La Restauración y el Sistema Canovista
Con la llegada de Alfonso XII al poder, comienza una época de la historia de España conocida como Restauración. De esta época destaca Antonio Cánovas del Castillo, quien preparó la vuelta de los Borbones al poder e ideó todo un sistema político que devolvió a España la estabilidad, por medio de la alternancia pacífica entre el partido liberal y el conservador.
Sin embargo, esta estabilidad política se basó en la marginación de todos los partidos opuestos al régimen. Años después, el sistema comenzó a flaquear y tuvo que convivir con un amplio abanico de partidos «fuera del tablero». Estos serán una de las causas que logren acabar con el turnismo de la Restauración.
La Oposición al Régimen Canovista
El Carlismo
Los carlistas, a pesar de su derrota en el campo de batalla, no desaparecieron. Cándido Nocedal, abandonada la vida militar, hace que los carlistas se agrupen en un pequeño partido sin importancia en el marco político.
El Republicanismo
Tras el fracaso de la I República, los republicanos se fragmentaron en diversas tendencias: conservadores, krausistas, radicales o federalistas. Este fraccionamiento, ligado a la falta de implantación entre las clases sociales y los perversos procedimientos electorales, hicieron que su representación en el Congreso fuera poco más que simbólica. Además, ya no cuentan con el apoyo obrero, que forma su propio partido, ni con el apoyo de la burguesía periférica, que también busca su propia representación a través de los partidos nacionalistas.
El Movimiento Obrero: Anarquismo y Socialismo
El movimiento obrero se divide en anarquismo y socialismo. Los anarquistas no logran unirse como partido, ya que están en contra de las organizaciones jerarquizadas, pero en 1881, con la Ley de Asociación, se organizan en la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), teniendo gran éxito en Cataluña y Andalucía. El anarquismo comenzó a ser un problema debido a los numerosos atentados que cometieron, los cuales eran justificados como respuesta a la violencia impartida por el gobierno en un sistema hecho por y para la burguesía.
Por otro lado, están los socialistas, que comienzan sus andadas con los primeros compases de la Restauración. En 1879, en un bar madrileño, Casa Labra, fundan el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por Pablo Iglesias. Las ideas principales de su programa eran la abolición de las clases sociales, la emancipación de los trabajadores, la transformación de la propiedad privada en colectiva y que la clase obrera conquistara el poder político. Para una mejor organización, crean en 1881 el Comité Central del PSOE y, siete años después, fundan la Unión General de Trabajadores (UGT). El PSOE se enfocaba en objetivos políticos, mientras que UGT buscaba reivindicaciones laborales. Su actitud contraria a la Guerra de Cuba en 1898 popularizó la imagen del partido y ayudó a que emergiera rápidamente.
La Oposición Intelectual
También cabe mencionar una oposición intelectual formada por profesores universitarios, pensadores, novelistas, etc., que se encontraban contrarios al sistema porque, según ellos, impedía la modernización del país y la aproximación a la Europa avanzada.
Los Nacionalismos Periféricos
El Nacionalismo Catalán
El nacionalismo catalán está basado en una burguesía pujante y en una intelectualidad que busca las raíces históricas en la Edad Media y da lugar a un renacimiento cultural catalán, la Renaixença. Los primeros grupos nacionalistas aparecen en torno a intelectuales de la talla de Valentí Almirall o Prat de la Riba, que en 1892 se unen y forman la Unión Catalanista, cuyo programa fundacional serán las Bases de Manresa. No plantean la separación, sino el federalismo, con regiones autogobernadas con instituciones propias. En 1901, se fundará la Lliga Regionalista, agrupando todas las tendencias de Cataluña, liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó.
El Nacionalismo Vasco
El nacionalismo vasco tiene como mayor representante a Sabino Arana, que funda en 1895 el Partido Nacionalista Vasco (PNV) con el fin de reivindicar los fueros de Vizcaya. Su ideología es muy radical, ya que estaba fuertemente influido por la religión católica, aunque nunca tanto como el carlismo.
Otros Nacionalismos y Regionalismos
También en Galicia surge un nacionalismo gallego, pero de menor importancia, al igual que en Andalucía y Valencia.
El Fin del Turnismo y la Crisis de la Restauración
Finalmente, todos estos movimientos tan diferentes tendrán una cosa en común: su oposición al sistema canovista basado en el turnismo, y conseguirán poner fin a este. El triunfo de estos nacionalismos (la Lliga Regionalista en Cataluña), el PSOE en municipios, los republicanos en algunas de las ciudades más importantes, etc., hacen que el rey Alfonso XIII se exilie, comenzando así la Segunda República Española.
Para concluir, podemos observar que el problema de los nacionalismos persiste hoy en día. En pleno siglo XXI, el mapa del nacionalismo español presenta características similares a las del siglo XIX: dos grandes nacionalismos periféricos, catalán y vasco, y otros regionalismos con menor importancia. Esta situación plantea la pregunta: ¿Realmente hemos evolucionado?
Bibliografía: Grupo Cronos.