Los Nacionalismos y Movimientos Sociales en la Restauración Española
1. Introducción
La Restauración borbónica en España, a pesar de su aparente estabilidad, no logró integrar a las formaciones políticas no dinásticas. El sistema canovista, caracterizado por su carácter cerrado y monopolizado por la oligarquía, excluía las aspiraciones de las clases media y popular, así como los intereses de las regiones y nacionalidades periféricas. Carlistas, republicanos y movimientos nacionalistas que cuestionaban la administración centralista fueron reprimidos y marginados. De igual manera, se criminalizaron los grandes movimientos sociales, como el movimiento obrero y campesino que se oponía al capitalismo.
2. El Republicanismo
Tras el fracaso de la I República, los republicanos se fragmentaron en diversas corrientes. Los federalistas de Pi i Margall en el levante y los unionistas de Salmerón se unieron en 1893 en la Unión Republicana, que no logró superar los 33 diputados. Los radicales de Zorrilla abogaban por la lucha armada, mientras que los posibilistas de Castelar acabaron integrándose en el Partido Liberal.
3. El Regionalismo y el Nacionalismo
Los nacionalismos se desarrollaron principalmente en Cataluña y País Vasco, mientras que los regionalismos más importantes surgieron en Galicia, Andalucía y Valencia. Estos movimientos defendían los particularismos regionales de su cultura. En el contexto de la crisis del 98, también emergió un nacionalismo español que exaltaba la patria y la defensa de Cuba.
3.1. El Catalanismo
En 1830, surgió un movimiento cultural conocido como la Renaixensa, que reivindicaba la historia, la literatura y la lengua catalana. Durante el Sexenio Democrático y la I República, el catalanismo evolucionó de una reivindicación cultural a una política, sentando las bases del Estado Federal Catalán con Pi i Margall. En la Restauración, Valentí Almirall retomó la idea del movimiento político y fundó en 1882 el Centre Catalá. Un grupo de ideología conservadora se separó del Centre Catalá y fundó en 1887 la Lliga de Catalunya. Esta organización presentó a la regente María Cristina de Habsburgo el Memorial de Greuges, con reclamaciones políticas y económicas. La Lliga, junto con otras entidades, formó la Unio Catalanista y redactó las Bases de Manresa, un proyecto de Constitución Regional Catalana.
En 1901 se creó la Lliga Regionalista, precedente de Convergencia i Unió, un partido conservador cuya base social estaba en las clases medias y altas de la industria catalana. Todas las fuerzas políticas catalanas se unieron en el movimiento Solidaritat Catalana, que obtuvo un gran éxito electoral en 1907. El éxito del catalanismo a principios del siglo XX culminó con la creación de la Mancomunidad de Cataluña en 1914, gracias a una ley de 1913 que permitía la agrupación de diputaciones provinciales.
3.2. El Nacionalismo Vasco
Debido a que el euskera estaba limitado al ámbito rural, el nacionalismo vasco no pudo tener una base literaria como la catalana. Su aparición a finales de siglo se debió a dos causas: la rápida industrialización de Vizcaya, donde la industria siderometalúrgica transformó la estructura social; y la abolición de los fueros tras la Tercera Guerra Carlista en 1876. En 1894, Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), de raíces carlistas, conservador, rural y católico, que defendía los intereses de la pequeña burguesía. Más adelante, el nacionalismo vasco evolucionó hacia posturas más moderadas, pasando de pedir la independencia a pedir la autonomía. En 1911 se creó un sindicato paralelo al PNV: Solidaridad de los Trabajadores Vascos (STV).
3.3. El Regionalismo Gallego
Debido al atraso económico gallego, el movimiento regionalista se produjo con cierto retraso. Comenzó con un movimiento cultural llamado Rexurdimiento, que reclamaba la idiosincrasia de la lengua y la cultura gallegas. Las figuras más destacadas fueron Rosalía de Castro y su esposo Murguía, liberales, que fundaron la Asociación Regionalista Gallega, comenzando la implantación política. Por otro lado, surgió una corriente conservadora, heredera del carlismo, con Brañas. Entrado el siglo XX apareció una visión más progresista con Castelao.
3.4. Otros Regionalismos Peninsulares
En Andalucía, el Manifiesto de Córdoba de 1919 reclamaba una solución al problema de la tierra y la obtención de la autonomía. En Valencia se produjo un movimiento en torno a la lengua, con los Jocs Florals y la fundación en 1907 de Valencia Nova.
4. Movimiento Obrero en España
4.1. Primeros Pasos: Ludismo y Asociacionismo
Las primeras protestas obreras fueron contra las máquinas, pues eliminaban puestos de trabajo. Era el ludismo, que empezó en Alcoy en 1821, y en Barcelona se quemó la fábrica de Bonaplata en 1835. Aparecieron asociaciones de trabajadores del mismo oficio para darse ayuda mutua en caso de enfermedad o necesidad de huelga. La primera asociación de protección fue la Mutua de Tejedores de Algodón de Barcelona en 1840. La primera huelga general se dio en 1855 durante el Bienio Progresista.
4.2. El Movimiento Internacionalista
En 1864 se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como I Internacional, entre anarquistas y socialistas. En España se creó la Federación Regional Española, con influencia del anarquismo en Cataluña y Andalucía. La división entre socialistas y anarquistas acabó con la aceptación de las tesis de los últimos.
4.3. Socialismo
Los socialistas crearon la Federación Madrileña. Durante la I República se extendió el movimiento obrero, pero en la Restauración se ilegalizaron todas sus asociaciones, hasta que con los liberales, en 1881, se permitió salir a la luz al Partido Socialista Obrero Español, (PSOE), que había sido fundado en 1879 por un grupo de tipógrafos encabezados por Pablo Iglesias. Defendían la abolición de clases, la transformación de la propiedad privada en social y la posesión del poder por la clase trabajadora. En 1910, Pablo Iglesias sería el primer diputado socialista. Apareció el sindicato paralelo, la Unión General de Trabajadores (UGT). Desde 1890, la II Internacional (principalmente marxista) fijó el 2 de mayo día del trabajador. Se convocaron manifestaciones, y el 4 de mayo en Bilbao provocaron el despido de 5 mineros, lo que radicalizó las protestas y desencadenó una huelga general, que consiguió reducir la jornada de 13 a 10 horas y la abolición del truck system.
4.4. Anarquismo
Los anarquistas crearon en 1881 la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), con dos tendencias: la anarcosindicalista, con las tesis de Bakunin, que defendía la acción social; y la anarcocomunista, próxima a Kropotkin, partidaria de la acción violenta. En los 80 destacó la violencia y el terrorismo anarquista, con ataques a terratenientes en el campo andaluz. En los 90 la violencia se trasladó a Cataluña. Se reprimió duramente el movimiento, con la excusa de una “Mano Negra” que nunca se pudo relacionar con la FTRE. Se produjo un atentado contra Martínez Campos, y dos bombas en el Liceo. La dura represión de Cánovas con los procesos de Montjuic acabó con un atentado que lo mató.
5. Conclusión
En la Restauración se produjo la eclosión de los nacionalismos y regionalismos periféricos, que comenzaron como movimientos culturales y acabaron siendo parte de la vida política de forma activa. Por otro lado, aparecieron los movimientos obreros, con el socialismo y el anarquismo. Los primeros iban contra las fuerzas políticas de la burguesía, y los segundos contra toda actividad política, a veces con violencia. Sin embargo, estos movimientos estaban mal estructurados, y la principal fuerza de oposición fue el republicanismo. Pretendió la modernización del régimen, pero se encontró con el problema de su propia disgregación en múltiples facciones. Al final, triunfaría en 1931 con la II República.
6. Bibliografía
LIDA, C.E.: Antecedentes y desarrollo del movimiento obrero español, 1835-1888. Ed. Siglo XXI. Madrid. 1973.