Restauración Borbónica en España: Análisis de Documentos Históricos Clave del Siglo XIX

El Manifiesto de los Persas: Defensa del Absolutismo y Retorno de Fernando VII

La idea principal del texto conocido como «Manifiesto de los Persas» es la intención política de los diputados firmantes de abolir el régimen constitucional y volver al absolutismo del Antiguo Régimen. El texto comienza estableciendo un paralelismo entre la anarquía que se vivía tras el fallecimiento de un rey persa y la supuesta anarquía que supusieron los seis años de guerra contra los franceses y el experimento liberal de las Cortes de Cádiz. De hecho, esta comparación es la que dio nombre a este grupo de diputados absolutistas, que históricamente fueron conocidos como «los persas».

Continúa el texto con la legitimidad que se atribuyen estos diputados como representantes de España, pues identifican el sentir de la Nación con su propia ideología, ya que consideran a las Cortes constitucionales como un «Congreso que decreta lo contrario de lo que sentimos y lo que nuestras provincias desean».

Los dos siguientes párrafos constituyen una justificación política de la monarquía absoluta. La afirmación de que «la nobleza aspira a distinciones y el pueblo a la igualdad», y que la discordia entre ellos puede llevar a «consumir los gobiernos», nos recuerda lo que mucho después constituirá la idea de la lucha de clases. A continuación, se reafirman justificando la monarquía absoluta desde el punto de vista histórico e ideológico: la monarquía absoluta nace de la necesidad de los primeros hombres de elegir a unos jefes, a unos reyes, es decir, se considera la monarquía absoluta el mejor sistema de gobierno que ha existido desde el surgimiento de la historia y las primeras civilizaciones. Ahora podemos entender mejor la comparación con el imperio persa que se ha hecho al principio. Si el soberano es absoluto y prescribe a sus súbditos lo que es mejor para ellos, no surgirán discrepancias entre los hombres y habrá felicidad. Pero si el gobierno depende de muchos, como establece el régimen constitucional, se sembrará la discordia y la infelicidad.

El texto nos muestra que la antigua constitución española, es decir, el Antiguo Régimen, «ha sido maltratada» y se le ha hecho una injusticia. La única manera de volver a la normalidad sería, por tanto, devolver al rey toda la soberanía, todos sus poderes.

El texto termina con el deseo de que se celebren Cortes, pero las tradicionales, las antiguas, y se termina pidiendo al rey que considere nula la Constitución de Cádiz por no haber sido aprobada por él. Consideran que el rey en el exilio ha sido un cautivo que nunca ha dado su aprobación para la celebración de esas Cortes, y que, por tanto, han sido ilegales.

Contexto Histórico del Manifiesto de los Persas

Tras la derrota francesa en la Guerra de la Independencia, en diciembre de 1813, Napoleón dejó libre a Fernando VII mediante el Tratado de Valençay. Tras cruzar la frontera española por Figueras, el 22 de marzo de 1814, Fernando VII no siguió el camino marcado por la Regencia, y pasó por Gerona, Tarragona, Reus, Zaragoza y Teruel, para llegar finalmente a Valencia el 16 de abril. Regresó sin un plan político concreto, expectante ante la situación, y aprovechó este periplo para medir sus fuerzas y su grado de apoyo entre el pueblo, las fuerzas políticas, la Iglesia y el Ejército. En Valencia recibió este texto, el llamado Manifiesto de los Persas, firmado por un grupo de 69 diputados realistas presentes en las Cortes de Cádiz. De ellos, 34 eran eclesiásticos, los cuales constituían aproximadamente un tercio de las Cortes ordinarias del reino, que se habían reunido en Madrid el 1 de octubre de 1813, después de abandonar los franceses la capital de España al final de la Guerra de la Independencia.

Su redacción se fue fraguando durante las sesiones de Cortes de febrero de 1814, que se ocuparon de fijar las normas que debían regular la entrada en España de Fernando VII, el viaje del rey a Madrid y la jura de la Constitución de 1812. Estos diputados comenzaron a preparar el golpe de Estado que culminaría el 4 de mayo de 1814, con el Real Decreto que anulaba la Constitución. El alma de la conspiración fue el diputado Bernardo Mozo de Rosales, que fue quien entregó el manifiesto al rey. Fernando se sintió arropado de forma casi unánime por todos los sectores salvo el de los políticos.

El Convenio de Vergara: Fin de la Primera Guerra Carlista

Aunque no puede considerarse una ley, el Convenio de Vergara es un texto formado por diez artículos, de los cuales se exponen tres en esta selección. La idea principal es poner fin a la guerra civil que está sufriendo el país desde 1833, cuando, tras la muerte de Fernando VII, su hermano Carlos María Isidro no acepta la sucesión de su sobrina Isabel II y se subleva. Las ideas secundarias aparecen en los tres artículos que se presentan, y son distintos acuerdos que se alcanzan en este convenio.

  • Artículo 1º: Comienza con el compromiso de Espartero de recomendar al Gobierno proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros, es decir, las leyes propias de las Provincias Vascongadas y Navarra. En las conclusiones nos centraremos en explicar cuáles fueron esos cambios.
  • Artículo 2º: Se manifiesta que los empleos, grados y condecoraciones del ejército carlista se reconocerán a los miembros del ejército carlista que acepten la Constitución vigente de 1837, el trono de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina. Esto supone que los militares que lo desearan podrían reintegrarse al Ejército nacional y los que no quisieran podrían retirarse a sus casas. Esta oferta fue sumamente conciliadora y ventajosa para los vencidos. La aparente humillación de reconocer al gobierno liberal se compensaba con la promesa de una modificación de fueros que se esperaba positiva y con la gran ventaja de poder reintegrarse en el Ejército nacional con los mismos sueldos y grados. No hubo ni pago de reparaciones de guerra, ni prisioneros.
  • Artículo 4º: No resulta tan relevante y da detalles sobre el acuerdo anterior: los generales y brigadieres que se retiraran podrían tener un cuartel de referencia al que adscribirse como destino y solicitar el sueldo que les correspondiera, y el resto de jefes y oficiales podrían igualmente solicitar retiro o una licencia temporal.

Además de lo expuesto en esta selección, debemos señalar que el resto de artículos especificaban detalles relevantes, tales como que el convenio debía ser ratificado por las divisiones carlistas de Álava y Guipúzcoa, y que los prisioneros de ambos bandos quedarían en libertad. Además, el ejército carlista debería entregar todas las armas, municiones y víveres que le quedaran, y asimismo, Espartero se comprometía a solicitar ante el Gobierno y las Cortes que se atendiera a las viudas y huérfanos carlistas.

Contexto Histórico del Carlismo y el Convenio de Vergara

La década absolutista de Fernando VII se caracterizó por el descontento, tanto de los liberales como de los absolutistas, que empezaron a agruparse en torno a la figura de Carlos María Isidro, hermano del rey. En 1830 se publicó la Pragmática Sanción por la que se abolía la Ley Sálica en España, lo que abría la puerta a que pudieran reinar las mujeres. Después de todo un reinado esperando turno para reinar, en octubre de 1830 nació una niña, Isabel, fruto del matrimonio de Fernando con su sobrina María Cristina de Borbón. Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, su hermano Carlos se sublevó y se proclamó rey con el nombre de Carlos V.

El carlismo defendía el absolutismo monárquico, los fueros, la tradición, y un catolicismo extremo. La lenta reacción del gobierno liberal, que estaba más atento a las reformas políticas que a los preparativos militares, hizo que en los primeros años el bando carlista se hiciera fuerte en el norte de España, y llegara a dominar un territorio que abarcaba el País Vasco, Navarra, parte del interior de Cataluña, el Bajo Aragón y el Maestrazgo. Los carlistas dominaban las áreas rurales, apoyados por el clero más conservador, la pequeña nobleza y los campesinos, mientras que los liberales se hicieron fuertes en las grandes ciudades como Bilbao.

En el asedio a Bilbao de 1835, perdieron los carlistas a su principal jefe militar, Zumalacárregui, y a partir de este momento, dos expediciones, las lideradas por el general Gómez en 1836 y la liderada por el pretendiente D. Carlos en 1837, fracasaron en el intento de sublevar todo el territorio nacional y tomar Madrid. Poco después empezaron las conversaciones que terminaron en este Convenio, no sin antes vencer Maroto graves resistencias internas de ciertos generales y la propia oposición del pretendiente.

Abdicación de Amadeo I: Fin del Sexenio Democrático

La idea principal del texto es poner término al reinado de Amadeo I, rey que fue elegido democráticamente tras la promulgación de la Constitución de 1869. Las ideas secundarias las podemos comentar a través del análisis del texto.

El documento comienza haciendo referencia al carácter electivo que ha tenido su reinado, pues la Nación española lo ha elegido para ocupar el trono. A continuación, hace referencia a que los dos años que lleva ejerciendo como rey han sido de «constante lucha» y que «se ve lejos la paz». Esta frase alude a la amalgama de partidos que están representados en las Cortes: progresistas, republicanos, tanto federales como unionistas, conservadores, alfonsinos e incluso carlistas.

Continúa Amadeo lamentándose de que los enemigos de España no son extranjeros, pues si los fueran, él mismo ayudaría a combatirlos. No hay que olvidar que Amadeo fue un rey-soldado, con formación militar, y participó en las guerras de unificación de Italia. Continúa expresando su desconcierto ante tantas manifestaciones opuestas y confesando que no sabe atinar con la verdadera. Como rey constitucional, dentro de la ley no ha encontrado la solución y manifiesta que no la va a encontrar fuera de ella. Parece ser que la crisis que desencadenó su renuncia fue la propuesta del presidente del Consejo de Ministros, Ruiz Zorrilla, de disolver el cuerpo de Artillería, a lo que respondieron los militares que el rey debía sustituir al presidente y gobernar de manera autoritaria. No queriendo saltarse la Constitución, firmó el decreto, pero decidió presentar su renuncia al trono.

El rey continúa explicando que devuelve la Corona a quien antes se la había dado: la Nación representada en sus diputados, y hace renuncia también por sus hijos y sucesores. Finalmente, manifiesta su amor a España y el lamento de que no ha podido ayudar a conseguir para ella el bien que deseaba.

Contexto Histórico de la Abdicación de Amadeo I

Tras el Pacto de Ostende de 1866, se unió la oposición al gobierno de Isabel II: progresistas, demócratas, republicanos, y unionistas una vez fallecido O’Donnell. Estas mismas fuerzas son las que en septiembre de 1868 culminaron la revolución que expulsó del trono a los Borbones. Inmediatamente se constituyó un Gobierno Provisional presidido por Serrano que convocó elecciones en enero de 1869 y redactó una nueva Constitución, democrática, pero que establecía de nuevo una monarquía.

Serrano se convirtió en regente y Prim en presidente del Consejo de Ministros. Empezó la tarea de buscar rey entre varios candidatos españoles y extranjeros. Finalmente, fue elegido rey de España el candidato preferido de Prim, Amadeo de Saboya, por 191 votos a favor, el 16 de noviembre de 1870. Amadeo era el segundo hijo del rey Víctor Manuel II de Italia. Llegó a Madrid el 2 de enero de 1871, tres días después de fallecer Prim en atentado. Poco después, el partido progresista de Prim se dividió en dos: el Partido Constitucional de Sagasta y el Partido Radical de Ruiz Zorrilla.

Amadeo tampoco contó con el apoyo del resto de fuerzas. La nobleza española era fiel a los Borbones y ya se estaba preparando un partido Alfonsino. Los republicanos, por razones obvias, no podían apoyar a un rey. Tampoco los carlistas, quienes consideraban a Amadeo un rey ilegítimo. La Iglesia tampoco ayudó, pues el padre de Amadeo acababa de ocupar los Estados Pontificios y había terminado con el poder temporal del papa Pío IX. El pueblo, en general, lo miraba con poco aprecio o indiferencia, dado su origen extranjero.

Al mismo tiempo, en 1872 había estallado la Tercera Guerra Carlista y en Cuba continuaba la insurrección que había empezado en 1868. Estos problemas, unidos a la división política, y el deseo de mantenerse en todo momento como monarca constitucional, fueron los que motivaron finalmente su renuncia. Ese mismo día, 11 de febrero, las Cortes votaron por la república.

Manifiesto de Sandhurst: Alfonso XII y el Inicio de la Restauración

El texto es una selección del manifiesto de Sandhurst, no el texto completo. La idea principal es postularse Alfonso de Borbón como futuro rey de España, lo que irá justificando a lo largo del texto en lo que podemos considerar ideas secundarias.

El texto comienza con el agradecimiento del príncipe a las felicitaciones por su reciente cumpleaños, y expresa que los mensajes contienen el apoyo de estas personas para que regrese a España la monarquía constitucional. Según estos mensajes, España está experimentando opresión, incertidumbre y crueles perturbaciones. El término opresión podría hacer referencia al gobierno autoritario de Serrano, y la incertidumbre a que este no se decide a entregar el poder. Las perturbaciones pueden referirse a la guerra carlista y la insurrección en Cuba. Utiliza un recurso, muy frecuente incluso en la actualidad, de hacerse intérprete de la opinión pública, al reconocer que así se lo dicen «la mayoría de nuestros compatriotas». Por eso podrán estar con él todas las personas de buena fe, independientemente de sus ideas políticas. Es evidente que el deseo es concentrar el mayor número de adhesiones.

A continuación, se refiere a la abdicación de su madre, Isabel II, que se produjo el 25 de junio de 1870. Isabel hizo caso del consejo de que debía renunciar a los derechos dinásticos en su hijo el príncipe Alfonso. Manifiesta, por tanto, que solo él es el representante del derecho monárquico. Fracasada la monarquía de Amadeo de Saboya, entiende que no puede haber más experimentos de monarquía electiva. También se expresa implícitamente la ilegitimidad de la rama carlista.

Continúa el texto ofreciéndose como rey porque no se ve otra alternativa, porque «ha fracasado todo lo que en 1868 existía», es decir, han fracasado tanto los principios de la revolución de 1868 como los diferentes regímenes políticos que han tenido lugar en el Sexenio. Considera abolida la constitución de 1845, pero también da por abolida la constitución democrática de 1869, sobre una monarquía que él considera inexistente e ilegítima.

Finalmente tranquiliza a los españoles. No será un rey que decida nada arbitrariamente, sino que será por medio del pacto, como se vino haciendo desde las cortes medievales. Por eso, será fácil que se entiendan el pueblo español y él, «un príncipe libre». Por si quedara alguna duda, en el último párrafo deja claro que será un buen español, un buen católico y un buen liberal, es decir, la mayoría de los españoles podrían estar tranquilos con él, independientemente de sus creencias religiosas o políticas.

Contexto Histórico del Manifiesto de Sandhurst y la Restauración

El texto es el colofón al llamado Sexenio Democrático o Revolucionario. Al final del reinado de su madre, Isabel II, la oposición se había unido porque el sistema político no daba entrada a ciertos sectores: ni a progresistas, ni a republicanos, ni a demócratas. La revolución de 1868 trajo una constitución monárquica y democrática, entendiendo por democracia únicamente el ejercicio político de los varones. Las Cortes, compuestas en su mayoría por progresistas, eligieron rey a Amadeo de Saboya, pero la desaparición de su principal líder, Prim, en atentado, dejó políticamente solo al rey y, además, se produjo la división del partido progresista, en un parlamento muy dividido, en que convivían también republicanos, conservadores y carlistas.

La renuncia de Amadeo I en febrero de 1873 dio paso a una república, pero las divisiones continuaron, pues los republicanos estaban divididos en unitarios y federales, y estos en transigentes e intransigentes. Al mismo tiempo tuvo lugar la Revolución Cantonal, la Tercera Guerra Carlista y una insurrección en Cuba. La experiencia republicana terminó con el golpe de Estado de Pavía en enero de 1874 y continuó con la presidencia autoritaria de Serrano. El año 1874 fue clave, pues se puso en evidencia el fracaso, tanto de la monarquía democrática como de la república, y se fue abriendo paso la opción de la vuelta de los Borbones, defendida por Cánovas y encarnada en el príncipe Alfonso de Borbón. El 1 de diciembre se publicó este manifiesto y apenas un mes después, el 29 de diciembre, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII en Sagunto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *