* Aumento del prestigio militar. Los ejércitos de los Habsburgo se convirtieron en invencibles tras lograr célebres victorias en las continuas guerras que mantuvieron con Francia: Carlos V triunfó en Pavía sobre Francisco I, que fue hecho prisionero y obligado a firmar la paz en Madrid. Otros episodios fueron el “Sacco di Roma” en el que los mercenarios se apoderaron durante una semana de la ciudad en castigo por la ayuda prestada por el papa al rey de Francia. * Ruina financiera. Los gastos ocasionados por las campañas militares contra Francia y otros países incrementaron, especialmente a partir de la década de 1540. las deudas contraídas por el emperador. La mayoría de los tratados de paz firmados con Francia se debieron al agotamiento de las finanzas imperiales. Felipe II recibió una costosa herencia de deudas y acreedores. En resumen, el proyecto imperial de Carlos V de constituir una Europa unida bajo la fe católica –idea que podemos considerar más bien medieval y retrógrada- provocó un estado de guerra permanente y acabaría fracasando con estrépito, puesto que los turcos continuaron constituyendo una amenaza para Europa Oriental y para la navegación por el Mediterráneo, y el protestantismo arraigó en gran parte de Alemania y se extendió por numerosos países de Europa Central, Occidental y Septentrional. Por otro lado, la rivalidad y el enfrentamiento con Francia se mantendrán durante el reinado de su hijo Felipe II. Las continuas guerras fueron soportadas gracias a los hombres y recursos de Castilla, que se convirtió en el centro del Imperio (de hecho, el rey instaló su corte en la ciudad de Toledo). Pero ni siquiera contando con las grandes riquezas que traían los barcos procedentes de América se podía sufragar esa descabellada política. Cansado, decepcionado por los fracasos, enfermo y con las arcas del estado prácticamente en ruina, Carlos abdicó en 1556, dejando a su hermano Fernando la corona imperial y los territorios de Austria y Alemania; y a su hijo Felipe II el resto. Se retiró al cacereño monasterio de Yuste, donde moriría dos años después.
CARLOS V
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INTRODUCCIÓN
. Los monarcas que reinaron en los reinos hispánicos durante la mayor parte del siglo XVI, pertenecientes a la dinastía de Habsburgo, se convirtieron en los más poderosos de la época, llegando a formar un imperio gigantesco gracias a las herencias derivadas de la política matrimonial de los Reyes Católicos, las guerras y la colonización del Nuevo Mundo. Estos reyes fueron Carlos I, que reinó desde 1517 a 1556, y su hijo Felipe II. En ambos periodos los reinos hispánicos, sobre todo Castilla, vieron cómo sus monarcas les involucraban en problemas que poco o nada tenían que ver con sus intereses. Esto se tradujo en la participación en innumerables guerras fuera de nuestras fronteras, aunque no faltaron algunos incidentes internos. Las victorias en los campos de batalla no significaron una mejoría en la vida de los españoles; al contrario, se puede afirmar que el estado casi permanente de guerra produjo a partir de mediados del siglo un estancamiento demográfico y hundió a la economía. Es importante señalar que ambos reinados supusieron otro paso adelante en la creación del futuro Estado español, por cuanto que los reinos hispánicos compartían a un mismo rey. También hay que destacar que continuó el proceso de fortalecimiento de la autoridad de los reyes, quienes en este siglo ya casi disfrutaban de poderes absolutos. Tras la muerte de Fernando el Católico en enero de 1516, se puso fin al reinado de los Trastámara en la península ibérica; el cardenal Cisneros se ocupó de la regencia del reino de Castilla, mientras que en la Corona de Aragón, la regencia fue ocupada por Alfonso, hijo natural del rey. En principio, Carlos de Gante debía ser gobernador de Castilla y Aragón, no el rey, porque su madre Juana seguía siendo la heredera de ambas monarquías. En marzo de 1516 en la iglesia de Santa Gúdula de Bruselas, Carlos de Gante fue proclamado rey de Castilla y Aragón. El rey Carlos I, que desconocía las lenguas y las costumbres hispanas, desembarcó en septiembre de 1517 en Asturias. Venía con una corte extranjera compuesta por sus amigos flamencos y alemanes, entre los que destacaba el Cardenal Adriano de Utrecht. En febrero de 1518 se celebraron las primeras Cortes de Castilla en Valladolid, donde Carlos hizo el juramento de respeto y fidelidad a las leyes de Castilla. En 1519 se desplazó al reino de Aragón y al principado de Cataluña: en Zaragoza y Barcelona juró los fueros; cuando le llegó la noticia de su elección como emperador de Alemania y tuvo que marchar a Aquisgrán para tomar posesión del Sacro Imperio Romano-Germánico, no pasó por los Reinos de Valencia y de Mallorca donde debía haber jurado sus fueros. Pero antes de partir tenía que obtener de las Cortes castellanas el dinero para pagar a los prestamistas flamencos que habían comprado los votos de los príncipes alemanes que le eligieron emperador. Desde entonces, los problemas de España irán unidos a los problemas de Europa durante los reinados de Carlos I y de Felipe II.