Reformas y Radicalización en la Segunda República Española (1931-1936)

Reformas Laborales y Tensiones Sociales (1931-1933)

Además, Francisco Largo Caballero inició una serie de reformas laborales: se aprobó la Ley de Contratos de Trabajo que regulaba la negociación colectiva y la Ley de Jurados Mixtos con el poder de arbitraje vinculante en caso de desacuerdo. Se estableció la jornada laboral de 40 horas y se aumentaron los salarios. Todo ello provocó la irritación de las patronales que frenaron algunos proyectos. Por último, cabe destacar la política educativa y cultural, orientada a reducir el analfabetismo con una gran inversión en la enseñanza primaria y a llevar propuestas culturales a zonas hasta entonces olvidadas.

La crisis del proyecto reformista se produjo a lo largo de 1932-33 y condujo a la convocatoria de nuevas elecciones. A la tensión social provocada por la permanente actividad revolucionaria de la C. N. T. se sumó la desilusión de buena parte de la clase trabajadora por el escaso desarrollo de medidas como la Reforma Agraria. Los enfrentamientos con la Iglesia y el Ejército fueron en aumento. La situación de la economía se fue deteriorando tanto por razones internas como huelgas como por la depresión internacional. Se produjo la ruptura de la coalición gubernamental. En primer lugar, Azaña perdió el apoyo de la derecha y el centro republicanos. El P. S. O. E. rompió con el gobierno en el verano de 1933, escandalizado por la respuesta represiva a las reivindicaciones obreras (Casas Viejas). El catolicismo fue el principal aglutinante para la creación de la C. E. D. A. (Confederación Española de Derechas Autónomas), cuyo líder José María Gil Robles fue el gran triunfador de las elecciones. Los monárquicos tanto alfonsinos (José Calvo Sotelo) como carlistas adoptaron posiciones cada vez más autoritarias. Los diferentes grupos fascistas se unieron en la Falange Española (José Antonio Primo de Rivera).

El Bienio de Derechas (1933-1935)

Las elecciones se celebraron el 18 de noviembre de 1933. La izquierda se presentó desunida y además la CNT pidió abstención; la derecha se presentó unida y organizada. El resultado fue la victoria de los partidos de centro y de derecha. El Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles obtuvieron los mejores resultados y los radicales formaron el nuevo gobierno con apoyo parlamentario de los católicos.

Lerroux paralizó la política del bienio anterior. Se planteó una contrarreforma agraria que devolviera los derechos a los propietarios. El gobierno, para reafirmar su poder frente a la autonomía catalana, se enfrentó a la Generalitat por la ley de Contratos de Cultivo, que permitía a los campesinos arrendatarios acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban pagando a los propietarios unos precios tasados. Al mismo tiempo, la autonomía vasca seguía paralizada. Se reforzó el papel de la Iglesia, aprobando un presupuesto de culto y clero y paralizando la secularización de la enseñanza. Se negoció un concordato con la Santa Sede. Algunos militares poco partidarios de la República obtuvieron importantes puestos y los golpistas del 32 fueron amnistiados. Todo tuvo como consecuencia la radicalización del PSOE y la UGT. El ala liderada por Largo Caballero y los anarquistas protagonizaron huelgas y conflictos para acabar con el gobierno. Ante esto la CEDA endureció su posición y exigió participar directamente en el gobierno. Lerroux accedió en octubre de 1934.

La Revolución de Octubre

La izquierda acusó a la CEDA de profascista y se produjo un movimiento, la Revolución de Octubre, con escasa repercusión a nivel nacional. Los acontecimientos fueron más graves en Asturias y Cataluña. En Asturias los mineros anarquistas, socialistas y comunistas protagonizaron una revolución social. Sitiaron Oviedo y el gobierno envió a la Legión al mando del general Franco a reprimir el levantamiento, que se prolongó durante 10 días. Hubo más de 1000 muertos, 2000 heridos y 5000 detenidos. En Cataluña la revuelta tuvo un carácter más político. El nuevo presidente de la Generalitat, Luis Companys, proclamó el 6 de octubre la República catalana dentro de la República Federal española, al mismo tiempo que se organizaba una huelga general. La negativa de la CNT y el escaso apoyo ciudadano hicieron fracasar la insurrección.

Se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña y se produjeron miles de detenciones. La izquierda quedó prácticamente ilegalizada. La CEDA aumentó su influencia en el gobierno y se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra y a Franco Jefe del Estado Mayor. Se presentó un anteproyecto para modificar la Constitución que restringía a las autonomías, ilegalizaba el divorcio y negaba la posibilidad de expropiación de tierras. La crisis de la coalición estalló en otoño de 1935 cuando el Partido Radical, al que ya había abandonado su ala más izquierdista, se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción, como el “estraperlo” y los de malversación de fondos. Los radicales estaban deslegitimados para gobernar. Alcalá Zamora, tras nombrar un nuevo gobierno compuesto por sus colaboradores (Manuel Portela), convocó nuevas elecciones para febrero de 1936.

El Frente Popular y el Camino Hacia la Guerra Civil (1936)

A las elecciones de 1936 la izquierda se presentó unida mediante una coalición, Frente Popular, que agrupaba desde la izquierda republicana (incluidos exmiembros del Partido Radical) hasta algunos comunistas y anarquistas. La CNT no participó en el pacto pero tampoco pidió la abstención. Los partidos de derecha formaron distintas coaliciones pero no lograron confeccionar una candidatura única para toda España ni redactar un programa electoral consensuado. El resultado fue la victoria muy ajustada del Frente Popular. España quedó profundamente dividida en dos mitades: por un lado los grandes núcleos industriales y la España del sur, inclinada a la izquierda, y por otro las regiones con ciudades pequeñas y campesinos propietarios, que votó a la derecha. El nuevo gobierno quedó formado exclusivamente por republicanos. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República porque las Cortes destituyeron a Alcalá Zamora y Casares Quiroga se convirtió en jefe del gobierno.

El nuevo gobierno decretó una amnistía, restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña e impulsó el proceso autonómico vasco. Reanudó y aceleró la reforma agraria y otras reformas paralizadas. Los partidos de izquierdas se lanzaron a una movilización popular, con frecuencia violenta. En las ciudades se convocaron huelgas para pedir la mejora de las condiciones laborales y en Andalucía y Extremadura los jornaleros ocuparon las tierras.

Las derechas rechazaron la nueva situación. La Falange Española, ante la descomposición de la C.E.D.A., fomentó un clima de enfrentamiento civil, tensión y violencia, con constantes tiroteos entre extremistas de derechas y de izquierdas.

Desde las elecciones estaba en marcha una conspiración militar para derribar al gobierno, liderada por Emilio Mola, que desencadenó un golpe de Estado a raíz del asesinato del principal portavoz de la oposición de derechas: José Calvo Sotelo. Fue un pronunciamiento militar simultáneo en todas las guarniciones posibles con protagonismo del ejército de África al mando de Franco. Contaba con el apoyo de las fuerzas políticas de la derecha, de la Italia fascista y de la Alemania nazi. La sublevación se inició el 17 de julio, dando origen a una guerra civil que se prolongaría durante tres años.

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