Queipo de Llano y el Alzamiento Nacional: Un Análisis de sus Declaraciones de 1936
Las declaraciones del general Queipo de Llano, publicadas el 22 de julio de 1936 en el periódico ABC de Sevilla, constituyen un documento crucial para comprender la justificación del levantamiento militar del 18 de julio de 1936 en España. Este levantamiento, liderado por el general Franco y otros militares, incluyendo al propio Queipo de Llano, marcó el inicio de la Guerra Civil Española.
Contexto Histórico
Queipo de Llano justifica la sublevación como una «guerra a muerte» contra el comunismo y la influencia de la «Rusia roja». Argumenta que la República española estaba siendo «desvirtuada» por la intromisión del marxismo y la ideología comunista. La defensa de la «España sagrada» (la España tradicional) se presenta como una lucha contra lo que consideraban una amenaza comunista apoyada por la Unión Soviética. La referencia a salvar a «España de la lepra moscovita» subraya la visión de la sublevación como una cruzada contra el comunismo. Considera la situación como crítica y, por ello, «emprendemos esta operación de urgencia».
El texto concluye con la frase «La historia ha de juzgarnos», reflejando la conciencia de que estos hechos tendrían repercusiones significativas y que el juicio de la historia podría ser tanto un respaldo como una condena. Este documento es un claro ejemplo de la retórica beligerante de la época y cómo se utilizaba para justificar acciones extremas en nombre de la defensa de la nación.
El Suplemento Especial del ABC de Sevilla
El documento pertenece a un suplemento especial del diario ABC de Sevilla, del 22 de julio de 1936, pocos días después del inicio de la sublevación militar (el 17 de julio en Marruecos y el 18 en la Península) que daría paso a una cruenta Guerra Civil (1936-1939) entre españoles enfrentados en dos bandos: los nacionales (o fascistas) contra los republicanos (o comunistas), con el triunfo final de los militares sublevados. Queipo de Llano, autor de las declaraciones, fue uno de los generales sublevados que se hizo con el poder en Sevilla.
Antecedentes Políticos
Las elecciones de febrero de 1936 fueron ganadas por el Frente Popular (coalición de izquierdas), y primero Azaña y luego Casares Quiroga fueron elegidos para dirigir el Gobierno. Este último dispersó a los generales más contrarios a la República (Franco, Mola…), por ser sospechosos de tramar un golpe de estado. La derrota electoral de la derecha, la vuelta a las reformas del primer período republicano y el auge de las posiciones revolucionarias provocaron en diferentes sectores conservadores el miedo a la revolución social y estimularon los proyectos golpistas ideados por estos militares (fundamentalmente por Mola). El estallido de la sublevación se aceleró después del asesinato del militante de izquierdas José Castillo y, al día siguiente como represalia, del diputado de derechas Calvo Sotelo.
Desarrollo del Alzamiento
El 17 de julio de 1936, las tropas situadas en el Protectorado de Marruecos se levantaron en contra de la República dirigidas por Franco (que se trasladó allí desde Canarias) y, el día 18, lo hicieron en la Península. Entre los días 18 y 20 de julio, el alzamiento militar se extendió al resto del territorio español con resultados muy diversos. Triunfó en parte de Andalucía, donde el general Queipo de Llano (autor del documento a comentar) se hizo con el poder en Sevilla. El general Mola ocupó Navarra. En Zaragoza, el general Cabanellas logró dominar la mayor parte de Aragón. La rebelión militar también se hizo con el poder en Castilla y León, La Rioja, Galicia, Canarias, Mallorca y parte de Extremadura.
En las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona, Valencia y en las zonas industriales y obreras de Asturias, País Vasco y Cataluña, se abortó la sublevación militar. En estos lugares, una parte del ejército y de las fuerzas de orden público, Guardia de Asalto y Guardia Civil, se mantuvieron fieles a la república, a lo que se añadió la fundamental y fuerte resistencia popular de milicianos de las organizaciones políticas y sindicales. Tras fracasar el intento de negociación con los sublevados, el gobierno de la República, dirigido por José Giral, dio la orden de repartir armas a los militantes de las organizaciones obreras.
Los Dos Bandos en Conflicto
A raíz del conflicto surgieron dos bandos: el bando nacional o de los sublevados, formado por oficiales intermedios del ejército de Tierra, la Guardia Civil, las masas católicas y conservadoras y los pequeños y medianos terratenientes, que contaba con el apoyo total de la Iglesia. A nivel internacional, contó con el apoyo de Alemania, Italia y Portugal, a pesar de que firmaran el Acuerdo de No Intervención. El bando a favor de la República, conocidos como los rojos por las fuerzas sublevadas, estaban constituidos por generales del ejército de Tierra, la Armada y la marinería, la Aviación, la Guardia de Asalto, los partidos de izquierda, el proletariado y la pequeña burguesía. A nivel internacional (esta Guerra se vio como antesala de la posible II GM), contó con el único apoyo de URSS, México y las Brigadas Internacionales.
Justificación de la Guerra
Cada bando justificaba su participación en la guerra. Para el bando republicano o del gobierno (llamados «rojos» despectivamente por los sublevados), se trataba de defender la república, la democracia y las libertades (contra el fascismo).
Para el bando sublevado o «azul» (ellos lo llamaban «nacional»; los republicanos, «fascista»), el «alzamiento nacional» era el único modo de imponer orden y eliminar a los «enemigos de la patria» (comunistas/bolcheviques/rojos… y anarquistas, nacionalistas periféricos, ateos…). Esta justificación podemos verla en el documento, en el que el general Queipo de Llano justifica la sublevación como una «guerra a muerte» contra el comunismo y la influencia de la «Rusia roja», considerando que la República española estaba siendo «desvirtuada» por la intromisión del marxismo y la ideología comunista. La referencia a salvar a «España de la lepra moscovita» indica que el comunismo era visto como una enfermedad que contamina y destruye, aludiendo a la influencia soviética «moscovita». Había que defender la religión católica, la unidad de la patria, «la España Sagrada» que estaba amenazada por los extremismos de izquierdas. Considera la situación como crítica y por eso «emprendemos esta operación de urgencia».
Consecuencias de la Guerra Civil
La Guerra Civil terminó el 1 de abril de 1939, con la victoria de los sublevados y con más de un millón de muertos y desaparecidos, exiliados, represión…
Balance Final
Como balance o valoración final, hay que tener en cuenta que el 18 de julio ni los militares sublevados ni los republicanos tenían previsto que se desencadenase una guerra fratricida de tres años de duración. Sin embargo, el semiéxito o semifracaso del golpe de estado produjo la división del país en dos zonas bien diferenciadas, tanto desde el punto de vista ideológico como político, las «dos Españas», en parte ya vislumbradas por la polarización política y social que provocó el proceso reformista republicano. Finalmente, no olvidemos la trascendencia política de la Guerra Española, ya que tras la eliminación del régimen republicano en 1939, Franco instauraría una larga dictadura hasta su muerte, casi cuarenta años después.