La Instauración del Nazismo en Alemania
La República de Weimar
En 1918, a punto de finalizar la Primera Guerra Mundial, el káiser Guillermo II abdicó de su cargo y se proclamó la república, que estableció su capital en la ciudad de Weimar y se asentó sobre una constitución democrática. Alemania tuvo que asumir la derrota militar y aceptar las duras condiciones de paz impuestas por los vencedores. Los alemanes consideraron humillante el Tratado de Versalles, ya que, acusada Alemania de ser la causante de la guerra, le arrebataba territorios, reducía su ejército y le imponía fuertes reparaciones económicas. Los años de posguerra fueron para Alemania de crisis económica, miseria y paro. Las deudas de guerra y las reparaciones provocaron una elevada inflación. Así, en sus primeros años se vio amenazada por movimientos revolucionarios de izquierda y por varios intentos de golpes de Estado de la extrema derecha (putsch de Múnich de las milicias nazis).
Hitler y el Partido Nazi
Adolf Hitler era un soldado desmovilizado de la Primera Guerra Mundial, que no había aceptado la derrota alemana y que en 1920 fundó el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania (NSDAP), del que se erigió en líder indiscutible. El partido escogió como emblema la bandera roja con la cruz gamada y se dotó de una organización paramilitar, las Secciones de Asalto (SA). Su ideología fue recogida en el libro Mi Lucha (Mein Kampf), donde expresó su desprecio por la democracia parlamentaria y su odio al bolchevismo. Asimismo, defendía el antisemitismo, la superioridad de la raza aria y la necesidad de forjar un gran imperio (Reich) que uniese a todos los pueblos de habla alemana. Hitler no dudó en usar la demagogia: prometió trabajo para todos, reducir los beneficios industriales, mejorar los salarios. En sus discursos, arremetió fuertemente contra los que acusó de ser los responsables de la crisis alemana: judíos, comunistas y demócratas. Las milicias nazis se opusieron violentamente a la república y protagonizaron varios intentos insurreccionales.
El Nazismo en el Poder
El periodo entre 1924 y 1929 fue de relativa mejora de las condiciones económicas y de una cierta estabilidad social. Pero las consecuencias de la crisis de 1929 resultaron muy duras en Alemania. La retirada del capital americano arrastró a muchos bancos a la quiebra. El malestar social inclinó a una buena parte de la población hacia las propuestas de los partidos extremistas. Burgueses arruinados, campesinos y obreros desesperados fueron atraídos por las promesas nazis; los intelectuales y la mayoría de obreros se inclinaron por el partido comunista. En las elecciones de 1932, el partido nazi consiguió 13 millones de votos y, en enero de 1933, logró que el presidente Hindenburg nombrase a Hitler canciller. Poco después, los escuadrones nazis provocaron un incendio en el Reichstag (parlamento) y acusaron del mismo a los comunistas. Este incidente sirvió de pretexto a Hitler para eliminar a sus adversarios y exigir plenos poderes. En 1934, tras la muerte de Hindenburg, se proclamó Führer y canciller del III Reich (imperio).
El Tercer Reich Alemán
La Dictadura Nazi
En 1934, y en unos pocos meses, los nazis transformaron Alemania en una dictadura. En primer lugar, se disolvieron todos los partidos y sindicatos, se clausuró el parlamento. Solo quedó autorizado el Partido Nazi, que monopolizaba todo el poder. Los trabajadores fueron llamados a afiliarse al Frente del Trabajo Nacionalsindicalista, el único sindicato permitido. La administración pública fue depurada con una ley que autorizaba el despido por razones políticas y raciales. La judicatura quedó sometida a la voluntad del partido. Desde el punto de vista social, el Estado nazi aspiraba a una total cohesión de la sociedad alemana, basada en la superioridad de la raza aria y la ideología nacionalsocialista. La universidad, el sistema educativo, la cultura y el arte debían seguir las consignas nazis, por lo que muchos artistas e intelectuales fueron perseguidos y huyeron del país. Se censuró toda la producción literaria y artística, se crearon listas de autores prohibidos y se realizaron actos públicos para quemar los libros considerados perniciosos. El nazismo otorgaba a la mujer un papel social muy marginal, pues limitaba su actividad a las llamadas 3 «K»: Kinder, Kirche, Küche (hijos, iglesia, cocina). Se crearon las Juventudes Hitlerianas, que se encargaban de orientar el ocio y la educación de los jóvenes.
Un Régimen de Terror
El Estado alemán se convirtió en un Estado policiaco. Las Secciones de Seguridad (SS) y la Gestapo, bajo el control de Himmler, se encargaban de perseguir cualquier conato de oposición y de imponer el orden. El mantenimiento de la pureza racial comportó la persecución de los judíos. En 1933 se promulgó el boicot a los negocios judíos, en 1935 se dictaron las Leyes de Núremberg, en 1938 se les obligó a llevar un distintivo. En 1933, se crearon los campos de concentración para recluir a los opositores y enemigos del Reich. Muchos judíos fueron exterminados.
Autarquía Económica y Rearme
El III Reich se propuso promover un relanzamiento que hiciese de Alemania una potencia económica mundial. La política económica nazi respondía fundamentalmente a los proyectos militaristas y expansionistas de Hitler. El Estado nazi ejerció un fuerte dirigismo económico, que tenía como objetivo conseguir la autarquía económica y convertir a Alemania en un Estado autosuficiente. Se dio prioridad a la industria de armamento, se llevó a cabo un ambicioso programa de obras públicas con la construcción de autopistas y otras infraestructuras. Hitler inició una política militarista: reforzó el ejército con la institución del servicio militar y la creación de un nuevo ejército, la Wehrmacht, y de una aviación moderna, la Luftwaffe. Con un ejército poderoso y una economía orientada hacia la guerra, Hitler se sintió preparado para lanzarse a la construcción de un gran imperio y a la conquista de un «espacio vital» al este de Europa. El camino hacia la Segunda Guerra Mundial estaba ya preparado.