Reinado de Isabel II: Política, Economía y Sociedad en la España del Siglo XIX

Reinado de Isabel II (1833-1868)

Contexto General

En España, la construcción de un Estado liberal no se produjo hasta el reinado de Isabel II (1833-1868), tras la victoria contra el carlismo. Antes se habían dado dos intentos fallidos: el de las Cortes de Cádiz (1810-1813) y el del Trienio Liberal, ambos abortados por el absolutismo de Fernando VII.

El Estado liberal de Isabel II se caracterizó a grandes rasgos por:

  • La creación de un régimen de tipo liberal (pero no democrático), ya que la participación política en las instituciones representativas (Parlamento, Diputaciones, Ayuntamientos…) se reservaba a una minoría social, las élites económicas, a través del sufragio censitario.
  • La constante inestabilidad política a lo largo del periodo isabelino, fruto en gran parte de la división de los liberales en distintos partidos o facciones (moderados, progresistas, Unión Liberal…). Esto tuvo como consecuencia continuos cambios de gobiernos, de leyes y de constituciones.
  • La práctica de los «pronunciamientos» (golpes de Estado), rebeliones militares con apoyo civil, para dar lugar a un cambio de Gobierno. Estos fueron muy frecuentes durante el reinado de Isabel II.
  • A diferencia de otros países europeos donde la burguesía encabezó las revoluciones liberales, en el caso de España este grupo social fue débil y el Ejército se convirtió en una institución clave en la construcción del Estado liberal isabelino. Este protagonismo de los militares en la política se produjo por diversos motivos:
    • Los sucesivos conflictos bélicos que sufrió el país durante las primeras décadas del siglo XIX (Guerra de Independencia, independencias americanas, I Guerra Carlista).
    • Los principales líderes de los partidos isabelinos eran destacados militares, los denominados «espadones» (Narváez, Espartero, O’Donnell, Prim…).

Las Transformaciones Institucionales

Hay que mencionar la aparición de diversas tendencias o partidos políticos de carácter liberal, que reflejaban los distintos matices ideológicos dentro del liberalismo y los diferentes grupos sociales que apoyaban la causa liberal (burguesía, nobleza, clases medias). Por lo general, se trataba de grupos de notables, es decir, personas influyentes por el control tanto de las instituciones políticas como de los recursos económicos.

Los principales grupos políticos de la época isabelina fueron los liberales moderados y los liberales progresistas. Los primeros con unas concepciones más conservadoras y los segundos con unos planteamientos más avanzados. En medio de ellos existía una especie de centro liberal, la Unión Liberal. Todos ellos fueron los que se alternaron en el gobierno durante el reinado de Isabel II. Además, estos grupos tenían en común el limitar la participación política a una pequeña élite económica a través del sufragio censitario (derecho a voto según la capacidad económica). En una etapa avanzada del reinado, a la izquierda de los progresistas, surgirían los demócratas (y dentro de estos, la facción de los republicanos).

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

A la muerte de Fernando VII, su hija Isabel solo tenía tres años. Por ser menor de edad, la regencia la asumió su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (cuarta esposa de Fernando VII).

Los primeros años de su mandato de la «Reina Gobernadora» estuvieron marcados por su escasa voluntad de realizar las reformas que exigían los liberales. Tras el fracaso del Gobierno de Cea Bermúdez (resaltar en 1833, el establecimiento de la división provincial de España en 49 provincias, realizada por el ministro Javier de Burgos), le sucedió un liberal moderado como Martínez de la Rosa, que propuso el régimen del Estatuto Real, una especie de carta otorgada que establecía unas Cortes sin apenas competencias y sin reconocimiento de los derechos y libertades individuales.

Por esta razón, los grupos liberales más radicales, los progresistas, descontentos con esta situación, promovieron insurrecciones armadas, «pronunciamientos»: en 1835, a través de la Milicia Nacional; en 1836, el «Motín de la Granja», hecho que obligó a María Cristina a dar el gobierno a los liberales progresistas.

El primero estuvo presidido por Juan Álvarez Mendizábal, cuyo cometido fue reorganizar la Hacienda pública y obtener recursos económicos para hacer frente a las guerras carlistas y afianzar el liberalismo. Con esta intención se realizó el decreto de desamortización de febrero de 1836 para la venta de los bienes del clero regular. Además, reorganizó el Ejército y dio continuidad a las reformas iniciadas en el Trienio Liberal.

El segundo estuvo presidido por el extremeño José María Calatrava (con Mendizábal como ministro de Hacienda), que prosiguió la obra desamortizadora del gobierno anterior y convocó elecciones para unas Cortes Constituyentes que dieron lugar a la Constitución de 1837 (reconocía la soberanía nacional y otras demandas progresistas como la Milicia Nacional y la libertad de imprenta, pero daba un gran poder a la Corona).

La vuelta de los moderados al gobierno con la paralización de las reformas progresistas y la realización de una Ley de Ayuntamientos (1840), que suprimió la elección directa de los alcaldes, fue el motivo de la caída de María Cristina y de la realización de un pronunciamiento progresista en favor de Espartero, que triunfó.

Por otro lado, hay que recordar que durante la regencia de María Cristina se produjo la Primera Guerra Carlista, en la que la victoria del bando isabelino no solo afianzó en el trono a Isabel II, sino también las ideas del liberalismo político y económico.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

Tras el triunfo de un pronunciamiento progresista, Espartero se convirtió primero en presidente del Gobierno y, más tarde, tras la marcha hacia el exilio de María Cristina, asumió la regencia. Espartero se había hecho muy popular entre las clases populares por su contribución a la victoria liberal durante la Primera Guerra Carlista.

Este personaje se distinguió por su política autoritaria (en la que destacan acontecimientos como la represión de las revueltas populares en Barcelona), lo que provocó la unión de todos los opositores a su forma de gobernar, incluso los de su propio partido, que se plasmaría en un pronunciamiento dirigido por el general Narváez contra Espartero, provocando su caída como regente y su salida hacia el exilio.

Entre las medidas dictadas durante su mandato estuvo la continuación de la desamortización eclesiástica (clero secular) en 1841.

La Década Moderada (1844-1854)

Una de las primeras decisiones de la joven reina fue entregar el poder a los liberales moderados, dando lugar a un periodo denominado «Década Moderada». Durante este largo periodo, el partido moderado controló el Gobierno de España con el general Narváez como principal protagonista.

Las principales actuaciones de los moderados fueron:

  • La supresión de la Milicia Nacional (voluntarios armados dependientes de los Ayuntamientos y con un fuerte componente progresista) y creación de la Guardia Civil en 1844 (cuerpo armado de carácter militar dependiente del Gobierno).
  • La Ley de Ayuntamientos (1845) por la que se imponía el nombramiento de los alcaldes por parte de la reina y del gobernador civil.
  • La reforma tributaria de Mon y Santillán que establecía impuestos directos (contribución territorial – agricultura, ganadería e inmuebles – industrial y comercial) e indirectos (consumo…).
  • La Constitución de 1845, que seguía la doctrina del liberalismo doctrinario (moderados): soberanía compartida entre las Cortes y la Corona; predominio del poder ejecutivo (Corona); Parlamento bicameral (Congreso de los Diputados y Senado).
  • Ley electoral de 1846, que establecía un sufragio censitario muy restringido (menos del 2% de la población con derecho a voto; el derecho a voto reservado a los hombres con más de 400 reales de renta).
  • Concordato con la Santa Sede (1851). Por este acuerdo, la Iglesia aceptaba el proceso de desamortización y, a cambio, el Estado se encargaba del mantenimiento del culto y el clero, y se le daban facilidades a la Iglesia en la educación.

El final de la Década Moderada vino motivado por una situación de crisis económica, que coincidió con una época de crisis institucional provocada por la corrupción gubernamental, los fraudes electorales, las camarillas que influían en Isabel II (la de María Cristina, la de la propia Isabel y la de su marido Francisco de Asís) (crítica en los «Borbones en pelota»; «Narváez», Episodio Nacional de Galdós…), el autoritarismo del Gobierno de Bravo Murillo que prescindió del Parlamento…

Toda esta situación provocaría la unión de distintos grupos liberales descontentos que hicieron el pronunciamiento de la «Vicalvarada» (1854) con el Manifiesto de Manzanares (moderados – puritanos – y progresistas), que al triunfar daría lugar a la llegada del llamado Bienio Progresista.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Durante este corto periodo gobernarán los liberales progresistas, siendo presidente del Gobierno Espartero (aunque el ministro de la Guerra fue O’Donnell). Hay que destacar de esta época la realización de importantes reformas:

  • La desamortización general de Madoz (1855) que afectó sobre todo a los bienes de los municipios (propios y comunales).
  • La Ley de ferrocarriles (1855), que puso las bases para la construcción del ferrocarril en España.
  • La Ley de bancos de emisión y de sociedades de crédito (1856), que reguló la implantación de las entidades financieras.
  • La Constitución de 1856 «non nata» de carácter progresista (soberanía nacional, limitación del poder del rey, Ayuntamientos electivos, tolerancia religiosa, Milicia Nacional…).

El final: La preferencia de la reina por O’Donnell provocará la caída de los progresistas y una nueva postergación de éstos.

El Último Periodo (1856-1868)

Tras la caída de Espartero se abrió una última etapa del reinado de Isabel II caracterizada por la alternancia en el poder de moderados y unionistas:

  • El gobierno moderado (1856-1858): De este Gobierno, lo más destacado fue la Ley Moyano (1857) o Ley de Instrucción Pública, que regulaba los distintos niveles educativos e implantaba una enseñanza primaria obligatoria y gratuita para los que no pudieran pagarla, hasta los 12 años (art. 6). Esta ley tuvo una gran vigencia e influencia posterior.
  • El gobierno de la Unión Liberal (1858-1863): El Gobierno estuvo dirigido por el máximo líder unionista, Leopoldo O’Donnell, y su acción se centró en una serie de aventuras de política exterior muy espectaculares, pero inútiles y sin ventajas para el país, como:
    • La guerra de Marruecos (1859-1861), en la que resaltó el protagonismo de Prim como militar. Tras las victorias de las batallas de Wad-Ras y Los Castillejos, se negoció un tratado que ampliaba los territorios de Ceuta y Melilla y se ocupaba el enclave de Ifni.
    • La guerra del Pacífico. Conflicto contra Perú y Chile. Ocupación de las islas Chinchas y bombardeo de El Callao y Valparaíso.
    • Expediciones – junto a Francia – en México e Indochina (Cochinchina). En el caso de México, hubo un intento de reclamar una deuda. España se retira y Francia fracasa en su intención de imponer al emperador Maximiliano.
  • Últimos gobiernos y descomposición del régimen isabelino (1863-1868): Esta etapa se caracterizó por una política autoritaria y represiva de los últimos gobiernos de Isabel II (moderados y unionistas). Hechos más destacados:
    • El aumento del malestar y de la oposición política: Noche de San Daniel (Madrid, 1865), protesta estudiantil contra la expulsión de catedráticos – Emilio Castelar – de la Universidad de Madrid (matanza de estudiantes). Pronunciamientos organizados por Prim (demócratas y progresistas): de Villarejo de Salvanés y sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil (Madrid, 1866), seguido de una brutal represión.
    • La crisis económica de 1866: quiebra de bancos a consecuencia de las dificultades del ferrocarril.
    • Por último, se organizó el Pacto de Ostende (1866) por el cual demócratas, progresistas y republicanos (a la que más tarde se sumaría la Unión Liberal) acordaron derribar el régimen de Isabel II y construir un nuevo régimen a través de unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal. De esta forma se fraguó la sublevación que en septiembre de 1868 destronaría a Isabel II («La Gloriosa»).

Isabel II

Isabel II (1830-1904) fue reina de España de 1833 a 1868, ascendiendo al trono tras la muerte de su padre, Fernando VII, lo que desató la Primera Guerra Carlista. Su reinado estuvo marcado por inestabilidad política, luchas entre liberales y conservadores, y crisis económicas. Fue derrocada en la Revolución de 1868 («La Gloriosa») y pasó el resto de su vida en el exilio.

Similitudes y Diferencias entre Progresistas y Moderados

Los progresistas y los moderados fueron los principales partidos políticos del liberalismo español en el siglo XIX. Los progresistas defendían una soberanía nacional más amplia, mayor descentralización, reformas sociales y un sufragio más inclusivo, representando a clases medias urbanas y sectores populares. Por su parte, los moderados favorecían una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, la centralización del poder y un sufragio restringido, siendo el partido de las élites y los terratenientes. A pesar de sus diferencias, ambos compartían la defensa del sistema liberal, la monarquía constitucional y los principios de la Ilustración, aunque con enfoques distintos sobre su aplicación.

Eje Cronológico

  • 1833: Isabel II es proclamada reina tras la muerte de Fernando VII. Comienza la Primera Guerra Carlista.
  • 1840: Fin de la regencia de María Cristina; el general Espartero asume la regencia.
  • 1843: Isabel II es declarada mayor de edad e inicia su reinado personal.
  • 1844: Fundación de la Guardia Civil y comienzo de la Década Moderada.
  • 1846-1849: Segunda Guerra Carlista.
  • 1854: Revolución de 1854 (Vicalvarada); inicio del Bienio Progresista.
  • 1856: Fin del Bienio Progresista; regreso de los moderados.
  • 1859-1860: Guerra de África, con la victoria en la batalla de Tetuán.
  • 1868: La Revolución Gloriosa derroca a Isabel II, quien se exilia en Francia.

Episodios Nacionales sobre las Guerras Carlistas

Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós que se refieren a las guerras carlistas son «El equipaje del rey José» y «Los fueros de la reina». Estos episodios abordan las luchas dinásticas entre los partidarios de Isabel II y los de Carlos María Isidro, reflejando los enfrentamientos bélicos, las tensiones políticas y las divisiones sociales de las Guerras Carlistas (1833-1876). Galdós los presenta a través de personajes y situaciones ficticias, pero basadas en hechos históricos reales.

Evolución del Carlismo

El carlismo surgió en el siglo XIX como una lucha dinástica entre los seguidores de Carlos María Isidro y los de Isabel II. Después de perder las guerras carlistas, el movimiento se adaptó a diferentes contextos políticos, participando en la Restauración y, más tarde, en la Segunda República. Durante la dictadura franquista, se integró en el régimen, aunque perdiendo influencia. En la actualidad, el carlismo sigue existiendo como un movimiento minoritario, especialmente en el norte de España, aunque ha sufrido varias transformaciones ideológicas.

Obras de Ferrer-Dalmau y Goya sobre las Guerras

Ferrer-Dalmau ha pintado escenas relacionadas con la historia militar española, aunque no tiene una obra exclusiva sobre las Guerras Carlistas. Su enfoque suele resaltar la valentía y el heroísmo de los combatientes. En contraste, Goya, en Los Desastres de la Guerra, presenta una visión más cruda y desgarradora de la guerra, mostrando sus horrores y atrocidades sin glorificar a los soldados, lo que marca una diferencia significativa en la perspectiva de ambos artistas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *