Reformas Borbónicas en España: De Felipe V a Carlos III

El Reinado de Felipe V (1700-1746)

Felipe V, a menudo incapaz de desempeñar sus funciones, delegó en validos como el cardenal Alberoni o el barón de Rippedá, sustituidos después por una burocracia española absolutista y reformista, entre los que destacó José Patiño. Su reinado estuvo interrumpido por un breve periodo en el que reinó su hijo, Luis I (1724).

Centralización

El objetivo era, siguiendo el modelo francés, la uniformización y la centralización.

  • Creación de una nueva Administración central: El sistema de consejos fue relegado, pero no suprimido. El Consejo de Castilla pasó a serlo de todo el reino, y el más importante.
  • El nuevo orden territorial: los Decretos de Nueva Planta: Estos decretos se aplicaron a Valencia y Aragón en 1707, a Mallorca en 1715 y a Cataluña en 1716, y suprimían no solo los fueros y las instituciones de estos reinos, sino que imponían las leyes, los cargos y las instituciones de Castilla.

Reformas Administrativas

Felipe V impuso una nueva administración territorial en todo el reino. Como hemos visto, los virreinatos desaparecieron y el territorio se dividió administrativamente en provincias y capitanías generales.

Se adoptó el cargo de Intendente, cuyas funciones eran amplias y variadas: recaudación de impuestos, reclutamiento de tropas, el orden público, vigilancia de las autoridades locales, supervisión de las obras públicas y el fomento de la producción en su provincia.

También hubo cambios importantes en la organización del ejército: ya durante la Guerra de Sucesión se suprimieron los tercios, sustituidos por una nueva unidad de combate, el regimiento.

El Regalismo

Al igual que en Francia, los Borbones aplicaron una política regalista que culmina con el Concordato de 1753, que concedía el derecho de patronato universal y que estuvo vigente hasta el siglo XIX.

El Reinado de Fernando VI y los Proyectos Reformistas del Marqués de la Ensenada

Fernando VI, indolente como su padre, dejó el gobierno en manos de competentes consejeros españoles, entre los que destacaron el marqués de la Ensenada y José de Carvajal.

El principal artífice de la política del periodo fue el marqués de la Ensenada, que permaneció once años en el poder reuniendo las secretarías de Hacienda, Indias, Guerra y Marina, lo que permitió coordinar con mayor eficacia las medidas de gobierno. Su propósito fue mejorar la prosperidad del país administrando adecuadamente los territorios americanos y, para ello, reorientar la política exterior hacia el Atlántico, incrementar los ingresos del Estado para reforzar la Marina y el Ejército.

Se implementó un amplio programa de obras públicas, incluyendo un plan de construcción de carreteras de carácter radial partiendo de Madrid, del que se construyó la carretera a La Coruña, y el Canal de Castilla, dentro de un plan para hacer navegable la red fluvial y mejorar los regadíos.

El Reinado de Carlos III

A la muerte de Fernando VI accedió al trono su hermano Carlos III. Venía de Nápoles, donde había reinado desde 1739, impulsando con sus colaboradores un conjunto de reformas muy marcadas por los elementos de racionalización y progreso ilustrados.

Fase de Despotismo Ilustrado

Carlos III mantuvo a los secretarios de su hermanastro Fernando VI. Los nuevos ministros querían poner en marcha un programa de reformas que modernizase el país y, para ello, en sus informes, critican la amortización de las tierras, los privilegios fiscales de nobleza e Iglesia y las trabas existentes al comercio. El descontento subsiguiente fue aprovechado por los que se oponían a las reformas, dando lugar al conocido como Motín de Esquilache en marzo de 1766.

Este motín es una revuelta popular contra la carestía de alimentos y contra las medidas tomadas por el ministro Esquilache: limpieza urbana, alumbrado público, prohibiciones sobre el juego y sobre el uso de armas, como también sobre los sombreros. Además, para reafirmar su autoridad, decidió la expulsión de los jesuitas, acusados de haber instigado la revuelta.

Giro Conservador

A partir de 1766, Carlos III dio un giro conservador a su orientación política, confiando el gobierno a hombres que evitaran cambios radicales y mantuvieran la paz social. A Aranda le sucedió Floridablanca en 1776, pero este había abandonado su posición reformista y adoptó cada vez más una postura conservadora.

En la agricultura, durante todo el reinado se habló de la necesidad de reforma agraria, incluso hay un informe brillante de Jovellanos que denunciaba los perjuicios de la amortización de la tierra.

En cuanto a las manufacturas, se aumentó la producción de los astilleros y las fábricas de armas, y se continuó la producción de las manufacturas reales, las reales fábricas, grandes talleres que querían ser modelo a imitar por la industria privada, que fuesen rentables y cuyos productos pudieran exportarse.

La Ilustración en España

La difusión de las ideas ilustradas en España fue lenta y probablemente tardía, sin embargo, presenta esencialmente los mismos rasgos que en el resto de Europa. Los rasgos característicos de esta ideología son los siguientes:

  • Empleo de la razón y de la crítica como método de análisis y mejora de la realidad social: rechazaban todo lo que juzgaban pernicioso o inútil: algunos espectáculos, prácticas religiosas, instituciones, etc.
  • Fomento de la economía nacional como algo necesario para la transformación social, mejorar el bienestar de la sociedad y el poder de la monarquía.
  • Desarrollo del conocimiento científico y de la educación como base del progreso técnico y económico. La creación artística y literaria deben tener un fin educativo.
  • Difusión entre el mayor número posible de individuos del progreso y la felicidad, meta última de la teoría y la práctica reformista e ilustrada.

Esta corriente pretendía reformar el sistema económico, social y político del Antiguo Régimen; lo que consiguieron fue crear ideas y programas que, ya en el siglo XIX, acabarían con las ideas ilustradas. El fracaso de la Ilustración se debió a que lo que planteaban reformar implicaba a los intereses de los privilegiados del Antiguo Régimen.

Los primeros ilustrados españoles (Feijoo, Olavide), preocupados profundamente por la decadencia de España, se preguntan sobre sus causas y lanzan sus primeras ideas sobre la necesidad de reforma.

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