Oposición al Sistema de la Restauración: Regionalismos, Nacionalismos y Movimiento Obrero

1. Introducción: Grandes Movimientos Sociales

El sistema político de la Restauración se vio desafiado por la emergencia de movimientos sociales que no pudo integrar: el movimiento obrero, los regionalismos y los nacionalismos. Estos surgieron como respuesta a la negativa del sistema de asumir otros intereses. El movimiento obrero fue inicialmente ignorado y combatido.

2. Las Fuerzas de Oposición: Republicanismo y Carlismo

2.1. Derrota y División del Carlismo

Cánovas del Castillo heredó del Sexenio Democrático la guerra carlista. Martínez Campos derrotó a los carlistas en 1875 en Cataluña e intervino en Navarra y País Vasco. Los carlistas se exiliaron en Francia, desde donde intentaron obtener el reinado para Don Carlos. Algunos carlistas se integraron en el sistema gracias a la influencia de Cabrera, mientras que otros, liderados por Nocedal, actuaron en la clandestinidad. Eventualmente, algunos llegaron a ocupar escaños en el Congreso.

2.2. La Oposición Republicana

Los republicanos unitarios se dividieron. Ruiz Zorrilla atrajo al Partido Republicano Progresista a una parte importante de los republicanos. Entre 1875 y 1886, se produjeron diversos pronunciamientos contra la monarquía. Desde el pronunciamiento de Villacampa en Madrid en 1886, los republicanos participaron en procesos electorales dirigidos por Nicolás Salmerón, de la Unión Republicana. El éxito electoral en ciudades importantes de este partido provocaría la escisión del Partido Radical de Alejandro Lerroux. El republicanismo no representó un peligro real para la monarquía hasta el siglo XX.

3. La Emergencia de Nacionalismos y Regionalismos

3.1. El Catalanismo

En la década de 1830 se inició en Cataluña el movimiento de recuperación de la lengua y cultura catalanas. Durante el Sexenio Democrático, el sector más intransigente del republicanismo federalista intentó implantar un Estado catalán. El primer manifiesto, Lo Catalanisme, de Valentí Almirall, apostaba por un catalanismo que luchara por la autonomía política y la defensa de las señas de identidad. También apareció una versión conservadora vinculada al carlismo. Enric Prat de la Riba fue uno de los inspiradores de la Lliga Regionalista Catalana, que en 1892 redactó las conocidas Bases de Manresa. La Lliga nació en 1901. Era un partido conservador que buscaba la autonomía de Cataluña, con apoyo de las clases medias y altas, y la industria local. Durante las dos primeras décadas del siglo XX, fue el principal partido catalán, posteriormente superado por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

3.2. El Nacionalismo Vasco

Las causas del nacionalismo vasco fueron: a) la rápida industrialización de Vizcaya, con el desarrollo de la industria siderometalúrgica, que transformó la economía, la estructura social y la cultura tradicionales; y b) la abolición de los fueros históricos tras la última guerra carlista. El nacionalismo vasco rechazó la «españolización» traída por los trabajadores de otras regiones. Como reacción a la «agresión española», se idealizó lo genuinamente vasco y se reivindicó un Estado propio. Los carlistas aportaron a este nacionalismo un componente violento. En 1894, Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), cuyo lema era «Dios y ley vieja». Inicialmente tuvo un apoyo social escaso debido a su radicalismo antiespañol e independentista, pero evolucionó hacia posiciones más moderadas para extender su influencia.

3.3. El Regionalismo Gallego

El nacionalismo gallego se desarrolló de forma más lenta y con menor arraigo social. A mediados del siglo XIX surgió el movimiento cultural O Rexurdimento. En 1889, Manuel Murguía fundó la Asociación Regionalista Galega, marcando el inicio del galleguismo político, al que se unió Alfredo Brañas. También se iniciaron otros regionalismos, como el valencianismo de Vicente Blasco Ibáñez o el andalucismo de Blas Infante.

4. El Movimiento Obrero y Campesino

En 1874, las asociaciones obreras estaban en la clandestinidad. En 1881, el gobierno de Sagasta permitió que las organizaciones obreras salieran a la luz, y en 1887 se produjo su legalización. La clase obrera creció en importancia social y numérica. En España, socialistas y anarquistas se organizaron por separado. En 1879 aparecieron las primeras organizaciones católicas, impulsadas por los jesuitas.

4.1. El Movimiento Anarquista hasta Finales de Siglo

El anarquismo fue la corriente mayoritaria del movimiento obrero español, con focos en el campo andaluz y el proletariado urbano catalán. Rechazaban toda acción política por la vía parlamentaria, y ganaron adeptos los partidarios de la violencia terrorista. Los años 90 fueron de gran conflictividad, con un círculo vicioso de atentados y represión. En 1897, un atentado acabó con la vida de Cánovas del Castillo.

4.2. El Movimiento Socialista hasta Finales de Siglo

En 1879, un grupo de tipógrafos madrileños, liderados por Pablo Iglesias, fundó clandestinamente el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Sus aspiraciones eran: la abolición de las clases, la emancipación de los trabajadores y la toma del poder político por la clase trabajadora. En 1888 se creó la Unión General de Trabajadores (UGT). En 1889 se fundó la Segunda Internacional, a la que asistió el PSOE. En 1890, la Segunda Internacional estableció el 1 de mayo como Día del Trabajador. El PSOE convocó mítines y manifestaciones en Madrid, Barcelona y Bilbao. El despido de cinco mineros bilbaínos desencadenó una huelga general en Bilbao que supuso una importante victoria para los obreros: jornada de diez horas y abolición de la obligación de residir en los barracones de la empresa. El PSOE y la UGT fueron minoritarios hasta principios del siglo XX, en comparación con los anarquistas.

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