8.2/ LA MONARQUÍA HISPANA DE Felipe II (1.556-1.598). LA UNIDAD IBÉRICA
En 1.556 Carlos V, cansado de décadas de remado repletas de problemas no solucionados, abdicó la corona y se retiró a l monasterio de Yuste (Cáceres) donde murió en 1.588. El emperador, consciente del fracaso del Imperio, dividíó sus territorios en dos herencias: su hermano Femando recibíó Austria y el título imperial, y su hijo Felipe los reinos hispanos, los territorios italianos y americanos a ellos ligados, los Países Bajos y el Franco Condado.
Felipe II abandona la idea de Imperio universal de su padre para sustituirla por la de un Imperio hispánico hegemónico en Europa y con una vertiente colonial por América y Asía cada vez más importante.
Su política es claramente centralizadora y Castilla se convierte en la pieza fundamental, como prueba el establecimiento de la capital de su Imperio en Madrid (1.561). El rey asume personalmente un poder cada vez mas incrementado, y para ejercerlo se ayuda de un sistema burocrático bien desarrollado, donde los consejos y secretarios reales ocupan un importante papel.
Otra Carácterística del reinado de Felipe II es la intolerancia religiosa, con la Inquisición como principal instrumento de control religioso. Se continuó la tendencia iniciada por los reyes Católicos y reforzada ahora por el ambiente espiritual de la Contrarreforma. Las más claras consecuencias de la ruptura de la unidad cristiana, iniciada con la reforma luterana, fueron por un lado las luchas de religión que asolaron la Europa de los siglos XVI y XVII y por otro obligaron a la iglesia católica a reconsiderar su posición religiosa para defenderse del rápido avance del protestantismo, hasta llegar a realizar su propia Reforma, que se conoce con el nombre de Contrarreforma y cuyas bases se asientan en el Concilio de Trento (1.545-1.563). En esta época se identificaba a España y a su monarca con la defensa de la fe católica.
Para preservar a España de la herejía Felipe II adoptó una serie de medidas como la prohibición de estudiar en universidades extranjeras, la prohibición de importar libros extranjeros, la publicación de un índice de libros prohibidos o la necesidad de la licencia del Consejo de Castilla para editar libros religiosos. La consecuencia inmediata fue el aislamiento de España con respecto a Europa y su no incorporación a las nuevas corrientes culturales y científicas.
Entre los sucesos que jalonaron el reinado de Felipe II podemos destacar:
• La uníón con Portugal en 1.580, al hacer valer sus derechos al trono tras la muerte sin descendencia directa del rey don
Sebastián. Además de la unificación de toda la península Ibérica, supuso la incorporación de las extensas colonias portuguesas de África, Asía y América a los dominios de Felipe II.
® Continuos enfrentamientos bélicos en Europa para mantener su hegemonía sobre el continente. Frente a victorias como la San Quintín ante Francia o la de Lepanto contra el Imperio otomano, encontramos desastres como el episodio de la Armada Invencible frente a Inglaterra. En los Países Bajos fueron continuas las tensiones, que acabaron con la independencia de Holanda, aunque Flandes continuó bajo el poder de Felipe II.
» Su política interior tendíó al unitarismo religioso y al autoritarismo monárquico, que le lleva a recortar aquellos aspectos de los fueros aragoneses en los que se impónían sobre el poder real. Fruto de esta política fueron levantamientos como el de los moriscos en las Alpujarras (Granada) contra la política intolerante de la corona (prohibición de utilizar su lengua e indumentaria) o la revuelta de Aragón. La crisis foral aragonesa se inició con las protestas por el nombramiento de un virrey extranjero para Aragón y se reavivó cuando en 1.591 Antonio Pérez, secretario personal del Rey, fue acusado de asesinato y se refugió en Zaragoza. Amparándose en los fueros del reino de Aragón, el Justicia Mayor del reino se negó a entregarlo a la justicia del rey. La respuesta de Felipe II fue ocupar militarmente Zaragoza y ejecutar al Justicia Mayor.
Los cien años de hegemonía española basada en una activa participación en la política europea supusieron un continuo desgaste económico y demográfico que recaía sobre todos los reinos hispanos, pero especialmente sobre Castilla. En los últimos años del reinado de Felipe II el agotamiento era patente, como demuestran las sucesivas bancarrotas de la corona, y anuncia la profunda crisis del Siglo XVII.
LA UNIDAD IBÉRICA.
Uno de los mayores éxitos político y diplomático del reinado de Felipe II fue la incorporación de Portugal a su Imperio
A la muerte del rey de Portugal Sebastián de Avis en la batalla de Alcazarquivir (Marruecos) el año 1.578 es sucedido en el trono por su anciano tío el cardenal don Enrique, quien dada su condición de sacerdote, no tenía hijos y que moriría dos años después.
Dos nietos del rey don Manuel el Afortunado fueron los aspirantes al trono portugués: Felipe II y Don Antonio, prior de Crato; pero mientras Felipe II era nieto legítimo, don Antonio era bastardo. La nobleza y el alto clero se inclinaron por el rey de España; las clases populares y el bajo clero por Don Antonio. Tras una breve guerra entre ambos aspirantes las tropas de Felipe n, encabezadas por el duque de Alba, se impusieron a las del otro aspirante.
En las Cortes de Thomar Felipe II es reconocido como rey a cambio de jurar las leyes de Portugal y establecer, en su ausencia, un virreinato o regencia en la figura de un portugués.
Con la uníón de todas las coronas peninsulares se conseguía el objetivo que habían iniciado los reyes Católicos. En la práctica Portugal siguió gozando de independencia, ya que sólo se trató de una uníón personal. Además, con la incorporación de Portugal, el Imperio de Felipe II alcanza su máxima extensión al incorporar Brasil, las plazas africanas, los territorios atlánticos y los ricos asentamientos asíáticos. La frase de que en tierras de Felipe II no se ponía el sol hace referencia a la magnitud del Imperio.