Manifiesto de Manzanares: Contexto y Reivindicaciones (1854)

Manifiesto de Manzanares

Localización, naturaleza y fecha del texto

El presente texto es una fuente primaria: el Manifiesto de Manzanares. Firmado por el general Leopoldo O’Donnell y redactado por Antonio Cánovas del Castillo, pretendió acabar con los gobiernos corruptos del final de la Década Moderada. Es un documento de contenido político, una declaración de intenciones, un manifiesto que exhorta a una revolución política. Fue publicado el 7 de julio de 1854.

Autores y contexto histórico

Los autores son el general O’Donnell, que lo firma, y Cánovas del Castillo, que lo redactó. Cánovas era un joven abogado del sector «puritano», el más liberal del partido moderado. O’Donnell, un prestigioso militar, también del sector más liberal del partido moderado, se oponía a los desmanes autoritarios de políticos como Bravo Murillo. Este general lideró un levantamiento militar para cambiar el gobierno. Tras el proceso revolucionario, del que se vio apartado por los sectores más progresistas, O’Donnell volvió al poder en 1856, fundando un nuevo partido: la Unión Liberal, de carácter liberal conservador. Cánovas del Castillo se convertiría en el gran líder del partido conservador y artífice de la Restauración de Alfonso XII en 1874.

El contexto histórico del Manifiesto de Manzanares se sitúa entre la caída de Bravo Murillo en diciembre de 1852, a causa de la política autoritaria de sus gobiernos, y la llegada al poder de los progresistas con Espartero en julio de 1854.

Tras la caída de Bravo Murillo, se produjo un periodo de crisis de los distintos gobiernos hasta julio de 1854, marcado por la corrupción, la debilidad política, el enfrentamiento con el sector militar y los liberales en general. Esta situación provocó una doble conspiración: una militar, encabezada por O’Donnell y los sectores más liberales del partido moderado, y otra de los progresistas y demócratas. El 28 de junio de 1854, O’Donnell se sublevó en Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid. La reacción del gobierno llevó al enfrentamiento o batalla de Vicálvaro, de resultado indeciso y pocas víctimas, que provocó un momento de indecisión en el movimiento revolucionario. Por eso, reunidos los conspiradores en Manzanares, Cánovas del Castillo redactó este manifiesto que, según algunos autores, invitaba a una rebelión más amplia de los sectores progresistas. Esta rebelión se fue produciendo en los siguientes días, hasta que a finales de julio de 1854, la reina Isabel II tuvo que llamar para formar gobierno al progresista general Espartero, iniciándose el Bienio Progresista (1854-1856) de su reinado.

Ideas principales

  1. Devolver los beneficios del régimen representativo a la nación, con la ampliación de la libertad de imprenta y de la ley electoral, como se contempla en la constitución «non nata» de 1856 y en la convocatoria de Cortes Generales.
  2. Reformas económicas que permitan la reducción de impuestos. La ley Madoz de desamortización eclesiástica fue el intento más significativo en este sentido.
  3. Descentralización administrativa, otorgando mayor peso a los poderes locales, a los municipios.
  4. Garantías para la carrera militar, deseos de las fuerzas del ejército que apoyaban el levantamiento, y nuevo papel del ejército contemplado en la reorganización de la Milicia Nacional.

En definitiva, el manifiesto contiene los postulados del programa liberal, la doctrina clásica del progresismo, recogiendo las aspiraciones de políticos conservadores, grupos del ejército y grupos progresistas. Comienza dirigiéndose al pueblo español y dando cuenta de la buena acogida por este del alzamiento de Vicálvaro, al tiempo que garantiza a partir de ese momento el triunfo de la libertad y de las leyes.

A continuación, muestra su convencimiento bajo el nuevo régimen de gobierno. De este modo, pasa a anunciar sus intenciones y las reformas que buscan emprender. Por una parte, desean conservar la monarquía, aunque eliminando la camarilla que venía siendo habitual en los últimos tiempos; la aplicación rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas si es preciso; la rebaja de los impuestos; el respeto por los méritos y la antigüedad en los empleos; la descentralización del Estado. Asimismo, defiende la consolidación de la Milicia Nacional como garantía de estas expectativas.

Por último, expone que será la misma nación quien fije las bases definitivas de la regeneración liberal, mediante las sucesivas juntas y las Cortes Generales, en clara alusión al principio de soberanía nacional.

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