La Restauración es un período amplio que ocupa los reinados de Alfonso XII (1875-85), la Regencia de Mª Cristina (1885-1902) y de Alfonso XIII hasta el inicio de la dictadura de Primo de Rivera (1902-1923).
Tras el fracaso del Sexenio
Revolucionario (1868-74), se vuelve a instaurar la dinastía de los Borbones en la persona de Alfonso XII. Se debe al trabajo de Cánovas durante el Sexenio, consiguiendo que Isabel II, la reina exiliada abdicara en su hijo Alfonso, y que los sectores de la sociedad aceptaran de nuevo a un Borbón en el trono de España.
Tras el fin del Sexenio en 1874 y la coronación de Alfonso XII en 1875, se empieza a elaborar la nueva constitución que será aprobada en 1876, con lo que se inicia el período.
Se consolidó un régimen constitucional y parlamentario, no democrático y dominado por una burguésía oligárquica apoyada en un capitalismo de base agraria. En 1890 se establecíó el sufragio universal masculino. Además era común el caciquismo que es una forma distorsionada de gobierno local donde un líder político tiene un dominio total de una sociedad del ámbito rural.
Con el tiempo, se irán descomponiendo los dos partidos hegemónicos, que no dieron paso al obrerismo y al republicanismo, para ampliar la base social del régimen y darle estabilidad. En 1898, tiene lugar el desastre del 98 en el cuál España pierde sus últimas colonias, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, provocando una gran crisis política y moral. Para después modernizarse la vida social política del país, mediante el regeneracionismo que es el movimiento intelectual que entre los siglos XIX y XX medita objetiva y científicamente sobre las causas de la decadencia de España como nacíón.
EL NUEVO SISTEMA POLÍTICO
El nuevo sistema político, ideado por Cánovas del Castillo, se fundamentó en la alternancia en el poder de dos partidos, el conservador y el liberal, que surge de la constitución de consenso que se promulgó en 1876 y pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista, que pretendía superar el carácter de los partidos políticos, el intervencionismo de los militares en política y la proliferación de enfrentamientos civiles.
La Constitución de 1876 es de consenso y unifica aspectos propios del liberalismo doctrinario, que le permite a la Corona mantener el poder, ya que el rey tiene derecho de veto, nombraba a los ministros del gobierno y conservaba la potestad de convocar, suspender o disolver las Cortes sin contar con el gobierno, a pesar de que la soberanía era compartida. Del liberalismo progresista se recoge la declaración de derechos individuales, la tolerancia religiosa. En el sufragio no se pronunciaba, por tanto lo determinaba el gobierno elegido por el monarca. El sistema era bicameral, formado por el Senado y el Congreso, este último de carácter electivo. Con la alternancia de gobierno entre moderados y liberales (el turno pacífico, acuerdo entre Cánovas y Sagasta), se pone fin a la intervención del ejército en la vida política. Y pondrá fin a las guerras carlistas (gracias a la intervención militar de Martínez Campos, que abole los fueros de los territorios vascos, dejando un sistema de autonomía fiscal) y cubanas (en el 78 se pone fin a la guerra de los Diez años, con la firma de la Paz de Zanjón, que incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud (1888), y la promesa de reformas políticas (cuyo incumplimiento llevaría a la insurrección de 1895). El final de estas dos guerras favorecerá la estabilidad del régimen.
FUNCIONAMIENTO
El nuevo sistema descansa en los denominados partidos dinásticos, el Conservador y el Liberal
Semejanzas
Ambos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista. Sus apoyos sociales se encontraban en las élites económicas y la clase media acomodada.
Diferencias:
sus diferencias se centraban en el Sufragio, censitario o universal masculino, el papel de la Iglesia, la amplitud de derechos individuales y de reformas socio-económicas.
La alternancia en el poder entre estos dos partidos (el turno pacífico) dio estabilidad institucional. Era el monarca el que llamaba al jefe del partido de la oposición para que formara gobierno mediante la convocatoria de elecciones que siempre le otorgaban la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar mediante el falseamiento electoral y el caciquismo.
El sistema de turno pacífico funciónó más de veinte años gracias a la utilización de la influencia y poder económico de determinados individuos sobre la sociedad, los caciques. Estos eran personas notables, sobre todo en el mundo rural que tenían una gran influencia en la vida local. Con dicha influencia orientaban la dirección del voto, agradeciendo con sus “favores” la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus intereses.
Los caciques manipularon las elecciones mediante pucherazos (trampas electorales) de acuerdo con las autoridades, especialmente los gobernadores civiles de las provincias. Para conseguir la elección del candidato gubernamental, no se dudaba en falsificar el censo (incluyendo a personas muertas o impidiendo votar a las vivas), manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos, amenazar al electorado con coacciones de todo tipo e incluso emplear la violencia para atemorizar a los contrarios.
LOS GOBIERNOS DE 1876 A 1898
Entre 1876 y 1898 el turno funciónó con regularidad. El desastre del 98 provocó una fuerte degradación en el propio sistema de la Restauración. En el primer “turno” será el partido Conservador el que ocupe el gobierno, entre 1875 y 1881, estableciendo el sufragio censitario. De 1881 a 1884 será el turno del partido Liberal de Sagasta, que establecerá el sufragio universal masculino para las elecciones municipales. Volviendo en 1884 a presidir el Gobierno de nuevo Cánovas.
Pro en 1885 tiene lugar la muerte del rey Alfonso XII de tuberculosis, sin heredero varón, estando su mujer, María Cristina de Habsburgo, embarazada. Debido a la delicada situación se firma el Pacto del Pardo, entre conservadores y liberales, para apoyar la regencia y garantizar la continuidad de la monarquía frente a las fuertes presiones de carlistas y republicanos.
Tené lugar el gobierno de Sagasta, entre(1885-1890)
En el que los liberales llevan a cabo una obra reformista por la que aprueban la Ley de Asociaciones (1887) -que permitíó que las fuerzas políticas opositoras pudieran empezar a actuar legalmente- la abolición de la esclavitud (1888) y se llevaron a cabo reformas jurídicas y hacendísticas (impuestos + equitativos). Se implantó el sufragio universal masculino en las elecciones generales (1890), pudiendo votar todos los varones mayores de 25 años.
Despuésse mantuvo el turno de partido a pesar de la universalización del sufragio, al quedar desvirtuado por los continuos mecanismos de fraude y corrupción electoral, imposibilitando una verdadera democratización del sistema. El turno pacífico entra en crisis por el asesinato de Cánovas en 1897 (durante su último gobierno (1895)) y las divisiones dentro de los partidos hegemónicos: como Germán Gamazo o Antonio Maura en el Partido Liberal o Francisco Silvela en el Conservador, líderes respectivos de las disidencias.
LAS FUERZAS POLÍTICAS FUERA DEL SISTEMA
Uno de los principales problemas políticos de la Restauración es la marginación de la mayoría de las fuerzas políticas: republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas, que nunca conseguirán tener influencia parlamentaria como la de los dinásticos, ocasionando que actúen al margen del Sistema.
LOS REPUBLICANOS
Con su base social en las clases medias urbanas, estos grupos defendieron la democratización del régimen y diversas reformas sociales. Estuvieron desorganizados, destacando los republicanos moderados de MElquíades Álvarezy el Partido Radical Republicano, fundado en 1908por Alejandro Lerroux, un político populista y demagogo que en sus primeros años de carrera política destaco por su anticlericalismo.
Los republicanos empezaron a rehacerse electoralmente sobre todo a partir de la aprobación del sufragio universal masculino, en 1890. Favorecerá la formación de alianzas electorales, como la Uníón Republicana, que en las elecciones de 1893 y 1901 agrupó a las distintas familias republicanas, excepto los posibilistas. Esto les permitirá aumentar sus escaños parlamentarios, aunque se vio limitado por la pérdida de los apoyos de parte de las clases populares que votan a los nuevos partidos obreros.
SOCIALISTAS
Hasta el inicio de la Restauración el movimiento obrero se sentía representado en el terreno político por los republicanos. Tras el Sexenio Revolucionario, los trabajadores, desencantados con sus resultados, empiezan a organizar sus propias organizaciones políticas. En 1879 se funda el Partido Socialista Obrero Español (1879), cuyo primer gran líder será Pablo Iglesias.
Este Partido en sus inicios no tendrá fuerza.
CARLISTAS
Tras la derrota en la Tercera Guerra Carlista (1876) se prohibíó la estancia en España de don Carlos de Borbón (descartado de la sucesión dinástica en la Constitución de 1876), y el carlismo entró en una grave crisis.
Viejos líderes carlistas reconocerán a Alfonso XII. Sin embargo, otra parte serán seguidores del llamado Carlos VII, que se exiliará en Italia y confía la reorganización del partido a Cándido Nocedal. Tendrán mayor fuerza en Navarra, el País Vasco y Cataluña y escasa en el resto del territorio español.
En 1886
Juan Vázquez de Mella renovará el carlismo para adaptarse a la nueva situación política. Manteniendo la unidad católica, el fuerismo, la legitimidad del pretendiente carlista y el rechazo de la democracia, pero aceptan el nuevo orden liberal-capitalista.
El carlismo se dividirá por el tema religioso, ya que Carlos VII y el resto de dirigentes no los apoyan en la política católica contra el liberalismo. Formaron el Partido Católico Nacional, que se convirtió en un partido integrista encabezado por Ramón Nocedal en 1888.
El Partido Carlista, opta por la vía política, sin olvidar su pasado insurreccional y promueve varios levantamientos de poca importancia. Funda también la milicia, el Requeté, que adquirirá importancia en la década de 1930.
DIVISIONES DENTRO DE LOS DOS GRANDES PARTIDOS DINÁSTICOS
Se producen divisiones dentro del Partido Conservador.
En 1888 fundándose la Uníón Católica, liderada por Alejandro Pidal, un partido conservador y católico, muy crítico con los conservadores a los que acusaba de excesivas cesiones ante el reformismo liberal.
Dentro del Partido Liberal también habrá disidencias. En 1881, Segismundo Moret fundó el Partido Democrático-Monárquico, escisión por la izquierda de los fusionistas de Sagasta, que reivindicaban los principios democráticos de la constitución de 1869. En 1882, el general Serrano creó otro grupo llamado Izquierda Dinástica.
Sin embargo, nadie pudo desbancar a Sagasta del liderazgo de los liberales y los nuevos partidos tuvieron escaso apoyo electoral.