La Liberación de la Política en el Renacimiento
Durante el Renacimiento, el orden social y político, tradicionalmente atribuido a la naturaleza, experimentó una transformación significativa. Se entendía la naturaleza de dos formas:
- La estructura familiar del cosmos: Una jerarquía gobernada por Dios, que se reflejaba en la monarquía autoritaria como forma ideal de gobierno.
- La naturaleza biológica: Sustentaba el patriarcado.
Ambas concepciones legitimaban el poder establecido. Sin embargo, la política del Renacimiento, con Maquiavelo como figura culminante, desafió este orden. El surgimiento de estados organizados, dirigidos por príncipes y ciudades con una clase media en ascenso, marcó un cambio. La vida se secularizó, y un sentimiento de pesimismo hacia la naturaleza humana llevó a la idea de que el miedo al castigo era necesario para mantener el orden. Sarpi, por ejemplo, argumentó que todo poseedor de poder busca incrementarlo. El concepto de soberanía emergió, representando la independencia absoluta del Estado, incluyendo el derecho a determinar la religión oficial. Lutero, con su doctrina, influyó en la distinción entre cultos e incultos. La filosofía incorporó el igualitarismo, con tendencias republicanas. Bacon, incluso, elogió la democracia por su carácter pacífico. Existían, sin embargo, diversas interpretaciones de la ley.
La Revolución Industrial en Inglaterra
Inglaterra, una monarquía con poder hereditario limitado por el Parlamento (Cámara de los Comunes electiva y Cámara de los Lores aristocrática), fue el epicentro de la Revolución Industrial. La aristocracia inglesa, una clase relativamente abierta, poseía un fuerte sentido de responsabilidad como clase dirigente. Jorge III intentó influir en el Parlamento, pero se encontró con la oposición de Pitt (líder del partido conservador), quien implementó medidas represivas para controlar la opinión pública, pero también otras muy acertadas.
La Revolución Industrial se caracterizó por:
- Innovaciones técnicas: Como la hiladora mecánica y la máquina de vapor, que incrementaron drásticamente la productividad.
- Exportaciones: Jugaron un papel crucial, especialmente con las islas y territorios americanos.
- Flota militar: Una gran flota militar sostenía la alta demanda, la circulación de bienes y la renta.
El aumento de la productividad se convirtió en un factor fundamental de la transformación industrial.
Napoleón, la Revolución Francesa y su Impacto en Europa
El golpe de Estado del 9 de noviembre de 1799 llevó a Napoleón Bonaparte al poder en una Francia exhausta por la Revolución. Durante 15 años, Napoleón desempeñó un papel decisivo tanto en Francia como en Europa. Reubicó o marginó a los partidarios y colaboradores del golpe, construyendo un sistema político basado en una nueva jerarquía social.
La Estructura del Poder Napoleónico
El Consejo de Estado, dividido en cinco secciones (legislación, interior, finanzas, guerra y marina), redactaba las leyes que luego eran sometidas al Tribunado y sancionadas por la autoridad imperial. La administración civil, con la institución de prefectos y funcionarios, fue otra innovación clave.
Napoleón renegó de algunos valores de la Revolución, como la libertad y la representación democrática, aunque buscaba asegurar la igualdad jurídica y la defensa de la propiedad. Reguló la libertad de expresión y de prensa, sometiendo esta última a una censura policial que solo permitía la publicación de información oficial. El régimen administrativo fue, en esencia, autoritario.
Consenso y Oposición a Napoleón
Napoleón consolidó su poder personal atribuyéndose los poderes constituyente y legislativo. La creación de la nobleza lo alejó de los orígenes democráticos, y su despotismo se apoyó en las victorias militares y las ventajas de las conquistas. Las reformas napoleónicas fueron cautelosas, evitando ofender los sentimientos populares, especialmente en el ámbito religioso.
La oposición a Napoleón se propagó debido al desmantelamiento de las instituciones del Antiguo Régimen. Napoleón no percibió a tiempo que, al eliminar los vestigios del Antiguo Régimen e imponer la hegemonía francesa, se fomentaban sentimientos nacionales y oposiciones tanto intelectuales como populares. En Europa, Napoleón presentaba una dualidad: era visto como continuador de la Revolución, que derrocaba las instituciones del Antiguo Régimen, y, al mismo tiempo, como un tirano que alteraba el orden y vulneraba los derechos de los pueblos.
El Congreso de Viena y la Restauración
El Congreso de Viena (1814-1815) reunió a representantes de todos los estados europeos. Se aplicó el principio de legitimidad, siempre y cuando no perjudicara los intereses de las potencias más fuertes. El mapa europeo fue redibujado sin considerar la opinión pública.
La Restauración fue un período complejo, ya que las reformas institucionales no podían ser anuladas sin generar alteraciones sociales indeseadas. Se introdujeron reformas moderadas. El Congreso buscaba la restauración de la legitimidad dinástica. Aunque el zar Alejandro I tuvo un papel destacado y sus ideas influyeron en la creación de la Santa Alianza, el realismo del representante austríaco Metternich obtuvo mayores éxitos. Austria se convirtió en el pilar del sistema europeo debido a su extensión.
Para garantizar la paz y la seguridad, se estableció un principio de intervención que afectaba la soberanía de los estados, pero este acuerdo eventualmente se disolvió. La Iglesia intentó regresar al pasado, y los partidarios del absolutismo monárquico defendían el derecho divino. El siglo XVIII fue un período de unificación cultural, con una mayor circulación de ideas. La Revolución Francesa marcó una fractura, aunque las reformas napoleónicas ya habían penetrado en muchos países europeos.
La Segunda República y el Segundo Imperio Francés
Los acontecimientos que modificaron el equilibrio político en Francia tuvieron un impacto significativo en Europa. El 24 de febrero de 1848, se proclamó la Segunda República, estableciendo el sufragio universal masculino para mayores de 21 años. El voto de los trabajadores, asociado a la proclamación de la República, se consideraba una garantía de armonía nacional, libertad y democracia.
El gobierno, a través de los *ateliers nationaux*, adoptó una posición de resistencia. Los resultados electorales marcaron el fin de la etapa revolucionaria, que duró menos de dos meses y medio. La izquierda obtuvo menos de cien representantes. Una parte del pueblo parisino sintió amenazadas las libertades políticas y las conquistas obtenidas en las primeras semanas de la Revolución. Los representantes del pueblo se enfrentaron a la presión de las calles. El 10 de diciembre de 1848, Carlos Luis Napoleón Bonaparte, hijo de Luis, ganó las elecciones presidenciales por una mayoría abrumadora.
Estatalismo
El término «estatalismo» no se desarrolla en el texto original proporcionado, por lo que no se puede ampliar su significado basándose únicamente en la información dada.