Reinos cristianos en la Edad Media

Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico, y las causas del cambio: El Paleolítico es la primera y más prolongada etapa de la prehistoria (1.200.000-‡ 5.000 a.C), mientras que el Neolítico comienza en la península ibérica en torno al quinto milenio, finalizando hacia el 2.500 a.C. Mientras que en el Paleolítico las sociedades viven de la caza, la pesca, el carroñeo y la recolección en lo que ha venido en denominarse como una economía depredadora (si bien esto habría que matizarlo mucho), en el Neolítico, que se caracteriza por la aparición y extensión de la agricultura, la base económica es la recolección de los cereales producidos y la domesticación de los animales que da como resultado la ganadería. Evidentemente, estas bases económicas tienen una traslación sobre la organización social, en tanto que la caza y la recolección de bayas y frutos impone un nomadismo de los grupos humanos que, en cualquier caso, no podían ser muy numerosos para no sobrepasar la capacidad del entorno. Por su parte, en el Neolítico la agricultura impone una acentuada tendencia a la sedentarización y, en el caso de la ganadería, que podía imponer algún tipo de trashumância primitiva, a tomar como referencia de estabilidad un punto determinado, la aldea, donde se desarrollaba la vida y en torno a la cual se realizaban los cultivos. En principal cambio económico y social que se puede apuntar entre uno y otro periodo es la aparición de los excedentes avanzado el neolítico y como resultado de la mejora en las técnicas y utensilios de cultivo, que permiten una progresiva especialización social en tanto que en un momento dado, cubiertas las necesidades de alimento, o toda la población tiene que producir alimento y pueden desempeñar otras labores relacionadas con el comercio, la artesanía, la defensa y el poder. Las causas del cambio de un modelo económico y social a otro parece determinado por el fin del periodo glaciar de Würm, que hace retirarse los hielos y que la caza disminuya de amplias zonas haciendo necesaria una alternativa, que provino de la agricultura y la ganadería. Otro factor, que no es obligatoriamente excluyente con el anterior, es el lento pero continuado incremento demográfico que parece experimentarse hacia el fin del paleolítico, quizás también relacionado con las primeras fases del deshielo y una temporal abundancia de herbívoros, así como con la mejora del aparato tecnológico de la caza. Así, partir de un tamaño crítico, la población hubo de buscar alternativas complementarias a la caza y la recolección, que, con el tiempo, se tornaron en principales.




Diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la conquista romana en relación con la influencia recibida de los indoeuropeos, el reino de Tartessos y los colonizadores fenicios y griegos. El área ibérica comprendía el sur y el levante peninsular, incluido el antiguo reino de Tartesos. En el primer milenio a.C., las costas del sur y el este peninsular conocieron la influencia de colonizadores mediterráneos, primero fenicios y, luego, griegos. Llegaron primero como mercaderes atraídos por los minerales de cobre y estaño, plata y oro, también hierro. Luego establecieron colonias con forma urbana: Gadir, Malaca, Sexi, Abdera, Rhode o Emporion. Por su influencia las sociedades locales se hicieron más complejas: nuevos cultivos (olivo), artesanía más desarrollada (torno de alfarero), mano de obra esclava, estructuras políticas más complejas, uso de la moneda y la escritura, todo ello en torno a un comercio muy activo. Destaca en este ámbito la cultura tartésica, asentada en el bajo Guadalquivir, de naturaleza y carácterísticas poco precisas, que alcanza su máximo apogeo en los siglos VIII-VI ac, pero cuyos restos arqueológicos, de notable influencia fenicia, dan muestra del importante desarrollo económico y cultural que alcanzó, especialmente en el ámbito minero y metalúrgico del bronce.El área celta o indoeuropea comprendía el centro, el oeste y el norte peninsular, con población de origen indoeuropeo que había ido llegando en diferentes oleadas a lo largo del tiempo. También se puede incluir a los celtíberos, de la zona centro-oriental de la Meseta y el valle medio del Ebro. Alejada de la influencia de los colonizadores griegos y fenicios, esta área estaba menos evolucionada, aunque con grandes diferencias: Los pueblos del centro y el oeste estaban tanto más desarrollados cuanto más próximos a los pueblos ibéricos. Los pueblos del norte (galaicos, astures, cántabros y vascones) presentaban el nivel más bajo de desarrollo por su aislamiento geográfico. En cualquier caso, hay unas carácterísticas generales que se pueden aplicar a ambos. Desde el punto de vista económico, los pueblos del norte y los del centro y oeste, tenían una economía basada en una agricultura o ganadería poco evolucionadas, comercio escaso y sin moneda, y práctica frecuente del pillaje sobre los pueblos vecinos (algo que sería determinante para la conquista de Roma). En cuanto a sus estructuras sociales, pueden calificarse como bastante primitivas, basadas en grupos de parentesco (clanes y linajes). Finalmente, por lo que se refiere a la organización política, ésta era, en consonancia con una estructura social de tamaño pequeño, limitada a lo familiar, de tipo pre-estatal, propia de bandas y aldeas.





Romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo: Por romanización se entiende el proceso de culturización por el que los diferentes pueblos, en nuestro caso los de la península ibérica, se incorporaron a la civilización romana tras la conquista militar del territorio que se escalónó entre los siglos III-I a.C. Las sociedades locales se adaptaron al sistema social romano y su economía se articuló dentro del comercio y necesidades de Roma. Además, la lengua latina, el derecho, las creencias, las costumbres y las manifestaciones artísticas de Roma se impusieron a las preexistentes. Los medios empleados fueron diversos. La propia extensión de la vida urbana, tanto transformando las preexistentes en el sur y levante mediante los órganos de gobierno que pasaban entonces a depender de Roma, como creando nuevas ciudades según el modelo militar romano, que supónía una ruptura con las formas y planos preexistentes. En este sentido, algunos ejemplos castreños experimentan un auge, si bien incorporándose a las redes de comercio y viendo transformarse sus propias formas de habitación hacia otras netamente romanas (planta rectangular frente a la tradicional circular). En el caso de Asturias, un buen ejemplo es, primero, la romanización de Noega, el primitivo asentamiento de la Campa de Torres y, finalmente, la creación de un nuevo enclave, Gijia, con sus equipamientos típicamente romanos, como las termas, o fábricas de salazón, etc. El ejército sería otro de los medios de romanización, pues una alternativa de la población vencida y subyugada era incorporarse al ejército de Roma como tropas auxiliares. Ello conllevaba que al final de su periodo de servicio recibían la ciudadanía romana y lotes de tierras, además de la parte correspondiente a su soldada no percibida. En el caso asturiano tenemos como ejemplo a Pintaius, un astur del siglo I, Signifer de la V cohorte astur, cuya lápida funeraria sería localizada en Alemania. En este sentido, los reparos de lotes de tierras entre los veteranos del ejército, como en el caso de Mérida, fueron otro vector de romanización al suponer el asentamiento, desarrollo y comercio de áreas antes aisladas del contacto romano. Finalmente, las vías de comunicación, especialmente las calzadas, así como los propios campamentos militares impulsaron la adopción de la cultura romana al convertirse en polos de comercio que, en algunos casos, acabaron dando lugar a ciudades, como el cercano caso de León (Legio Séptima Gémina).

Carácterísticas de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó tanto poder la iglesia y la nobleza:
La economía del reino visigodo continúa la tendencia iniciada en el convulso Bajo Imperio, avanzando hacia una forma de sociedad que anticipa el feudalismo


y que se caracteriza por el predominio de las actividades agrarias (ruralización), el latifundismo (con una parte explotada directamente por el propietario a través de siervos y otra cedida en lotes a cambio de distintas obligaciones, el declive del comercio y, por tanto, de la moneda y de las ciudades. La sociedad tendíó a la polarización en dos grupos: una minoría poderosa y latifundista (los gardingos y sus fieles, los bucelarios) y una mayoría apenas diferenciada en la que se fundían antiguos esclavos, libertos, siervos, colonos y pequeños campesinos. Así, las relaciones de tipo personal se reforzaron, de modo que a las relaciones de dependencia de origen romano se añadió la costumbre germánica del comitatus o juramento de fidelidad del guerrero a su jefe. La organización política y administrativa estaba determinada por una monarquía electiva, es decir, no era sucesoria dinástica de modo que la elección del monarca dependía de los apoyos que tenía entre la nobleza y la iglesia derivando en luchas e intrigas por el poder, guerras civiles y, en definitiva, inestabilidad política. Además, en este contexto el poder efectivo del rey estaba muy limitado por los nobles que le había apoyado y por la iglesia. Las principales instituciones políticas eran el Officium Palatinum, integrado por los magnates de mayor confianza del rey, y que auxiliaba a este en las tareas de gobierno y en las domésticas de palacio. Por otro lado, el Aula Regia, era una asamblea de carácter consultivo, integrada por todos los miembros del Officium Palatinum y otros magnates, que asesoraban al rey en asuntos políticos y militares y en la elaboración de las leyes. Por tanto, el propio sistema fomentó el surgimiento y reforzamiento de una nobleza con notable fortaleza política, capaz de participar determinantemente en los asuntos de Estado, que obténía tierras por sus servicios y apoyo al rey y que, luego, pasó a convertir en hereditarias y que gestionaba independientemente del monarca. De la misma manera, desde su legalización por el emperador Constantino el Grande en el 313, la Iglesia católica había acumulado un gran patrimonio territorial y, tras el III Concilio de Toledo (589), en el que Recaredo abrazó la religión católica, había adquirido una gran influencia política. Así, nobleza e iglesia compartían intereses y uno de ellos era la inconveniencia de una monarquía fuerte, hereditaria e independiente que pudiera limitar sus prebendas y poder. 

Causas de la invasión musulmana y de su rápida ocupación de la península: La presencia de los musulmanes en la península Ibérica se debíó a la confluencia de dos procesos simultáneos: – El movimiento expansivo del Islam desde el año 634: los musulmanes habían conquistado el norte de África y habían llegado hasta el Atlántico. 




– La crisis interna de la monarquía visigoda, que adolecía de una gran debilidad, tanto por el excesivo poder de la Iglesia y la nobleza como por el carácter electivo de la corona. En efecto, este aspecto electivo- muy conveniente para la iglesia y la nobleza en tanto que no veían limitado su poder por una monarquía fuerte- había debilitado el reino con sus continuas luchas internas, larvadas o abiertas, haciendo que este entrase en una crisis casi permanente. Así, entre el 549, como consolidación del reino de Toledo, y el 711, con la batalla de Guadalete contra los musulmanes, se suceden más de 20 reyes, que raramente duran más de siete años en el poder y que suelen ser depuestos por distintas facciones. La causa inmediata fue la Guerra Civil desencadenada en la Hispania visigoda a la muerte del rey Witiza tras la revuelta encabezada por el duque de la Bética, Roderico (don Rodrigo), para ocupar el trono. Musa, gobernador musulmán del norte de África, aprovechó la ocasión para emprender la conquista de la península Ibérica: en 711 envió una expedición dirigida por Tariq, que derrotó al ejército de Roderico en la batalla de Guadalete. La conquista fue rápida fundamentalmente por dos causas: – Las escasas resistencias, debido al desinterés de la mayoría de la población hispana por defender una monarquía con la que no se identificaba. – La actitud de tolerancia y respeto de los invasores musulmanes hacia los cristianos y los judíos, a los que consideraban sus protegidos por ser también «gentes del Libro».

Evolución política de Al- Ándalus: La heterogeneidad de los musulmanes asentados en Al -Ándalus, tanto en lo que se refiere a su origen étnico (árabes de distintas procedencias y bereberes, principalmente) van a generar distintas disputas internas, a las que se unen procesos más globales dentro del Islam (cambios dinásticos derivados de luchas internas, o sucesivos ascensos en el norte de África de facciones musulmanas ultraortodoxas que adquirirán entidad de Imperio), unido en el periodo final al fuerte empuje de los reinos cristianos, harán que la unidad política de Al -Andalus nunca fuera prolongada en el tiempo. Podemos distinguir una serie de etapas en los casi ocho siglos que distan entre la primera expedición, la de Tariq, y Boabdil, el último rey nazarí:  1) El emirato dependiente de Damasco (711-756) Durante esta etapa de asentamiento inicial, la península Ibérica se integró como una provincia más del califato de Damasco, gobernada por un valí o emir (jefe superior) que actuaba como delegado del califa (en ocasiones debido a ello se le puede denominar como Valiato a este periodo). Fueron años de gran inestabilidad política y de fuertes enfrentamientos entre los propios grupos musulmanes.





2) El emirato independiente (756-929) Abd al-Rahman I, miembro de los Omeyas, sobrevive a la rebelión y matanza por el que la dinastía persa de los Abasíes toman el poder, y llega a Al -Andalus donde toma el poder y se declara emir (jefe) independiente. Una independencia política, puesto que en lo religioso siguen vinculados al califato, cuya capital, en consonancia con la nueva dinastía, es trasladada a Bagdad. 3) El califato de Córdoba (929-1031) Abd al-Rahman III reforzará la independencia al proclamarse califa (líder religioso) reivindicando la legitimidad de los Omeya. El califato de Córdoba es el momento culminante del poder político musulmán en España. Destaca Almanzor, caudillo de Al – Andalus, que dirigirá varias exitosas campañas militares y que detentará el poder efectivo en nombre de un califa, Hisham Il, no especialmente activo y capaz. A la muerte de Almanzor las tensiones internas se desatan al carecer del aglutinante de la conquista y llevarán inestabilidad a Al -Andalus. 4) Los reinos de Taifas (1031-1090) Esta situación- y controvertidas decisiones del califa Hishan III- llevarán a su deposición y a la desintegración del poder político de Al-Andalusen en casi cuarenta reinos, conocidos como de Taifas (bando, facción) que, no obstante, irán concentrándose en un número menor. Es una etapa de debilidad política sin excesiva traducción en lo cultural y lo económico. 5) La unificación almorávide (1090-1145) Ante el avance militar y la fuerza creciente de los reinos cristianos (conquista de Toledo en 1085), los reinos de taifas reclaman el apoyo de los almorávides (musulmanes bereberes de interpretación rigorista del islam que han ido desarrollando en el norte de África un auténtico Imperio sobre las tierras vacantes de la desmembración del califato). Detendrán a los cristianos en Sagrajas y volverán de nuevo Al -Andalus para incorporar a los reinos musulmanes a su Imperio. Será, no obstante, un periodo efímero, de algo más de un siglo y, aun así, sin total homogeneidad debido a la propia desconfianza de la población musulmana ante su fanatismo, la pérdida de prestigio por las derrotas frente a los cristianos y por el ascenso de una nueva dinastía bereber, los Almohades, en el norte de África, lo que derivará en un nuevo proceso de creación de Taifas. 6) La unificación Almohade (1146-1232) Los almohades, otra facción de origen bereber acabarán tomando el poder del Imperio Almorávide, surgiendo como reacción interna a la supuesta apertura religiosa de estos, que si bien habían unificado el Magreb no habían conseguido ni corregir las prácticas relajadas de la mayoría de la población musulmana en cuanto a la religión ni tampoco detener plenamente el avance de los cristianos en Al-Ándalus. Una vez consolidado su Imperio magrebí pasarán a la península incorporando las Taifas de Al -Ándalus. 




Grandes etapas y las causas generales que conducen al mapa político de la península ibérica al final de la Edad Media: La Edad Media finaliza en la península ibérica con un mapa político dominado por las coronas cristianas de Castilla y Aragón (que incluía los condados catalanes y los Reinos de Valencia y Baleares), a los que se sumaban los de Portugal y Navarra (integrada a comienzos del Siglo XVI en Castilla). El Reino nazarí de Granada era el último representante del poder musulmán en Al- Andalus, cayendo en manos castellanas justo al final del medievo, en 1492. Ahora bien, la formación de este mapa pasa por distintas fases: 1.- Durante la primacía del poder musulmán (s.VIII-X) surgen los primeros núcleos de resistencia cristiana, que cristalizarán con la formación del Reino de Asturias (718). Más de un siglo después nacería el de Navarra (824) y, luego, Aragón ya a comienzos del Siglo XI. El reino de Asturias iría acrecentando sus territorios y volvíéndose más complejo, restableciendo la legislación visigoda. Aprovechando una crisis del emirato cordobés Alfonso III inicia la expansión hacia el Duero, donde se fijaría la frontera en el 910, trasladando previamente la corte a León, dando lugar al Reino de León. Nacida a lo cristiano durante las etapas de repoblación tras el avance delos asturianos y leoneses, pero más bien patrocinadas por comunidades religiosas y familias nobles, Castilla adquirirá rango de Condado con Alfonso III para consolidar el flanco oriental de su reino; condado que desembocará en Reino de Castilla a partir del comienzos del Siglo XI. Este irá acrecentando territorios tanto hacia el sur como sobre León, acabando por incorporarlo en 1230. El Condado de Portugal, creado para defender y acrecentar la parte occidental del Reino de León acabaría declarándose reino independiente en 1139, continuando su extensión hacia el sur- al igual que Castilla, Aragón o Navarra- bien a través de pactos, bien a través de la guerra (contra musulmanes o cristianos).2.- La crisis del Califato, que dará paso a los reino de Taifas, otorga a los reinos cristianos el momento adecuado para extender sus territorios, pese a los breves periodos de recomposición y reconquista almorávide y almohade. Así, en cualquier caso, entre los siglos XI y XIII el poder musulmán experimenta su repliegue más importante, mientras los cristianos llegan a Toledo (1085), Zaragoza (1188) y avanzan por el valle del Guadalquivir tras la derrota musulmana en las navas de Tolosa (1212). Los reinos más beneficiados serán los de Castilla, Aragón y Portugal que, como hemos apuntado, irán concentrando al resto de los reinos cristianos y musulmanes precedentes (Valencia,Baleares, Murcia). 




A fines del Siglo XIII los territorios cristianos abarcaban ya toda la Península, excepto el reino musulmán de Granada, y presentaban una división política que se mantuvo sin cambios hasta el final de la Edad Media: la Corona de Castilla, resultado de la uníón definitiva de los reinos de Castilla y de León; la Corona de Aragón, que integraba el Reino de Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares; el Reino de Portugal, que se había independizado del Reino de León; y el Reino de Navarra. 3.- La baja Edad Media (s. XIV y XV) es una etapa de pocas modificaciones territoriales, solventadas en buena medida las disputas fronterizas entre los principales reinos cristianos, que centrarán su expansión en el mar: Castilla y Portugal en el atlántico sur, y Aragón hacia el Mediterráneo. Solo a fines del periodo, el mapa peninsular volverá a cambiar con la guerra de Granada.

Origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales funciones: En los reinos cristianos, las Cortes surgieron como consecuencia de la incorporación de representantes de las ciudades a la Curia Real, que era un consejo integrado por magnates del clero y la nobleza para asesorar al rey. Pero, desde 1188 en el Reino de León y durante el Siglo XIII en el resto de los reinos, los monarcas convocaron a la Curia también a burgueses, en representación de las ciudades más importantes naciendo las Cortes. La incorporación de los burgueses tenía una finalidad: facilitar la recaudación, puesto que la nobleza y el clero estaban exentos del pago de tributos. Las Cortes leonesas desaparecerían baio las de Castilla con la uníón de los reinos en el Siglo XIII, pero en Aragón se mantuvieron separadas las Cortes de Aragón, de Cataluña y de Valencia (el Reino de Mallorca nunca tuvo Cortes propias). Así, las Cortes medievales reproducían la estructura estamental de la sociedad en tres cuerpos o estamentos: nobleza, el clero y las ciudades, representadas por los burgueses más adinerados, que deliberaban por separado. En las Cortes del Reino de Aragón, los brazos eran cuatro, pues la nobleza contaba con dos: uno de ricos hombres y otro de caballeros e infanzones. Aunque existían diferencias entre unos reinos y otros, las Cortes medievales, que están en el origen de los Parlamentos, fueron órganos de representación de la nobleza, del clero y de las oligarquías urbanas (pueblo llano) carácterísticas de los reinos cristianos de la Baja Edad Media. Sus funciones variaban de unos reinos a otros. En la Corona de Castilla se limitaban a ser un órgano consultivo que canalizaba las peticiones al monarca. En la monarquía aragonesa autorizaban levas militares e impuestos. Son el origen de los parlamentos o asambleas políticas representativas.




Origen y carácterísticas del régimen señorial y la sociedad estamental en el ámbito cristiano: El régimen señorial es un sistema de propiedad y de poder hereditario sobre tierras y las personas que allí habitan, dado por el rey a nobles o clérigos como pagos o recompensas por servicios prestados. Similar al feudo, el señor acumula jurisdicción, rentas y propiedades. Es una institución propia de la Edad Media y la Edad Moderna en España y desaparece en el Siglo XIX, con las Cortes de Cádiz y la progresiva implantación del sistema liberal burgués. En la península ibérica, el permanente estado de guerra que supuso la conquista cristiana de los territorios musulmanes, la necesidad de defender el territorio y de consolidar las conquistas hace nacer, sobre el precedente del bajo Imperio romano y su creciente ruralización y tras el periodo de presencia musulmana en cada territorio, estas nuevas formas de organización social, política y económica. Nacerásobre los territorios repoblados al sur del Duero para consolidarse con fuerza progresiva hacia el sur, según la disponibilidad de tierras era mayor y menor la capacidad demográfica repobladora, bien de la mano de la nobleza, bien de las órdenes militares. En muchos casos, y bajo el auspicio eclesiástico del Cister como brazo de Roma, la homogenización en la cristiandad derivará en este tipo de fórmulas de cesión de libertad, en las que los campesinos, los laboratores, mudan e hombres libres a siervos, a cambio de protección y tierras que trabajar, en una época de inestabilidad e incertidumbre y donde la capacidad del Rey para ello y para el ejercicio de la justicia era muy limitada. La sociedad estamental es la consecuencia inmediata de este nuevo tipo de relaciones. Puede rastrearse y señalarse con anterioridad, pero lo que ocurre con los señoríos y la feudalización es el perfeccionamiento y consolidación de la sociedad en tres estamentos, inspirados en la Ciudad de Dios de San Agustín y, por tanto, reproduciendo en la tierra la estructura de Dios: nobleza, clero y estado llano. Los dos primeros, minoritarios fueron adquiriendo privilegios de la corona, que necesitaba intensamente de sus servicios y que debía recompensar, y acrecentando su poder basado principalmente en la posesión de tierras y en la disponibilidad efectiva para defenderlas y auxiliar al rey en las campañas de expansión. Los privilegiados no pagaban impuestos, dispónían de tribunales propios y especiales y, a partir de las leyes de Toro de 1505 consolidaron su posición a través del mayorazgo que, presente anteriormente, adquiría naturaleza legal y ejemplar y primogenitura.  XIV y XV los reyes empezarán a recuperar poder, llegando a los Reyes Católicos,comenzarán el cambio hacia una monarquía de carácter más autoritario, de transición hacia el absolutismo, limitando o retirando el poder a la alta nobleza y apoyándose en los burgueses de las ciudades.



Organización política de la Corona de Castilla, la Corona de Aragón y el Reino de Navarra al final de la Edad Media: A finales de la Edad Media se distinguen tres grandes reinos peninsulares cristianos: Castilla, Navarra y Aragón, cada uno con sus peculiaridades pero todos con una política similar. En Castilla el rey hubo de apoyarse mucho en los señores durante el avance hacia el sur, concedíéndoles privilegios, tierras y títulos que no harían sino aumentar ese poder y autonomía. A lo largo de la baja Edad Media los reyes irán recuperando parte de ese poder, a menudo mediante guerras intestinas, culminándose en buena medida con la victoria de Isabel I de Castilla durante el conflicto sucesorio tras la muerte de Enrique IV, que acabaría limitando notablemente el poder de la nobleza y haciendo aumentar el de la burguésía. Así, los Reyes Católicos suelen citarse ya como exponentes de un modelo más autoritario, de concentración de poder, pero también de ascenso del papel de las ciudades, donde se recaudaban los principales impuestos, en las que los burgueses accedían a puestos de responsabilidad sobre los que descansaba el poder y control regio. De este modo, las instituciones castellanas fueron viendo reducidas sus funciones a tareas consultivas, si bien las ciudades fueron dotándose de órganos rectores hasta la época imperial. En la Corona de Aragón, el proceso de ascenso de la nobleza y la iglesia es muy similar a Castilla, ambas por el avance hacia el sur y recompensados con donaciones, tierras, privilegios y títulos. No obstante, en Aragón cada uno de los territorios producto del avance sobre el territorio musulmán mantuvieron sus propias cortes, salvo Mallorca. Suele citarse el hecho del pacto que se establecía entre el rey y las Cortes, de modo que éstas lo reconocían como monarca y apoyaban sus iniciativas económicas mientras él respetase sus fueros y atendiera a sus sugerencias, incluidas las legislativas. En Navarra el poder de la nobleza y la iglesia era, como en Castilla y en Aragón, muy grande y el rey debía de apoyarse en ellos para gobernar, si bien la situación tendíó a estancarse primero, en tanto que el reino, uno de los primigenios junto con León, quedó pronto cercado por Aragón y Castilla. En cualquier caso, los reyes juraban los fueros, y en las Cortes se votaban los impuestos ordinarios y extraordinarios.


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