Reflejo de la Sociedad Estamental del Siglo XVII en el Cine: Nobleza, Clero y Estado Llano

La película refleja muy bien el escenario social de carácter estamental de esta segunda mitad del siglo XVII. La nobleza y el clero continúan siendo los estados privilegiados y la población urbana constituye el tercer estado. El resto del contingente humano aparece integrado por campesinos, constituyendo una minoría el grupo de moriscos y de judeoconversos.

La Nobleza: Una Aristocracia de Rentistas

La nobleza representada es de origen reciente y mantiene una gran solidez económica, incrementada por el ejercicio de la institución del mayorazgo, y social. El estamento nobiliario, en la práctica, había dejado de ser un estado cerrado al que se podía acceder solo por nacimiento, para abrirse a las nuevas y diversas concesiones reales que recayeron sobre todo en los oficiales reales y en personas que tenían recursos económicos suficientes para poder comprar la “ejecutoria” –incluso satisfecha mediante un servicio pecuniario a la Corona–, y así obtener pruebas procesales que avalaran la condición de nobleza.

En concreto, la película hace entrar en escena a los Grandes de España que constituyen la cúspide del estamento nobiliario –proceden en su mayor parte de las más rancias familias de Castilla y de algunas de la corona aragonesa–, a los que el rey llama “primos” y permite que estén cubiertos en su presencia. Se manifiesta con claridad cómo Felipe IV intensificó la creación de títulos que se vieron favorecidos en este reinado por la venta de jurisdicciones señoriales, merced que dio origen a casi 200 nuevos señoríos.

Esta nobleza ha sido definida como una “aristocracia de rentistas” porque su fundamento económico estaba basado en sus rentas y alcabalas, juros y censos. Sus fortunas estaban defendidas por la institución del mayorazgo que impidió su desmembración, y por la protección que le dispensó la realeza. En este sentido, conviene poner de relieve que ya en el siglo XVII (momento cronológico en que se desarrolla la película) los dispendios suntuarios de los nobles llegaron al extremo de necesitar –para evitar la ruina– la concesión de cargos lucrativos y encomiendas por parte del rey.

La Clase Media Nobiliaria: Caballeros e Hidalgos

“Una auténtica clase media nobiliaria” aparecía constituida por los caballeros quienes, poseedores de alguna fortuna, tenían pretensiones de alcanzar el más alto escalón social. Muchos caballeros residieron en las ciudades en donde ejercieron notable influencia a nivel municipal y ostentaron los principales oficios, llegando incluso a monopolizar las regidurías al convertirlas en vitalicias.

Otro sector de caballeros estaba constituido por los de las Órdenes Militares quienes a partir del siglo XVI obtenían esta distinción social de carácter honorífico, por la concesión del hábito de caballero de las Órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara y que en la práctica no llevaba implícita obligación alguna. Una vez que el rey se ha convertido en Gran Maestre de las Órdenes, muchos caballeros persiguieron la obtención de una encomienda –que implicaba un señorío vitalicio– como recompensa a sus servicios; pretensión en la que insistían sobre todo los segundones de las grandes familias que tenían linaje, pero no disponían de riqueza.

Los hidalgos, a los que pertenecía la familia de Diego Alatriste, ocuparon un escalón inferior. Tenían origen noble, pero, por lo general, no detentaban riqueza ni desempeñaban oficios reales con los que pudieran ascender dentro de la escala jerárquica nobiliaria. Su número fue muy abundante, sobre todo en el norte peninsular –en Vizcaya y en Guipúzcoa había alcanzado carácter ‘universal’–, descendiendo su proporción –ya en la corona de Castilla alcanzaba al 10 por 100 de la población– hacia el sur, en donde la zona andaluza solo albergaba una pequeña minoría.

Privilegios de la Nobleza

La nobleza gozaba de una serie de privilegios como:

  • La inmunidad tributaria, que dejó de ser absoluta porque de una forma indirecta la nobleza contribuía a los gastos del Estado.
  • El mantenimiento de privilegios jurídicos civiles, procesales, criminales y penales.
  • El disfrute de los más altos honores.
  • El desempeño de los principales oficios a nivel municipal y en las más altas esferas de la administración central, constituyeron una “élite política” dependiente de la Corona.

Sus funciones militares prácticamente habían desaparecido.

El Estamento Eclesiástico: Un Grupo Privilegiado

Queda también fielmente reflejado en la película cómo el estamento eclesiástico sigue constituyendo un grupo social privilegiado al que se accede por ostentar una dignidad eclesiástica. Continuó gozando de sus privilegios en el orden procesal, criminal y penal y en cierta medida mantuvo exenciones tributarias, aunque le fueron arbitrados diversos medios de colaboración en los gastos del Estado, como los tercios reales, determinados subsidios o el noveno sobre los diezmos.

Se sigue apreciando la misma diferencia entre una minoría que constituye el alto clero del que forman parte las grandes dignidades eclesiásticas, que disfruta de una situación privilegiada desde el punto de vista económico, engrosada en ocasiones por la percepción de rentas importantes, y la gran mayoría que forma el bajo clero que no tiene ni origen noble ni recursos económicos y que vive en condición precaria, manteniéndose con los beneficios de las rentas y capellanías, las ofrendas y los estipendios que recibían por la celebración de oficios eclesiásticos.

El Estado Llano: La Población Urbana y la Emergente Burguesía

El grueso de la población lo configura el estado de las ciudades que no disfruta de una situación de privilegio. Su intervención en la vida política queda limitada a su presencia en las Cortes mediante algunos procuradores que representaban a determinadas ciudades. Al agrupar a personas de muy diferente índole –ciudadanos ricos, mercaderes, artesanos, servidores, campesinos–, existían diversas situaciones dentro de este sector que oscilan entre la integrada por un tipo de población con buenos recursos económicos –comerciantes, grandes propietarios agrícolas, villanos ricos, cambistas, oficiales reales, gentes dedicadas a la industria, letrados– y la constituida por la mayoría de la población que subsiste con una exigua economía basada en tareas agrícolas o en el desarrollo de actividades de carácter artesanal.

Entre la comunidad que habita las ciudades merece destacarse el grupo burgués, que ya en este período aparece como ente social fuertemente caracterizado. Los rasgos que configuraron el burgués europeo de la modernidad fueron: su actitud moral –preocupación moral y sentimientos religiosos típicos de la época anterior–; su “esquema escatológico” basado en la laboriosidad y la honestidad; su preocupación cultural y, su espíritu de aventura, ordinario del Renacimiento, que se funde con su espíritu de empresa: “la aventura económica como juego y como riesgo”.

En la Península ibérica se puede reconocer una “mentalidad burguesa” aun cuando no se encuentre un grupo cuyos caracteres coincidan sociológicamente con aquellos con que se puede tipificar la burguesía europea. Se aprecia, en España, el proceso de “racionalización de las formas económicas” que trajo consigo el Renacimiento: la contabilidad, la tenencia de libros, la técnica comercial y el desarrollo de sociedades mercantiles. Se puede apreciar esa mentalidad burguesa en los cambistas y mercaderes de las ferias castellanas y en ese sector mercantil –no industrial– de algunas ciudades como Burgos, Sevilla, Medina del Campo… Algunos de estos burgueses alcanzaron la condición nobiliaria: así por ejemplo sucedió con muchos comerciantes durante el reinado de Felipe IV.

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