El reinado de Carlos IV (1788-1808)
En 1788, Carlos IV asumió el trono tras la muerte de Carlos III, dando inicio a un reinado marcado por la inestabilidad política y la decadencia que cerraron el esplendor del siglo XVIII. Carlos IV mostró poco interés en gobernar y se dejó influir notablemente por su esposa, María Luisa de Parma. Su llegada al poder coincidió con el estallido de la Revolución Francesa, que tuvo un impacto directo en España al frenar las reformas ilustradas y provocar un giro conservador en la política para evitar la expansión de las ideas revolucionarias.
El gobierno de Manuel Godoy
Durante esta etapa, Manuel Godoy, un joven de origen humilde y protegido de la corte, fue nombrado primer ministro, lo que generó recelos entre los nobles. Bajo su gestión, España se involucró en conflictos internacionales marcados por su relación con Francia. La firma de la Paz de Basilea en 1795 puso fin a la ocupación francesa de territorios españoles, a cambio de ceder la parte española de Santo Domingo a Francia, y reforzó la alianza entre ambos países. Esto se consolidó con los Tratados de San Ildefonso, que llevaron a España a enfrentarse al Reino Unido y sufrir la catastrófica derrota de Trafalgar en 1805, donde la armada franco-española fue destruida, dejando a España sin poder marítimo.
La conspiración del Escorial y el Motín de Aranjuez
A principios del siglo XIX, Napoleón Bonaparte aplicó un bloqueo continental contra el comercio británico, presionando a España para firmar el Tratado de Fontainebleau en 1807, que permitía el paso de tropas francesas por territorio español con la excusa de invadir Portugal. Sin embargo, la verdadera intención de Napoleón era ocupar España, lo que quedó claro cuando las tropas francesas comenzaron a desplegarse por el país. Mientras tanto, el desprestigio de Godoy creció debido a las derrotas militares, la crisis económica y social, y su gestión autoritaria, generando una fuerte oposición en la corte. En este contexto, la conspiración conocida como la Conjura del Escorial intentó colocar en el trono al príncipe Fernando, aunque finalmente fracasó. En marzo de 1808, la situación alcanzó un punto crítico con el Motín de Aranjuez, una revuelta popular promovida por sectores de la nobleza que culminó con el asalto al palacio, la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, Fernando VII.
Las abdicaciones de Bayona y la llegada de José Bonaparte
Sin embargo, Napoleón, que ya había decidido intervenir directamente en España, convocó a Carlos IV y a Fernando VII en Bayona, donde los obligó a abdicar y entregó el trono español a su hermano, José Bonaparte. La llegada de José I Bonaparte al trono no fue reconocida por la mayoría de los españoles, aunque las autoridades lo legitimaron. En un intento de consolidar su reinado, José I aprobó el Estatuto de Bayona en 1808, considerado el primer texto constitucional en España. Este documento introdujo ciertos principios ilustrados como las libertades individuales y la igualdad ante la ley, pero tuvo escaso impacto. Solo un pequeño grupo de afrancesados apoyó al nuevo régimen, creyendo que podía modernizar el país y evitar los desastres de una guerra o una revolución, pero la mayoría de la población rechazó al nuevo monarca, lo que desencadenó el levantamiento general que daría inicio a la Guerra de Independencia.
La Guerra de la Independencia Española (1808-1814)
El levantamiento del 2 de Mayo y la formación de Juntas
Tras el levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid, comienza la resistencia popular contra los franceses. Las abdicaciones de Bayona son interpretadas como forzadas por Napoleón, lo que provoca que casi todas las ciudades españolas se subleven. Se forman Juntas de defensa y armamento locales, luego provinciales y regionales, integradas por nobles, burgueses y profesionales liberales. Estas Juntas actúan en nombre de Fernando VII, prisionero de Napoleón, organizando la resistencia mediante impuestos, reclutamiento de tropas y alianzas con el Reino Unido.
Para coordinarse, se crea la Junta Suprema Central, soberana sobre las demás. Trasladada de Aranjuez a Cádiz debido al avance francés, se mantiene activa hasta 1810, cuando cede el poder a una Regencia colectiva en Cádiz.
Fases de la Guerra de la Independencia
Primera fase (mayo-julio de 1808)
Las tropas francesas ocupan tres zonas:
- Zona norte: Intentan dominar la costa cantábrica, la Meseta Norte y Zaragoza.
- Zona de Cataluña: Avance hacia el sur bloqueado por la resistencia en Gerona y el monte Bruch.
- Zona centro: El avance francés hacia Andalucía es detenido en la Batalla de Bailén (julio de 1808), primera derrota importante de Napoleón, con gran repercusión internacional.
Segunda fase (1808-1812)
Tras la derrota en Bailén, Napoleón dirige personalmente las tropas, ocupando casi toda la península.
- Derrota a los españoles en Somosierra (1808) y toma Madrid, pero regresa a Francia tras recibir noticias de una nueva coalición antifrancesa en Austria.
- Soult prosigue la campaña: ocupa la Meseta Sur tras la derrota española en Ocaña (1809) y concentra fuerzas en Portugal, siendo detenido cerca de Lisboa en Torres Vedras. Luego, entre 1810 y 1812, ocupa Andalucía.
- La resistencia persiste en zonas rurales y montañosas con:
- Guerrillas, que sabotean y hostigan al ejército francés.
- Sitios de ciudades como Zaragoza y Gerona, que frenan el avance francés.
Fase final (1812-1814)
- Napoleón retira tropas para la invasión de Rusia, facilitando la contraofensiva anglo-española liderada por Wellington.
- Wellington logra victorias decisivas en Arapiles (1812), Vitoria (1813) y San Marcial (1813), expulsando a los franceses.
- Con el Tratado de Valençay (1813), Napoleón acuerda la retirada de sus tropas y el retorno de Fernando VII al trono.
Consecuencias de la Guerra de la Independencia
Consecuencias demográficas, económicas y políticas
- Demográficas: La guerra dejó cerca de medio millón de víctimas, incluyendo las bajas militares y las causadas por el hambre y las epidemias.
- Económicas:
- Destrucción de infraestructuras: ciudades, pueblos, caminos y puentes.
- Caída de las producciones agrícolas y artesanales.
- Paralización del comercio.
- Aumento del déficit del Estado y de la deuda internacional, agravado por la posterior independencia de los territorios americanos.
- Políticas: Surgió un conflicto entre absolutistas, apoyados por Fernando VII tras restaurar el Antiguo Régimen, y liberales, impulsores de las reformas de las Cortes de Cádiz.
El inicio de la independencia americana
- La población criolla, al no reconocer la autoridad de José Bonaparte, creó Juntas locales en ciudades como Buenos Aires y Caracas.
- Aunque declararon lealtad a Fernando VII, no acataron la autoridad de la Junta Suprema Central ni de las Cortes de Cádiz, marcando el inicio de los procesos independentistas.