La Guerra de Independencia y sus Consecuencias
La Guerra de Independencia Española fue una rebelión armada del pueblo español contra el monarca francés José Bonaparte, impuesto en el trono de España por su hermano, Napoleón Bonaparte. Esta rebelión se enmarca en la «Guerra Peninsular», la campaña militar británica contra los ejércitos franceses que ocupaban Portugal y que luego se extendió a España. El nacionalismo español promovió la idea de que el ardor guerrillero español derrotó a los franceses, pero la realidad es que España necesitó la intervención británica y la habilidad defensiva del general Wellington para liberarse del dominio francés. Fernando VII, el rey depuesto por los franceses, fue uno de los peores reyes de la historia reciente de España. José Bonaparte, a pesar de su breve reinado, introdujo ideas liberales y progresistas que transformaron la España conservadora y ultracatólica.
El Tratado de Fontainebleau y la Ocupación Francesa
El inicio de los problemas que desencadenaron la «Guerra de la Independencia» fue el Tratado de Fontainebleau, firmado el 27 de octubre de 1807 entre España y Francia. Este tratado comprometía a ambas naciones a una acción militar conjunta para ocupar y repartirse Portugal, aliado de Inglaterra en las Guerras Napoleónicas. Una cláusula permitía el tránsito y alojamiento de tropas francesas en España.
Aprovechando esto, los ejércitos franceses se instalaron en las principales ciudades de España, iniciando una ocupación de facto que sorprendió a la débil monarquía española de Carlos IV de Borbón.
El plan de Napoleón era derrocar a la monarquía española y reemplazarla por una monarquía moderna, basada en la Ilustración, para convertir a España en un aliado de Francia.
El Motín de la Granja (1836)
El 12 de agosto de 1836, el Motín de la Granja evidenció la situación de la monarquía. Sargentos del 2º Regimiento de la Guardia Real amenazaron a la Reina Regente María Cristina en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, exigiendo la restauración de la Constitución de 1812 («La Pepa») y la derogación del Estatuto Real de 1834. Larra escribió: «…aquí yace el trono de España; nació con el reinado de Isabel la Católica y murió en la Granja de un aire colado».
La Vicalvarada (1854)
La Vicalvarada fue un levantamiento militar liderado por O’Donnell en 1854 contra el gobierno, al final de los gobiernos moderados durante el reinado de Isabel II.
La Revolución de 1854, una sublevación civil y militar a finales de junio de 1854, engloba el pronunciamiento del 28 de junio y los sucesos de julio, que dieron lugar al Bienio Progresista (1854-1856).
El pronunciamiento de O’Donnell, el 28 de junio de 1854, y el enfrentamiento en Vicálvaro con las tropas gubernamentales resultaron indecisos. Las fuerzas de O’Donnell se retiraron hacia el sur, esperando que otras unidades militares se unieran.
El Reinado de Isabel II (1833-1868)
El reinado de Isabel II abarca desde la muerte de Fernando VII en 1833 hasta la Revolución de 1868. Se divide en dos etapas: la minoría de edad (1833-1843), con las regencias de María Cristina de Borbón y Baldomero Espartero, y el reinado efectivo, que comenzó con su declaración de mayoría de edad en 1843. Durante su reinado, se configuró el Estado liberal en España.
Tras la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, María Cristina de Borbón asumió la regencia, apoyada por los liberales. El conflicto con Carlos María Isidro de Borbón, que aspiraba al trono, llevó a la Primera Guerra Carlista.
Después de la regencia de Espartero, Isabel II fue proclamada mayor de edad a los trece años. Su reinado efectivo se divide en: la década moderada (1844-1854), el Bienio Progresista (1854-1856), los gobiernos de la Unión Liberal (1856-1863) y la crisis final (1863-1868).
El reinado de Isabel II se caracterizó por un intento modernizador, obstaculizado por tensiones internas liberales, la presión absolutista, la influencia militar y las dificultades económicas. La personalidad de Isabel II, sin dotes para el gobierno y presionada por la Corte y los generales Narváez, Espartero y O’Donnell, impidió la consolidación del tránsito del Antiguo Régimen al Estado Liberal, dejando a España en desventaja frente a otras potencias europeas.