Los Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica: Historia y Legado

Los Pueblos Prerromanos

Gracias a las fuentes griegas y romanas, conocemos los nombres de los pueblos que habitaban la Península Ibérica en el primer milenio a.C. Por un lado, estaban los iberos, procedentes del norte de África. Por otro lado, los celtas, con origen en el norte de Europa. Ambos grupos se fusionaron en la Meseta, dando lugar a los celtíberos. Todos ellos llegaron en busca de tierras mejores donde asentarse.

Los Iberos

Los iberos carecían de una organización política unitaria y estaban divididos en numerosas tribus. Habitaban la costa mediterránea, desde el norte de Cataluña hasta la desembocadura del Guadalquivir, así como el valle del Ebro hasta Zaragoza. Debido a esta ubicación, recibieron influencias culturales de los colonizadores fenicios y griegos.

Pueblos iberos como los turdetanos, edetanos, lacetanos, ilergetes y baleáricos, eran independientes entre sí. Sin embargo, compartían ciertos rasgos comunes, como la lengua, tradiciones espirituales similares (como el rito de la incineración) y la tradición artística en piedra y bronce, como lo demuestran la Dama de Elche y la Dama de Baza.

Los iberos desarrollaron la minería y la metalurgia, destacando en la fabricación de armas como la falcata ibérica. También eran hábiles orfebres. Vivían de la agricultura (trigo, vid y olivo), cultivaban plantas textiles como el lino y el esparto, y desarrollaron un comercio que los puso en contacto con fenicios, griegos y cartagineses. Además, acuñaron una moneda propia, desarrollaron cierto urbanismo y la escritura.

Sus poblados estaban fortificados y tenían clases sociales muy jerarquizadas. La clase dirigente, los régulos, disfrutaba de poderes económicos y políticos.

Los Celtas

Los celtas llegaron a la Península en dos oleadas: en el siglo IX a.C. y en el siglo VI a.C. También tenían una organización tribal, con pueblos como los vacceos, vetones, lusitanos y pelendones. Se asentaron en el norte, centro y oeste de la península, dominando la fabricación de hierro. Fabricaban arados, hoces, armas y objetos de adorno como broches, fíbulas y torques. Comerciaban con fenicios y cartagineses mediante el trueque.

Se dedicaban principalmente a la ganadería (caballos, vacas, cabras) y complementaban su dieta con la agricultura, la caza y la pesca.

La diversidad de estos pueblos se refleja en sus diferencias culturales:

  • Los celtas de los campos de urnas poblaron el valle del Duero y practicaban el colectivismo agrario.
  • Los celtas de la cultura de los verracos se caracterizaban por su ganadería.
  • Los celtas de la cultura de los castros se asentaron en el noroeste peninsular.

Pueblos Colonizadores

Procedentes del Mediterráneo oriental, los fenicios y los griegos establecieron colonias en las costas orientales y meridionales de la Península. Su principal interés era el intercambio de productos con los pueblos indígenas.

Fenicios

Los fenicios establecieron colonias y factorías comerciales por todo el mar Mediterráneo, llegando hasta las Islas Baleares y la Península Ibérica. No pretendían invadir territorios, sino establecer relaciones comerciales. Fundaron ciudades como Gadir (Cádiz), Malaca (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Addera (Adra).

Los fenicios introdujeron en la Península la técnica de la salazón del pescado, el torno de alfarero, el tintado en púrpura y la escritura alfabética.

Griegos

Impulsados por los mismos intereses que los fenicios, los griegos establecieron factorías entre los siglos VII a.C. y VI a.C. De ellos aprendimos la cerámica, los tejidos, el cultivo de la vid y el olivo. Además, añadieron vocales al alfabeto. Se asentaron en la zona de Cataluña, fundando colonias como Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas).

Cartagineses

Cartago, una nueva potencia en el Mediterráneo, surgió de antiguos fenicios que se asentaron en esta ciudad. Los cartagineses sustituyeron a los fenicios en el comercio y la colonización, pero fueron menos pacíficos. Al coincidir sus intereses con los de Grecia y Roma en la Península, llevaron a cabo expediciones militares y de conquista.

Su derrota frente a los romanos en la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.) les obligó a centrar su actividad en la Península para obtener metales y pagar a Roma. En el año 228 a.C. fundaron Cartago Nova (Cartagena).

Con Amílcar, Asdrúbal y Aníbal, y con la ayuda de algunos pueblos iberos, los cartagineses llegaron hasta el río Ebro. Roma, temerosa de que pudieran llegar de nuevo a sus tierras, firmó el Tratado del Ebro como límite de la expansión cartaginesa. Sin embargo, los cartagineses atacaron Sagunto, aliada de Roma, lo que desencadenó la Segunda Guerra Púnica y la llegada de Roma a Hispania.

Tartesos

Historiadores griegos mencionan la existencia de un pueblo llamado Tartesos en la zona de Huelva, Sevilla y Cádiz. Los tartesios comerciaban con fenicios y griegos, controlaban las minas de cobre de Huelva y el estaño que llegaba por la ruta atlántica. Desaparecieron cuando los cartagineses se hicieron dueños del comercio en la zona.

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