La Proclamación de la Segunda República, la Constitución de 1931 y el Bienio Reformista (1931-1933)
Las elecciones municipales del 12 de abril fueron interpretadas por el Rey como un rechazo a la Monarquía, ya que el voto en las grandes ciudades, donde no llegaba el control de los caciques, había sido de orientación republicana. Los intentos por salvar la Corona fueron inútiles; mientras el 14 de abril se proclama la República en Madrid, el Rey ya había partido al exilio. Se formó un gobierno provisional con republicanos de izquierda y derecha, regionalistas y socialistas, cuyo principal objetivo fue el de preparar las elecciones para Cortes constituyentes. No obstante, se pusieron en marcha ya algunas medidas como las reformas agraria y laboral o una nueva legislación educativa. Todo ello generó las primeras tensiones y divisiones: la izquierda se dividió entre quienes pedían tiempo para llevar a cabo las reformas y quienes exigían cambios radicales e inmediatos; por su parte, desde la derecha los terratenientes y empresarios se oponían a la reforma agraria y laboral, mientras la oposición de la Iglesia desembocó en una reacción anticlerical conocida como “quema de conventos”. En junio se celebraron las elecciones a Cortes constituyentes, que respaldaron la gestión del gobierno republicano-socialista. Finalmente, el 9 de diciembre se aprobó la Constitución de 1931, cuyas principales características eran:
A) España se definía como una “República democrática de trabajadores de toda clase” y afirmaba la soberanía popular.
B) Establecía una extensa declaración de derechos y el sufragio universal para mayores de 23 años, masculino y femenino, incluidas por primera vez en la historia de España las mujeres. Se recogía el matrimonio civil, el divorcio, la equiparación de derechos entre hijos legítimos e ilegítimos y la subordinación del derecho a la propiedad privada al bien público, lo que permitía las expropiaciones.
C) División de poderes: el poder Legislativo corresponde en exclusiva a unas Cortes unicamerales renovadas cada cuatro años, que controlan al gobierno y al presidente. En cuanto al poder Ejecutivo, el Jefe de Estado es el Presidente de la República, elegido entre diputados y compromisarios; él nombra al Jefe de Gobierno. El poder Judicial es independiente.
D) Derecho de las regiones a establecer estatutos de autonomía.
Pero fue la cuestión religiosa la que más controversia suscitó: la Constitución disolvía las congregaciones religiosas de “obediencia distinta de la legítima del Estado” (lo que iba directamente contra los jesuitas), al tiempo que prohibía al resto de congregaciones el ejercicio de la enseñanza, la industria y el comercio; se establecía además la libertad de conciencia y de culto y desaparecía el presupuesto de culto y clero.
La aprobación de la Constitución provocó la dimisión de los ministros de derechas, mientras Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República. Se entra así en el Bienio Reformista (1931-1933); el gran problema de esta etapa será la situación de estancamiento económico, que hará imposibles muchas de las reformas por falta de recursos. Manuel Azaña encabeza el primer gobierno, que trata de profundizar en las medidas que había empezado el gobierno provisional; Largo Caballero continúa las reformas laborales, con una Ley de Contratos de Trabajo, así como la creación de la Inspección de Trabajo. En la enseñanza se adoptó un modelo basado en la escuela única, pública, obligatoria y gratuita, y por la enseñanza mixta. También se intentó modernizar el ejército, pero se fracasó. Otro punto crucial era la reforma agraria, con la que se intentaría asentar a los campesinos en los latifundios sin cultivar o mal explotados. La Ley de Bases para la Reforma Agraria se aprobó en septiembre de 1932 y expropiaba las tierras de origen jurisdiccional, incultas y parte de las arrendadas. No obstante, su puesta en marcha fue un fracaso por su lentitud, lo que irritó más a los campesinos.
Así, la oposición al gobierno fue creciendo cada vez más; desde la izquierda la CNT y el PCE optaron por la vía revolucionaria; por la derecha, entre los republicanos el Partido Radical de Lerroux. Así, el 10 de agosto de 1932 el general Sanjurjo protagoniza un intento de golpe de Estado en Sevilla que fracasa; también hay enfrentamientos continuos con los obreros y campesinos. Una crisis de gobierno en 1933 provocó la dimisión de Azaña y la convocatoria de elecciones para noviembre.
La derecha se había organizado en los últimos meses; José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española, de carácter fascista; los monárquicos se habían agrupado en Renovación Española de José Calvo Sotelo; pero la mayor parte de la derecha católica se unió en la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), cuyo líder, José María Gil Robles, planteaba un programa conservador y reaccionario.
Uno de los rasgos más destacados de este periodo es la coincidencia de tres generaciones de intelectuales, la del 98, la del 14 y la del 27. La generación del 98, con Unamuno, Azorín, y se le unirán las figuras del 14, como Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset. Muchos de estos intelectuales deben buena parte de su formación a la Institución Libre de Enseñanza. Finalmente llegó el turno a la Generación del 27, con García Lorca.
La mayoría del país seguía siendo analfabeta. Así, a la vez que participaban activamente en la política intentaron extender la cultura a las masas.
En arquitectura destacó, como figura clave del modernismo, Antonio Gaudí, con obras como la Sagrada Familia de Barcelona. En el resto de España predominaron formas más convencionales; las grandes ciudades renuevan sus centros históricos. En pintura destaca Pablo Picasso, con todas sus etapas. Pero también dan sus primeros pasos figuras como Dalí, Miró o Juan Gris. En el cine es el momento de Luis Buñuel y sus primeras producciones dentro del surrealismo. En música destaca Manuel de Falla. A pesar de los proyectos de extensión cultural, España siguió siendo un país educativamente atrasado.