Primera Guerra Mundial: Fases, Tratados y Consecuencias

Guerra de Movimientos y Guerra de Trincheras

Alemania y Austria-Hungría -los imperios centrales- gozaban de importantes ventajas: ejércitos poderosos y comunicaciones fáciles, frente a sus enemigos territorialmente dispersos. Pero la necesidad de mantener la guerra en dos frentes -francobritánico y ruso- les obligaba a obtener una rápida victoria. Sin embargo, en caso de conflicto largo, franceses y británicos podrían utilizar el bloqueo naval para aislarlos y lograrían movilizar a las fuerzas coloniales dispersas en sus amplios imperios ultramarinos. El plan alemán preveía un ataque rápido contra Francia. Al principio, los franceses intentaron atacar Alemania por Alsacia, pero a los pocos días tuvieron que retroceder derrotados. Mientras, los ejércitos germanos avanzaron sobre Bélgica e invadieron Francia sin encontrar resistencia. El resultado de esta batalla fue muy importante: la estrategia alemana de la guerra relámpago había fracasado. Los franceses, con la ayuda de todos sus aliados, consiguieron estabilizar sus posiciones defensivas, y el frente quedó inmovilizado desde la frontera suiza hasta el mar del Norte. En el frente oriental, el avance del ejército alemán fue mayor, pero tampoco resultó decisivo para derrotar a las fuerzas rusas, que llegaron a desarrollar un contraataque e invadieron el territorio austrohúngaro.

La Guerra de Trincheras

En el frente oriental, la ofensiva rusa de 1914 sorprendió a los alemanes, pero rápidamente la bloquearon con el empuje de sus ejércitos comandados por Hindenburg. Una nueva ofensiva austroalemana reconquistó, durante el verano de 1915, los territorios de Galitzia, ocupados el año anterior por los rusos, y conquistó la Polonia rusa y Lituania.

De la Crisis de 1917 al Fin de la Guerra

La guerra parecía interminable; la vida en el frente, insoportable para los combatientes; el hambre y la miseria se adueñaron de la retaguardia y el entusiasmo patriótico de los primeros momentos del conflicto fue desapareciendo. Las protestas se generalizaron: huelgas en Gran Bretaña, Francia e Italia, críticas a la mala gestión de los Estados Mayores del ejército y motines y deserciones en el frente. Por otro lado, el estallido, también en 1917, de la Revolución rusa y la subida de los bolcheviques al poder provocaron un enorme cambio en la situación. El nuevo gobierno soviético pidió un armisticio, abandonó la contienda y firmó, en marzo de 1918, el Tratado de Brest-Litovsk con los imperios centrales. Rusia abandonó Ucrania, Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Bielorrusia, y cedió Besarabia a Rumania y una parte de Armenia a Turquía.

En el año 1918 se produjo el desenlace definitivo del conflicto. En el frente de los Balcanes, entre septiembre y octubre de 1918, británicos, franceses e italianos derrotaron, respectivamente, a turcos, búlgaros y austriacos. El imperio otomano y después el austrohúngaro, pidieron armisticios y los combates cesaron en todas las fronteras del este. Los checos anunciaron su intención de formar un Estado propio y Hungría rompió todos sus vínculos con Austria, mientras los croatas proclamaban su independencia. Por fin, el 3 de noviembre, el Imperio austriaco se rindió y su emperador abdicó. A partir de septiembre, el Reich empezó a hundirse: la marina se amotinó en Kiel, y una revolución inspirada en el modelo ruso estalló en todo el país. Guillermo II abdicó el 9 de noviembre de 1918; se proclamó la república, y el nuevo gobierno en manos del partido socialdemócrata alemán firmó el armisticio el día 11. La Primera Guerra Mundial había terminado.

Los Tratados de Paz

Los que habían perdido menos con la guerra (EE.UU), eran más generosos en la victoria, y los más perjudicados (Francia) deseaban fuertes compensaciones. El más importante de los tratados fue el de Versalles, en el que se estipulaba la suerte de Alemania. Alemania era responsable del conflicto y, por tanto, no fue resultado de unas negociaciones, sino de una imposición, un Diktat, según los alemanes. En el tratado, el Imperio alemán entregaba Alsacia y Lorena a Francia, la Posnania a Polonia y separaba la Prusia oriental del resto del territorio por el llamado Corredor del Danzig, mientras sus colonias eran repartidas entre los países vencedores.

Se impuso a Alemania el pago de fuertes reparaciones de guerra para compensar las destrucciones en los países vencedores. Debía entregar las minas de carbón del Sarre a Francia, y le fueron incautados sus bienes en el exterior y su flota mercante. Por último, se le obligó a abolir el servicio militar y a restringir los efectivos de su ejército a sólo 100 000 hombres. En ese sentido, se prohibía también la unión de Alemania con Austria.

La Sociedad de Naciones

Por el tratado de Versalles se crearon las bases de una nueva organización, la Sociedad de Naciones (SDN) que había de garantizar la paz en el futuro y fomentar la colaboración y la cooperación internacionales. La sede de esta institución se fijó en Ginebra, y quedó establecida en dos organismos: La Asamblea General, de la cual formaban parte todos los Estados miembros, y un consejo integrado por las potencias ganadoras de la guerra y por cuatro miembros más elegidos periódicamente por la Asamblea. Convirtió la Sociedad de Naciones en una organización de vencedores de la guerra sin medios ni fuerza moral para imponer sus decisiones.

Una Paz Inestable

El final de la Primera Guerra Mundial hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial fueron un simple intervalo de un conflicto no resuelto. Por un lado, al acabar la guerra, la mayoría de la población trabajadora europea, que había sufrido mucho durante el conflicto, volvió a una realidad cotidiana de enormes penurias. El ejemplo de la Revolución rusa había generado grandes expectativas y un clima revolucionario recorrió la Europa de la posguerra. En 1919 se produjo la insurrección de los espartaquistas alemanes, dirigidos por Rosa Luxemburg. Pero aunque el levantamiento fue aplastado, su ejemplo fue seguido en Baviera y en Hungría. Mientras en Francia, en Italia y en Gran Bretaña se sucedían las huelgas y las manifestaciones. Por otro lado, ese clima de crispación, unido a la humillación, la presión y la asfixia económica a la que fueron sometidos los vencidos, contribuyó, entre otros factores, al ascenso de los fascismos.

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