El Movimiento Obrero y el Nacionalismo Vasco entre 1890 y 1930
1. Síntesis del Movimiento Obrero en el País Vasco
Entre 1890 y 1923, el movimiento obrero en el País Vasco se desarrolló en un contexto de cambios profundos, marcado por la abolición de los fueros en 1876 y la industrialización. La eliminación de los fueros generó divisiones en la sociedad vasca, con algunos defendiendo su restauración (foralismo) y otros adaptándose a la nueva situación económica.
La industrialización, especialmente en Bizkaia, trajo consigo una gran inmigración, lo que alteró la estructura social y rompió las relaciones tradicionales entre obreros y patronos. El socialismo creció en las zonas industriales, representado principalmente por el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y la UGT (Unión General de Trabajadores), dos organizaciones que luchaban por los derechos de los trabajadores y promovían la igualdad social. El socialismo se consolidó con victorias electorales y el aumento de huelgas laborales.
Por otro lado, el nacionalismo vasco, encabezado por Sabino Arana y el PNV (Partido Nacionalista Vasco), reaccionó ante la inmigración y al avance del socialismo, fundando el sindicato Solidaridad de Trabajadores Vascos para aglutinar a los obreros vascos bajo un ideal nacionalista. A lo largo del tiempo, el socialismo moderó su postura radical bajo la dirección de Indalecio Prieto, mientras que el nacionalismo se consolidó como un movimiento burgués, dividido en dos tendencias: los independentistas, que buscaban la independencia de Euskadi, y los posibilistas, que preferían una autonomía dentro del Estado español.
2. Foralismo, Tradicionalismo y Nacionalismo
- Foralismo: Corriente que surgió tras la abolición de los fueros en 1876, defendiendo la restauración de estos privilegios y la autonomía de los territorios vascos frente a la centralización del Estado español. Era apoyada por quienes preferían una sociedad agrícola y tradicional.
- Tradicionalismo: Enfocado en la defensa de los valores y estructuras sociales tradicionales, como la Iglesia Católica y una sociedad rural. Vinculado al carlismo, el tradicionalismo veía la industrialización y la inmigración como amenazas para la cultura vasca.
- Nacionalismo: Impulsado por Sabino Arana, defendía la independencia de Euskadi y la preservación de la cultura vasca frente a España. Con el tiempo, el PNV adoptó una postura más moderada, buscando autonomía dentro de España, y se dividió entre independentistas y posibilistas.
3. La Ideología Sabiniana y el Llamado «Giro Sabiniano»
La ideología sabiniana y el «giro sabiniano» son dos aspectos fundamentales para entender el desarrollo del nacionalismo vasco a finales del siglo XIX y principios del XX.
La ideología sabiniana: Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco (PNV), propuso una visión del nacionalismo vasco basada en la distinción de la cultura, raza y lengua vasca frente al resto de España, a quienes llamaba «maketos». Su lema «Jaungoikoa eta Lege Zaharra» (Dios y la Ley Vieja) reflejaba la necesidad de recuperar los fueros y retornar a la situación anterior a 1876, con una sociedad rural y tradicional. Arana consideraba que los inmigrantes eran una amenaza para la identidad vasca.
El «giro sabiniano»: Tras la muerte de Sabino Arana en 1903, el PNV adoptó una postura más moderada y autónoma. El «giro sabiniano» se refiere a la transformación del partido hacia una ideología menos radical. En lugar de buscar la independencia total, los nuevos líderes, como Ramón de la Sota, abogaron por una autonomía progresiva dentro de España. Esta evolución llevó a la división del PNV en dos corrientes: los independentistas (que seguían la visión de Arana) y los posibilistas (que preferían una mayor autonomía dentro del Estado español).
4. El Nacionalismo Vasco tras la Muerte de Sabino Arana
En 1906, tras la muerte de Sabino Arana, se celebró la primera asamblea del PNV, en la que se dio cuenta de todos los trabajos realizados hasta el momento, como la fundación de las dos revistas, la creación de los batzokis y la fundación de Eusko Gaztedi (1904). Un año después de la asamblea, el partido se encontró bajo el mando de Ángel Zabala (líder posibilista) que impuso la línea autonomista. Esta “deriva” supuso la expulsión de Luis Arana en 1916 y el cambio de nombre a Comunión Nacionalista Vasca (CNV). Con ello, el nacionalismo vasco se consolidó como un nacionalismo burgués que aspiraba a conseguir una autonomía dentro del Estado Español e impulsar los valores modernos de la industrialización, totalmente ajenos al mundo rural y agrícola.
La tendencia independentista, no obstante, no desapareció y permaneció liderada por Eli Gallastegui, quien defendía los valores independentistas de Sabino mediante su revista “Aberri”. En 1921 fue expulsado de la CNV y, unido a Luis Arana, fundó un nuevo partido, llamado EAJ, de carácter independentista. Cuando comenzó la dictadura de Primo de Rivera en 1930, los dos grupos se unieron bajo el nombre EAJ-PNV.
5. Mitología, Romanticismo, Batalla de Arrigorriaga, Tradicionalismo y Nacionalismo Vasco
El Nacionalismo Vasco se fundamentó en unas bases poco sólidas. La primera de ellas fue la amplia mitología, con la que se intentaba justificar una realidad política, social y económica, destacando la antigüedad del pueblo vasco. Un ejemplo significativo es el mito de la batalla de Arrigorriaga, en la que se narra la derrota de los leoneses a manos de los vascos. Otra de sus bases fue el romanticismo, que consistía en la explicación de la realidad a través de las sensaciones, destacando la paz y tranquilidad económica y social de la que gozaba la sociedad vasca. Por último, a finales del siglo XIX, surgió el tradicionalismo como respuesta a la “amenaza cultural” causada por la llegada masiva de inmigrantes que venían a trabajar. Esta otra base del Nacionalismo buscaba defender las tradiciones o “formas de ser” de un pueblo, aferrándose a su singularidad jurídica, económica y a sus concepciones religiosas.
6. El Pluralismo Vasco en la Restauración
La industrialización y la llegada masiva de inmigrantes alteraron la estructura socioeconómica vasca. Esta situación puso fin a la relación paternalista entre obreros y patrones, característica del periodo preindustrial. Asimismo, se rompió la tradicional división entre el liberalismo y el carlismo, dando lugar a nuevas opciones políticas. Aunque inicialmente eran minoritarias, a lo largo del siglo XX se convirtieron en referentes políticos, dando forma al pluralismo político vasco.
El socialismo y el nacionalismo, organizados desde el principio como partidos modernos, ampliaron su base social y se convirtieron en auténticos partidos de masas. Por su parte, el carlismo, aunque incorporó algunos rasgos modernizadores ausentes en otras opciones, vio cómo sus bases se sintieron cada vez más atraídas por el nacionalismo vasco. En cambio, las demás formaciones políticas (republicanos, tradicionalistas, fueristas…) continuaron siendo partidos dirigidos por personalidades, sin estructuras modernas de organización, recurriendo al falseamiento electoral y a la compra de votos.
7. «Bizkaya por su Independencia»
Sabino Arana plasmó su ideología en el folleto “Vizcaya por su independencia”. La publicación rememora las batallas de Arrigorriaga (888), Gordexola y Otxandio (1355) y Mungia (1470), en las que se interpreta que Bizkaia se defendió de los intentos de expansión de leoneses y castellanos. También defiende la distinción del vizcaíno respecto al español y la necesidad de recuperar los fueros y regresar a la antigua situación (Ley vieja), lo que se lograría con la independencia. Arana explicó este folleto y su programa político en el llamado “Discurso de Larrazábal”.
8. Comentario sobre el Athletic Club de Bilbao
El Athletic Club de Bilbao siempre ha destacado por su manera de organizarse, contando únicamente con jugadores vascos nativos. Es entendible que para algunas personas esto sea raro o peculiar, especialmente cuando, en el área deportiva, acostumbramos a ver equipos donde la diversidad de nacionalidades es algo habitual.
Por otro lado, la idea en la que se basa el Athletic, de preservar la identidad y la cultura vasca, es respetable, siempre y cuando no derive en algo más radical que pueda afectar negativamente a la sociedad. No considero que sea una actitud xenófoba, ya que, como ellos mismos afirman, su postura no tiene como base la exclusión de jugadores de otras nacionalidades.
Sin embargo, hay quienes no están de acuerdo y lo perciben como una forma de xenofobia, lo que ha generado problemas en el pasado y probablemente lo siga haciendo en el futuro. A pesar de todo, es importante destacar el excelente trabajo realizado por los jugadores del Athletic, quienes han logrado destacar en el ámbito deportivo y han recibido el apoyo tanto de vascos como de personas de otras nacionalidades.