Mahoma y el Nacimiento del Islam
Mahoma nació en La Meca en el seno de una familia de la tribu de Qurays, una de las tribus más importantes de Arabia que controlaba La Meca. Huérfano desde temprana edad, Mahoma fue protegido por su clan y encomendado a su tío paterno, Abu Talib. Se ganó la vida como comerciante y, a los veinticinco años, comenzó a trabajar para Jadiya, una mujer rica e independiente cuya fortuna se basaba en la actividad comercial. Mahoma se casó con Jadiya y, durante algunos años, se dedicó a las actividades propias de su estatus. Tuvo varios hijos con ella, entre los que destaca Fátima.
Mahoma, que había tenido contacto con judíos y cristianos, relató que el arcángel Gabriel se le apareció, recibiendo así la primera revelación para obrar bajo un dios único, Alá. El arcángel Gabriel, una figura presente en el cristianismo, le dictó la ley de Dios en árabe. Además de Jadiya, el testimonio de Mahoma fue aceptado por diversos miembros de su entorno familiar, como su tío Abu Talib y su primo Alí. Sin embargo, encontró la oposición de la mayor parte de su tribu, los Quraysíes.
Mahoma comenzó a ser blanco de críticas y la incredulidad de los mequíes. El rígido monoteísmo que Alá imponía en su revelación, la condena sin paliativos de las prácticas paganas y la crítica implícita contra el poder político de los Quraysíes fueron las causas de una oposición cada vez más patente por parte de los clanes dirigentes en La Meca. La situación de Mahoma empeoró tras la muerte de su tío, Abu Talib, cuando su clan dejó de prestarle apoyo.
La Hégira: Un Nuevo Comienzo en Medina
La Hégira fue la solución política que encontró Mahoma para escapar del acoso de los Quraysíes, los miembros de su tribu, quienes lo veían como un rival político y buscaban su muerte. El 15 de julio del 622, Mahoma emprendió la Hégira (migración) con buena parte de sus seguidores hacia Medina.
Medina, una ciudad con una composición religiosa diversa donde convivían judíos y animistas, representaba una alternativa a La Meca. Tras negociaciones previas, los medinenses que invitaron a Mahoma a establecerse en la ciudad se comprometieron a obedecerle y a luchar por su causa. Buscaban que Mahoma arbitrara en sus querellas internas, mientras que él aspiraba a construir un poder político razonable en Medina y ganar adeptos para el Islam.
Mahoma convirtió a Medina en el centro de la expansión del Islam, pero continuó enfrentando la oposición de los mequíes. Comenzó a organizar saqueos a las caravanas de los mequíes, lo que provocó una confrontación directa entre Medina y La Meca. Grupos de sus seguidores atacaban las caravanas, y con el botín obtenido, Mahoma pudo ganar adeptos para futuras campañas.
Batallas y Consolidación del Poder
- Batalla de Badr (624): Mahoma obtuvo una victoria militar decisiva contra los mequíes, lo que le permitió afianzar su posición en Medina.
- Batalla de Uhud (625): Los mequíes obtuvieron la victoria. El combate resultó desastroso para los musulmanes, el propio profeta resultó herido y sufrieron pérdidas significativas. Sin embargo, los mequíes no aprovecharon su ventaja y se retiraron sin intentar conquistar Medina.
Mahoma, consciente del poderío mequense, optó por una estrategia de alianzas con diversas tribus del Hiyaz. En el año 628, lideró una expedición a La Meca en son de paz, con el propósito de peregrinar al santuario de la ciudad. Los Quraysíes se vieron obligados a negociar, y se alcanzó el pacto de al-Hudaybiyya, que establecía una tregua de diez años y permitía a Mahoma realizar la peregrinación al año siguiente.
La Rendición de La Meca y la Unificación de Arabia
En el 629, muchos mequíes, percibiendo que el futuro estaba en el Islam, se rindieron. Mahoma, al frente de una expedición de 10.000 hombres, se presentó ante las puertas de La Meca. La ciudad se rindió y el Profeta hizo su entrada triunfal. En este momento, con un gran número de adeptos al Islam, la percepción de los judíos hacia Mahoma cambió, y se convirtieron en un obstáculo político, siendo apartados.
En el 632, Mahoma murió, dejando una Península Arábiga unificada por el Islam. Se consolidó como el último profeta enviado por Dios. Tras su muerte, surgió el problema de la sucesión, ya que Mahoma no había fundado una dinastía. La solución se encontró en una combinación de métodos tradicionales de la Península Arábiga, nombrando como sucesor a Abu Bakr, suegro de Mahoma y uno de sus primeros compañeros, quien lo acompañó en la Hégira. Abu Bakr reunía toda la legitimidad del Islam.
Los Primeros Califas: Los Rashidun
Después de Abu Bakr, la sucesión recayó en Umar, Utman (644-656) y Alí (656-661). Estos son conocidos como los primeros califas, los Califas Rashidun, o «Bien Guiados».