La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III
El reinado de Carlos III (1759 –1788) significa la plenitud del despotismo ilustrado, sin menoscabo del poder absoluto. Inicia, en una primera etapa, reformas importantes como el proyecto de “contribución única” del marqués de la Ensenada, la prohibición de aumento de bienes en manos muertas, que lesionan los intereses de las clases privilegiadas. Así, bajo el pretexto de unas medidas de policía urbana, se produce el Motín de Esquilache (1766), como reacción ante las medidas de gobierno.
Las reformas continúan, pero con mayor cautela, en las siguientes direcciones:
- Contención del poder de la Iglesia con el regalismo (ver punto anterior), que llevan a la expulsión de los jesuitas: acusados de propiciar el Motín. Esta expulsión obedece a razones más profundas, como la oposición de la Orden a la política regalista y el control de la enseñanza universitaria.
- Reducción del poder de la Inquisición
- Extensión de la cultura: creación de centros educativos (San Isidro 1770), a través de las Reales Academias (creadas durante el reinado anterior), las Sociedades Económicas de Amigos del País, prensa, periódicos…
- Impulso económico:
- Agrarias: reducir los privilegios de la Mesta y la extensión de los latifundios, colonización en Sierra Morena…
- Industria y comercio: libertad de circulación de mercancías, libertad de comercio con América desde todos los puertos hispánicos, reforma del sistema tributario. – Honorabilidad en el ejercicio de todas las profesiones.
- Reforma del ejército.
Destacar los distintos ministros: Ensenada, Campomanes, Floridablanca, Aranda, Jovellanos, Olavide, Cabarrús…
Evolución de la política exterior en Europa
La difícil situación creada por el Tratado de Utrecht (1713), que implicaba el reconocimiento de Felipe V, pero también la pérdida de las posesiones hispánicas en Europa y que España quedara relegada a potencia secundaria.
La política exterior se plantea con 3 objetivos: 1) recuperar los territorios perdidos en 1713 (Menorca, Gibraltar…); 2) conseguir establecer príncipes de la familia Borbón en los territorios perdidos; 3) defensa del imperio de ultramar.
Para ello, la política exterior se basa en la alianza con Francia, concretada en varios Pactos de Familia y el enfrentamiento con Inglaterra en el Atlántico, ante su amenaza sobre las posesiones en las Indias; España quería mantener su monopolio con las Indias, pero para Inglaterra estos dominios suponían la posibilidad de expandirse por ese continente.
Felipe V (1700 – 1746) firma el Primer y Segundo Pacto de Familia con Francia; en virtud de ellos, participa en la Guerra de Polonia y Sucesión de Austria; resultado de ello es que el Infante Carlos (futuro Carlos III) es coronado Rey de Nápoles.
Con Fernando VI (1746 – 1759) la política es de neutralidad, equidistante de Londres y París.
Carlos III (1759 – 1788) prosigue la alianza con Francia: es el Tercer Pacto de Familia; lo que lleva a la participación en la Guerra de los Siete Años y en el apoyo a los rebeldes americanos contra Inglaterra. La derrota inglesa lleva al Tratado de Versalles (1783) por el que se recupera Menorca, Florida…
Felipe V (1700 – 1746) firma el Primer y Segundo Pacto de Familia con Francia; en virtud de ellos, participa en la Guerra de Polonia y Sucesión de Austria; resultado de ello es que el Infante Carlos (futuro Carlos III) es coronado Rey de Nápoles.
Con Fernando VI (1746 – 1759) la política es de neutralidad, equidistante de Londres y París.
Carlos III (1759 – 1788) prosigue la alianza con Francia: es el Tercer Pacto de Familia; lo que lleva a la participación en la Guerra de los Siete Años y en el apoyo a los rebeldes americanos contra Inglaterra. La derrota inglesa lleva al Tratado de Versalles (1783) por el que se recupera Menorca, Florida…
La política borbónica en América
El siglo XVIII será un periodo de fuerte crecimiento económico en las colonias: aumento de población, crecimiento de las ciudades, de la actividad comercial con la exportación masiva de cacao, café, azúcar…, lo que permitirá la creación de una burguesía urbana rica y culta: los criollos.
En un primer momento, la llegada de la nueva dinastía no implicó cambios importantes. La Administración continuó con su monopolio comercial (pese al contrabando inglés), los envíos de plata y el papel preponderante de Cádiz. Se trata de una explotación de tipo colonial: América exporta materias primas e importa productos peninsulares.
Eso sí, se busca desde el primer momento que las colonias fueran más rentables. Así, se imitan las prácticas inglesas con la creación de Compañías de Comercio, privilegiadas y monopolísticas (1728). El siguiente paso, en 1735, es el sistema de registros que suprimía el envío anual a las colonias.
Carlos III introducirá importantes reformas: por un lado, trata de incrementar el control administrativo sobre las Indias: se excluye a los criollos de la administración, se crea un nuevo virreinato: el de Río de la Plata y se crea el cargo de Intendente. Asimismo, se produce un incremento impositivo y, en 1778, se permite el libre comercio entre España y las Indias.
La expulsión de los jesuitas en 1767 tiene como consecuencia la anexión a la Corona de importantes tierras, sobre todo en Paraguay.
Esta política, enfocada al beneficio de la metrópoli, provocará un movimiento de protesta entre los criollos –apartados de la administración– y entre los indígenas. En 1780 se inicia una rebelión indígena (los Túpac Amaru) duramente reprimida y un sentimiento de resentimiento entre los criollos que se manifestará en los movimientos independentistas del XIX.