Regencias, Guerras Carlistas y Construcción del Estado Liberal en España (1833-1874)

Regencias y Primera Guerra Carlista (1833-1840)

El 29 de septiembre de 1833, Fernando VII falleció, dejando como heredera al trono a su hija Isabel, de tan solo 3 años. Su madre, María Cristina de Borbón, asumió la regencia. Este hecho desencadenó una Guerra Civil, ya que en algunas poblaciones del norte, los partidarios de Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII) se alzaron en armas. María Cristina se vio obligada a buscar el apoyo de los liberales, dando inicio a la Primera Guerra Carlista (1833-1840), un conflicto con fuertes connotaciones ideológicas, políticas y de clase.

Causas de la Primera Guerra Carlista

El infante Carlos María Isidro se consideraba el legítimo sucesor al trono en virtud de la Ley Sálica, que impedía a las mujeres reinar. Sin embargo, Fernando VII había derogado esta ley mediante la Pragmática Sanción (1830), permitiendo así que su hija Isabel heredara la corona. Esto provocó una profunda división entre:

  • Carlistas (absolutistas): Partidarios de Carlos María Isidro. Su lema era «Dios, Patria y Rey», defendiendo a la Iglesia como institución vertebradora del orden social. Contaron con el apoyo de gran parte del clero y la nobleza, los sectores más conservadores del ejército, parte del campesinado y sectores artesanales. A nivel internacional, recibieron el apoyo de Rusia, Austria, Prusia y los Estados Pontificios.
  • Isabelinos (liberales): Defensores de Isabel II. Contaron con el apoyo de una parte de la nobleza y del funcionariado, así como de un sector eclesiástico. La regente se vio obligada a buscar la adhesión de los liberales para ampliar su base social y hacer frente al carlismo. Este grupo incluía a una parte importante de los generales y el ejército, las clases medias urbanas, los intelectuales y gran parte de los obreros industriales. A nivel internacional, recibieron el apoyo de Francia, Portugal y Reino Unido.

El conflicto se inició poco después de la muerte de Fernando VII, tras la publicación del Manifiesto de Abrantes por parte del Infante Carlos.

Ámbito Geográfico del Carlismo

La guerra carlista tuvo mayor fuerza en la zona norte, donde la influencia carlista era más fuerte. Don Carlos formó un ejército al mando de Zumalacárregui. Un segundo foco carlista se estableció en Cataluña, bajo el liderazgo de Ramón Cabrera.

Desarrollo de la Primera Guerra Carlista

La Primera Guerra Carlista, la más violenta y dramática, se puede dividir en tres fases:

  1. Primera fase (1833-1835): Los carlistas lograron controlar un territorio considerable. Inicialmente, actuaron mediante partidas guerrilleras, pero se reorganizaron bajo el mando del general Zumalacárregui. La muerte de Zumalacárregui durante el fallido asedio a Bilbao, en manos de los liberales, supuso un duro golpe para los carlistas y cambió el curso de la guerra.
  2. Segunda fase (1836-1837): La guerra se caracterizó por su gran crueldad en ambos bandos, con numerosos fusilamientos. Esta etapa es conocida por las expediciones carlistas, destacando la expedición del general Gómez y la Expedición Real (1837). Un nuevo intento de tomar Bilbao fracasó tras la victoria del general isabelino Espartero en la batalla de Luchana.
  3. Tercera fase (1837-1840): Se produjo una importante ofensiva isabelina bajo el mando de Espartero. La guerra se volvió muy favorable para los isabelinos. Ante la imposibilidad de continuar la lucha, el general Maroto firmó un acuerdo con el liberal Espartero, conocido como el Abrazo o Acuerdo de Vergara (1839). Los carlistas se comprometieron a reconocer a Isabel II como reina. La guerra se prolongó un año más en el Maestrazgo, donde el general Cabrera resistió hasta ser acorralado por las fuerzas de Espartero.

Consecuencias de la Primera Guerra Carlista

El balance de víctimas fue muy elevado, con más de 200.000 muertos. Desde el punto de vista político, el nuevo régimen liberal consolidó la división del liberalismo en progresistas y moderados. No se solucionó el descontento del campesinado ni se logró ganar la confianza de una gran parte del clero y la nobleza rural, por lo que el conflicto carlista permaneció latente hasta el siglo XX. Dentro del bando carlista, el agotamiento provocó una división interna entre intransigentes y moderados.

Regencia de María Cristina (1833-1840)

Tras la muerte de Fernando VII en 1833, su esposa, María Cristina de Borbón, asumió la regencia en nombre de su hija Isabel II. Para asegurar el trono, buscó el apoyo de los liberales, ya que los carlistas apoyaban al infante Carlos María Isidro. Durante su regencia, se implementaron reformas como la división territorial de España en provincias (1833) y el Estatuto Real (1834), aunque estas medidas no satisficieron completamente a ningún sector.

En 1835, nombró a Mendizábal como jefe de gobierno, quien llevó a cabo la desamortización eclesiástica, enfrentándose a la Iglesia y a los conservadores. En 1836, tras la Revuelta de los Sargentos de La Granja, se restauró la Constitución de 1812, lo que llevó a la creación de una nueva constitución en 1837, más moderada, pero que consolidaba el liberalismo.

Sin embargo, los conflictos entre moderados y progresistas continuaron. En 1840, el general Espartero, líder de los progresistas, se impuso políticamente, obligando a María Cristina a abdicar y exiliarse en Francia, dejando a Espartero como nuevo regente.

Constitución de 1837

  • Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
  • División de poderes y sistema bicameral.
  • Sufragio censitario (solo votaban quienes tenían una renta suficiente).
  • Mantenimiento de la Iglesia católica, pero con libertad de cultos.

Los moderados ganaron las elecciones y gobernaron hasta 1840, aumentando la tensión con los progresistas. La regente perdió apoyo y abdicó en 1840, dejando el poder a Espartero.

Regencia de Espartero (1840-1843)

Espartero gobernó con los progresistas, pero su tratado de libre comercio con Inglaterra (1842) afectó a la industria textil catalana, provocando revueltas en Barcelona que reprimió con bombardeos. Su autoritarismo le hizo perder apoyos y, en 1843, el general Narváez, líder moderado, dio un golpe de Estado. Espartero huyó y se adelantó la mayoría de edad de Isabel II, quien con 13 años asumió el trono.

El Reinado de Isabel II y la Transición al Liberalismo (1843-1868)

El reinado de Isabel II marcó la transición del Antiguo Régimen a un sistema liberal burgués, aunque estuvo lleno de conflictos debido a varios factores:

  • Influencia del ejército en la política, con militares al frente de los partidos y frecuentes golpes de Estado.
  • Fraude electoral, ya que solo una minoría podía votar y las elecciones eran manipuladas.
  • Intervención de la Corona, que favorecía a los moderados.
  • Revuelta popular, que llevó a la creación de Juntas revolucionarias.

Los principales partidos fueron los moderados (conservadores) y los progresistas (más radicales). Más adelante surgieron la Unión Liberal (centro), el Partido Demócrata y los republicanos.

Construcción del Estado Liberal (1844-1868)

Este periodo consolidó el liberalismo doctrinario y sentó las bases del capitalismo. Isabel II se apoyó en los moderados, liderados por Narváez, lo que excluyó a los progresistas y los llevó a recurrir a golpes de Estado.

Fases del Reinado de Isabel II

Década Moderada (1844-1854)
Narváez gobernó con represión y leyes conservadoras, destacando:

  • Disolución de la Milicia Nacional y creación de la Guardia Civil (1844).
  • Concordato con el Vaticano (1851), logrando el apoyo eclesiástico.
  • Constitución de 1845, que restringía derechos, reforzaba el poder de la Corona y mantenía el sufragio censitario.

Durante esta época también estalló la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) y se fundó el Partido Demócrata (1849) tras las revoluciones europeas.

Bienio Progresista (1854-1856)
Los moderados se debilitaron y un pronunciamiento de O’Donnell y Serrano llevó al poder a los progresistas, liderados por Espartero. Intentaron reformas liberales como:

  • Proyecto de Constitución de 1856 (no aprobado), que establecía soberanía nacional, elecciones más abiertas y limitaciones al poder de la Corona.
  • Desamortización de Madoz (1855), para vender bienes eclesiásticos.
  • Impulso al ferrocarril y creación del Banco de España.

Sin embargo, el malestar social y las huelgas llevaron a la destitución de Espartero y al regreso de O’Donnell y los moderados.

Conservadurismo y Crisis Final (1856-1868)
Entre 1856 y 1868, se alternaron en el poder la Unión Liberal de O’Donnell y los moderados de Narváez, con políticas cada vez más autoritarias:

  • Restauración de la Constitución de 1845.
  • Disolución de la Milicia Nacional y abolición de la autonomía municipal.
  • Frecuentes intervenciones militares en el exterior.

Pese a una cierta estabilidad inicial y crecimiento económico, la situación cambió tras 1865 con una fuerte crisis política y económica. En 1866, el pronunciamiento de San Gil fue sofocado con represión, pero la oposición se unió en el Pacto de Ostende, exigiendo la salida de Isabel II y la convocatoria de elecciones por sufragio universal.

En 1867 murió O’Donnell y en 1868, Narváez, dejando a Isabel II sin apoyo. Ese mismo año, la Revolución de la Gloriosa, liderada por Serrano y Prim, acabó con la monarquía de Isabel II.

La Primera República Española y la Restauración Borbónica (1873-1874)

La Primera República Española fue proclamada el 11 de febrero de 1873, pero no contaba con un apoyo real. La mayoría de los diputados eran monárquicos y querían restaurar a los Borbones en el trono.

Los republicanos estaban divididos en dos tendencias:

  • Federalistas, liderados por Pi y Margall, que defendían una república basada en pactos entre las diferentes regiones.
  • Unionistas, representados por Castelar, con una postura más conservadora.

Gobiernos y Crisis de la Primera República

El primer presidente fue Estanislao Figueras (febrero-junio de 1873), un republicano moderado que defendía un Estado unitario. Convocó elecciones en mayo, pero la alta abstención (40% de participación) y los conflictos políticos generaron inestabilidad. Se proclamó la República Democrática Federal, pero Figueras, agotado por la situación, renunció.

Le sucedió Pi y Margall (junio-julio de 1873), un firme defensor del federalismo. Presentó el Proyecto de Constitución de 1873, que proponía una República Confederada con 13 Estados y amplias autonomías. Sin embargo, la falta de consenso entre los propios federalistas impidió su aprobación. Los intransigentes promovieron la creación de cantones, siendo el de Cartagena el más fuerte, resistiendo hasta enero de 1874. La creciente inestabilidad forzó su dimisión.

El siguiente presidente, Nicolás Salmerón (julio-septiembre de 1873), intentó restablecer el orden social con medidas represivas. Encargó a los generales Pavía y Martínez Campos la represión de las revueltas, aunque Cartagena resistió un poco más. Su negativa a firmar penas de muerte lo llevó a dimitir.

Emilio Castelar (septiembre de 1873-enero de 1874) rompió con el federalismo y gobernó con un estilo autoritario. Restauró el servicio militar obligatorio (quintas) y centralizó el poder. Su gobierno mejoró la economía, pero el 3 de enero de 1874, perdió el apoyo parlamentario y fue cesado.

El mismo día, el general Pavía dio un golpe de Estado y disolvió el Congreso, entregando el poder a los militares.

Fin de la República y Restauración Borbónica

El poder pasó a una coalición de unionistas y progresistas liderada por el general Serrano, quien gobernó de forma dictatorial. Suspendió la Constitución de 1869, disolvió las Cortes y tomó medidas para restablecer el orden, como reprimir a los republicanos y reforzar el ejército para luchar contra los carlistas y la Guerra de Cuba.

Mientras tanto, Cánovas del Castillo, líder de los monárquicos alfonsinos, trabajaba para restaurar la dinastía borbónica. Para lograrlo:

  1. Isabel II abdicó en su hijo Alfonso en 1870.
  2. El 1 de diciembre de 1874, Alfonso firmó el Manifiesto de Sandhurst, donde se comprometía a gobernar con orden y estabilidad.

Finalmente, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos dio un golpe militar en Sagunto y proclamó rey a Alfonso XII. El gobierno de Serrano dimitió y el poder pasó a Cánovas, quien organizó la llegada del nuevo monarca, iniciando así la Restauración Borbónica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *