Isabel II
El reinado de Isabel II constituye una etapa revolucionaria y esencial en la historia de España: el paso de la Monarquía absoluta a un Estado burgués parlamentario. Es un período muy complejo desde el punto de vista político. En él hay dos regencias, una guerra carlista, cuatro constituciones y continuos levantamientos revolucionarios. Además, en esta etapa se produce una serie de transformaciones que supone el desmantelamiento del sistema social y económico del Antiguo Régimen y la organización jurídica de un sistema capitalista moderno. /A la muerte de Fernando VII, a pesar de que había dos candidatos al trono, su hija Isabel II y su hermano Don Carlos, queda su mujer Mª Cristina como reina regente (1833-1840). Carlos, con el manifiesto de Abrantes, desde Portugal, se autoproclamó rey y fue apoyado por los absolutistas. Los que lo apoyaban defendían los fueros, el Trono y el Altar. Estos eran denominados el Bando Carlista, al que pertenecía parte de la nobleza, bajo clero, campesinado… Por otro lado estaban los que apoyaban a Isabel, que eran absolutistas reformistas, liberales. Estos eran conocidos como Bando Cristino, Isabelino o Liberal, integrado por la mayor parte del ejército, altos cargos de administración, alto clero, burguésía de las ciudades, obreros industriales… /Entre estos bandos se produjeron una serie de enfrentamientos por el poder denominadas Guerras Carlistas. La primera Guerra Carlista se puede dividir en tres partes: en la primera parte (1833-1837) favorecíó a los carlistas en el norte de la península, dirigidos por Zumalacárregui, pero son derrotados al intentar tomar Bilbao y éste muere. Comienza así la segunda etapa (1835-1837), aprovechando el momento revolucionario en el Bando Isabelino, las expediciones carlistas marcharon hacia el sur, llegando a cercar Madrid. La última parte (1837-1840) fue una etapa de resistencia carlista que finalizó en 1839 con el “Abrazo de Vergara” entre el carlista Maroto y el liberal
Espartero quedando un núcleo de resistencia en el Maestrazgo, dirigido por Cabrera, que más tarde fue tomado por Espartero en 1840. /Al mismo tiempo que se desarrollaban estos sucesos, hubo numerosos gobiernos. Durante el período de regencia de Mª Cristina (1833-1840), el sector moderado se afianzó en política y el inicio de la Guerra Carlista causó la llegada de Martínez de la Rosa, autor del Estatuto Real, por el que las Cortes quedaban divididas en dos. Después de esto, llega al poder Mendizábal que inició un programa reformista y provocó el Motín de Sargentos en la Granja que obligó a Mª Cristina a jurar la Constitución de 1812. Más tarde, se convocaron elecciones, que fueron ganadas por los moderados, quienes intentaron llevar a cabo la Ley de Ayuntamientos (1840), en la que los alcaldes eran elegidos por la corona. Tras esto, hubo enfrentamientos entre Mª Cristina y Espartero, que hicieron que Mª Cristina dimitiera y la regencia cayera en manos de Espartero (1840-1843). La política de Espartero era librecambista y centralista, lo que llevó a un enfrentamiento con la industria textil catalana. Así pues, en 1843, se inició una revuelta militar encabezada por Narváez que acaba con el poder de Espartero. Debido a esto y al gran desarrollo de Isabel, a pesar de sus 13 años de edad, en este mismo año se le proclamó mayor de edad, y por tanto, reina. /En el reinado de Isabel II (1833-1868) el liberalismo alcanza el poder y comienza la constitución del Estado Liberal. No obstante, se establecen dos tendencias dentro de los liberales: moderados y progresistas. Los moderados dotan de cierta soberanía al rey y toman medidas proteccionistas defendiendo los intereses de los terratenientes. Los progresistas, en cambio, defienden la Soberanía Nacional y apoyan el librecambismo defendiendo los intereses de la burguésía financiera e industrial. El reinado de Isabel fue una monarquía liberal de tendencia conservadora, donde se elaboró la Constitución de 1845. Este se puede dividir en tres períodos: la Década Moderada, el Bienio Progresista y la Uníón Liberal. /En la Década Moderada (1844-1854) nos encontramos con gobiernos moderados destacando los de Narváez, quien se convirtió en el protagonista de la época. Este dirigía al país y fue el artífice de la Constitución moderada de 1845, la cual se caracterizaba por la soberanía compartida, la exclusividad de la religión católica, la eliminación de la limitación de poderes del rey, el sufragio censitario… De esta década es importante destacar la fundación de la Guardia Civil (1844), el Código Penal y el Concordato (1851), entre otros. Finalmente, un pronunciamiento progresista dirigido por O’Donnell, conocido como “La Vicalvarada”, acaba con este gobierno y comienza el Bienio Progresista. /Con el inicio del Bienio Progresista (1854-1856) se produjo la reagrupación de los rebeldes, que propiciaron el Manifiesto de Manzanares. La reina dio el gobierno a Espartero apoyado por O’Donnell quien llevó a cabo un desarrollo económico de la Ley del Ferrocarril y la Desamortización de Madoz y llevó a cabo un proyecto de Constitución de 1856 (nonata), aunque no entró en vigor. Este período fracasa debido a la reacción de los liberales moderados, y las presiones de la corona y los sectores eclesiásticos. /El tercer período lo protagoniza la Uníón Liberal (1856-1868), un partido intermedio entre moderados y progresistas dirigidos por O’Donnell. En este período se aprueba la Ley de Instrucción Pública, hay una gran prosperidad económica, pero además hay problemas como los levantamientos carlistas. /En cuanto a la política exterior, se llevan a cabo distintas intervenciones internacionales para desviar la atención de los problemas internos. En 1864 comenzó la gran crisis debido al paro de la actividad ferroviaria y textil, la penetración del libre pensamiento en las Universidades y a los levantamientos militares. Tras esta crisis, se produjo la Revolución de La Gloriosa (1868), que supuso el destronamiento de la reina Isabel II./Para concluir, decir que la reina Isabel no supo establecer un equilibrio entre los dos partidos mayoritarios: moderado y progresista. Además, creó alrededor de ella un círculo de influencias lleno de intereses particulares que dio lugar a muchas situaciones de corrupción y todo esto le llevó al fracaso del sistema liberal.
Bibliografía:
José María Jover Zamora: “La era Isabelina”.
Germán Rueda: “El reinado de Isabel II”.
Tomás Cabol: “El conflicto sucesorio”.
Fernando VII
Populista, déspota, manipulable, falto de criterio, medianamente inteligente y aceptablemente culto, Fernando VII es, sin duda, el monarca más denostado de la historia de España. Marioneta de las camarillas que, siendo príncipe de Asturias, le utilizaron para contrarrestar la omnipotencia del valido Manuel Godoy y, ya como rey, se sirvieron de su maleabilidad para mantener los privilegios que les concedía la monarquía absoluta, su reinado tuvo como trágica consecuencia que España perdiera el tren de la historia. /El 19 de Marzo de 1808, una nueva acción del partido fernandino consiguió una aprobación popular que desembocó en el Motín de Aranjuez y que acabó por llevarle, de forma efímera, al trono. Fernando, preso en Bayona, regresó a España en un clima de entusiasmo popular tras firmarse el Tratado de Valençay en 1813./Al llegar a Madrid, un grupo de absolutistas le presentan el Manifiesto de los Persas con el que solicitaban la restitución del absolutismo, y Fernando VII, por medio de un Real Decreto en 1814, declara nula la Constitución de Cádiz. Con este hecho comienza el sexenio absolutista, producíéndose la restauración del Antiguo Régimen y una fuerte represión hacia los liberales, obligándolos a exiliarse en Inglaterra. Con esto resucita el tribunal de la Inquisición, que prohíbe los periódicos y revistas. Este período se caracteriza por una crisis económica, por el inicio de la independencia de las colonias americanas y por las conspiraciones de los liberales que buscaban por medio del ejército provocar pronunciamientos militares. De todos estos pronunciamientos solo tuvo éxito el del coronal Riego en 1820, que consiguió que el liberalismo triunfara en varias ciudades españolas. /Se inicia así el Trienio Liberal (1820-1823), en el que se restaura gran parte de las reformas aprobadas en Cádiz como la supresión de los mayorazgos y los procesos desamortizadores, y establecen unas cortes liberales. Además, la iglesia fue apartada de los órganos del Estado. /Frente a las reformas necesarias, los liberales se dividen en dos grupos: moderados y progresistas. Los moderados que estuvieron los dos primeros años en el poder, intentaron llevar a cabo reformas como sufragio censitario y soberanía compartida. Los progresistas, al contrario, pedían la aceleración de las reformas, y la represión hacia los absolutistas dando lugar a una Guerra Civil en Cataluña, Navarra, Galicia y parte de Valencia. /Debido a la complicada situación española, la Santa Alianza decidíó intervenir enviando un contingente de tropas francesas al mando del duque de Angulema (“Los cien mil hijos de San Luis”) que restituyen a Fernando VII en su trono como monarca absoluto. En este momento nace la Década Ominosa (1823-1833). /El triunfo absolutista supuso de nuevo una represión contra los liberales y se volvieron a restablecer las condiciones jurídico-políticas anteriores. Ante la falta de atención de Fernando VII, estos sectores más radicales se acercaron a su hermano Don Carlos, que defendía sus peticiones y prometía cumplirlas cuando sucediera a su hermano en la Corona. Por el contrario, Fernando adopta posiciones más abiertas, pues los liberales eran los únicos capaces de vencer la crisis por la que España estaba pasando. /Cuando Fernando VII enfermó en 1832 hubo un problema sucesorio. La única descendencia que tuvo Fernando fueron dos niñas, con lo cual quedaba descartada la sucesión del infante Carlos deseada por los absolutistas. El inconveniente era la Ley Sálica, ley que vetaba el acceso de las mujeres al trono, que consiguió que las hijas de Fernando no pudieran reinar. Más tarde, Mª Cristina, esposa del rey, quedó como regente hasta que terminara la enfermedad del monarca. El restablecimiento de Fernando supuso de nuevo la firma de la Pragmática Sanción, ley que permitía de nuevo el acceso de las mujeres al trono, con lo cual estaba asegurada la subida al trono de Isabel II, su hija. No obstante, los absolutistas seguían apoyando a Don Carlos, dando lugar a la primera de una serie de guerras conocidas como Guerras Carlistas. /Para concluir, el que fue último monarca absolutista de España había iniciado su reinado en 1808, en vísperas de una guerra, y lo termina dejando a la nacíón en puertas de otro enfrentamiento, pero esta vez entre españoles. Bibliografía:
Miguel Artola: La España de Fernando VII.