Reino Visigodo de Toledo: Auge, Caída y Legado Político

A partir de la batalla de Vouillé, los visigodos se establecen en la Península Ibérica. Los monarcas de este momento (siglos VI, VII y VIII) se centran en la identificación con el territorio peninsular, donde se encuentran con distintos problemas:

Problemas Políticos del Reino Visigodo

  • Suevos: Su existencia representó una durísima carga económica, hasta que Leovigildo puso fin a su dominio.
  • Francos: Era necesario frenarlos en los Pirineos; Clodoveo intentó penetrar en el territorio hispánico.
  • Limes de los Vascos (limes vascorum): Un conjunto de tribus independientes, no romanizadas, muchas de ellas paganas, que mantenían su independencia, dedicándose a la trashumancia de la ganadería o a la razia y la rapiña.
  • Bizantinos: En el 554, Justiniano lleva a cabo la renovación del Imperio, una política tendente a recuperar los territorios que formaron parte del Imperio romano bajo el imperio romano de Oriente. Los bizantinos desembarcan en torno a la ciudad de Cartagena. Justiniano, como defensor de los romanos frente a los arrianos, apoya al clero local hispanorromano (católico) y a los nobles hispanorromanos. Hermenegildo, hijo de Leovigildo, pactó con los bizantinos para apoyar sublevaciones contra su padre. La presencia bizantina se extiende desde Cartagena hasta Sevilla, con un dominio militar fundamentado en una caballería pesada y superioridad naval. Este problema no se solventa hasta el 621, en tiempos de Suintila, cuando los visigodos expulsan a los bizantinos del territorio hispánico. Hubo guerras continuas y sublevaciones alentadas por los bizantinos, católicos, frente a los arrianos, hasta la conversión de la monarquía visigoda al catolicismo en tiempos de Recaredo en el 586. Esta conversión permitió contar con la alianza de la Iglesia hispanorromana.

Con la expulsión de los bizantinos, los monarcas del siglo VII se caracterizaron por ser figuras controladas por la nobleza militar y terrateniente. San Isidoro de Sevilla señalaba que los visigodos habían conseguido ser reyes de toda España, pero este proceso coincidió con otro de división, que arranca a finales del siglo VII, a raíz del gobierno de Wamba. Entre el 672 y 680 se produce un debilitamiento, poniendo en crisis este concepto de la monarquía de toda España. Desde Wamba hasta Rodrigo, se produce un proceso de disgregación política y religiosa, motivada por el concepto de la monarquía hispánica. La tendencia a asociar al futuro heredero al trono, influenciada por la Iglesia, nunca fue bien vista por la nobleza. Además, Wamba realiza una durísima reforma militar, que pretendía evitar la feudalización del ejército. Esta ley militar de Wamba gravó con impuestos a los nobles, obligados a entregar hombres al ejército del rey, incluso al clero le obliga el pago de determinados impuestos militares, incluso servir personalmente las tropas del reino. Esto provocó enormes protestas entre la nobleza, que comenzó a ver a la monarquía visigoda como un argumento del centralismo regio. En este ambiente de guerra civil, se produce el desenlace final con la intervención de los musulmanes.

La Pérdida de España

El concepto de la pérdida de España se asocia a la ruina de la monarquía visigoda, que tiene lugar a partir de las leyes de Wamba entre el 672 y 680 que provocaron enormes descontentos por parte de la nobleza. Los sucesores de Wamba hasta llegar a Witiza, fueron personajillos en manos de bandos nobiliarios, pero Witiza intentó asociar al trono a su hijo Akila, pero en el año 710 tuvo lugar una importante revuelta de la nobleza. El bando nobiliario lo encabezaba el conde de la Bética don Rodrigo. En el 710, con un ambiente de guerra civil entre los partidarios de Witiza y Akila (defendía la tradición romana, apoyada por la Iglesia unitaria) y los de don Rodrigo y la nobleza (partidaria de la monarquía electiva y estaba apoyada por parte de la Iglesia trinitaria). El contacto de Akila con el conde don Julián será importante, conde de Ceuta, que para algunos es un godo, pero que se había formado en la corte de Witiza, por lo que era partidario de Akila. El conde don Julián tenía contacto con el gobernador de Ifriquiya llamado Muza, y éste a su vez, había enviado a Ceuta como avanzada de reconocimiento a un bereber islamizado, Tariq. Julián fue intermediario entre Muza, Tariq y Akila, hasta tal punto que Akila llamó en su ayuda al conde don Julián, que prestó sus naves para que los musulmanes cruzaran el estrecho en el 711. El desembarco de la primavera-verano del 711 se debió a que el sector nobiliario nombró rey en Toledo al conde don Rodrigo, y no reconoció los derecho de Akila y sus hermanos. Cuando don Rodrigo se enteró del desembarco de los musulmanes, dirigidos por Akila y otros personajes como el arzobispo de Sevilla, Opas, el choque de los ejércitos se producirá en agosto-septiembre del 711 en la batalla de Guadalete. Se produce un pacto en secreto, cuando se produce la deserción de Akila y el arzobispo de Sevilla, e incluso su hermano, el arzobispo de Córdoba, dejando en minoría al ejército visigodo que fue derrotado. La derrota fue absoluta, sobre todo por la superioridad y la deserción de parte del ejército, muriendo don Rodrigo en la batalla. El concepto de pérdida de España se entendió como la ilegitima usurpación por parte de los musulmanes, para posteriormente poder legitimar la Reconquista.

Estructuras Administrativas, Económicas y Sociales de la España Visigoda

Asentamiento Visigodo

El reino de Toledo (507-711) nos proporciona información fundamentalmente arqueológica. El número de visigodos no debió ser muy abundante, en torno a unos 80.000 guerreros, incluidas sus familias. Esto es una cifra insignificante con los casi 2 millones de hispanorromanos; sin embargo, eran una élite militar y religiosa importante. La mayor parte de los visigodos se dispersaron por todo el territorio hispánico, pero hubo áreas de importante asentamiento, como las grandes ciudades de los grandes ríos (Zaragoza, Toledo o Sevilla) y Castilla la Vieja (entre el río Duero y Tajo). Eran una minoría diferenciadora, lo que justifica que su asentamiento fuera selectivo: grandes ciudades y el área central de Hispania (entre Burgos, Palencia y Toledo), desde donde dirigían el contingente militar hacia el sur o norte.

Los textos de la época nos hablan de que los visigodos pactaron con las autoridades un modelo de asentamiento llamado sorthes goticas, leyes locales mediante las cuales los visigodos e hispanorromanos se repartieron propiedades, que reciben el nombre de sorthe. En líneas generales, se sostiene que un tercio de las grandes propiedades siguieron en manos de las autoridades romanas, mientras que los dos tercios restantes fueron a manos de los visigodos. Este reparto era tradicional en el mundo romano, practicado en los federados. Eso sí, debemos considerar que hablamos de tierras públicas del fisco, pues en las propiedades privadas, laicas o eclesiásticas, se mantuvo un sistema diferente, que estaban ordenadas como las antiguas fundis o villa romana, articuladas en tierras del señor y de los colonos, que después evolucionará en Europa entre reserva y manso. El asentamiento en las tierras dominicata de los nobles fue muy diferente al asentamiento en las tierras de los colonos. En las tierras del señor los visigodos recibieron un tercio, mientras que las autoridades romanas conservaron un tercio; sin embargo, en la tierra de los colonos el sistema fue inverso. La explotación fue conjunta, puesto que las aguas y los bosques eran comunes. Este asentamiento no siempre fue pacifico, hubo rechazos de la población romana, sobre todo de los colonos, con levantamientos populares, pero también los visigodos protestaron sobre su reparto, pero a la larga el tema se pacificó. Además, la corona y las instituciones de poder visigodo promovieron la fusión, sobre todo a partir de Leovigildo (segunda mitad del siglo VI), entre romanos y godos por vía matrimonial, sobre todo entre los colonos. La fusión entre los señores era más fácil, con sus tropas particulares llamados gardingos, quienes se fusionan con la nobleza territorial y señorial romana. Estas tierras eran de valor con viña, cereales u olivares, en cambio los pastos, prados y aguas fueron comunes. Las sorthes goticas presentan un continuismo con el Imperio bajo romano: decadencia de la vida urbana, generalmente no hubo ciudades repartidas, ni tenían especial interés los godos en ocupar las ciudades, ya que a excepción de algunas actividades de la metalurgia no eran artesanos, y por otro lado, la ruralización de la economía. La agricultura y la ganadería se convierten en la base económica de la época visigoda. La unidad de explotación era la villa, una gran propiedad que era autárquica, donde vivían romanos y germanos, siendo una unidad de explotación, de consumo y fiscal, y aparece dividida entre las tierras del señor y las entregadas a los colonos, los que llamaremos después los mansos. Además, existieron medianas y pequeñas propiedades en la PI, en manos de campesinos libres que viven en aldeas, llamadas alodios, que experimentaron el asentamiento de godos mediante la entrega de un tercio de sus propiedades a los godos, con los que mantuvieron contactos familiares hasta acabar en matrimonios mixtos. Los cultivos más importantes eran los de tradición mediterránea, como los cereales y las huertas y regadíos en torno a las grandes ciudades. Gran importancia tuvieron las masas boscosas, como alternativa a la subsistencia diaria, y es ahora en tiempos de los visigodos cuando la ganadería porcina adquiere una gran importancia en la PI, junto con la ganadería equina. También hubo industria y comercio en la época visigoda, pero se realizaba en los centros urbanos y a excepción de las ciudades episcopales, el resto de la vida urbana estaba muy deteriorada. En cualquier caso, la labor de los obispos en determinadas ciudades potenció el desarrollo industrial, orientada a satisfacer la demanda religiosa o la nobleza local, ya que los visigodos pusieron en explotación viejas minas romanas. Con respecto al comercio, tenemos uno interior, muy reducido entre las distintas villas, siendo de alimentos para paliar los desequilibrios alimenticios, utilizándose las antiguas calzadas romanas, pero también hay un comercio exterior, con notable importancia. A través de la Tarraconensis los visigodos realizaron actividades mercantiles con los puertos de Italia, siendo un comercio naval de costa en manos de judíos, sirios y griegos-bizantinos. Sin embargo, mucho más importante es el comercio del mundo visigodo con el mundo Atlántico, que comercializaban con los francos a través del paso de los Pirineos y un comercio de metales que llegan a las Islas Británicas e Irlanda. Por tanto, el reino visigodo no estuvo tan aislado, que hubiera terminado en una sociedad feudal si no hubiera tenido lugar la invasión islámica, diferenciando la historia medieval de la PI con respecto al resto de Europa.

Organización Social del Mundo Visigodo

Distinguimos dos grupos sociales, los dominados y los dominadores, es decir, estamos hablando de señores y campesinos. Con los dominadores nos referimos a la nobleza hispanovisigoda, caracterizada a raíz del siglo VII de dos grupos sociales diferenciados, la aristocracia senatorial hispanorromana, propietaria de grandes villas o latifundios, y la nobleza militar germana. La fusión de estos grupos sociales se impulsa por la monarquía desde tiempos de Leovigildo, pero será con Recaredo cuando la fusión se generalice y se impulse, fomentando la unión matrimonial entre la nobleza senatorial y la nobleza militar y guerrera germana. A estos grupos de dominadores se caracteriza su carácter endogámico, al que difícilmente se accede si no eres noble militar germano o noble senatorial. En segundo lugar, ejercen dos funciones este grupo, la función militar, que corresponde a la nobleza militar germana el mando de los ejércitos, y en segundo lugar, tenemos la gestión administrativa del reino, puesto que los nobles hispanogodos son los responsables de la organización territorial (condes, dux). Además, esta nobleza no es solamente laica, sino que encontramos miembros de la nobleza hispanogoda ejerciendo cargos eclesiásticos, obispos o abades de algunos monasterios benedictinos. La nobleza hispanogoda tiene un código distinto, además de sus prerrogativas económicas fundamentada en sus propiedades. En el 683 el XIII concilio de Toledo reconoce estas diferencias de la nobleza como grupo privilegiado, que nos recuerda mucho a la nobleza gala del siglo VII y VIII, pero igualmente, la nobleza hispanogoda entra pronto en mecanismos de protofeudalismos, que aparecen ya en el VI. Son mecanismos institucionales de control en virtud de los cuales el rey comienza a controlar a los nobles, naciendo estos mecanismos de la necesidad de los monarcas por desvincularse de los gardingos, nobles armados que vivían próximos al rey en el palatium como consejeros del monarca. Para desvincularlos de la corte, habida cuenta de que formaban banderías, los monarcas visigodos a partir del siglo VII, fundamentalmente desde Recaredo, comienzan a entregar un beneficium, es decir, un lote de tierra (en el norte de Europa llamado feudum), en principio de por vida, con la intención de que los gardingos se convirtieran en grandes propietarios y cumplieran con sus obligaciones militares. La reforma militar de Wamba en 680 iba dirigida en este sentido, sacar la nobleza de la corte mediante la entrega de estas tierras, que tenían como finalidad el cumplimiento de determinadas obligaciones militares y el pago de determinados impuestos. Sin embargo, aprovechando la crisis de la monarquía visigoda, estos gardingos no dudaron en atribuirse las funciones regias y no cumplir con las obligaciones militares. Es en gran medida lo que estaba sucediendo en el mundo franco antes de la llegada de Carlos Martel.

Pasamos a los dominados o no privilegiados, que no tenían un estatuto jurídico diferenciado, estaban integrados por la mayor parte de la población hispanogoda. A partir del siglo VII la fusión es la característica dominante entre los elementos menos favorecidos de la sociedad. En primer lugar, hablamos de los hombres libres, refiriéndonos fundamentalmente a modestos y medianos campesinos, de tradición hispanorromana, que vivían en aldeas libres (alodios), que tenían el derecho útil y el inminente, por lo que eran plenos propietarios. Ahora bien, desde el siglo VII, estos campesinos, fusionados mediante el sistema de los tercios de las sorthes góticas, presentan notables problemas de supervivencia, dentro de un periodo de carestía, por lo que muchos de estos individuos entran en un régimen de dependencias personales, la encomienda, encomendándose a un hombre de rango social elevado a cambio de la entrega de su propiedad, convirtiéndose en usufructuarios de una tierra que fue suya y reciben la protección militar de un superior. Este sistema nos recuerda mucho al patronato romano. En cualquier caso, estos hombres se convertirán a la larga en individuos vinculados al ejercicio de las armas, con el nombre de los sayones o bucellarium, una institución jurídica, además la vuelta a la plena propiedad no anula la dependencia, estos individuos quedaban definitivamente vinculados. Asimismo, toda la carga fiscal de la monarquía hispanovisigoda carga sobre ellos. El siguiente escalón que encontramos dentro de los no privilegiados, serán los colonos, campesinos semilibres de tradición romana que trabajan tierras como propietarios arrendatarios que trabajaban en los mansos. En muchos casos aparecerán atados a la tierra, y cuya situación económica no era mala del todo, ya que disponían del usufructo de algunas propiedades. El siguiente escalón son los siervos, que carecen de libertad, cuyas características son parecidas a los esclavos, quienes no son muy frecuentes en este momento a menos que procedan de la guerra. Estos siervos no tienen usufructos de la tierra, siendo una gran variedad de ellos: los siervos domésticos al servicio de los grandes señores, o los siervos de la Iglesia que trabajan en la Iglesia y dominados por el abad. Por último, tenemos los libertos por lo que debieron existir esclavos. Estos esclavos liberados se convierten en siervos y quedan, a pesar de la libertad, atados de alguna manera al señor. Por tanto, encontramos distintos grupos sociales, donde la influencia germana llega fundamentalmente hasta el ámbito de los hombres libres. Esto nos habla del deterioro de las pequeñas y medianas propiedades de las sorthes en beneficio de las grandes propiedades.

Minorías Étnicas y Marginados

En la Península Ibérica existían grupos al margen de la sociedad, que aparecen perfectamente diferenciados en el siglo VII, concretamente en el XVII Concilio de Toledo en el 694, donde la Iglesia los define como diferentes a la cristiandad. En primer lugar, un quiste endémico son los vascones, nunca sometidos del todo a la autoridad romana ni tampoco visigoda, y cuya cristianización no fue tan intensa como en el resto de la PI. Por otro lado, en el noroeste de la PI, hay grupos de bretones y francos como consecuencia de las invasiones de las Islas Británicas, y por último, la Iglesia es consciente de la existencia en el sur de la PI de africanos, que llaman mauri, católicos del norte de África, donde la Iglesia católica era muy pujante, que huyen de los arrianos, y por tanto, no estaban islamizados. En cualquier caso, los elementos más problemáticos fueron los judíos, que están viviendo desde Suintila y Leovigildo una notable política antisemita. Desde el 630 se constata un conjunto de medidas basadas en el alejamiento o prohibición de las comunidades hebreas en las participación de actividades urbanas, e incluso el VII Concilio de Toledo, reglamenta un conjunto de medidas antisemitas fundamentadas en durísimos impuestos, que levantaran protestas, iniciando los judíos contactos con los musulmanes al otro lado del Estrecho. Tal es así la relación entre musulmanes y judíos, que durante los primeros años de la Conquista, los musulmanes no dudaron a colocar líderes judíos, como rabinos, en el gobierno provisional de las ciudades que iban ocupando como ocurre en Sevilla.

Gobierno e Instituciones Visigodas

El gobierno y las instituciones de la monarquía visigoda beben mucho de las tradiciones romanas. El estado visigodo se encontraba a años luz de la organización imperial tardorromana en la PI, en este sentido, hay que hablar de la administración central, que gira en torno a una institución de poder y gobierno llamada hasta el siglo VII, el aula regis, es decir, la antigua asamblea de los hombres libres, que asesoran al monarca. Sin embargo, a partir de Recaredo hablamos del Palatium, una corte de individuos próximos al rey, caracterizados por la privanza, es decir, la proximidad al rey (copero, espadatario, condestable…). En el Palatium no sólo hay cargos menores, sino también clérigos formados en letras y derecho romano, que actúan de escribano, canciller o consejeros. En cualquier caso, aquí tenemos nobles hispanovisigodos. En cuanto a la administración territorial, los visigodos mantienen la división de los territorios de las provincias romanas, y al frente de cada provincia encontramos un dux o comes, un gobernador con dos funciones: control militar del territorio y económica (recaudación de impuestos), al margen de todo lo relacionado con la administración del gobierno y la justicia (preside en nombre del rey los tribunales territoriales). Asimismo, se añade una nueva provincia hasta el siglo VIII, la Septimania, que estaba entre Narbona y Cataluña. En cuanto a la administración local, tenemos las civitas, grandes ciudades cabeceras de obispos que mantienen las antiguas funciones tardorromanas (Córdoba o Toledo), mientras que el resto de ciudades tienen una notable de degradación. Las funciones propias del ámbito urbano son: función de gobierno y administración, función económica y función religiosa y espiritual. Otro aspecto muy importante es el derecho, un conjunto de leyes permiten hasta el fuero juzgo se mantiene la dualidad de leyes para el gobierno y la justicia de los romanas (el Breviario de Alarico), y las leyes para los germanos como el Código de Leovigildo, manifestando la existencia de jueces diferenciados, tribunales distintos y penas distintas, pero era necesario abundar en la unidad. En el siglo VII, ya desde Suintila hay pasos tendentes a hacer una ley común, porque estas leyes particulares condenaban los matrimonios mixtos, y acaba creándose el llamado Liber Iudiciorum o más conocido como fuero juzgo, promulgado por Recesvinto (654) (iniciado por su padre Khindasvinto), cuya vigencia dura hasta el siglo XI, donde ya no hay diferenciación entre visigodos y romanos. (TEXTO LA DIVISIÓN DE TIERRAS ENTRE VISIGODOS Y PROPIETARIOS GALORROMANOS).

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