Reformas de Napoleón

  A partir de la segunda mitad del Siglo XVIII la República de las Dos Naciones sufríó tres repartos de territorio entre sus potencias vecinas que supusieron, al final del citado siglo, la desaparición de Polonia como estado independiente. Estos repartos fueron fruto de la inestabilidad institucional y de la fuerte intervención e influencia extranjera en la política polaca, sobre todo por parte de Rusia.

Primera partición (1772)


  A la muerte de Augusto II de Wettin (1696-1763), elector de Sajonia y rey de Polonia, fue elegido como nuevo rey a un noble polaco Estanislao II Augusto Poniatowski (1732-1798), gracias a la influencia de Rusia, pues había sido amante de la zarina Catalina la Grande de Rusia y se le consideraba un títere al que poder controlar. Sin embargo, Poniatowski tenía un ánimo reformista y quería una Polonia más acorde políticamente con los tiempos, en la que el monarca fuera la auténtica cabeza del reino. Entre las reformas pretendidas estaban: reformar el liberum veto para que no bloquease las decisiones de la Dieta e introducir el criterio mayoritario en las deliberaciones de la asamblea; e instituir un gabinete o consejo de ministros nombrados con él y con capacidad ejecutiva. Estas reformas las pudo llevar a cabo gracias al apoyo de su familia materna, los  Czaitoryski. Sin embargo, la mayoría de los nobles vieron mal estas reformas, produciendo desórdenes en el páis, porque la consideraban una alteración significativa de la constitución y la base de un posible dominio absoluto por parte del rey. Tampoco la zarina Catalina de Rusia vio con buenos ojos las reformas. Este recelo de Rusia fue lo que terminó de decidir a Estanislao a abandonar sus reformas, revelando  la enorme influencia que tenía Rusia en los asuntos internos de la República de las Dos Naciones. Así, desde el parecer de las potencias vecinas (sobre todo Prusia y Austria), Polonia había pasado a ser una especie de protectorado ruso, lo que creaba un gran descontento entre ellas pues alteraba el equilibrio del área.

Para restaurar el equilibrio se decidíó realizar un reparto:
Rusia se quedó con gran parte de Bielorrusia; Prusia se quedó con la llamada Prusia Real; y Austria incorpora la regíón de Galitzia.

Segunda partición (1793)


  Después del primer reparto, la urgencia por reformar la constitución polaca era más que evidente. Ahora, los magnates o alta nobleza polaca intentarán reformar el país en un sentido aristocrático. Impusieron un Consejo Permanente, que sería quien realmente gobernara Polonia, compuesto por miembros de la Dieta, aunque controlados por los magnates, y presidido por el Rey, aunque este ya no tenía casi competencias gubernamentales.

  A pesar de que el Consejo Permanente introdujo muchas reformas de carácter ilustrado, desde finales de la década de 1780, estas se mostraron insuficientes y no lo suficientemente modernas ni acordes a los tiempos que corrían. Así, las nuevas ideas que ya recorrían el Occidente europeo empezaron a impregnar a una parte de la nobleza polaca que se constituyó en una facción denominada Partido Patriota (formada por por una parte de la nobleza media, la mayor parte de la burguésía y el propio rey Estanislao) y que estaba decidida a realizar las reformas necesarias para modernizar y restaurar la grandeza del país. Seguían los valores de libertad e igualdad y conseguirán elaborar una nueva constitución moderna, escrita y con un texto articulado, que fue de las pioneras del constitucionalismo moderno aprobada el 3 de Mayo de 1791. Otorgaba todo el poder a la Dieta, introdujo el principio de soberanía nacional, se abolíó el liberum veto y se comenzó a decidir por mayorías, se abolíó el derecho de resistencia de los nobles henriquiano y se introdujo la monarquía hereditaria como mejor opción para proteger a Polonia de la influencia extranjera. 

  Esta constitución fue muy apoyada por el pueblo, pero lógicamente fue rechazada por los magnates republicanos, que teniendo miedo de que la monarquía hereditaria supusiera un giro hacia el absolutismo comenzaron a ser antimonárquicos. Para evitarlo, los magnates acudieron a Catalina de Rusia, que se consideraba garante de las libertades polacas, para que restableciera el orden constitucional anterior. Esto supuso la invasión rusa de Polonia y el segundo de los repartos como consecuencia de ello: Prusia se quedó con Danzig; y Rusia se queda con lo que la faltaba de Bielorrusia, con Podolia y con Ucrania. En este reparto Austria queda excluida.

Tercera partición (1795)


  El segundo reparto supuso una reacción de índole nacionalista en Polonia que se plasma en la elevación al poder del general Tadeusz Kosciuszko (1746-1817), que establece un régimen completamente centralizado y todo el poder emanaba de él como dictador. Estanislao II Poniatowski seguía siendo el rey, pero no tenía poder alguno.

  Ante esta situación, la reacción instantánea de las potencias vecinas era de esperar. Así, Austria, Rusia y Prusia invadieron Polonia y se repartieron lo que quedaba, por lo que Polonia desaparecíó como unidad política independiente. Rusia se adueñó de la llanura polaca y Lituania hasta el río Niemen; Prusia se anexiónó la Polonia Mayor y el litoral de Pomerania; y Austria lo que quedaba de Galitzia y la Polonia Menor.

  A la vista de todo lo anterior, ¿por qué desaparece Polonia? ¿Por la extinción de la casa Jagellón? ¿Por la ceguera e irracionalidad política de la vieja nobleza polaca que, aferrada al viejo republicanismo, no supo aceptar una monarquía moderna y absoluta? Según el materialismo histórico marxista, la transición del feudalismo al capitalismo se hace por medio del absolutismo monárquico, algo que no se produce en Polonia debido al empeño de la nobleza polaca. Según Therry Anderson fue la irracionalidad de la nobleza polaca y su miedo patológico al absolutismo lo que provocó que no se consolidara una monarquía absoluta en Polonia. Desde el Siglo XVII, los nobles polacos habían intentado protegerse del absolutismo porque consideraban que lo más racional era mantener sus libertades y garantizar sus derechos y que lo irracional era entregarlos a un monarca absoluto. Tal vez racionalizar en exceso su idea de libertad y convertirla en el centro absoluto de los valores que regían el estado polaco hizo que no pudieran ver la conveniencia de hacer reformas que modernizaran el país lo que realmente sí los hubiera protegido de las invasiones extranjeras. Pero en realidad, todo es especular.

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