La Reconquista y Repoblación de la Península Ibérica: Un Proceso de Siglos (722-1492)
La Península Ibérica, tras la expansión musulmana, quedó mayoritariamente bajo su control. Sin embargo, en la cordillera Cantábrica, algunas comarcas al este de Asturias y en Santander permanecieron fuera del dominio musulmán. La peculiar idiosincrasia, situación estratégica y tardía romanización de estas zonas explican su protagonismo como primer núcleo de resistencia, atrayendo a aquellos que buscaban refugio de los musulmanes en el norte.
Tras la batalla de Covadonga (722), se constituyó un Estado cristiano con Alfonso I, dando inicio a la Reconquista. Este periodo histórico abarca desde dicha batalla hasta la conquista del reino nazarí de Granada en 1492.
Evolución de los Reinos Cristianos
Bajo el gobierno de Alfonso II (791-842), la corte se estableció en Oviedo, configurando un reino astur que buscaba recuperar la tradición del Estado hispano-godo. Se puede hablar entonces de dos entidades: el Al-Ándalus musulmán de Córdoba y el reino cristiano-astur de Oviedo. Con el avance de la Reconquista, la capital se trasladó a León.
- 1037: El reino de León se unió al de Castilla.
- 1230: Tras varias alternancias, ambos reinos se unificaron bajo un monarca común, convirtiéndose en el principal protagonista de la Reconquista.
- 1085: Conquista de Toledo, la antigua capital visigoda. Castilla se expandió por la zona del Tajo, llegando hasta Valencia por el este.
La consolidación definitiva del reino castellano-leonés se produjo poco después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que marcó la superioridad cristiana sobre la musulmana.
La Marca Hispánica y los Pirineos
Los territorios del Pirineo oriental formaron la Marca Hispánica, una zona militar dependiente del Imperio franco. Los vínculos de los condados catalanes con el Estado carolingio se debilitaron progresivamente debido a:
- La debilidad de los sucesores de Carlomagno.
- La organización de un régimen feudal que favoreció la autonomía de los condes catalanes.
Vifredo el Velloso, uno de los condes catalanes, se impuso a los demás, asegurando la independencia y el predominio futuro del condado de Barcelona.
En el Pirineo Central surgieron los núcleos de resistencia navarro y aragonés. El reino de Aragón, cuyos soberanos también lo fueron ocasionalmente de Navarra, ocupó el valle del Ebro a principios del siglo XII.
- 1035: Aragón se independiza de Navarra tras la muerte de Sancho III el Mayor.
- 1137: Unión del reino aragonés y el principado catalán, sentando las bases de la Corona de Aragón, compuesta por estas unidades políticas y los reinos de Valencia y Mallorca.
En el siglo XIII, la España cristiana se componía de cinco reinos: León, Castilla, Aragón-Cataluña, Navarra y Portugal.
El Tramo Final de la Reconquista
La etapa final de la Reconquista vio la consolidación de la Península Ibérica en dos coronas principales: Castilla y Aragón. Portugal, operando al margen, se constituyó como un Estado autónomo. Con el reinado de los Reyes Católicos, ambas coronas se unieron, se incorporó Navarra y concluyó la Reconquista con la rendición del último reino musulmán de Granada.
La Repoblación: Un Fenómeno Clave de la Reconquista
La repoblación fue consecuencia de la expansión de los núcleos de resistencia y, posteriormente, de las conquistas de los reinos cristianos. Se trata de un proceso extenso que se puede analizar desde dos perspectivas:
- Geográfica: Analizando las diferentes áreas geográficas por separado.
- Cronológica: Clasificando los distintos tipos de repoblación según las particularidades de cada etapa.
Se pueden distinguir dos grandes etapas en la repoblación:
- Repoblación primitiva de zonas yermas (hasta mediados del siglo XI): Se caracteriza por la ocupación de tierras despobladas al norte de la Meseta.
- Repoblación de tierras ricas y ciudades reconquistadas (desde mediados del siglo XI): Se centra en la integración de zonas pobladas y el control de ciudades conquistadas al sur de la Meseta. La conquista de Toledo (1085) marca un hito significativo.
A) La Repoblación Primitiva del Norte de la Meseta
La amplia franja del norte quedó devastada por las incursiones militares. En este territorio creció el reino asturleonés, repoblándose:
- La baja Galicia y el norte de Portugal (por el occidente).
- Las comarcas de La Rioja y Burgos (por el oriente), donde nació Castilla.
En el siglo X, el Duero marcaba la frontera con Al-Ándalus.
Repoblación Oficial
Dirigida por el monarca o los condes al frente de los distritos territoriales. Los repobladores ocupaban los campos, se alzaba el estandarte regio y se delimitaba el lugar. La ordenación jurídica se plasmaba en una carta de población, que recogía el derecho y los privilegios de los nuevos pobladores.
Repoblación Privada
Surgió de forma espontánea, impulsada por necesidades económicas y la búsqueda de nuevos horizontes. Podía ser:
- Familiar: Una o varias familias se instalaban en el yermo, ocupaban y roturaban la tierra, construyendo aldeas.
- Monástica: Alrededor de iglesias y monasterios, la gente ocupaba tierras bajo el patrocinio espiritual de la iglesia, formando pequeños núcleos de población.
B) La Repoblación en la Zona Sur
Desde mediados del siglo XI, la repoblación se extendió a:
- La Castilla meridional.
- El valle del Guadalquivir.
- La nueva Cataluña (zona de Tarragona).
- El valle del Ebro.
- Levante.
- El sur de Portugal.
El objetivo era integrar zonas pobladas y asegurar el dominio de las ciudades conquistadas, como Toledo, Zaragoza y Tarragona.
Papel de los Concejos y las Órdenes Militares
Los concejos de las ciudades y villas medievales jugaron un papel decisivo en la colonización de los territorios circundantes, organizando los asentamientos y repartiendo la tierra entre vecinos y nuevos pobladores. Las cartas pueblas iniciales dieron paso a fueros más amplios.
Las Órdenes Militares, nacidas en el siglo XII, se encargaron de la defensa del territorio entre el Tajo y el Guadiana, convirtiéndose en factores clave del proceso colonizador.
La Organización Política en los Reinos Cristianos: El Pactismo
En la Edad Media, la sucesión al trono se convirtió en hereditaria. La llegada del nuevo rey se celebraba con una doble ceremonia:
- Coronación: El monarca se comprometía a defender la fe católica y gobernar con justicia, respetando el ordenamiento jurídico.
- Unción con óleos sagrados: Consagraba al rey para la labor religiosa de lucha contra los musulmanes.
El pueblo juraba obedecer al monarca y acatar sus mandatos.
En la mentalidad medieval, el poder del rey derivaba de Dios, lo que limitaba su ejercicio, ya que debía gobernar con justicia y por el bien general. El soberano era la cabeza de la administración de justicia, y todo juez actuaba por delegación regia. Además, el rey poseía el derecho de gracia (capacidad de perdonar delitos).
Surgió el pactismo, un sistema de organización política que basaba el gobierno en un contrato, tácito o expreso, entre el rey y sus súbditos. La obediencia de los súbditos estaba condicionada a que el rey respetara sus derechos, fueros y libertades. Esto tuvo especial importancia en Aragón desde la creación del Justicia Mayor en las Cortes de Egea, cuya misión era defender al reino de los posibles excesos del rey.
En determinados momentos, las tareas del rey fueron asumidas temporalmente por otras personas, ya fuera por ausencia del monarca o por la complejidad de las tareas públicas. El alejamiento del monarca fue raro en Castilla, frecuente en Navarra y constante en Aragón. El monarca aragonés actuaba a través de vicarios que le representaban, y a principios del siglo XIII, estos delegados tomaron el nombre de procuradores.