamentalmente de campesinos, que participó en las elecciones municipales de algunos lugares. Y en 1910 se fundó Acción Gallega, que intentó liderar sin éxito el movimiento agrarista gallego y se mantuvo como una fuerza marginal. 

Aparece también el nacionalismo andaluz, localizado inicialmente en Sevilla, en torno al Ateneo y la figura de Blas Infante.

El PSOE colaboró con otras fuerzas de izquierda y pactó coaliciones electorales con partidos republicanos que le permitieron obtener su primer diputado –Pablo Iglesias-  en 1910. A nivel interno se consolidó la división entre los revisionistas que apostaban por la vía parlamentaria y la coalición con fuerzas republicanas, liderados por Indalecio Prieto y los revolucionarios, parte de los cuales fundarían en 1921 el Partido Comunista Español animados por el triunfo bolchevique en Rusia.  La UGT tuvo un crecimiento estable y su afiliación aumentó de 33.000 miembros en 1902 a 240.000 en 1921. Al igual que el PSOE, a nivel interno las posturas oscilaban entre la colaboración con anarquistas en la huelga revolucionaria o con fuerzas republicanas de oposición a la Restauración. En 1918 fue nombrado Secretario General Francisco Largo Caballero quien lideraría el sindicato hasta 1938.

El impulso del anarquismo fue importante en Cataluña, donde en 1907 nacía Solidaritat Obrera, federación de asociaciones obreras de carácter apolítico, reivindicativo y a favor de la lucha revolucionaria. Contó con prensa propia, Tierra y Libertad y Solidaridad obrera, y en 1910 fomentó la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT)
, un nuevo sindicato cuyo objetivo principal fue la lucha revolucionaria mediante huelgas y boicots con lideres destacados como Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró. 

9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique

La crisis del sistema de la Restauración no puede explicarse sin entender la coyuntura internacional. Junto a la propia crisis interna del sistema de la Restauración y los partidos dinásticos, así como la consolidación de la oposición, la presencia española en Marruecos, la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la Revolución Rusia influyen de manera en el devenir de España a principios del Siglo XX. 

España participó tardíamente en el reparto imperialista de África con el objetivo principal de restaurar el prestigio del ejército según las tesis de los “africanistas”. La Conferencia Internacional de Algeciras (1906)
reconocía un co-protectorado Franco-español sobre Marruecos, así como enclaves en la costa atlántica (Ifni y Río de Oro) y la ocupación militar de la zona comenzó en Febrero de 1909, provocando el descontento popular a causa de los reclutamientos forzosos de tropas para una guerra que sólo interesaba a un sector de los militares y a un pequeño sector capitalista interesado en la explotación de las minas de hierro del Rif. Además, la presencia española estuvo contestada cabilas bereberes que obligaron a aumentar la presencia militar española ante las constantes derrotas (Barranco del Lobo, 1909). El envío de fuerzas reservistas según el reclutamiento de quintas fue la chispa que provocó un importante movimiento de protesta popular apoyada por republicanos, socialistas y anarquistas conocido como La Semana Trágica de Barcelona en 1909.

La movilización se inició en el puerto cuando un grupo de mujeres intentaron impedir el embarque de tropas. El boicot se convirtió en revuelta y esta se prolongó durante una semana dando lugar a un movimiento antimilitarista y anticlerical. Se constituyó un comité de huelga mientras los incidentes se multiplicaban en la calle con la construcción de barricadas y el ataque e incendio de más de 80 establecimientos religiosos. El gobierno de Maura declaró el estado de guerra y ordenó la represión militar que se extendíó tras la vuelta al orden con más de 200 consejos de guerra que afectaron a más de 1700 personas. La ejecución de Francisco Ferrer y Guardia, pedagogo librepensador acusado de ser el principal ideólogo cuando apenas participó en los hechos despertó una oleada de protestas en toda Europa a consecuencia de la arbitrariedad del gobierno español que terminó con la dimisión de Maura.

España mantuvo su presencia en Marruecos sin apenas resultados económicos y sin la aceptación de la mayoría del país. En 1921, el Desastre de Annual frente a las tribus rifeñas lideradas por Abd-el-Krim, con más de 13.000 bajas y cuyas responsabilidades traspasaban al general Fernández Silvestre para señalar directamente a Alfonso XIII (Expediente Picasso), sería una de las causas directas del golpe militar de Miguel Primo de Rivera y del fin del sistema de la Restauración.

Junto al rechazo de la Guerra de Marruecos y pese a la neutralidad española, la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
aumentó aún más el malestar social.  Lo que en un primer momento supuso una euforia económica, pues provocó un aumento espectacular de la demanda exterior de sus productos,  dio paso a un proceso inflacionista ante la escasez de algunos productos en el interior y al empobrecimiento general de los trabajadores cuyos salarios no aumentaron. Por último, no podemos olvidar la influencia que sobre toda Europa tuvo el triunfo de la Revolución Bolchevique de Octubre de 1917.

De esta manera, en el año 1917 coincidieron tres crisis que reflejan los principales conflictos de la España de esas décadas:

  • Crisis militar


    : El ejército español presentaba un número excesivo de oficiales debido a los ascensos por méritos de guerra que dividíó a los militares en africanistas y peninsulares. El descontento de los oficiales de baja y media graduación ante la falta de modernización del Ejército desembocó en la formación de Juntas de Defensa que reclamaban el aumento de salarios y el abandono de los ascensos por guerra a la vez que culpaban al gobierno de su situación sin que ello significase un hipotético respaldo ante un levantamiento popular.
  • Crisis política:


    la Lliga Regionistalista, dirigida por Cambó, convocó a los parlamentarios catalanes a una asamblea en Barcelona para solicitar al gobierno unas Cortes Constituyentes que hicieran una organización más representativa del Estado y reconocieran la autonomía de Cataluña. El 19 de Julio se ratificaron estas peticiones con la formación de una Asamblea de Parlamentarios de ámbito nacional, también en Barcelona, con la firma de catalanistas, republicanos y socialistas. El gobierno se limitó a declarar anticonstitucionales la Asamblea y sus pretensiones, y el movimiento se fue disolviendo en los meses siguientes, debido a tres circunstancias: la falta de apoyo de las Juntas Militares de Defensa; las divergencias entre los asambleístas catalanistas, por un lado, más conservadores, y los socialistas y republicanos, por otro, partidarios de reformas de mayor calado social; y la retirada de los catalanistas de Cambó, que aceptaron ocupar dos carteras ministeriales en el nuevo gobierno.
  • Crisis social:


    Desde principios de 1917 UGT y CNT venían preparando una huelga general contra el régimen político y contra el deterioro del nivel de vida de los trabajadores, que finalmente se convocó el 13 de Agosto con cierta precipitación. El seguimiento fue total en Madrid, Barcelona, Asturias, Vizcaya, Zaragoza y otras provincias; en cambio, en Andalucía se limitó a los trabajadores urbanos, pues los campesinos no la secundaron. La respuesta del gobierno fue muy enérgica: detuvo al comité de guerra y sacó las tropas a la calle. Se saldó con más de setenta muertos y en torno a dos mil detenidos.

Entre 1918 y 1920 la agitación social aumentó mucho, con un crecimiento espectacular de la afiliación a los sindicatos, al calor también del triunfo en 1917 de la Revolución Bolchevique. 

Andalucía vivíó una fase de actividad revolucionaria entre 1918 y 1921, conocida como el “trienio bolchevique” provocada por la situación de miseria de los jornaleros agrícolas y la carestía de la vida. Bajo la dirección de UGT y CNT se sucedieron huelgas, ocupación de campos, reparto de tierras y tomas de ayuntamientos. Se declaró entonces el estado de guerra y se produjo una durísima represión. 

En Cataluña el crecimiento de la CNT continuó, imponiéndose como corriente mayoritaria la anarcosindicalista, más directa y partidaria de la acción directa, frente a la corriente sindicalista más moderada y pragmática. La tensión estalló con la convocatoria de huelga de “La Canadiense” cuando la patronal catalana respondíó duramente con el cierre temporal de la empresa y el “terrorismo blanco” o contratación de pistoleros para asesinar a dirigentes obreros y sindicales. Estuvieron ayudados por las autoridades civiles y militares de Barcelona, sobre todo con la aplicación de la “ley de fugas”, que autorizaba a los cuerpos armados a disparar contra un detenido que intentara fugarse. De este modo se asesinó a numerosos sindicalistas y activistas obreros con el pretexto legal de que habían pretendido huir tras ser detenidos.

El fenómeno del pistolerismo dio lugar a más de 800 atentados en los que murieron más de 200 personas, entre ellos empresarios, políticos y líderes sindicales. 

9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII

El 13 de Septiembre de 1923 el general Miguel Primo de Rivera protagoniza un golpe militar que pone fin a la crisis del sistema de la Restauración a la vez que se presenta como el último de los intentos regeneracionistas tras 1898. Autoproclamado cirujano de hierro y con el beneplácito de Alfonso XIII, Primo de Rivera justificaba su acción ante la crisis y corrupción política, la situación económica, el desorden social y las “falsas conspiraciones” que a raíz del Desastre de Annual intentaban inculpar al rey (Expediente Picasso).

El golpe triunfó porque desde el inicio contó con el apoyo del monarca, parte del ejército, de las oligarquías económicas que deseaban restaurar el orden público y las constantes huelgas, pero también por la inicial reacción pasiva de socialistas y anarquistas. Tanto sólo los minoritarios comunistas se opusieron abiertamente. 

La dictadura puede dividirse en dos periodos bien diferenciados:

  • El directorio militar (1923-1925)


Aunque la dictadura coincidíó en el tiempo con el fascismo italiano, la figura del dictador español no guarda ninguna similitud con la de Mussolini: Primo de Rivera no encabezaba ningún partido político, carecía de carisma popular y su régimen no se basaba en ideología alguna; si acaso, se servía de un vago discurso regeneracionista, que justificaba la dictadura como medida excepcional, pero necesaria, para acabar con el caciquismo y los males del viejo régimen. La dictadura suspendíó la Constitución, pero no la derogó pues se veía como una solución transitoria.

Sus objetivos se resumían en el lema “menos política y más administración” y durante los primeros años podemos destacar ciertos éxitos iniciales:

En primer lugar, el restablecimiento del orden público.
La situación de conflictividad social, justificó la implantación del estado de guerra durante casi dos años, limitando las libertades públicas, prohibiendo reuniones y asociaciones, censurando la prensa, etc. Los más perseguidos fueron los anarquistas, cuyos locales y órganos de prensa fueron clausurados, y sus organizaciones desarticuladas. 

En segundo lugar, el final de la guerra de Marruecos.
Tras el desastre de Annual, la impopularidad del conflicto había aumentado. El ejército estaba dividido entre los africanistas, partidarios de seguir la lucha, y los abandonistas, y el dictador se había pronunciado desde hacía tiempo en contra de continuar las operaciones. Pero un error táctico de Abd el-Krim, atacando a los franceses en 1925, propició una actuación conjunta Franco- española en el Desembarco en Alhucemas (1925)
, cuya consecuencia fue la rendición de Abd el-Krim y el fin de la guerra en 1927.

En tercer lugar, un fuerte intervencionismo estatal en economía que se benefició de una favorable coyuntura económica internacional mediante la subvención de industrias, el establecimiento de monopolios (CAMPSA) y un ambicioso programa de obras públicas cuyo resultado fue una disminución del paro y un aumento generalizado de la producción tanto agraria como industrial.

  • El directorio civil y el fin de la dictadura (1925-1930)


Una vez resueltos los grandes problemas que podían justificar la situación excepcional de la dictadura ante la opinión pública -la conflictividad social y la situación en Marruecos-, Primo de Rivera tuvo la oportunidad de retirarse y permitir así el retorno a la normalidad constitucional. Pero no lo hizo y en 1925 sustituyó su directorio militar por un nuevo directorio civil apoyado en instituciones que moderasen un poco el perfil dictatorial: 

  • Un partido propio, la Uníón Patriótica, creado en 1924, que pretendía “unir y organizar a todos los españoles de buena voluntad” en torno a un sencillo lema: “religión, patria y monarquía”. 
  • Una Asamblea Nacional Consultiva, creada en 1927 con el cometido de preparar y presentar, en un plazo de tres años, una legislación general y completa que habría de ser sometida a aprobación. No era un Parlamento representativo ni tenía función legislativa, sino que se limitaba a elaborar los anteproyectos de ley del nuevo régimen y a asesorar al gobierno. 
  • Un anteproyecto de Constitución que realmente era una carta otorgada, presentado en 1929 por la Asamblea Nacional Consultiva, pero que no llegó a promulgarse. Sin embargo, estos intentos de erigir un nuevo régimen no obtuvieron apenas apoyos políticos. Por otra parte, la dictadura debíó afrontar cada vez más críticas, manifestaciones de oposición y pronunciamientos militares. Cada vez más aislado políticamente, Primo de Rivera decidíó hacer una consulta a los capitanes generales para saber si contaba con su respaldo. Sus tibias respuestas le demostraron que estaba completamente solo, por lo que el 28 de Enero de 1930 presentó su dimisión al rey. 

Alfonso XIII decidíó restablecer el viejo sistema parlamentario, pero los dos gobiernos que se sucedieron en poco más de un año -el del general Berenguer y el del almirante Aznar
Ni restablecieron la Constitución de 1876 ni convocaron nuevas elecciones.

Entre tanto y al margen del sistema, los partidos de la oposición firmaron el Pacto de San Sebastián (17 de Agosto de 1930), integrado por republicanos y autonomistas gallegos y catalanes, a los que se incorporaron después socialistas. Sus objetivos eran instaurar la República, mediante un alzamiento militar apoyado por civiles, y estudiar un estatuto de autonomía para Cataluña. En Diciembre de ese mismo año fracasaba un pronunciamiento militar a favor de la República en Jaca protagonizado por los capitanes Galán y García Hernández quienes fueron fusilados.

Pero el fin de la monarquía no vino de ahí, sino de los resultados de las urnas: en las elecciones municipales del 12 de Abril de 1931, los monárquicos fueron derrotados, sobre todo en las ciudades, donde el sistema caciquil era menos operativo. La Conjunción Republicano-Socialista se impuso en 41 de las 50 capitales de provincia. Ante tales resultados, Alfonso XIII decidíó abandonar España.

El 14 de Abril de 1931 se proclamaba la Segunda República Española.

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