Resumen de la guerra colonial y crisis de 1898

6. Guerra colonial y crisis de 1898

I. INTRODUCCIÓN. Política americana. La doctrina Monroe y el Destino Manifiesto


Los EE.UU. eran ya una potencia mundial y estaban construyendo su Imperio. Estaba respaldado por una pujante economía que requería nuevos mercados donde colocar los excedentes de producción y capital. Después de la Guerra de Secesión (1861-65) y tras la II Revolución Industrial, cuando nacieron los grandes trusts (Rockefeller, Ford…). Son los años en los que se termina la Conquista del Oeste y en los que el concepto de «frontera» se instala en el corazón ideológico de los americanos.
Aquí tiene sentido la Doctrina Monroe: “América para los americanos” (1823), y la doctrina racial del Destino Manifiesto, que defendía la superioridad racial del sistema de vida, económico y político americano. Según esta doctrina, la Providencia Divina encarga a los americanos enseñar al mundo la verdadera libertad y democracia. Así se justifica la intervención americana en países extranjeros.
Cuando podían intentaban la “diplomacia del dólar” o compraban los territorios o se lanzaban a la conquista. En la guerra de México conquistan Nuevo México, Alta California y Texas. Sin embargo, el área de acción preferida fue el Pacífico y el Caribe, por eso emprenderán la construcción del Canal de Panamá y tropezarán con España en Cuba y Puerto Rico. También podríamos hablar de la doctrina del “navalismo”, del almirante norteamericano Alfred T. Mahan, que concebía el poderío naval como el único capaz de proporcionar a un Estado la supremacía mundial, que apareció en los años 90

II. EL DESASTRE COLONIAL. La guerra de Cuba y Filipinas


Desde mediados del siglo XIX se había iniciado en Cuba una profunda transformación económica que contribuye a explicar su independencia posterior. Casi la mitad de las exportaciones se dirigían a EE.UU., mientras que la proporción dirigida hacia España era muy inferior. A finales de siglo exportaban el 90% del tabaco y azúcar a Estados Unidos, de los que recibían tejidos de algodón. La exportación del azúcar cubano se fue haciendo cada vez más sofisticada, que permitió prescindir de la esclavitud, pero tenía la competencia de la remolacha. Cuba era muy importante para los industriales textiles catalanes, además de las empresarios con posesiones en la isla.
EEUU hizo cuatro intentos de comprar la isla a España, pero los políticos de turno consideraban que de Cuba no se podía salir sin combatir.
Los primeros movimientos fueron durante la Gloriosa Revolución, cuando uno de los ricos hacendados cubanos, Manuel de Céspedes, inicia la guerra contra España por la independencia de Cuba, en su hacienda de La Demajagua, cerca de Yara, es el Grito de Yara que comienza la Guerra Larga. Cánovas envía a Martínez campos para pacificar la isla. La Paz de Zanjón (febrero de 1878) acordó dar un régimen de autonomía a la isla, pero las familias con intereses económicos en las Antillas impidieron su puesta en práctica. Así se pasó del autonomismo frustrado al separatismo. Es la Guerra Chiquita (1895-1898).
Hay dos partidos en Cuba, el Liberal Autonomista, cubano y la Unión Constitucional, de hacendados cubanos. En 1892 Antonio Maura, ministro de Ultramar propone un autogobierno para Cuba y Filipinas. Es rechazado en Cortes por presiones cubanas y dimite (se le llamó antipatriota, energúmeno o filibustero). Después surge la figura de José Martí, poeta, abogado y periodista cubano, exiliado a Estados Unidos cuando fracasó la guerra Larga (Guerra de los Diez Años). Su tesis era que la guerra con España era “justa y necesaria”. Este funda el Partido Revolucionario Cubano en 1892 y encabezará la guerra a favor de la independencia, que se reemprenderá en 1895 (Grito de Baire). El fracaso del autonomismo provoca el independentismo: José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo serán sus líderes
Para EE.UU. la guerra de Cuba era incluso más importante que para España. Se estaba convirtiendo en una potencia mundial y no deseaban una Cuba autónoma. Su capacidad militar terrestre era inferior, pero no su artillería. Por su parte Cánovas tenía la postura del “planteamiento de cuestiones de fuerza, o más propiamente hablando, que no esperan su solución sino de la fuerza”. Los más débiles debieron ceder ante los más fuertes.
Puerto Rico no planteaba serios problemas, puesto que había conseguido su autonomía, la esclavitud había sido abolida y la economía estaba dirigida a través de una élite poderosa que controlaba los movimientos de base popular.
La insurrección cubana se dio a lo largo del año 1895 como consecuencia del relevo en el partido en el poder. Sagasta fue sustituido por Cánovas, que envió a Martínez Campos esperando repetir la pacificación de años anteriores. A lo largo del año 1895 la sublevación se inició con el grito de Baire y se había impuesto en gran parte de la isla, especialmente en el oriente. Sus métodos era la guerrilla con amplio apoyo en la población rural. Sus dirigentes fueron José Martí y después Máximo Gómez, que junto con Antonio Maceo comenzó la insurrección en la parte oriental de la isla. Se pasó a mayor dureza. Se envió al general Weyler de gran dureza en la lucha antiguerrillera. Los procedimientos utilizados consistieron en concentrar la población agrícola, aislando a la población rural de la guerrilla independentista y acotando el territorio insurrecto mediante barreras o “trochas”, con indudable brutalidad. Además hay que contar con la fiebre amarilla, el tifus y la malaria.
Cánovas trata de introducir reformas autonómicas, que no satisfacen a sectores de su propio partido (Romero Robledo) ni a los estadounidenses. En mayo de 1897 EEUU reconoció la beligerancia cubana, es lícito ayudar a los insurgentes. El asesinato de Cánovas (1897) cambió la situación. La mitad de la isla estaba pacificada por la dura táctica de Weyler, pero había de venir la acción política. Weyler fue sustituido por el general Blanco que recibió instrucciones de limitarse a combatir sólo en las zonas controladas por el ejército español. En noviembre se concedió una amplia amnistía, el sufragio universal, la igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria, pero la política de Moret llegaba tarde.
Coincidiendo con la insurrección cubana, se produjo también en Filipinas. La presencia española era más débil, especialmente misioneros y exportación de tabaco y utilización como punto comercial con China. Un papel fundamental lo tuvo una asociación secreta, el Katipunan (Reunión), fundado por Andrés Bonifacio con fines políticos (independencia de Filipinas) y cívicos (ayuda mutua) pero cuya figura más importante es José Rizal . El movimiento fue duramente reprimido y José Rizal acabó siendo ejecutado. El pacto de Biacnabató acabó con la insurrección. Fue la intervención estadounidense la que provocó el alzamiento definitivo de los filipinos.


La situación cambió en el año de 1898. La voladura del “Maine” fue atribuida a los españoles sin pruebas y aceleró la guerra. EEUU hizo una propuesta de compra de la isla por 300 millones de dólares. El 18 de abril las dos cámaras del legislativo aprobaron una resolución, un ultimátum a España. Cuba debía ser independiente, debía retirarse de la isla y se autorizaba al presidente de los EEUU. Mac Kinley para que movilizara los mecanismos militares para conseguir estos objetivos. En el documento se hace referencia a “las horribles condiciones que [existían] en Cuba [desde hacía] tres años, es decir, desde que en febrero de 1895 estallara la segunda guerra de la independencia cubana. Argumentan que es un deber como potencia mundial, en cuanto modelo de libertad y democracia, por la proximidad geográfica a la isla y, sobre todo, por la “destrucción de un acorazado” que estaba “de visita”. La noticia de esta decisión produjo en España manifestaciones patrióticas. La guerra era inevitable.
El “Maine” en realidad estaba en la isla llamado por el cónsul norteamericano para proteger a los ciudadanos norteamericanos residentes en la isla y su hundimiento no se pudo justificar, ni por los americanos ni por los españoles. Sin embargo, fueron los grandes magnates de la prensa norteamericana (Pulitzer y William Randolph Hearst) los que soliviantaron la indignación estadounidense: “Recordad al Maine, al infieno con España”.
Que EEUU ponía como excusa la pacificación de la isla par intervenir era evidente, y el gobierno español estaba firme en evitar el conflicto y decretó un alto el fuego.. Había también en EEUU partidarios de la no intervención. Pero no era sólo solidaridad con los Cubanos, puestos que éstos no les reconocía la independencia a Cuba, sino sólo el “derecho a ser libres e independientes” y sólo exigían a España que abandonasen la isla no que les dieran el estatus de nación. De todas formas los EEUU se comprometieron a renunciar a la isla (apartado cuarto). El senador Teller fue el responsable de esta apartado ¿fue sinceramente humanitario? Hay quien opina que estaba defendiendo a su estado de Colorado, productor de remolacha azucarera frente al azúcar de caña cubano. De todas formas los cubanos agradecieron la intervención americana, que ya les había enviado armas y municiones, a pesar de estar prohibido.
La guerra comenzó a tener su desenlace en Filipinas, donde la situación parecía estar dominada por los españoles. La intervención directa de los estadounidenses decidida a expandirse (Hawaii…) aplastó la flota española en Cavite. En España, al recibirse la noticia se produjeran protestas sociales de escaso alcance político.
En cuanto a Cuba, las autoridades españolas decidieron enviar la flota del almirante Cervera, que llegó en mayo y se vio bloqueada en la ciudad de Santiago. La presión de la opinión pública y la actitud del gobierno acabaron por provocar la salida de la flota y su hundimiento a comienzos de julio. Poco después se produjo la rendición de Santiago y, en el mes de agosto, se firmó el protocolo de Washington, equivalente a un armisticio.
Por el tratado de París (diciembre 1898) España cedió Filipinas, Puerto Rico y Guam a EEUU y concedió independencia a Cuba. En Filipinas hubo una duradera guerra de guerrillas en contra de los estadounidenses, que tuvieron que mantener todo un ejército de ocupación. Cuba tuvo una independencia nominal respecto de EEUU.
El Tratado de París no significaba la completa desaparición de todo el antiguo imperio español, pero se produjo rápidamente. España vendió a Alemania los archipiélagos de las Marianas, Carolinas y Palaos (1899). España carecía de capacidad para ejercer como potencia colonial y debió someterse a las más fuertes, que practicaron una redistribución colonial. España quedó reducida a la condición de pequeña potencia europea cuyas posibilidades colonizadoras se limitaban a Africa (Marruecos, Ifni, Guinea, Fernando Poo) y cuyo interés estratégico era controlar el Estrecho

III. CONSECUENCIAS DEL 98


A) Consecuencias políticas


No hubo reacciones generales al desastre. Para la clase política lo esencial fue conseguir la estabilidad del sistema político. Hubo un sector del partido conservador (Romero Robledo) que por sus intereses económico (tierras, transporte marítimo) fue partidario del mantenimiento del sistema colonial. Pero no hubo demasiados casos de oposición a la guerra. Ni carlistas ni republicanos, que eran partidarios de una colonización ilustrada, pero que estuvieron una demagogia patriótica ante el desastre. No hubo grandes cambios institucionales ni crisis de Estado. Se utilizó la retórica de la “regeneración”, pero no se vieron cambios políticos.
Los intereses económicos de la guerra dependieron de la relación con Cuba. Los medios industriales catalanes fueron los que más insistieron en la colonia (les vendían tejidos), mientras que los agricultores castellanos y mineros vascos fueron más reformistas. La Iglesia estuvo interesada en Filipinas. Los sectores populares y obreros no tuvieron un enfrentamiento fuerte (no existió un gran número de desertores). Los más en contra fueron los del PSOE. Los anarquistas fueron contradictorios. Los federales aceptaban a Cuba como un Estado más federado. Los nacionalistas vascos estaban en contra, y los catalanes eran más moderados.
El mayor impacto lo tuvo en la política oficial de los partidos. Silvela sólo duró en el gobierno año y medio: desde el momento de la derrota y la firma del tratado de paz hasta los primeros meses de 1901. Silvela representaba en el partido conservador lo contrario que Romero Robledo, una voluntad de transformación y moralización de la vida política, que llegará a tener la expresión del Regeneracionismo. Denunciar esa “España sin pulso”. Su corto gobierno mostró cierta voluntad de renovación, dando entradas a figuras nuevas en la política como el general Polavieja (de carácter regeneracionista) o el regionalista conservador Durán y Bas. Se inició una política reformista, de descentralización y una política presupuestaria que quería eliminar el déficit de la guerra a base de subir los impuestos. Esto hizo aumentar las críticas y las huelgas, que llevaron a paralizar las reformas.

B) El regeneracionismo


La derrota del 98 sumió a la sociedad en un estado de desencanto y frustración, que se correspondía con la tétrica imagen ante el exterior. La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos que criticaron el sistema de la Restauración, y que coincidían con un ambiente cultural internacional de crisis ideológica[1]. Tras el 98 surgieron una serie de movimientos regeneracionistas, que contaron con cierto respaldo de las clases medias.
El caso más paradigmático, junto a personajes como Macías Picavea, es el de Joaquín Costa, que denunciaba en “Oligarquía y caciquismo”, la corrupción del sistema de la Restauración. Propugnaba modernizar el país (plan hidrográfico de pantanos y regadíos) y solucionar los problemas de analfabetismo y miseria (“escuela y despensa”), con una reforma agraria (Liga Nacional de Productores) olvidando el pasado (“echar siete llaves al sepulcro del Cid”). Otras figuras del regeneracionismo fue Francisco Silvela, el nuevo líder del partido conservador y su famoso artículo de “España sin pulso”. Este regeneracionismo llegaba a propugnar la llegada de un “cirujano con mano de hierro” que cortara por lo sano la clase política corrupta.
El desastre de Cuba dio cohesión a la llamada Generación del 98, donde se unen escritores de muy diversa procedencia y estilos, pero con el nexo común de un desencanto ante la vida española (ejemplos del primer modernismo de Machado, Vale Inclán o Juan Ramón Jiménez, de los análisis trágicos de Unamuno o del huraño Pío Baroja). El pesimismo y la angustia sobre la identidad ¿qué es España? La solución es Castilla.
La figura de Ortega y Gasset es también fundamental en este ambiente de pesimismo, su análisis del vitalismo historicista (“yo soy yo y mi circunstancia”) lleva a una preocupación ante la “España invertebrada” (por los nacionalismos periféricos) y la “rebelión de las masas”. La filosofía de Ortega llega a plantear un cierto elitismo de personas que encuentren su vocación de líderes culturales y políticos.
Finalmente, la derrota militar supuso un cambio en la mentalidad de los militares, que fueron pasando hacia posturas más autoritarias como reacción del antimilitarismo que siguió al “desastre”. Convencidos de que la derrota había sido causada por la injerencia de los políticos y del parlamentarismo

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