Reformas Agrarias y el Manifiesto de Primo de Rivera: Causas y Consecuencias en la España del Siglo XX

El Problema Agrario y la Segunda República

Este texto es un fragmento de un ensayo sobre las causas de la Guerra Civil en España. Es un texto circunstancial con carácter político que hace referencia a los problemas agrarios existentes en España antes de la Guerra Civil. Está fechado en 1939, año en el que finaliza la citada guerra y, a su vez, el Gobierno republicano en España, que entrega al general Francisco Franco Bahamonte toda la zona que aún estaba en manos republicanas. Su autor es individual y coetáneo, pues se trata de Manuel Azaña, que vivió los hechos mencionados en dicho fragmento. Azaña fue ministro de la Guerra, equivalente a Defensa. Había formado su propio partido, Acción Republicana, y fue presidente del gobierno durante el bienio reformista (1931-1933) y durante el gobierno del Frente Popular (1936). En este periodo se llevaron a cabo reformas que afectaron a la propiedad agraria, las relaciones laborales, el ejército y la iglesia, que suscitaron una gran oposición. Se trata de un texto colectivo dirigido a la sociedad, por lo que tiene carácter público y es de ámbito nacional.

La idea principal del texto la encontramos en el segundo párrafo (líneas 5-11), en donde se explica la situación lamentable y de diferencias económicas en la que se encuentra la sociedad española, muy desarrollada en los núcleos urbanos, pero igualmente atrasada en las zonas rurales, donde existían latifundios en manos de un solo propietario, al mismo tiempo que jornaleros sin tierras. Todo ello llevó a la reforma agraria de la Segunda República, con una redistribución de la propiedad agraria que se aprobó en 1932.

En el primer párrafo, el autor nos explica cómo la República llega sin problemas y satisfaciendo los deseos del pueblo, que reclamaba el cambio desde comienzos de siglo (líneas 1-4). Ésta llega para resolver los problemas agrarios y laborales existentes (párrafo 3, líneas 12-18) y con ellas se pretende instaurar una serie de reformas laborales, agrarias, económicas, del ejército y la iglesia, que justifica comentando el deber inaplazable del régimen de atender las necesidades de la población (párrafo 3, líneas 18-20).

En conclusión, el autor plantea las necesidades más urgentes de la población tras la implantación de la Segunda República y justifica las reformas instauradas en este nuevo régimen.

La Reforma Agraria de 1932

La reforma agraria pretendía llevar a cabo una redistribución de la propiedad para satisfacer la demanda de los jornaleros sin tierras. La reforma se aprobó en 1932, pero en lugar de ceñirse a los latifundios del sur, se aplicó en todo el país de forma simultánea, molestando a pequeños y medianos propietarios que se opusieron a ella. Los asentamientos se tramitaron con mucha lentitud y en medio de una fuerte resistencia, con lo que se llevaron a cabo muchos menos de los previstos, y las relaciones entre los propietarios y jornaleros llegaron a una máxima tensión. Las medidas tomadas crearon una gran alarma entre los terratenientes y unas enormes esperanzas entre los jornaleros, pero finalmente no satisficieron ni a unos ni a otros.

En la actualidad existen situaciones similares a la de la época de la que se trata el texto, pues en la economía mundial se dan los mismos hechos: ciudades superdesarrolladas rodeadas de suburbios habitados por ciudadanos que ocupan las tierras que no poseen, pues pertenecen a latifundistas propietarios de grandes extensiones de terreno. En aquella época se llevaron a cabo reformas que afectaron a la población negativamente, pero en la actualidad, si se llevaran a cabo los mismos procedimientos, la reacción de los propietarios sería aún peor, por lo que sería algo impensable.

El Manifiesto de Primo de Rivera

El manifiesto dirigido al país y al ejército español es un texto político publicado en el ABC por Miguel Primo de Rivera a todos los ciudadanos, por lo que tiene carácter público. El manifiesto está fechado el 13 de septiembre de 1923, día en el que se produjo el golpe de Estado a manos de este militar y que fue aceptado por el rey Alfonso XIII.

En el primer párrafo, Primo de Rivera expone las razones de su levantamiento y justifica el pronunciamiento militar «de atender al clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra solución que liberarla de los profesionales de la política…» (Párrafo 1). Es decir, no hay otra salida, se ve obligado a llevar a cabo el golpe de Estado, ya que se ha dado cuenta de que, de seguir el país así, se adentrará en una crisis peor de la que ya tiene «…y amenazan a España con un próximo fin trágico y desastroso.» (párrafo 1). Acusa a los políticos de ser corruptos y los ataca constantemente: «la tupida red de la política de la concupiscencia ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real.» (párrafo 1).

Además, quiere convencer al pueblo para recibir su apoyo, para seguirle, pero da a entender también que no es positivo que se pongan en su contra: «a gobernar nosotros hombres civiles que presenten nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas…» (párrafo 2), imponiendo ya de antemano su gobierno autoritario y absoluto.

Finalmente, justifica su pronunciamiento militar, aunque lo hace disimuladamente: «no tenemos que justificar nuestro acto» (párrafo 3). Echa la culpa a los políticos de la crisis de la Restauración y se hace promoción para así volver a los ciudadanos de su parte, anunciando todo lo que con él en el poder cambiará.

En conclusión, la causa del levantamiento, que triunfó, fue la crisis social, política y económica en la que se encontraba el país y los desastres y conflictos originados por la guerra de Marruecos y la Primera Guerra Mundial.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

El 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera declara al Estado en guerra emitiendo este manifiesto. Alfonso XIII admite el golpe y lo nombra presidente del gobierno militar (El Directorio). La dictadura se divide en dos etapas: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930).

Directorio Militar (1923-1925)

El Directorio Militar fue una solución temporal. En esta etapa, el dictador ejercía como ministro único con algunos militares únicamente vocales. No derogó la Constitución, pero sí disolvió las Cortes. En 1924 se creó la Unión Patriótica.

Directorio Civil (1925-1930)

Los cargos volvieron a ser ocupados por civiles, comenzó el Directorio Civil con mayoría de extrema derecha. Para afianzar el gobierno, convocó una Asamblea Nacional Consultiva (1927) para legitimar el nuevo régimen, rompiendo con el parlamentarismo liberal, ya que en ella se representaban intereses corporativos y no partidos políticos. Se llevaron a cabo varias acciones para la creación del nuevo estado, siendo destacable la formación del somatén, la represión al catalanismo, la financiación de la guerra de Marruecos, el cierre de las universidades, etc.

Decadencia y Fin de la Dictadura

A partir de 1928 se hizo patente la decadencia del régimen de Primo de Rivera, por lo que en enero de 1930 el dictador dimitió, dejando al país una profunda crisis de gobierno que Alfonso XIII puso en manos del general Dámaso Berenguer.

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