5) En cada reino surgieron diferentes instituciones de Gobierno. En Castilla, además del rey, que en teoría era la máxima autoridad, surgieron oficiales palatinos organizados en torno al Palatium y el órgano consultivo de la Curia Regia Ordinaria, formada por los magnates del reino (grandes nobles, obispos y familia real)
, origen del posterior Consejo Real; y la Curia Regia extraordinaria (asamblea a la que acudían magnates de todo el reino), que se convirtió en las Cortes a partir de su convocatoria en León en 1188, con la asistencia de representantes de las villas. Estas Cortes apenas tenían capacidad legislativa en Castilla y su función se limitaba a la aprobación de los subsidios reales. La administración territorial estuvo determinada por la evolución de la conquista y la repoblación. Los merinos ejercieron la potestad real (con facultades de carácter judicial, militar y fiscal) en amplios territorios hasta que se consolida la figura del adelantado. En Aragón destacaban los justicias mayores, encargados de resolver los pleitos entre la Corona y la nobleza.
Diversas figuras ejercían la justicia en nombre del rey en los diferentes territorios. El monarca tenía un Consejo Real y también aparecieron Cortes en 1274, en la que se reunían la alta nobleza, la baja nobleza, la Iglesia y los representantes del pueblo llano. En Cataluña habían aparecido antes (1218) las Corts con tres estamentos y posteriormente un organismo permanente de vigilancia y gestión de lo aprobado en Corts llamado Diputaciń del General o Generalitat. Lo mismo ocurría en Valencia. Cada territorio de la Corona tenía sus propias instituciones.
9) Se denomina Reconquista al período de la historia de la península ibérica de aproximadamente 780 años entre la conquista Omeya de Hispania y la caída del Reino nazarí de Granada ante los reinos cristianos en expansión en 1492, donde los reinos cristianos reconquistan el territorio conquistado por los musulmanes en la Península. A partir del triunfo de Covadonga, en el año
722, se iniciará un lento pero persistente avance hacia el sur. Surgieron los reinos de Asturias, León, Navarra, Portugal, Castilla y Aragón. Finalmente, en 1492, en tiempos de los reyes católicos, la toma de Granada, último bastión musulmán, pondrá fin a la reconquista.
2) Mozárabes 4) El pueblo llano
7) Alfonso X el Sabio, no logró ampliar los territorios heredados, a pesar de su intento de influir en la política Navarra y de coronarse como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Impulsó la Escuela de Traductores de Toledo y elaboró la Crónica General de España y las Cantigas de Santa María. En el ámbito jurídico, Alfonso X redactó el Fuero Real y el Código de las Siete Partidas, textos inspirados en el Derecho Romano que sirvieron de base para el posterior desarrollo del derecho castellano. En el plano social, Alfonso X hizo converger los intereses de la Corona con los de los productores y exportadores de lana (civiles y eclesiásticos). Esta materia prima se convirtió en la base de la economía castellana, lo que se tradujo en el establecimiento del Concejo de la Mesta en 1273, organización de todos los ganaderos de Castilla que contaba con las cañadas reales para el tránsito del ganado para buscar pastos ya fuera en invierno o verano así como toda una serie de privilegios reales (eximidos del servicio militar y de testificar en los juicios, por ejemplo). Se añadieron posteriormente ventajas fiscales para protegerlos de los agricultores, con quienes tuvieron numerosos pleitos hasta que se abolíó en 1836. Fue el primer gremio ganadero y una de las organizaciones corporativas más importantes de Europa.
3) Las tres culturas principales son la musulmana, la judía y la cristiana. En Castilla, se creó en Toledo la Escuela de Traductores en la que musulmanes, judíos y cristianos tradujeron a los clásicos y transmitieron la sabiduría del Oriente. Toledo se convirtió en foco de atracción para los numerosos intelectuales europeos que la visitaron.
6) El Concejo de la Meseta en el año 1273 8) El reino de Asturias
1.1 A principios del siglo VII surgíó en la península arábiga una doctrina de carácter monteísta predicada por Mahoma: la religión islámica, que aglutinó a la mayor parte de las tribus árabes. Tras la muerte del profeta en el año 632 d.C., el califato unificó el poder religioso y político, y estuvo liderado por la familia omeya y, más tarde, por la abasí. El poder político islámico se extendíó más allá de sus límites originales hacia el Este, el oeste y el norte del continente africano. Con el Magreb (norte de África) en su poder, el califato Omeya de Damasco vio en el reino hispanovisigodo un posible lugar de expansión debido a la situación política de este. El reino visigodo vivía ya un proceso de feudalización de su nobleza que llevaba al levantismo frente a la corona, lo que se tradujo en la Guerra Civil por el trono en varias ocasiones. Para el 710 se estaba dando una Guerra Civil entre los partidarios de los hijos del rey Witiza para el trono y los partidarios del rey Rodrigo. El sector de la nobleza enfrentado a Rodrigo recurriría a la ayuda musulmana para derrotarle. Pactando con el poder de los gobernadores norteafricanos, estos invadirían la península al mando de Tarik y, posteriormente, de Muza, desde el 711. Los musulmanes derrotaron a Rodrigo en la Batalla del Guadalete y se apoderaron de las tierras visigodas, gracias a una política de pactos con la nobleza local, por los cuales se respetaba los privilegios y propiedades de los mismos a cambio del reconocimiento del poder político musulmán (Pacto de Teodomiro 713) y de apoyo de algunas minorías (judíos) que vivían descontentos con el poder visigodo. Hispania en poder musulmán = Al-Ándalus.
1.2. El poder musulmán en Al-Ándalus = fases durante la Alta Edad Media:
A) Emirato //dependiente del califato omeya de Damasco// (711-755): Al-Ándalus es una provincia ()(), con un gobernador nombrado desde la capital. Con inestabilidad política por las luchas entre distintas facciones tribales participantes de la invasión, ya que buena parte del ejército invasor era de origen bereber y a estos se les obsequió con las peores tierras, mientras que la aristocracia árabe dirigente se quedó la mejor parte. Dentro de la aristocracia árabe también había luchas tribales. El resultado de esto es el constante cambio de gobernadores enviados desde la capital y la revuelta bereber del año 740, contenida por el envío de tropas sirias. En este período se frena la expansión hacia el norte, cuando los ejércitos musulmanes son vencidos por Carlos Martel en la Batalla de Poitiers de 732.
B) Emirato independiente de Córdoba (755 – 929): La rebelión abasí en Damasco supuso la pérdida del poder de la dinastía Omeya, pero uno de sus miembros, Abd Al-Rahman I, se puso a salvo en el Magreb y en el año 755 desembarcó en Al-Ándalus, enfrentándose al gobernador abasí, al que logró vencer con el apoyo bereber y sirio en la batalla de Al-Musara (756), tras la que tomó Córdoba (capital administrativa del emirato) y se proclamó emir independiente. Durante el mandato de Abd Al-Rahman y sus descendientes el emirato se vio sometido a continuas tensiones provocadas por la actuación de los francos liderados por Carlomagno en el norte del Ebro y en el norte (desastre de Roncesvalles), la resistencia a someterse a las decisiones de un poder central omeya por parte de algunos grupos étnicos musulmanes, los conflictos religiosos con los mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán), y las rebeliones de familias muladíes (cristianos convertidos al Islam), entre las que destaca la de Ibn Hafsún a comienzos del Siglo X y que puso en jaque la estabilidad interna del emirato.
C) Califato de Córdoba (929 – 1031): Abd Al-Rahman III se enfrentó a las rebeliones muladíes y en el año 929 volvíó a centralizar el poder musulmán y se proclamó califa, es decir, acumuló no solo la legitimidad política sino religiosa del Islam. Consolidó las fronteras con los reinos cristianos del norte y se enfrentó a la influencia fatimí en el Mediterráneo occidental, conquistando Ceuta y Melilla y organizando una poderosa flota para el control de las costas y los territorios insulares. Su sucesor Al-Hakam II logró reunir una espléndida biblioteca y fomentó la enseñanza, además de vencer en varias ocasiones a las coaliciones cristianas y rechazar un ataque normando. Su hijo, Hisham II, gobernaría tutelado por su gran visir Ibn Abi Amir, conocido por el apelativo de Almanzor. Éste acumuló progresivamente todo el poder y desplazó al califa, llevando a cabo una serie de enormes victorias militares contra los reinos cristianos e imponiéndoles el pago de impuestos. El hijo de Almanzor continuó teniendo todo el poder y su hermano llegó a arrebatar el trono al califa, lo que levantó el enfrentamiento entre diversos sectores étnico-tribales y determinó la aparición de poderes locales que se impusieron a la concepción centralizadora califal, llevando a una Guerra Civil (fitna) que acabó por hacer desaparecer al califato y disgregarlo en 1031.