La Restauración Borbónica en España (1874-1902): Cánovas del Castillo, Sagasta y la Constitución de 1876
El Regreso de la Monarquía y el Ascenso de Cánovas
Tras el fracaso de la Primera República, la vuelta de la monarquía borbónica contaba cada vez con más apoyos. Antonio Cánovas del Castillo, figura clave de este periodo, pretendía una restauración pacífica, fundamentada en el apoyo popular y en el deseo de las clases altas de mantener el orden. El 1 de diciembre de 1874, Alfonso XII firmaba el Manifiesto de Sandhurst, con el cual se pretendía que la Corona tuviera un papel moderador y dialogante, aceptando gran parte de los avances políticos del Sexenio Democrático. Sin embargo, el 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto aceleró el proceso. Se formó un gabinete de regencia que proclamó como rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II, quien había abdicado en 1870.
Cánovas asumió el control del gobierno. Entre sus primeras medidas destacó el nombramiento de nuevos cargos locales, el restablecimiento del Concordato con la Santa Sede y una represión selectiva que tenía como objetivo que progresistas y demócratas aceptaran el nuevo régimen. También se impuso una restricción de libertades y derechos. En marzo de 1876, se puso fin a la Tercera Guerra Carlista, lo que supuso el desmantelamiento del sistema político foral en las provincias vascas. Además, se alcanzó la Paz de Zanjón en 1878, que puso fin temporalmente a los conflictos en Cuba.
El Turno de Partidos y el Gobierno de Sagasta
En 1881, Práxedes Mateo Sagasta accedió al gobierno por primera vez. Sus medidas relajaron las prohibiciones canovistas, pero sin despertar el recelo de las oligarquías. Su ideario político estaba regido por el sufragio universal (masculino), la libertad de asociación y culto, y una política económica basada en el librecambismo. En 1885, la inesperada muerte de Alfonso XII a causa de la tuberculosis llevó a la regencia de la reina María Cristina de Habsburgo. El Partido Liberal gobernó desde 1885 a 1890. El final del periodo viene determinado por la Guerra de Cuba (1895-1898) y los desórdenes generados por las organizaciones obreras. En 1897, Cánovas fue asesinado por el anarquista Michele Angiolillo.
El Sistema Canovista y los Partidos Dinásticos
Antonio Cánovas fue el verdadero artífice del sistema político conocido como la Restauración Borbónica. Utilizó la figura de Alfonso XII como rey-soldado para garantizarse el apoyo del Ejército. El acceso al poder se realizaba a través del sufragio, mediante el cual se producía una alternancia en el poder que evitaría que ningún partido del sistema recurriese a los golpes militares. El sistema canovista se fundamentaba en el modelo político británico: una monarquía fuerte con amplios poderes y gran protagonismo en la vida política como poder moderador. Además, se basaba en la existencia de dos grandes partidos que aceptaran el sistema del turno, por el cual se produciría una transición pacífica entre ambos, y que debían aceptar la obra legislativa realizada por su predecesor, renunciando a los pronunciamientos militares.
Fruto de este ideario, se crearon los dos partidos dinásticos:
- Partido Liberal Conservador: liderado por el propio Cánovas del Castillo, provenía del liberalismo moderado y de la Unión Liberal.
- Partido Liberal Fusionista: encabezado por Práxedes Mateo Sagasta, provenía del Partido Constitucionalista de Serrano y del Partido Radical.
Para que este modelo político funcionase, hubo un reparto previo de las circunscripciones electorales y existió una red basada en el caciquismo y en el fraude electoral. El aumento de la influencia de la prensa y el fortalecimiento de los partidos ajenos al sistema de turno provocaron que, poco a poco, el sistema comenzara a resquebrajarse.
La Constitución de 1876
La Constitución de 1876 es la que más tiempo ha estado vigente en la Historia de España (1876-1931, con la excepción del periodo de la dictadura de Primo de Rivera). Su anteproyecto fue redactado por Manuel Alonso Martínez. Se trataba de crear un marco político que uniera en torno a la monarquía a las diferentes tendencias liberales. De carácter moderado y flexible, con lo que se evitaba estar constantemente elaborando nuevos textos constitucionales, establecía los siguientes principios:
- Monarquía hereditaria en la familia Borbón.
- Sistema político definido como una Monarquía Constitucional.
- Soberanía compartida entre las Cortes y el Rey.
- Cortes bicamerales.
- Reconocimiento de derechos y libertades, aunque podían restringirse y ampliarse sin reforma constitucional.
- Iniciativa legislativa en las Cortes y el Rey.
- División de poderes:
- Ejecutivo: residía en la Corona, que nombraba al Jefe de Gobierno y a sus ministros libremente, y era irresponsable frente a las Cortes.
- Legislativo: residía en las Cortes.
- Judicial: residía en los tribunales.
- Sufragio censitario restringido hasta 1890, cuando se amplió a sufragio universal masculino.
- Control del Gobierno sobre el nombramiento de alcaldes y gobernadores.
- Constitución de carácter confesional, con sostenimiento del culto y clero católicos. Se permitía la libertad de culto siempre y cuando se ajustara a la moral católica y se realizara en el ámbito privado.