Contextualización
El tema del documento refleja un hecho puntual y trascendente en el movimiento obrero de Euskal Herria: la huelga de 1890, ocurrida en las minas de Vizcaya. Para entender el texto es necesario contextualizarlo en su época, aislando las causas o factores que provocaron esta huelga.
Diferentes ventajas tales como la riqueza y calidad del mineral de hierro, la facilidad de explotación de las minas a cielo abierto, el bajo coste de extracción por el reducido precio de la mano de obra, la facilidad de transporte… dieron lugar a altos niveles de extracción de mineral que, fundamentalmente durante el último cuarto del siglo XIX, tuvieron lugar en la zona de Vizcaya, especialmente en torno a la ría del Nervión.
Como resultado, se produjo un auge de la minería y de la siderurgia vasca materializado en la creación de empresas ferroviarias como la FEVE, empresas siderúrgicas como Nuestra Señora del Carmen (1855), San Francisco de Mudela (1878), Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao (1882), La Vizcaya (1882), Sociedad Anónima la Iberia (1888)… o empresas para la explotación minera en Gallarta o La Arboleda.
La inmigración y las condiciones de vida de los mineros
La industrialización generó la necesidad de importar mano de obra. El País Vasco dejó de ser un país que exportaba emigrantes para convertirse en un foco de atracción para enormes sectores de población. Los trabajadores provenían de las provincias limítrofes, del sur y del oeste de la península. En un principio, no obstante, solo acudían campesinos de zonas deprimidas con pocos recursos, pues el trabajo que había era duro y peligroso.
La población recién llegada se concentraba en las cuencas mineras como Gallarta, mencionada en el texto, y en la margen izquierda del Nervión; municipios como Barakaldo y Sestao incrementaron su población en más del 400%, lo que generó problemas laborales y sociales como el hacinamiento, el urbanismo incontrolado, aumento de la mortalidad debido a las enfermedades industriales (clima húmedo, condiciones del hábitat, contaminación…). Nadie mejor que Vicente Blasco Ibáñez supo describir en su obra “El intruso” las difíciles condiciones de vida y laborales de los mineros.
El jornal medio de un minero de finales del siglo pasado oscilaba entre las 3 y 3,25 pesetas por día, aunque variaba en función de las aptitudes de cada uno. Los especialistas (barrenadores) percibían del orden de 4-5 pesetas por día. La jornada laboral abarcaba de sol a sol, con media hora para almorzar y una para comer.
El acomodo de estos trabajadores se hacía en barracones, casas de peones y viviendas alquiladas. Los obreros con familia habitualmente alquilaban su propia vivienda; los solteros se alojaban con alguna familia (vivían de patrona), a cambio de algún dinero, o lo hacían en terrenos de las compañías, en casas construidas por estas o a veces por particulares. Lo más habitual entre los que venían solos era pagar por la cama, lavado y preparación de los alimentos que ellos mismos compraban. Pero frecuentemente, con el pretexto de la lejanía de los pueblos vecinos y con el fin de no perder tiempo de trabajo, se les obligaba a los mineros a dormir en estos albergues o barracones de la empresa, que les eran arrendados por el propio capataz. Suciedad, hacinamiento, ausencia de agua corriente y de retretes era el desolador panorama que presentaban estos insalubres habitáculos.
Los abusos y el nacimiento del socialismo
Los abusos de los que eran objeto estas gentes –generalmente con un elevado grado de incultura y deseosos de trabajar al precio que fuera– por parte de sus capataces (calificados en el texto como “negreros sin conciencia”) hacía muy penosas sus condiciones de vida. Para ganarse la simpatía de sus superiores, el minero tenía que comprar los productos de primera necesidad en las tiendas o cantinas de propiedad patronal, regentadas por capataces o encargados. Era el sistema de tiendas obligatorias, donde “compraban géneros alimenticios, buenos o malos… y a precios escandalosos”. En él, los obreros no estaban obligados a abonar sus compras en el acto, ya que al coincidir el día de pago en la mina con el de cobro en la tienda, únicamente percibían la diferencia entre el jornal y la deuda adquirida.
El maltrato sufrido por estos trabajadores de las minas, sus miserias sociales y las dificultades y penurias de sus vidas, constituyeron el caldo de cultivo para ideologías del movimiento obrero no habituales hasta entonces, como el socialismo, la tendencia que más fuerza tendrá en Euskal Herria. Así nacieron diversos núcleos de esta tendencia, en lugares como Ortuella, Gallarta y La Arboleda.
El socialismo en España y en Euskal Herria
Se puede encuadrar el socialismo vasco dentro del territorio español.
A nivel del gobierno español, el 2 de mayo de 1879 una serie de pequeños grupos de obreros organizados, encabezados por Pablo Iglesias, creaba el PSOE (Partido Socialista Obrero Español). Eran partidarios de la desaparición de las clases sociales y de la abolición de la propiedad privada para lo que proponían la toma del poder por parte de la clase trabajadora, es decir “la propaganda de derecho”, frente a la “propaganda de hecho de los anarquistas”. Otras demandas eran la enseñanza pública, el sufragio universal y las 8 horas de trabajo. En 1888 se crea la UGT, sindicato socialista quienes a diferencia de los anarquistas, se mostraron reformistas, participando en las elecciones y el sistema. Tendrá gran éxito en Madrid, Asturias y Vizcaya. Entre sus líderes destacan Pablo Iglesias, Pérez Agua… Defendían la huelga y la actuación en política. Difundían su ideología a través de periódicos como “El Socialista”, “El Obrero” o “La Lucha de Clases”.
A nivel de Euskal Herria, hasta la última década del XIX el movimiento obrero apenas tuvo importancia en estas tierras, pues había pocos conflictos entre obreros y patrones. El movimiento obrero irá reflejando el cambio producido en el proletariado vasco, debido a los avances en la industrialización.
El socialismo vasco surgió en las últimas décadas del siglo XIX, en la etapa de la Restauración monárquica y tuvo en sus comienzos dos etapas diferenciadas, encarnadas por sus líderes más significativos: Facundo Perezagua e Indalecio Prieto.
La UGT envía al tipógrafo toledano, Facundo Perezagua, a Bizkaia con el fin de estudiar la situación obrera, especialmente en los pueblos mineros y obreros industriales, con el encargo de crear las primeras agrupaciones sindicales, será el verdadero motor del socialismo en Bizkaia.
Facundo Perezagua fundó la primera organización socialista vasca en 1886: la Agrupación Socialista de Bilbao se constituyó el 11 de julio de 1886 con alrededor de 20 militantes. Rápidamente el PSOE fue expandiéndose por la cuenca minera de las Encartaciones y la margen izquierda del Nervión.
La huelga de 1890
La actuación más importante organizada por los socialistas fue la huelga de 1890, cuyos objetivos y logros más importantes se relatan en el texto. Cinco miembros del comité socialista, posiblemente integrantes de la “comisión que reclamara de los poderes… su pronta y absoluta desaparición” tal y como se menciona en el texto, son despedidos del trabajo en la mina de La Arboleda por participar en las celebraciones del 1º de mayo. Los socialistas reivindican ese día como el día del trabajador, siguiendo consignas de la Internacional Socialista; en el texto queda evidente el hecho de que aprovecharon la fiesta del 1º de mayo para manifestar sus reivindicaciones. El 7 de mayo estalla la huelga, 4.000 mineros y 20.000 obreros del arrabal bilbaíno la secundan, los enfrentamientos con la Guardia Civil son constantes y las fábricas cierran. La patronal no transige, y ante las reivindicaciones de mejoras en el trabajo y barracones de los obreros, como bien se refleja en el texto, la patronal llama al ejército. Este se persona, pero da la razón a los obreros y se firma el pacto de Loma, por ser Loma el responsable de los militares acuartelados en Vitoria y el que firma el pacto. La patronal se ve obligada a firmar también. Los obreros consiguieron reducir la jornada a una media de 10,5 horas diarias (antes trabajaban 12 horas), aunque esto variaba con las estaciones del año (10 horas en invierno y 11 en verano).
Consecuencias y trascendencia de la huelga
Los obreros consiguieron la reducción de las jornadas; sin embargo, el olvido de algunas de estas promesas, tales como la desaparición de los cuarteles y las tiendas obligatorias, daría lugar a la organización por parte de los socialistas de huelgas como la de 1896. Trascendencia: la huelga de 1896 consiguió recuperar parte del espíritu de la gran huelga de Bilbao de 1890 y volver a poner en marcha el mecanismo reivindicativo del sector obrero. Desde 1890 a 1911 se produce una continua afiliación sindical de los obreros al socialismo, que tiene 7.000 afiliados en 1911, casi todos en Bizkaia. Los socialistas convocarán huelgas como la de 1903 o la de 1910. Tras la huelga de 1903, los mineros consiguieron que no se les obligase a comprar en estos establecimientos. A cambio, se crearon varios economatos, financiados con capital patronal. Así nacieron los economatos de Ortuella, La Arboleda y Gallarta. Pretendían ofrecer artículos de consumo baratos y con la mayor calidad posible. No obstante, la creación de economatos se debía sobre todo a intereses de los patronos.
Otra mejora será la ley de 1904 para el descanso dominical. Los días de lluvia no se trabajaba y no se cobraba. Por este motivo, los domingos y días festivos se aprovechaban para recuperar estas horas perdidas.
Tras una nueva huelga, la de 1910, la jornada laboral quedó fijada finalmente en 9,5 horas al día.
Evolución del socialismo vasco
Durante esta época, el organismo de expresión de los socialistas vascos fue el semanario La Lucha de Clases, en el cual escribían importantes intelectuales de la sociedad vizcaína como Miguel de Unamuno, que fue militante de la Agrupación Socialista de Bilbao. En 1904, un joven de una familia de origen nacionalista, Tomás Meabe, fundaba en Bilbao las Juventudes Socialistas de España. El liderazgo de Perezagua se mantuvo hasta 1910, al variar el PSOE su estrategia política aliándose con los republicanos (coalición republicano-socialista), gracias a lo cual consiguió su primer diputado en las Cortes en la persona de Pablo Iglesias. En 1911, el fracaso de la huelga convocada para ese año acabó con el liderazgo de Perezagua. El líder del sector moderado del partido, Indalecio Prieto, se convirtió en diputado provincial de Vizcaya por la coalición republicano-socialista.
El enfrentamiento entre ambos sectores duró hasta 1915 con la expulsión de Perezagua del partido y el ascenso de Prieto al liderazgo, imponiendo un fuerte antinacionalismo, una tendencia liberal y regeneracionista.