República independiente de Cartagena


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LA PRIMERA REPÚBLICA (1873-1874



A pesar de que lo prohibiera expresamente la Constitución, el Congreso y el Senado se reunieron en una llamada Asamblea Nacional que, aquel miso día, proclamó la República por amplísima mayoría  y eligió a Estanislao Figueras como presidente del Poder Ejecutivo. La República que se proclamó tras la caída de Amadeo I fue de tipo federal.
Esta República se fundó sobre las bases de la Constitución de 1869, aun cuando la forma de gobierno fue cambiada. La idea federal respondía a los ideales proclamados por las masas revolucionarias de las ciudades y las juntas revolucionarias de 1868. Frente a todas las apariencias, no existíó en realidad una ruptura tan marcada entre la proclamación de la I República y la monarquía anterior, la clase política del periodo resultó en esencia la misma y si se llegó a la proclamación de la República fue porque la voluntaria renuncia del rey impuso el cambio del régimen como única solución viable. La República española sólo fue reconocida por países federales como Suiza y Estados Unidos, mientras que no lo fue por Francia, Gran Bretaña, etc. La inestabilidad de la I República es patente desde el principio: Fue proclamada por unas Cortes en las que el republicanismo estaba en minoría y en las que la mayoría pertenecía al partido radical de Ruiz Zorrilla. Llegó inesperadamente; ninguno de los hombres que iban a ocupar el poder en los próximos meses- Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar – había podido preparar un verdadero programa de gobierno. Las divisiones ideológicas y políticas surgieron pronto en el seno del republicanismo. No tuvo una formulación única, sino varias sucesivas: indefinida desde el principio, federal, la revolución que supuso el movimiento cantonal acabando autoritaria. A la inestabilidad política propiamente dicha hay que añadir la agitación social, la insurrección carlista y la rebelión cantonal. La experiencia republicana desembocó en una quiebra casi total de la autoridad del Estado, y un caos prácticamente total. Se encontró con la hostilidad de todas las fuerzas conservadoras: los carlistas, que con más fuerza que nunca continuaron la guerra; la nobleza, que lógicamente la ignoró y conspiró; los militares, que no aceptaron un régimen que defendía la abolición de las quintas, amplios sectores de la burguésía, que simplemente tenía miedo de ella. A todo esto hay que añadir la elaboración de un proyecto constitucional federal de 1873,  basado en la Constitución de 1869. El texto no llegó a aprobarse, preparado por Castelar dejaba clara la voluntad descentralizadora que lo animaba. La nacíón española quedaría compuesta de diecisiete estados que agrupaban los territorios peninsulares e insulares, más las provincias ultramarinas de Cuba y Puerto Rico. A la división de poderes tradicionales se añadía un cuarto poder, el del Presidente de la República. El poder legislativo correspondía a las Cortes (Congreso elegido por sufragio universal directo y Senado por las Cortes de sus estados). Los derechos individuales quedan tan detallados como en la Constitución de 1869, además de la separación de Iglesia-Estado. ESQUEMA DE SU EVOLUCIÓN: El primer gobierno republicano fue encargado a ESTANISLAO FIGUERAS. Una de sus primeras medidas fue suprimir los impuestos sobre los consumos y las quintas, una de las mayores reivindicaciones populares, concediendo una amplia amnistía. Todo esto no impidió que las juntas revolucionarias ocuparan los ayuntamientos de muchas ciudades y que muchos campesinos creyeran que la República era la “ocupación de tierras”. El Estado, falto de ingresos, pronto se halló en apuros y el ejército, desarticulado el sistema de quintas, se sumíó en una gran anarquía. Figueras tuvo que dimitir el 1 de Junio. El movimiento cantonal supónía la respuesta local de los republicanos federales que trataban de llevar a la práctica sus ideales políticos. El 12 de Julio se proclamó el cantón de Cartagena, que adoptó la forma de una república independiente, y la medida tuvo su réplica en muchas ciudades andaluzas y del levante español, aunque tampoco faltaron las del interior. Le sucedíó PI Y MARGALL, que no logró reconducir la situación, al contrario, ésta se agravó. El movimiento cantonal surgíó por todas partes: Valencia, Granada, Murcia, Cartagena. Dimitíó en Julio. El tercer presidente fue NícolÁS SALMERÓN. Éste intentó hacer un gobierno fuerte que consolidara la tambaleante República; se apoyó en los generales que podían mantener el orden público, a los cuales ordenó reprimir el movimiento cantonal; movilizando un ejército para frenar el avance carlista. Dimitíó en Septiembre al negarse a firmar una sentencia de muerte. En el cargo le sucederá EMILIO CASTELAR, que actuó con mano dura; presidíó una República conservadora. Rompíó toda vinculación con el federalismo y se centró en el problema que le preocupaba: la lucha contra la revuelta social; mientras los generales más significados del ejército se le ofrecían secretamente para dar un Golpe de Estado. El 2 de Enero de 1874 Castelar era derrotado en una votación en el Congreso de los Diputados. Los militares estaban conspirando abiertamente. El capitán general PAVÍA, al conocer la derrota de Castelar, se presentó en el Congreso y disolvíó las Cortes. El general más prestigioso del momento, SERRANO, asumíó nominalmente la jefatura del gobierno. Desde el poder Serrano siguió una política de orden, con medidas que hubiera podido dar la victoria a una solución republicana. Adoptó medidas tendentes a ilegalizar la Internacional o perseguir a los federales más intransigentes,  aplastó la revuelta de Cartagena, pero no se produjo la esperada victoria sobre los carlistas y la situación financiera del Estado era pésima. Mientras, todas las fuerzas políticas de la derechase estaban acercando hacía la monarquía, que representaba un modelo político estable que podía poner fin al conflicto carlista, al problema cubano, al  obrero y a la agitación campesina. El MANIFIESTO DE SANDHURST, escrito por Cánovas del Castillo y refrendando por el futuro Alfonso XII favorecíó esta situación. El 29 de Diciembre, contrariando los proyectos de Cánovas, que deseaba una restauración estrictamente civil, el general Martínez Campos se pronunciaba en Sagunto y proclamaba Rey de España a Alfonso XII. La posibilidad abierta por la Revolución de 1868 de que la revolución liberal española desembocará en una revolución democrática se había frustrado.

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