La Restauración se refiere tanto a la vuelta de la monarquía borbónica a España con Alfonso XII como a la consolidación de un sistema liberal de corte conservador al que se sumaron la burguésía, la Iglesia, el ejército y las clases medias con el objetivo de evitar la vuelta al desorden radicalista anterior. Esto se logró mediante una compleja farsa electoral que, acentuada en el reinado de Alfonso XIII, se inició con el reinado de Alfonso XII(1875-1885) y la regencia de Mª Cristina de Habsburgo Lorena(1875-1903), periodos que terminaron con el desastre de Cuba de 1898 y sus posteriores secuelas en la población española.
Tras los seis caóticos años revolucionarios, la burguésía se decantó por la vuelta a una monarquía que garantizase un orden social, político y económico. Antonio Cánovas del Castillo en su Manifiesto de Sandhurst, firmado por Alfonso XII, trató de aunar el apoyo del pueblo a este. Los hechos se adelantaron y con el pronunciamiento de Sagunto, Martínez Campos proclamó monarca a Alfonso, que desembarcó en Barcelona el 9 de Enero de 1875 e hizo su entrada triunfal en Madrid el 14 de ese mismo mes.
Inspirado por el modelo inglés, Cánovas diseñó un proyecto con el objetivo de mantener la estabilidad política y social, basándose en la teoría de los contrarios: Rey y Cortes;
partido gobernante y partido de la oposición. Consideraba que el rey y las cortes eran instituciones fundamentales en la historia de España y que la constitución tendría que refrendar lo que el tiempo había consolidado.
Cánovas formó el partido Conservador, gobernante, mientras Práxedes Mateo Sagasta formó el partido Liberal, de la oposición. Ambos partidos eran burgueses, de élites y cuadros y ajenos a la masa popular. El partido Conservador estaba integrado por los antiguos moderados, la nueva Uníón Católica de Pidal y los alfonsinos. El partido Liberal conténía a los antiguos progresistas, los demócratas monárquicos, los republicanos pragmáticos y otros grupos menores. Ambos partidos excluyeron a carlistas, republicanos y socialistas.
Habiendo sido proclamado rey de España Alfonso XII se celebraron elecciones en las Cortes Constituyentes, que aprobaron una constitución en 1876. Era en esencia la constitución de 1845 incorporando algunos derechos de la de 1869 y con un articulado poco preciso, pudiendo cambiar leyes sin necesariamente cambiar la constitución. Sus principios eran la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona siguiendo el moderantismo español; una declaración de derechos semejante a la de 1869 que fueron limitados por leyes posteriores; una declaración del catolicismo como religión oficial que prohibía la manifestación pública de otros credos pero permitía la libertad individual de culto; un aumento en el poder del rey que tenía poder ejecutivo, podía nombrar y destituir ministros, sancionar y promulgar leyes y convocar, disolver y suspender las Cortes; y una disminución en el poder de las Cortes que pasaron a ser bicamerales, habiendo un Senado dividido a su vez en senadores vitalicios por derecho propio, senadores vitalicios de designación regia y senadores elegidos por los ciudadanos de mayor fortuna, y un Congreso de Diputados efectivo elegido al principio por sufragio censitario y desde 1890 por sufragio universal masculino.
En la práctica, liberales y conservadores se alternaban el poder con métodos como el caciquismo y el pucherazo en una enorme farsa electoral en la que, cuando había que cambiar de partido, el rey destituía al presidente de gobierno saliente y nombraba al presidente del partido de la oposición para después convocar unas elecciones que, por supuesto, ganaba. El sistema del caciquismo funcionaba así: la oligarquía madrileña transmitía qué partido tenía que ganar las elecciones a los gobernadores civiles y estos elaboraban las listas de los diputados que debían ser elegidos para que las oligarquías locales compraran los votos a cambio de trabajo u otros beneficios. Además, en el pucherazo se metían votos falsos en las urnas para asegurarse la victoria del partido deseado. Había escasas diferencias entre ambos partidos, y, a fin de mantener el orden, los obreros y republicanos no eran tolerados. En 1876 se abolieron los fueros vascos para asegurar la obligación de los vascos de enviar soldados a cambio de un concierto económico. En 1887 con la ley de Asociaciones se permitieron los sindicatos obreros, además, se establecíó el sufragio universal masculino y en el Código Civil de 1889 se otorgó la primacía de derecho y de la propiedad privada. También se establecíó el matrimonio civil.
Con las muertes de Cánovas y Sagasta (1902) se agotó el sistema Cánovista (asesinado por un anarquista en 1897), cimentado en la personalidad de sus líderes. La aparición de formaciones socialistas y anarquistas, así como las divisiones internas debidas a la derrota frente a Estados Unidos fueron factores que, con el inicio del regeneracionismo y el gobierno de Alfonso XIII, provocaron que los cimientos de este régimen fueran trastocados.